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Como una hoja caduca en los bolsillos - por Helena Sauras

Web: http://rodoreda.wordpress.com

Era como la hoja caduca que llevaba en sus bolsillos, dispuesta a ser tirada en el contenedor más cercano. Así se sentía.

Aquella primavera revertía el tiempo, lo multiplicaba a pasos agigantados, y a él, no le quedaba mucho. Tenía miedo que su familia lo notara, por eso, lo disimulaba lo más bien que sabía.

El paso, que daba su reloj de pulsera, le aterraba. Con cada tic, contraía las cejas y apretaba la mandíbula. En el tac, venía el momento de la relajación, y de poner la mente en blanco. TIC TAC.

TIC TAC, como el día y la noche, no podían existir el uno sin el otro. No podía perder el ritmo, le absorbían, y al final, venían las agujetas por mover tanto sus facciones.

— ¿Qué haces? –le preguntó su mujer una mañana, que le sorprendió haciendo aquellos movimientos.
— Gimnasia facial. Retrasa el envejecimiento. Lo he oído en la radio del taxi.

La mujer, una cincuentona de buen ver, se encogió de hombros. Le sonrió mientras acercaba su cara a la de él, para darle un beso matutino. Cuando su marido se giró de espaldas a ella, para irse a trabajar, cogió uno de sus dedos y lo hizo girar alrededor de su sien. Su marido cada día estaba más chiflado. O así, lo demostraba.

Jesús encendió la radio para distraerse en el taxi. Era una mañana tranquila, de pocos clientes. Aquello significaba un jornal mísero, y hacer malabares para llegar a fin de mes. Sintió un pálpito en su corazón, una taquicardia que le hizo pensar que posiblemente no llegara a final de mes. Era una corazonada sin fundamento, pero presintió que moriría en abril, cuando las flores empezaban a abrirse, sin llegar a su punto álgido. Así había sido su vida.

Cambió de dial, puso música de antaño, de su juventud, y revivió algunos momentos con los ojos entornados, parado en un semáforo. De reojo, miraba el reloj digital de la radio del coche. No era sonoro, como las manecillas de su reloj de pulsera, pero marcaba cada segundo por igual. Pensó cuántos relojes había en el mundo, si todos estabas sincronizados en el mismo segundo, al mismo ritmo. Al pensar en cada tic, multiplicado por millones de millones de relojes, se mareó, y un sudor empezó a deslizarse por su frente. ¿Y si todos los habitantes de la tierra sincronizaran un despertador a la misma hora? ¿Nos podrían oír desde otro planeta? ¿Había otra clase de vida? Jesús se tocó los oídos, al pensar que, posiblemente antes nos reventarían los tímpanos, ante los sonidos estridentes de los despertadores. Todos sonando a la vez. Sería insoportable. ¿Cómo se pondrían de acuerdo todos los países del mundo con la hora, si cada franja horaria era distinta? ¿Qué hora sería la ideal?

Su cabeza no paraba de pensar, buscando una solución al problema que se había formado. El reloj digital había avanzado escasamente cinco minutos, dieciocho mil segundos, que sintió que le transportaban relativamente a otra dimensión, a la velocidad de la luz.

Los pitidos de los coches le despertaron. Se había dormido en un semáforo. Estaba cansado. Hacía días que no dormía bien. Además, nadie le había hecho ninguna señal. Ninguna bajada de bandera. Apagó la radio a mitad de una canción, sin darle oportunidad de seguir.

Volvió a su casa con las manos en los bolsillos, sin un euro en ellos. Estaban vacíos, si no fuera por esa hoja caduca que tenía desde el día del padre. La manualidad de su pequeño hijo tardío.
Jesús la sacó y la observó. Así se sentía. Tenía fecha de caducidad. Era mortal y el tiempo se aceleraba. Respiró con dificultad. Se ahogaba. Un vecino le miró con cara de desconcierto, y avisó a urgencias.

— Lo que usted tiene… se denomina ansiedad –le dictaminó el médico-. ¿Ha oído hablar de ella?

A-N-S-I-E-D-A-D. Jesús fraccionó aquella palabra haciéndosela suya. Solo supo que acababa con Edad. Su hoja marchita, su edad caduca. Se disparó la alarma del reloj de pulsera de aquel médico, que le invitó a tomarse una pastilla.

Era bucodispersable y se fundió en su boca en pocos segundos. Se sintió mejor al cabo de poco. Ya no le importaba nada. Su crisis existencial se perdía.

RING RING. El despertador le invita a otra jornada laboral meses después. Un nuevo amanecer cargado de una vida saludable. Jesús se aferra a su vida, aprovechando cada segundo. Incluso ha aprendido a dividirlos, para hacerla más aprovechable.

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6 comentarios

  1. 1. Lena dice:

    Bua… un relato muy intenso. Me ha gustado mucho la historia y has conseguido trasmitirla muy bien. Quizá en el final has ido un poco rápida, lo he notado muy acelerado. Muy bien estructurada, te felicito!

    Saludos!

    Escrito el 31 marzo 2015 a las 17:45
  2. 2. mondregas dice:

    Hola Elena Sauras
    Gracias por tu comentario. Creo que algún día conseguiré poner bien los signos de puntuación.
    Una buena historia bien contada, muy agradable de leer y con un buen final. Te felicito

    Escrito el 1 abril 2015 a las 07:46
  3. 3. Pikadili dice:

    Un relato muy bonito. Como Lena, pienso que el final puede haber llegado demasiado rápido, te recreas en su mal estado animico, pero no en como lo supera. Igualmente es una historia sobre emociones y está muy bien, muy intenso como te han dicho.
    Una sugerencia, en “…lo disimulaba lo más bien que sabía…”, creo que sería mejor “…lo disimulaba lo mejor que sabía…”. Lo más bien suena algo extraño.
    Felicidades! Un saludo!

    Escrito el 1 abril 2015 a las 10:15
  4. 4. Chiripa dice:

    Hola Helena
    Hay dos cosillas que me hicieron ruido:

    * “…lo disimulaba lo más bien que sabía”
    ¿Qué te parece?:
    lo disimulaba lo mejor que sabía ó lo disimulaba lo mejor que podía ó lo disimulaba bien.

    *…Estaban vacíos, si no fuera por esa hoja caduca que tenía desde…”
    ¿Qué te parece?:
    estarían vacíos si no fuera por esa hoja…

    Tu relato me ha gustado mucho. El contenido está muy bien narrado. Describiste estupendamente la crisis de ansiedad y cierras felizmente. El título le viene al dedo. Ese pobre hombre se sentía como una hoja caduca.

    ¡Felicitaciones Helena! Y que las musas te vuelvan a acompañar este mes.

    Escrito el 1 abril 2015 a las 20:37
  5. 5. Mon dice:

    Enlazastes muy acertadamente temas profundos, como es el paso del tiempo, la enfermedad, la rutina y todo mezclado con frases de ternura, un coctel que me gustó.¡Enhorabuena!

    Escrito el 2 abril 2015 a las 09:16
  6. 6. Darkristal dice:

    definitivamente acertado en cuando a la ansiedad del pobre hombre.
    es una buena perspectiva para ver la ansiedad clínica, que puede ser superada con medicamentos pero que es fácilmente confundible con pesimismo.
    Muy buen relato

    Escrito el 2 abril 2015 a las 18:56

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