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Despertar - por Darkos

Hoy, en esta isla, ha ocurrido un milagro.

Esa era la letanía que, inundada de asombro, repetía una y otra vez la vieja Marina al momento de llegar Fabricio, el médico del pueblo.

—¡Lo que me faltaba! Otro milagrito del cura de turno —dijo Fabricio en voz alta queriendo ser escuchado por la muchedumbre que se agolpaba en la puerta de aquella casucha de zinc.

Con la mala actitud de siempre, entró en el humilde rancho y preguntó sin saludar al ver la escena que protagonizaba Renato, el sacerdote de esa isla polvorienta.

—A ver curita, ¿con qué cuento nuevo vas a salir hoy?

—Fabricio, te lo he dicho, no me digas curita, respeto por favor. Además, este no es ningún cuento. Estás viendo lo que ardo en ganas de ver cómo vas a intentar explicar. Daniela, la hija de la dueña de casa, murió anoche de una rara enfermedad y hoy, en medio de la velación, ha comenzado a despertar lentamente moviéndose con incomodidad. Aunque aún no responde a nuestras voces ni ha abierto los ojos, tú mismo puedes ver que se mueve y gime. Está tan viva como hace dos días. ¡Es un milagro! ¡Ha vuelto de la muerte y toda esta gente está aquí para ser testigos de la gloria de nuestro señor!

Renato manoteaba con orgullo mientras hablaba.

—¿Una rara enfermedad? ¿Qué rayos habrá sido? Yo no atendí a esta niña en el centro de salud. Ah, pero claro, como aquí todos se creen doctores, seguro que no la quisieron llevar y ahora si se les puso la cosa peluda.

—Pero lo terrible no es tanto eso —dijo Fabricio airadamente—. Lo espeluznante es que tuvieron el descaro de dictaminarla muerta y peor aún, ¡la iban a enterrar!

—Amigos —continuaba el galeno—, permítanme contarles acerca de una condición llamada catalepsia…

—Por Dios Fabricio, para ya esa ametralladora que tienes por lengua —increpó Renato—. Mi sacerdocio no me hace un ignorante. Claro que conozco lo que es la catalepsia pero este no es el caso. Lo que mencionas es una condición recurrente y se presenta principalmente en personas con antecedentes psiquiátricos. Daniela fue mordida, al parecer, por un perro infectado, y al poco tiempo comenzó a perder mucha sangre y a convulsionar. Antes de que hubiesen podido llegar a tu sala de urgencias se había muerto desangrada. Yo mismo la vi segundos antes de morir.

—Así que un perro infectado —mencionó Fabricio con clara ironía. —¿Y cómo de qué?

No había terminado de hablar el médico cuando la niña empezó a gritar. Era un chillido aterrador que dejó a todos los presentes en silencio. A los pocos segundos se detuvo el sonido y empezó a moverse erráticamente, de manera robótica pero con intensidad y rapidez. Al mismo tiempo mascullaba y un sonido gutural ininteligible se filtraba entre sus dientes.

Fabricio se acercó a la cama donde yacía Daniela. Su piel estaba amoratada y los labios azules no pronosticaban nada bueno. Ahora volvía a dejar caer sangre por la boca y continuaba en su extraña convulsión.

Al posar sus dedos sobre el cuello para medirle el pulso, Fabricio sintió que un escalofrío recorría su espalda, se puso pálido y tragó saliva. No había pulso. Fue en ese momento que la chiquilla abrió súbitamente sus ojos, ahora inyectados en sangre, abrió su boca y le tiró a morder la mano al médico con toda la agilidad posible. Este reaccionó rápidamente y salvó sus dedos por una fracción de segundo.

Fabricio, impresionado, caminó hacia atrás y luego de unos pasos en reversa estaba fuera del humilde ranchito. Tropezó con una rama que estaba más adelante y cayo sentado. Se levanto y caminó un poco más hacia la calle. Renato fue hacia él buscando una explicación.

—Cuéntame, ¿qué es lo que has visto en Daniela?

El médico, atontado por la impresión y por el golpe, no escuchó al cura pero si vio, por el rabillo del ojo, que algo venía hacia él. Giró su cabeza hacia la derecha y pudo distinguir lo que se acercaba aún en contra de su propia incredulidad: Una turba de lo que parecían ser personas, bien vestidas pero llenas de tierra y con la cara en grave descomposición. Se movían de manera similar a la niña pero definitivamente eran mucho más atemorizantes.

—¡Ay curita! —dijo Fabricio con la mirada fija en el podrido gentío—, tanto me gustaría ahora que lo que encontré en esta casa hubiese sido tu milagro de domingo.

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7 comentarios

  1. 2. Darkos dice:

    Paola, muchas gracias por tus comentarios. Me gustaron mucho y los voy a tomar para mejorar. Pasaré con gusto y expectativa a leer tu relato.

    Para los otros dos comentaristas: Mil gracias por su tiempo y sugerencias. Han sido de alto valor.

    Escrito el 29 diciembre 2014 a las 07:18
  2. 3. Cristina dice:

    Hola!
    Wow! Un relato de zombies 😀 me encantan, al igual que tu texto que creo que es genial, de verdad. Me ha gustado como de repente el milagro se ha transformado en una pesadilla. Lo único que cambiaría es la frase final ya que queda un tanto cómica y le resta dramatismo a la historia, un final más definitivo me hubiera agradado más.

    En cualquier caso, un relato muy bueno!
    Enhorabuena 🙂

    Escrito el 29 diciembre 2014 a las 22:47
  3. 4. Denise dice:

    Hola! Me gustó el cuento por la originalidad de la ambientación y por el suspenso que tiene. La pica que hay entre el médico y el cura me parece un recurso genial para introducir las explicaciones del caso XD Quizás le prestaría un poco de atención a los diálogos, porque los cortes de los parlamentos y el uso de los nombres pueden confundir sobre la identidad de la persona que habla. Pero fuera de eso, está bien escrito, muy buenas las descripciones 🙂

    Escrito el 30 diciembre 2014 a las 22:42
  4. 5. Aldo Brov dice:

    Buenas, lei que dijiste zombie en la pagina principal y entre! Aunque estaba buscando la frase “Chicas pulposas en bikini” pero no encontre ningun relato que la dijese. Jajaja 🙁

    Definis a los personajes por como actuan, a mi parecer la actitud del doctor, al usar diminutivos no ayuda a generar la idea de un hombre estudioso y de ciencia. Esta bien que sea soberbio y no quiera aceptar lo que el cura le dice, pero creo que hacer actuar de esa forma al personaje, quita veracidad al mismo. Esto es algo que en los libros de escritura se hace mucho hincapie, hacer que los personajes hablen y actuen segun su cultura y su personalidad.

    Ademas dejas claro que hay cierta bronca entre cura y el doctor, si planteas semejante pica entre ambos personajes, uno espera saber mas, tal vez si el cura pensase todo eso sin expresarlo, uno podria pensar que es mas realista la situacion.

    Respecto a la veracidad de los hechos, si un doctor llega a un lugar y ve una niña recostada y mucha gente agolpada, no creo que diga “a ver curita, ¿con que cuento vas a salir?”, tal vez se enojaria con el cura y hasta lo trate con respeto.

    Respecto al dialogo. Hay tres dialogos que deberian ir continuados porque son del mismo personaje, tu los pones separas y eso genera confusion y hay que volver a leerlo para no perderse.

    -¿Una rara enfermeda? ¿Que rayos….
    -Pero lo terrible no es tanto….
    -Amigos -continuaba el galeno….

    Luego de que hablas del perro infectado, me gusta como quedo todo el relato, haces buenas descripciones y le das accion a la situacion. Salvo la frase “!Hay Curita!” como te dije, leerla de un doctor convierte la situacion en una especie de parodia, sin decir que me hace pensar en un cura mexicano.

    Buen relato en general, aunque deja un sabor a poco al final, no importa…. HAY ZOMBIES!!! bien ahi.

    PD: No pensaste en agregar unas CHICAS PULPOSAS EN BIKINI!!! 😛

    Escrito el 31 diciembre 2014 a las 21:32
  5. 6. Ryan Infield Ralkins dice:

    Tu relato me sorprendió porque me esperaba que la chica en realidad viviera. Pero ese giro de los zombies… fue genial!!!
    Esta bueno el relato, bien narrado y con un buen uso de vocabulario.
    Te felicito.
    Saludos.

    Escrito el 7 enero 2015 a las 17:06
  6. 7. David Rubio dice:

    Coincido con los compañeros, muy acertados en sus sugerencias. Por lo demás es un relato narrado con frescura, se lee fácil, entretiene y tiene ese punto humorístico que le viene muy bien a esta historia.
    Muy buen relato en general, felicidades

    Escrito el 13 enero 2015 a las 00:45

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