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Caballo rampante - por Fernando Caporal

Web: http://ojosdelalibertad.blogspot.com.ar/

El anciano encontró la llave en el parasol, del lado del volante. Asombrado, su corazón palpitó fuerte. Aún no lo podía creer; sentado al volante y con la llave en la mano, recordaba a su nieta prometiéndole que un día iba a cumplirle el viejo sueño, y no podía dar crédito a lo que sus ojos veían y sus manos tocaban. Estaba sentado al volante de una Ferrari; el caballo rampante en el volante, era el más claro ejemplo de la euforia del hombre octogenario, que soñó toda su vida con manejar el auto deportivo más famoso y caro del mundo. Hoy, gracias a la promesa —increíble, porque no tenía otra palabra para calificarla— de su nieta, estaba a punto de transformar su viejo sueño en realidad. Su nieta era la novia de un multimillonario empresario del fútbol, y esa noche había asistido a una fiesta en un barrio privado. Tal como lo planeó, envió un remis a buscar a su abuelo, cuando estimó que tendría la situación controlada. El plan era que su novio tomara mucho alcohol, y entonces ya pasado de copas, no se diera cuenta cuando ella le quitara la llave de la máquina de velocidad, para dejarla en el parasol, a mano para su abuelo, que llegaría apenas pasada la medianoche. Junto a la llave, una nota de ella decía: “Por favor abuelo, ten cuidado, y no salgas del barrio cerrado. Disfrutá de tu sueño cumplido. Te quiero”. Los ojos del anciano se humedecieron enseguida, a tal punto que tuvo que secarlos para seguir disfrutando.

Sentado en el asiento del conductor, se quedó maravillado, sintiendo el cuero de los asientos, la textura del volante, la suavidad del tablero… Llevó las manos sobre el torpedo, acariciando la superficie de todo el frente del auto, con lentitud; cerró los ojos, sintió el olor del perfume del interior y sonrió. A los ochenta y tres años, don Edmundo por fin estaba sentado al volante de una Ferrari. Y no solo eso. Tenía en sus manos la llave, y esa noche sería la única oportunidad que tendría de usar esa máquina de poder bestial; no imaginaba que su nieta pudiera volver a hacerlo alguna vez, y sabía que si no aprovechaba ahora, su sueño se esfumaría como se escapa el agua entre los dedos, para siempre.

Abrió los ojos, colocó la llave en el tablero, y encontró que no pudo encenderlo. La llave no giraba; era tan solo un dispositivo electrónico que permitía accionar el arranque, pero claramente no era la llave en sí la que lo encendía. Comenzó a buscar en el tablero alguna indicación, que le diera a pensar como ponerlo en marcha. Luego de unos minutos, pensó que tan solo se conformaría con haberse sentado en tan hermosa máquina, cuando encontró un botón del lado inferior izquierdo, en el volante, que le pareció difícil de encontrar por lo evidente que era. El botón era rojo, grande y decía “Engine Start-Stop”. El hombre lo presionó, y el rugido de cientos de leones enfurecidos sonó en el silencio de la noche; las luces del tablero se encendieron, los relojes indicadores de revoluciones del motor se activaron, y una pantalla enorme en la mitad del tablero mostró un sinnúmero de indicadores, con muchas lucecitas de colores que el anciano ni siquiera intentó comprender. El sonido del motor biturbo V8 de 3.9 litros de la Ferrari 488GTB modelo 2016 roja fuego, sonaba como una orquesta de violines, clarinetes y contrabajos en los oídos del abuelo que, emocionado, no podía dejar de reír a carcajadas.

Intentando contener la emoción para que no le juegue una mala pasada, buscó la palanca de cambios, mientras tanteó los pedales. Solo encontró dos de los tres que él conocía, y la palanca de cambios estaba también ausente. Entonces pensó que no comprendería como manejarlo. Dispuesto a detener el auto, tomó la nota de su nieta para llevársela y guardarla en su cofre de recuerdos, cuando vio que había más cosas escritas. Al leerlas, encontró las indicaciones que necesitaba: “Para arrancar, presioná ´Launch´, luego acelerá”. Su corazón volvió a latir con fuerza; observó el botón que su nieta le indicó, lo presionó, y pisó el pedal derecho. Y entonces, el sueño se le hizo realidad; el caballo rampante se puso en marcha. El abuelo comenzó a gritar enloquecido, feliz, fuera de sí. Ahora estaba manejando una Ferrari; ahora podía morir con el último y mayor sueño de su vida cumplido.

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8 comentarios

  1. 1. Isolina R dice:

    Hola, Fernando Caporal:

    La idea de la que partiste me encantó. A la forma de la expresión le falta una pulidita.

    Creo que debes evitar la reiteración de palabras cercanas. Fíjate, sobre todo, en la palabra “volante”. Al principio la has puesto cuatro veces.

    Si revisas con atención todo el texto, verás que le conviene una pequeña poda.

    En: “su sueño se esfumaría como se escapa el agua entre los dedos” hay un cliché. Conviene evitar las frases manidas.

    En: “pensar como ponerlo en marcha”, y en “no comprendería como manejarlo” debe ser “cómo”.

    En: “Intentando contener la emoción para que no le juegue una mala pasada, buscó la palanca de cambios, mientras tanteó los pedales”, yo pondría: “Intentando contener la emoción para que no le jugase una mala pasada, buscó la palanca de cambios, mientras tanteaba los pedales”.

    Espero que mis sugerencias te sirvan.

    Saludos.

    Escrito el 18 junio 2016 a las 18:33
  2. 2. María Esther dice:

    Hola Fernando:
    La verdad que si ese era el sueño de su vida,el abuelo lo cumplió con creces.
    Hay algo que no entendí y es que después del trabajo que pasó la nieta para conseguir la llave,resultó que el auto se ponía en marcha apretando botones.
    Nos leemos Fernando.saludos.
    Maritel 126

    Escrito el 19 junio 2016 a las 03:46
  3. 3. Yoli dice:

    Hola Fernando. Me ha gustado el relato, me ha gustado que por fin el anciano consiguiera hacerlo funcionar. Los pequeños fallos ya lo han dicho los compañeros. Si quieres leerme soy el 104.

    Escrito el 21 junio 2016 a las 21:57
  4. Hola a todos, gracias por leer y comentar mi relato. Debo reconocer que lo escribí sin demasiado tiempo para revisiones, eso generó algunas imperfecciones que yo mismo encontré al leerlo aquí publicado. Gracias por las indicaciones y sugerencias, por demás enriquecedoras.
    Maritel, con repespecto al encendido del auto, es una característica de varios modelos, no sé si solo los de alta gama, pero sí que la Ferrari se enciende con un botó que se encuentra en el ángulo inferior derecho del volante (según Google, no por haberlo visto en persona, aunque no me faltan ganas, como al anciano del cuento 😛 ).
    Gracias a todos. He pasado por sus relatos también para dejarles mi comentario, todos me gustaron mucho, creo que éste taller reune gente que tiene mucho vuelo literario y eso me gusta.
    ¡Sl2!

    Escrito el 22 junio 2016 a las 16:11
  5. 5. Anastasio de la Torre dice:

    Hola Fernando. La idea de cumplir con algun sueño es siempre bonita y la reflejas bien en tu relato. Hay alguna palabra que no conocía y que no está en el DRAE como remis, pero gracias a San Google la he entendido. Lo que más me ha gustado es la pasión que transmites cuando hablas de un Ferrari. Saludos

    Escrito el 22 junio 2016 a las 18:31
  6. 6. beba dice:

    Hola, Fernando.
    Pasé, leí, me encantó. Un aplauso.
    (203)

    Escrito el 15 julio 2016 a las 02:53
  7. 7. Menta dice:

    Hola Fernando Caporal: Me ha gustado mucho tu relato. Conducir un Ferrari, es el sueño de muchos. Tu anciano alcanza lo que algunos lograremos cuando lleguemos a su edad… ¡ójala que sea antes!
    Solo tengo que decirte dos cosas:
    1. Me parece que tus párrafos son muy largos para un escrito de tan pocas palabras. Para mi gusto, estarían mejor más cortos.
    2. En España nombramos a los coches en masculino: Un Ferrary, un Seat, un Fiat, etc. En cambio, las furgonetas son femeninas para nosotros: Una volkswagen. Me imagino que eres de Argentina por lo de “remis”, me puedes aclarar ¿por qué decis una Ferrary?. Muy agradecida. Te buscaré en Septiembre.

    Escrito el 25 agosto 2016 a las 08:44
  8. Hola Menta,gracias por pasar por mi relato. Si, te cuento; en Argentina normalmente se habla de “una” Ferrari porque es un auto coupé, en estos pagos se menciona a los coupés (de dos puertas) como femeninos, casi en su totalidad. Es cuestión de regionalismos, quizá. Acerca del remis, son autos de alquiler con chofer, como si fuera un taxi, pero que no andan por la calle deambulando; van a buscar a un spaajero y lo llevan a dstino, luego vuelven a su base a esperar el siguiente viaje. Se ha convertido en un servicio alternativo de transporte a los taxis, muchas veces por cuestiones económicas.
    Nos leemos en la próxima escena, ¡gracias!

    Escrito el 23 septiembre 2016 a las 23:07

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