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Solamente falta de memoria - por Gadi

Web: http://unaatalaya.blogspot.com.es/

El anciano encontró la llave en sus apestosos calzoncillos. El día de después de una noche de pasión, él y su mujer debían volver a casa. Habían visitado, con el resto de compañeros jubilados, Mallorca en su momento de más esplendor. Viajaban en un autocar que les llevaría al barco que les devolvería a Barcelona, a la monótona vida de residencia de la que el anciano estaba tan aburrido. Sin embargo, la hora de salida del autocar se había retrasado porque el anciano había olvidado de las llaves de su maleta.

El anciano desenvolvió el amasijo de calzoncillos arrugados que había olvidado al lado de la puerta del baño. No le molestó la posibilidad de que la señora de la limpieza los hubiera encontrado. De repente, la llave se resbaló de la tela y tintineó sobre el suelo. El anciano, con dificultad, se agachó para recogerla, pero segundos después se recuperó como si nada hubiera pasado. Se guardó los calzoncillos en el bolsillo trasero de los pantalones y reanudó la marcha hacia el autocar.

Sus compañeros de viaje le recibieron con refunfuños, porque sabían que llegarían al puerto con retraso, y a nadie le apetecía pasar más tiempo del necesario en la isla. Ninguna pareja se había conformado con el viaje a Mallorca. En verdad, el anciano y su mujer eran los únicos que habían pasado una velada inolvidable.

–¿Dónde estaba? –preguntó su mujer cuando el anciano se sentó.

–En los calzoncillos de anoche.

–Ah –su mujer giró la cara hacia la ventanilla, pero en el reflejo se veía que, entre sus arrugas, estaba sonriendo.

El anciano también sonreía, y ambos conocían la razón. Ninguno de los dos podía olvidar todo lo que habían disfrutado la noche anterior. Él recordaba cada uno de los pliegues de su piel, y el ligero perfume floral que los embadurnaba. Ella recordaba cada una de las canas sobre su pecho, que se teñían de un color platino cuando la luz de la luna las alcanzaba. Después de años sin volver a hacerlo, la sensación era más que satisfactoria.

El anciano intentó hacer memoria sobre cómo había perdido la llave de la maleta. Recordaba cómo, dentro del baño, se había quitado los calzoncillos y los había dejado desperdigados en una esquina. Pero nada más. No era capaz de saber cuándo y por qué había caído, o dejado, esa llave ahí. Creía haberla tenido todo el rato en la mesilla de la televisión. Pero eso era imposible, porque si no no habría retrasado el autocar y nadie pensaría que podrían perder el barco.

El anciano miró de reojo a su mujer. Veía que aún seguía sonrojada, aunque intentaba simular que estaba durmiendo. El anciano se acomodó en el asiento y pensó que, a pesar de tener placeres juveniles, seguía siendo un anciano, y que la llave había caído ahí por esa razón.

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4 comentarios

  1. 1. Zelfus dice:

    Me parece un texto completo, con toda una historia para contar. No tiene que ser algo espectacular sino contado de esa forma. Me parece que le cabe un poco más de contundencia al final.

    Escrito el 17 junio 2016 a las 21:04
  2. 2. Alush dice:

    Hola Gadi, soy nueva en el blog y en esto de escribir, pero trataré de acerte comentarios que te ayuden.
    La historia es linda, y romántica. Es lindo poder pensar que a la vejez, podemos seguir disfrutando de una noche apasionante de sexo.
    “apestosos calzoncillos”.Por que apestosos?No decis despúes nada que hable de esto y justifique este adjetivo.
    “había olvidado de las llaves de su maleta”.Supongo que querés decir que había olvidado las llaves de su maleta.
    “El anciano, con dificultad, se agachó para recogerla, pero segundos después se recuperó como si nada hubiera pasado.”
    no queda claro por qué el anciano se recuperó tan rápido. Supongo que querés aludir a que la noche anterior le devolvió juventud, pero no queda claro.
    Por último no me queda claro cómo el anciano se dio cuenta que le faltaba la llave de la maleta antes de subir al autocar. Por lo general, cerramos la maleta y la abrimos recién al llegar a casa o hoy en día en el aeropuerto ya que nos piden abrirla. Tal vez podrías haber hablado de la lleve de la habitación que hay que entregar en la recepción cuando se hace check out. Es un detalle pero vale la pena pensarlo.
    Si queres mi cuento es el 102.
    Nos leemos ,un abrazo

    Escrito el 19 junio 2016 a las 21:23
  3. 3. Evelyn dice:

    Gadi, yo también soy nueva en el blog y en esto de escribir, así que no puedo dejar de decirte que me parece una tarea que me queda grande hacer una crítica a tu trabajo, siempre tan personal, tan íntimo.

    Felicitarte por la creatividad y por el ejercicio bien hecho, entendiendo que con cada participación en “Móntame una escena” iremos todos mejorando… …la práctica hace al maestro, no?

    Creo que el penúltimo párrafo podría haber sido mas breve, fue la inolvidable y sorpresiva noche de amor de los ancianos en ese viaje a Mallorca lo más importante, el cómo perdió la llave, en este caso, no me parece tan digno de mención, después de todo, entre el colesterol por las nubes y las hormonas saliendo de su letargo, cualquiera se olvida algo.

    Un abrazo.

    Por cierto, mi cuento es el 99.

    Escrito el 22 junio 2016 a las 15:48
  4. 4. Laura dice:

    Hola Gadi.
    Hermosa recreación de una noche de pasión entre ancianos,con desorden incluido, sin importar lo que los demás piensen, íntimo el guardarse los calzoncillos en le bolsillo del pantalón como si nada y dulce fue el rubor de la mujer.
    Algunos detalles hay pero ya te los han señalado, por lo que no necesitas reiteraciones. La puntuación es muy cuidada.
    Sigue escribiendo.

    Escrito el 26 junio 2016 a las 11:53

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