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EL ÚLTIMO HOMBRE - por M.M ARIEL

Web: http://delfin.bioidentia.com/wp/usuarios/m-m-ariel/

El anciano encontró la llave en el veinteavo codón, y realizó la activación de los siguientes cuatro eslabones de su código genético. El brillante científico se había pasado los últimos cuarenta y cinco años, realizando todo tipo de modificaciones a su ADN sin éxito, hasta ahora. Sonrió para sus adentros sintiendo una tremenda emoción. Lástima que no había nadie con quien compartir el descubrimiento. Sus compañeros habían fallecido quince años atrás, debido a la radiación de aquella roca que pasó fugaz al lado del cometa. Solo él pudo salvar su vida, gracias a que se encontraba realizando una reparación al panel solar y llevaba puesto el traje de astronauta.

Según sus cálculos, probablemente la tierra ya habría desaparecido aplastada por el coloso planeta X, cuya orbita de diez mil años había tomado por sorpresa a los astrónomos. Y es que… ¿Qué podían hacer? Solamente enviar a algunos seres humanos a planetas vecinos o cometas errantes como el que se había convertido en su hogar las últimas cinco décadas.

Había llegado el momento. Con la mano temblorosa, inyectó el líquido en su brazo. La información, en teoría tomaría unas doce horas en llegar a los cincuenta billones de células de su cuerpo. Era mejor relajarse para evitar que alguna emoción negativa afectara el experimento. Respiró profundo, encendió el sistema de sonido con melodías ancestrales a 528 MHz, y se concentró en su mejor recuerdo: imágenes de su esposa y su familia celebrando la navidad.

Despertó siete horas después con un zumbido en el oído y con la sensación de haberse tomado un delicioso café Colombiano con unos panqueques calentitos. ¡Que sueño tan real había tenido!, aún sentía el estimulante aroma mezclado con un sabor grumoso y dulzón. Se dispuso a apagar el sistema de sonido, pero al querer estirar la mano, el sonido se detuvo. ¿Otra reparación más por hacer? Se acercó y al intentar encender nuevamente la unidad, ésta comenzó a sonar sin inconveniente. Nuevamente intentó levantar la mano para apagarlo y el sonido cesó. ¿Y ahora qué? Entonces tomó plena conciencia: el aparato no estaba averiado, ¡su mente lo podía controlar con solo pensar! Lo intentó nuevamente: encender, apagar, adelantar, retroceder, subir volumen… ¡increíble! Pensó de nuevo en el café y volvió a sentir su aromático sabor.

En las siguientes cuatro horas, el anciano estuvo experimentando infinidad de sensaciones imaginadas que se volvían realidad, moviendo objetos a voluntad y flotando en el aire. Reía como no recordaba haberlo hecho nunca. Cada objeto era un chiste, cada sensación era una sorpresa que le producía lágrimas o lo hacía estallar en carcajadas. Finalmente, su mente se aquietó y pudo analizar la situación: ya no le importaba lo que pudiera pasar. Si seguía activando codones, existía el riesgo de que su cuerpo no lo soportara, pero ¿quién lo iba a echar de menos?, en realidad podría ser el único ser inteligente en todo el universo.

Procedió entonces a modificar la llave del veinticuatroavo codón. Esa vez activaría ocho. No tuvo mayores dificultades, pues ni siquiera usó las manos. Solamente pensó en las modificaciones y estas se realizaron. Unos segundos después, una jeringa flotaba en el aire y se clavaba en su brazo, depositando información pura, que sería absorbida por cada cerebro ubicado en la membrana de sus células. Al instante, el anciano comenzó a observar un halo violeta rodeando su cuerpo, al tiempo que comenzaba a rejuvenecer aceleradamente, hasta quedar con una figura atlética de un hombre de unos veinte años de edad. Luego en su mente afloraron de la nada soluciones a los grandes problemas que la humanidad no había resuelto. Encontró una solución sencilla para evitar el choque de aquel planeta con la tierra y el problema de la inmortalidad, entre otras.

El hombre realizó cálculos a velocidades inimaginables para un ser humano normal. Decidió activar los 61 codones. ¡Activaría todo su ADN! Pero esta vez no tendría que utilizar ningún instrumento. Cerrando los ojos, dio la orden a sus células y todo se activó: su conciencia viajó instantáneamente por los confines del universo, donde descubrió que no había más vida que la suya, estaba solo. Luego juntó la materia con la energía, y ya no necesitó más de su cuerpo. Podía crear o destruir lo que su mente imaginara. Observó su poder absoluto: su omnisciencia, su omnipresencia. ¿Y ahora qué?

Entonces decidió crear un ser a su imagen y semejanza para que observara su grandeza.

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4 comentarios

  1. 1. Rafelo dice:

    Hola Ariel. Es muy buena tu historia. Una solución sin precedentes a nuestra abstinencia religiosa. Relajante y entretenida. En hora buena.

    Escrito el 19 junio 2016 a las 01:34
  2. 2. John Doe dice:

    Buenos días Ariel. Excelente relato, con muy buen ritmo y gran narración. Me ha gustado mucho la verdad sobre todo el punto de giro del final. Felicitaciones. Nos seguiremos leyendo. El mío es el numero 33 por si quieres echarle una ojeada. Jajajaja

    Escrito el 19 junio 2016 a las 15:04
  3. 3. JAMS (José Ángel Martinez) dice:

    Hola Ariel,
    empiezo por las cosas que me parecen un poco extrañas.
    No entiendo que se haya pasado tanto tiempo modificando su código genético y haya encontrado la solución en el codón 20 ¿que solución?¿a que problema? y durante el relato activa todos los codones ¿no lo podia haberlo hecho antes?. Durante esos 45 años ¿no sabia activarlos?¿que ha estado investigando?
    Me encanta la ciencia ficción, pero al mismo tiempo me gusta que todo tenga cierto sentido.
    En mi opinión seria necesario responder a esas preguntas, que he realizado, para que el texto tenga una mejor compresión general.
    Por todo lo demás, a nivel técnico, que esta perfecto, fluidez en el texto, la narrativa, etc..
    Enhorabuena por tu trabajo.

    Escrito el 21 junio 2016 a las 10:23
  4. 4. JOSE MARIA dice:

    Gracjas, en primer lugar, por tus comentarios a mi relato. Te devuelvo la visita.

    Ciencia Ficción, mi temática favorita desde niño. Aunque encuentro similitudes con algún relato corto que leí hace mucho tiempo, el giro actual es muy bueno. Y además he aprendido lo que es un codón.

    Al margen de otros factores, como ya te han apuntado otros compañeros literarios, la evolución de cientifico a Dios, es sencillamente magistral.

    Sigue así.

    Escrito el 26 junio 2016 a las 02:09

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