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Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

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Correspondencia - por Patricia Redondo

El anciano encontró la llave en el sitio habitual. Con cuidado, y mirando hacia ambos lados para cerciorarse de que nadie le veía, extrajo el pequeño objeto separándolo del resto del manojo, que volvió a dejar debajo del felpudo.

Bajó las escaleras hacia el portal y se dirigió a los buzones. Abrió uno de ellos. Había tres o cuatro cartas. Ojeó rápidamente el anverso de todas ellas , se quedó con una y subió veloz hacia su piso.
Una vez en casa aplicó calor al pegamento que cerraba el sobre hasta conseguir que se despegara con facilidad. Sus dedos temblorosos sujetaron el papel mientras leía con avidez su contenido.

A través de las palabras llegaron a sus oídos como en otras ocasiones los susurros cargados de ternura, el deseo, la pasión desbordada.

Percibió sin embargo esta vez un cierto tono de reproche que le incomodó. En el fondo de tanta entrega y adoración había un poso de queja. Cierta reclamación, cierta demanda. Por supuesto podían seguir así cuanto tiempo quisiera. El amor que sentía el autor de la misiva era tan grande, tan incondicional, que estaba dispuesto a aceptar la situación. Ahora y siempre, fueran cuales fueran las circunstancias, pero ¡Ay! si pudieran ser otras….

En las siguientes semanas aunque el tono de los escritos mantenía la misma dulzura de siempre, el tema principal cambió. Ya no recreaban solo el gozo de sus encuentros. Quien escribía necesitaba algo más, no se conformaba con unas cuantas horas robadas al día.
De la sugerencia se pasó a la súplica y de esta casi a la exigencia.
¿A que estaban esperando? ¿No sentían los dos la misma necesidad de estar juntos? No había motivo alguno para que sufrieran día tras día la amargura de la separación, la desesperación de las largas noches de insomnio el uno sin el otro. ¡Y los fines de semana eran todavía peor! ¿No se volvían su cabeza y su corazón locos de ansiedad y celos?

No, no podían seguir así. Había que acabar de inmediato con esta situación.
Los mensajes urgían a que se tomara una decisión ya. Y no había más que un camino, por que la idea de la ruptura no era ni remotamente imaginable. Si le abandonaba no habría más vida para aquel. Acabaría con todo.

El anciano estaba sorprendido. Lo que había empezando como una aventurita tomaba cariz de compromiso. ¿Cómo terminaría aquello? Las cartas siguieron llegando, aunque notó que empezaban a distanciarse en el tiempo.
Si al principio revisaba todo los días el buzón, después con un par de veces a la semana bastaba. De dos veces se pasó a una y de una semanal a una al mes…..¿El enamorado flaqueaba? ¿Desistía de sus sueños de amor eterno?

De repente la correspondencia se interrumpió. Se acabaron los paseos por el portal esperando la llegada del cartero, la euforia de encontrar el anhelado papel tras días de intensa espera, la lectura a hurtadillas.

Dejó pasar el tiempo intentando no pensar. Volvió a su rutina de siempre, a las mañanas de cortas caminatas bajo el sol y a las eternas tardes de melancolía mirando el mundo a través de su ventana.

Una mañana al llegar a la entrada encontró un camión de mudanza en el que unos mozos cargaban unos muebles. El portero chismorreaba con la vecina:

"El del segundo, que se muda. Se le largó la mujer con un tipo con el que por lo visto llevaba pegándosela desde hacia casi medio año. El hombre ni lo vio venir. Se encontró una tarde una nota encima de la mesa junto con todas las cartas que la señora se había estado cruzando con su amante durante meses. Ya ve usted, y parecían una pareja modelo".

El anciano subió las escaleras lentamente y cerró la puerta tras de sí.

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14 comentarios

  1. 1. Dante Tenet dice:

    Patricia:

    El relato está impecable, tiene ritmo y fluye, el cierre inesperado, lo completa.

    Nos seguimos leyendo, estoy en el 67.

    Escrito el 18 junio 2016 a las 02:49
  2. 2. beba dice:

    Hola,Patricia:
    Muchas gracias por tu visita.
    Me ha gustado tu relato. Es imprcable su estilo y muestras talento para crear y manejar situaciones.
    No me queda claro el rol del anciano en relación con la situación:no es su mujer la del enredo,ya que él sabe lo que pasa. Tampoco es alguien que vive con él. ¿Cómo tiene acceso al buzón? ¿Es sólo un viejo chismoso? Saludos.

    Escrito el 18 junio 2016 a las 19:37
  3. 3. L.M.Mateo dice:

    Hola, Patricia:

    Me ha encantado la originalidad de la historia. No creo que a muchos se les haya ocurrido utilizar al vecino “cotilla” para construir su relato.

    En el aspecto formal, te llamo la atención en unos pocos detalles:

    -“¿A que estaban esperando?”. Ese “qué”, con acento.

    -“por que la idea de la ruptura no era ni remotamente imaginable”. Ese “porque” va junto.

    -“de todas ellas , se quedó”. Se te ha escapado el espacio antes de la coma. Error de dedo muy habitual.

    -“semanal a una al mes…..”; “si pudieran ser otras….”. Los puntos suspensivos se pueden combinar con otros signos de puntuación, EXCEPTO con el punto.

    -Revisa el uso de la coma, ya que, en ocasiones, deberías haber empleado una para facilitar la lectura, especialmente con los complementos circunstanciales (no siempre es obligatoria, pero se recomienda su uso si el complemento es muy largo).

    Un abrazo.

    Escrito el 18 junio 2016 a las 20:45
  4. 4. Isolina R dice:

    Hola, Patricia:

    Me ha gustado tu historia del anciano cotilla.

    Estoy de acuerdo con lo que te ha dicho L.M. Mateo, así que no voy a repetirlo.

    Te añadiré algunas cositas:

    “Percibió, sin embargo, esta vez un cierto tono”.

    “pero ¡ay! si pudieran ser otras…”

    “¡Y los fines de semana eran todavía peores!”

    “Lo que había empezado como una aventurita” (no “empezando”).

    “desde hacía casi medio año” (no “hacia”).

    Espero que mis sugerencias te sirvan.

    Saludos.

    Escrito el 18 junio 2016 a las 22:30
  5. 5. Patricia Redondo dice:

    Gracias a todos ! Isolina y Lidia sois unas correctoras fantásticas, lo tendré en cuenta, tengo muchos errores de estos, a ver si voy puliendo poco a poco. Beba, el anciano efectivamente es un cotilla, le roba las cartas a la vecina..

    Escrito el 18 junio 2016 a las 23:25
  6. 6. Yolanda Tovar dice:

    Hola, Patricia:

    Me ha gustado tu relato, es muy original (por una vez es un hombre cotilla y no una mujer). Has logrado que pensara una cosa durante el relato para darme la sorpresa con el final. Ese es el propósito de un buen microrrelato.
    En cuanto a la ortografía, nada que decir, los compañeros se me han adelantado.

    Un saludo.

    Escrito el 20 junio 2016 a las 18:15
  7. 7. Perla Preciosa dice:

    Hola, Patricia. Está muy bien el relato, pero ya se me han adelantado todos a lo que quería decir. Me ha gustado, no obstante, el comentario de la compañera anterior, dado que es necesario resaltar que también hay hombres cotillas, esto no es solo cosa de mujeres. Aunque, si te digo la verdad, yo, que soy un poco retorcida, había pensado, que, más que robarle las cartas a la vecina, dado que tiene que abrir un buzón que no es suyo, se confabulaba con el cartero para que le entregase a él directamente esas cartas. pero bueno, eso ya es imaginación pura. Como también te han corregido el estilo, solo me queda decirte, por si no has pasado aún y te apetece, que estoy en el 181, además de animarte a seguir escribiendo.

    Escrito el 21 junio 2016 a las 14:40
  8. 8. Amanda Quintana dice:

    Hola Patricia, gracias por comentar mi texto. El tuyo me gustó mucho, tiene buen ritmo, manejás los tiempos de la narración haciéndola ágil y entretenida, generás una atmósfera que invita a avanzar. El final es muy bueno y el enfoque desde el “vecino cotilla” me pareció genial. En cuanto a formas creo que los demás te han indicado cosas positivas, yo por mi parte no tengo nada que agregar.
    Lindo leerte, espero volver a hacerlo el próximo mes.
    Besos

    Escrito el 22 junio 2016 a las 15:16
  9. 9. luis dice:

    Hola Patricia Redondo, soy luis(127). Vaya con el anciano fisgón. Buen final. Me gustó tu relato. Saludos.

    Escrito el 25 junio 2016 a las 17:30
  10. 10. Henar Tejero dice:

    Hola Patricia : El tema es muy original. El ritmo es fluido y facilita la lectura. El final inesperado le da un giro al relato. En definitiva, me ha gustado.
    Gracias por comentar mi relato.
    Nos seguimos leyendo.

    Escrito el 27 junio 2016 a las 19:20
  11. 11. Demetrio Vert dice:

    Hola Patricia. Gracias por comentar mi relato. Tal y como dije, empiezo con mis comentarios.

    La verdad es que no me he enterado de la historia. Leyendo los comentarios de los compis me parece advertir que el abuelo le robaba las cartas a una señora que se largó con su amante, aunque parece ser que la relación epistolar indica lo contrario, que la pasión de los amantes se enfriaba. Tampoco he entendido el sentido de estas crtas, ya que al parecerlos amantes se veían ” unas cuantas horas robadas al día”. En caso contrario, ¿a qué dedicaban esas horas?. Esto respecto al contenido, en el que no suelo entrar, pero francamente, no he entendido el texto.

    Los que me conocen, saben que suelo comentar la estructura del relato, el conflicto, y la(s) voces narrativa(s).

    Me es difícil analizar un texto que no he comprendido, pero con todo creo que puedo decir algo. Hay una estructura bien planteada. Presentación, nudo y desenlace, independientemente de que en la presentación no se concrete qué hace el abuelo con las cartas después de haberlas leído. Se supone que las devuelve a un buzón ajeno. En el desarrollo se comienza por una situación de pasión extrema y exigencias y después se enfría la cosa, con lo cual el desenlace choca. Par mí, no cuadra el avance de la historia. El desenlace, muy bueno. Pero antes habría que haber dejado pinceladas de que el abuelo espiaba auna vecina. No explicítamente, pero sí lo suficiente para que al lector le cuadre el desenlace con lo planteado.
    Supongo que tú, como nos pasa a todos los que escribimos, la historia la tenías muy clara en tu cabeza, pero el lector no la tiene. Solo entiende lo que lee.

    De todas formas, lo que más me ha chocado ha sido el estilo indirecto utilizado y los cambios de voz narrativa. ¿Has utilizado este recurso a sabiendas? Me gustaría saberlo, porque aunque estos recursos están bastante bien manejados, veo algún pequeño fallo.

    Me explico. se comienza con narrador omnisciente y al llegar a “Por supuesto podían seguir así cuanto tiempo quisiera. El amor que sentía el autor de la misiva era tan grande, tan incondicional, que estaba dispuesto a aceptar la situación. Ahora y siempre, fueran cuales fueran las circunstancias, pero ¡Ay! si pudieran ser otras…”. En ese “Por supuesto, podían seguir…” el que habla ya es un narrador protagonista (el amante); y de inmediato vuelve a cambiar a narador omnisciente, “El amor que sentía el autor de la misiva era tan grande, tan incondicional, que estaba dispuesto a aceptar la situación. Ahora y siempre, fueran cuales fueran las circunstancias”. Y a continuación, vuelves a cambiar a narrador protagonista, “… pero ¡Ay! si pudieran ser otras…”. Y todo ello con el estilo indirecto, o sea, sin acotaciones de quén habla, ni signos de puntuación (rayas, comiillas). No digo que no lo hayas hecho bien, sino que te pregunto si lo has escrito así adrede.

    Si tal fuera el caso, debía seguirse el estilo en todo el relato, para no cinfundir, y por lo tanto las comillas del penúltimo párrafo, cuando habla el portero, no debían colocarse, y más cuando has advertido que el portero chismorreaba”.

    Como intuyo que te ha salido el estilo indirecto de forma espontánea, yo te aconsejaría que hasta que lo domines suficiente, marcaras con comillas todas las frases de habla o pensamiento del relato. O una cosa, u otra. Pero siempre igual.

    Un ejemplo utilizando comillas (como haces al final): … tomaba cariz de compromiso. “¿Cómo terminaría aquello?” Las cartas siguieron…
    O, más adelante: … una semanal a una al mes…..”¿El enamorado flaqueaba? ¿Desistía de sus sueños de amor eterno?”. Ten en cuenta que estas frases las piensa el abuelo (lo que lo convirte si no se especifica de alguna manera en “un segundo narrador en primera persona.

    Es decir, tenemos tres narradores sin distinguir: El omnisciente, el amante (primera persona protagonista), y el abuelo (primera persona testigo).

    Tal vez manejando adecuadamente esos cambios el lector comprenda mejor la historia.

    A pesar de lo dicho, te animo a escribir. Sería pedante por mi parte ponerme evaluar a un compañero, pero en parte es lo que aquí nos piden, yo si veo materia de escritora.

    Buenas vacaciones.

    Escrito el 1 julio 2016 a las 18:32
  12. 12. Demetrio Vert dice:

    Hola de nuevo Patricia.

    Se me olvidaba el conflicto. Sin conflicto no hay historia. Y en este cuento no lo veo. El protagonista es el abuelo, y a él no se le plantea ningún dilema. No tiene que resolver nada. Simplemente, cuando las cartas se acaban (cosa que no depende de él) se queda triste. No tiene ninguna decisión qu tomar. Podríamos decir que un conflicto externo le afecta, le cambia la vida, pero el cese de la correspondencia no responde a unos hechos externos suficientemente potentes para ser conflicto.

    Bueno, ya ves como me enrrollo. Hasta otra.

    Escrito el 1 julio 2016 a las 18:40
  13. 13. Isan dice:

    Hola Patricia:

    Primero te comento alguna cosilla que me ha parecido que se puede mejorar.

    En el primer párrafo lo de “pequeño objeto” no me convence pues ya sabemos que es una llave lo que busca. Quizás se puede decir que extrajo la más pequeña separándola.

    En el segundo párrafo “cuentas” lo que hace, pero parece innecesario tanto detalle: bajó, se dirigió, abrió, ojeó, se quedó, subió. Todo ello en dos líneas.

    Sería mejor poner que ojeó el “reverso” en lugar del “anverso”. El anverso ya lo conoce, es su vecina y la carta está en su buzón. Lo que interesa es el reverso donde figura el remitente.

    En el párrafo cuarto pondría “como en otras ocasiones” entre dos comas. Por otro lado, me ha chocado que a través de sus propias palabras llegaran a sus oídos susurros, deseo y pasión. Se supone que lo tiene interiorizado. Tal vez sería mejor decir que “evocaron”.

    A la primera frase del quinto párrafo le falta alguna coma. Al final se sobra uno de los puntos suspensivos que deben ser tres.

    En el párrafo sexto pondría una coma después de “semanas”.

    En el párrafo ocho (creo que es ese aunque no están separados con dos espacios) la frase “Los mensajes urgían a que se tomara una decisión ya.“ No parece muy poético ese lenguaje de “una decisión ya” aunque sea una expresión coloquial. Hubiera estado bien si se hubiera puesto en forma de diálogo. Simplemente suprimiendo “ya” se arregla, o poniendo una pronta decisión o una decisión rápida, etc.

    En ese mismo párrafo “por que” debe ir junto (en este caso).

    En el párrafo que empieza con “De repente…” para mi gusto sustituiría las dos comas por dos punto y coma.

    Respecto al tema de fondo. En los tres primeros párrafos ya se ve la faceta curiosona del vecino. Se intuye que se la abre con cuidado es para volverla a cerrar y echarla de nuevo al buzón. Vamos, espionaje puro. Así que sabría perfectamente quién se la pegaba a quién.

    Me parece una temeridad por parte del amante mandando cartas poniendo su nombre en el remite, y otra temeridad por parte de la amada dejando la llave debajo del felpudo expuesta a que un vecino cotilla se la levante. En los casos de infidelidad, la discreción es fundamental. ¿Qué pasa con el marido que no se entera de la fiesta? ¿Lo consiente? ¿No coge algún día la correspondencia?

    Parecía que las relaciones se enfriaban y, de repente, se larga sin enterarse el vecino cotilla. Aquí hay una ruptura del relato o un salto inexplicable. Pasaron de la carta al teléfono o al WhatsApp?

    Como conclusión te digo que me ha gustado y sorprendido. Has tenido una buena idea, muy original, y la has sabido desarrollar bien. Los consejos de Demetrio son magníficos, síguelos pero es complicado. A mí me pasa igual con el narrador.

    Un placer leerte.

    Escrito el 11 agosto 2016 a las 16:57
  14. 14. Menta dice:

    Buenos días Patricia Redondo: He vuelto de vacaciones y he leído de nuevo tu relato. Ya lo había analizado antes de irme y ahora, he leído también los nuevos comentarios que te han hecho en mi ausencia.
    Tras leer varias veces el relato, no me había enterado de lo que en realidad pasaba: No comprendía la relación de los personajes entre sí. No sabía quien hablaba en cada momento. Es decir, todo me parecía un lío.

    La observación de Demetrio Vert en su comentario, es muy acertada:

    Supongo que tú, como nos pasa a todos los que escribimos, la historia la tenías muy clara en tu cabeza, pero el lector no la tiene. Solo entiende lo que lee.

    Me parece que da en la diana, sinceramente se incluye y yo también me incluyo, es una cosa que nos pasa a todos. Escribimos y dejamos sin decir detalles importantes para la comprensión del lector.

    Después de leer los comentarios, he comprendido todo y tengo que decirte que hay cosas que me han gustado mucho de tu escena como son, la idea de un hombre cotilla que espía la vida y la correspondencia de una vecina y el final del relato con sorpresa.

    Sin embargo, me parece que logras la sorpresa final con trampas y eso al lector tampoco le gusta. Me refiero a que dices que la correspondencia cesó; el vecino se preguntaba si el enamorado flaqueaba, si desistía de sus sueños de amor eterno.

    Los lectores entendemos que la relación terminó. Y pasado un tiempo, la mujer abandona al marido y huye con el amante. Pienso que deberías haber dado un indicio, aunque viéramos solo una sospecha del vecino de que continuaban viéndose.

    Patricia me parece que escribes muy bien, lo haces de una manera fluida y la narración tiene un ritmo muy bueno. Te animo a seguir escribiendo. Hasta el mes que viene, Menta

    Escrito el 14 agosto 2016 a las 10:39

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