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LA CABAÑA - por Joaquín. Ciudadano de Mastia.

LA CABAÑA

El anciano encontró la llave en el hueco, al levantar la teja. Desde niño, vio a su abuelo colocarla en ese lugar; también lo hacía su madre. Herrumbroso trozo de metal frío y, a su vez, cargado de nostálgicos recuerdos. Dubitativo, como paralizado, contempla el instrumento que le da acceso a la vieja cabaña.
Dolido canto el de la puerta cuando el anciano la abre. Ahora, el polvo se hace visible. La luz solar irrumpe en la estancia dominada por la oscuridad durante tanto tiempo. Una mixtura de olores, que acompañan a la humedad, se hace presente. Transmisión inmediata, el cerebro recuerda aquellos momentos del pasado. Su madre se alojó en ella por la premura de su parto. La vaquera embarazada acudía, a diario, a los prados de la montaña, donde pastaban sus animales. Viuda, por culpa de un reclutamiento forzado, por culpa de una disputa entre hermanos, por la incoherencia y la falta de entendimiento…, por una guerra \"incivil\".
Pronto ayuda a su madre en los quehaceres que les daba el sustento, a ellos y a su anciano e impedido abuelo. Las frías aguas de los ríos, donde trabajaba de ganchero, le atobaron las piernas. La muerte de su hijo le partió el alma. El abuelo formaba parte de un sillón, durante el día, hasta que, en volandas, era llevado a la cama.

En un rincón se encuentra el arca. Lenta y temblorosa, la mano del anciano abre el candado y manan las imágenes de su pasado, que refleja cada objeto contenido: un tirachinas, recuerdo de su infancia, para cazar avecillas, espantar alimañas; la primera pelliza que le hizo su madre con un viejo abrigo de su padre…
Un dolor lacerante se hace presente, habita en su vientre desde hace unos meses. Fue lo que provocó, por primera vez, la visita a un hospital; una vez informado, pidió el alta voluntaria.
Sigue revisando los objetos guardados en el arca, y ahora aparece la navaja con empuñadura de asta de ciervo, que un día le regaló un guerrillero del maquis. Él, le ayudó en su huida, le dio cobijo y alimento. Este regalo le cambiaría la vida.
Su mano alcanza, en el fondo, una libreta con pastas de piel; pertenecía a su madre. Archivo de sus trabajos, contabilidad de vida, registro de partos, litros de leche; todo lo referente a su ganado. Pero, en ese cuaderno, también está anotado un hecho, provocado por otros animales. De forma automática busca la página y lee: \"Los que fusilaron a mi marido\". Siete hombres, allí relacionados, eran los que formaron el pelotón; gente del entorno, conocidos. Tres nombres marcados con una cruz, al margen. Cuatro con un punto negro. Los cuatro que le llevaron a la cárcel, los cuatro que degolló con la navaja del guerrillero, uno a uno; cuando su madre murió y, él, leyó sus nombres en el cuaderno. Tenía veinticinco años y una novia que le quería; eso, le quería, después no.
La salida de la trena le dejó un olor penetrante, una marca; el destierro por cumplir hizo que se buscara la vida en la capital. Allí se dedicó a vender carbón a domicilio, con un carro y una escuálida acémila, siempre cansada; todo prestado, por lo que pagaba una cantidad al usurero propietario.

Otra vez el dolor, ese caníbal, ese roedor de entrañas. Se tumba en el catre. El aire parece que no quiere entrar en sus pulmones y tiene que forzarlo. Holográficas imágenes visualiza en el techo: su madre, el abuelo, la muchacha que quiso… Y la luz del sol se apaga lentamente, como cuando se iba a dormir y su madre bajaba la luz del quinqué. Llega la dama negra; se citó con ella hace unos meses. Le pidió el favor de elegir el lugar desde donde partir en su último viaje. El carbonero se ha ido.

Amanece, por el camino suben unas vacas hacia los prados altos; un hombre, detrás, las arrea. Al llegar a la cabaña ve la puerta abierta, se extraña, y entra…

Ya de atardecida, en la taberna de la aldea, se comenta la muerte del carbonero, aparecido en la cabaña. Jarras que escancian, sobre las tazas, el vino de la tierra. Voces a favor y en contra del fallecido, sobre ellas, una más alta dice: «Donde mismo nació quiso morir. Dejad tranquilos a los muertos y enderezad lo que tengáis torcido».

10/06/2016

Joaquín. Ciudadano de Mastia.

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8 comentarios

  1. 1. drow_jack dice:

    Hola Joaquín.
    Vaya. Un método de narración muy singular, no lo comparto. Narras a base de enunciados. Es tan dinámico en conceptos que no sé si leo un relato o todos los titulares de un periódico de un tirón. Supongo que tenías mucho que contar.
    Un léxico muy cultivado.
    Saludos.

    Escrito el 18 junio 2016 a las 01:08
  2. 2. Perla Preciosa dice:

    Hola, joaquín. Tu relato me ha gustado: en primer lugar, da la impresión de que describes ambientes bastante familiares para ti. El tema que tratas es también interesante, y la frase final, excelente: debería servir de fábula para muchos que aún andan buscando entre los escombros a sus muertos, para vengarse o por otras razones. Sin entrar en esta polémica, porque es muy complicado, te diré que, pese a todo, el relato está escrito de una manera un tanto enrevesada, pues pretendes describir el presente del anciano, pero también su pasado, con cambios de tiempo muy bruscos, que, con independencia de la concordancia formal, no responden a la realidad que narras. Por ejemplo, hay un momento en el que dices:
    “La vaquera embarazada acudía, a diario, a los prados de la montaña, donde pastaban sus animales. (…) Pronto ayuda a su madre en los quehaceres que les daba el sustento, a ellos y a su anciano e impedido abuelo”.
    Si sigues hablando del pasado, no tiene mucho sentido que utilices el presente.
    Por otro lado, en cuanto al narrador descriptivo, no quedan claras ciertas frases, que deberían ir entre exclamaciones, dicho sea de paso, dado que no se sabe si son pensamientos del propio narrador o del anciano: la lógica nos manda suponer que son de este último, pues de la otra manera, hemos de pensar en un narrador omnisciente y muy empático con su protagonista, lo cual, no es que sea imposible, sino que parece poco probable, desde el momento en que se entiende que el anciano está revisando sus cosas y comentando sus impresiones.
    Finalmente, da la impresión de que no has sabido conjugar la descripción del presente con el flashback del protagonista, y así no te ha salido un narrador íntegro, sino dos, unidos a la fuerza en uno. Pero bueno, esto es mejorable, y te animo a que lo hagas. Estoy dos posiciones más arriba que tú, si te apetece leer el mío.

    Escrito el 20 junio 2016 a las 13:09
  3. 3. Perla Preciosa dice:

    Se me ha olvidado dar las frases a las que me refería, al decir que no se sabe si son del narrador o del anciano. Son estas:
    “Dolido canto el de la puerta cuando el anciano la abre”.
    “Herrumbroso trozo de metal frío y, a su vez, cargado de nostálgicos recuerdos”.
    La primera parece claro que es del narrador, pero no así la segunda, que también podría ser un pensamiento del anciano.
    Esta es otra de las cosas que desconciertan bastante, además de los saltos de tiempo tan bruscos.

    Escrito el 20 junio 2016 a las 13:16
  4. 4. Ciudadano de Mastia dice:

    Hola, Perla Preciosa:
    En primer lugar, gracias por tu opinión sobre mi relato; tomo nota de tus comentarios.
    Las frases, a las que haces referencia, (Dolido canto el de… ;Herrumbroso trozo…) son propias del narrador, en este caso, omnisciente; creo que tiene el poder para hacerlo, aunque yo no lo materialice adecuadamente.

    Un saludo.

    Escrito el 20 junio 2016 a las 16:52
  5. 5. amparo rouanet moscardó dice:

    Hola Joaquín.
    Me ha gustado tu relato, y el uso de las frases cortas le dan ritmo, fuerza y claridad a la narración.La parte que comienzas:”Dolido canto el de la puerta…” en el que unes los sentidos del oído, el olor… está muy conseguido así como el final. Te seguiré leyendo.

    Escrito el 21 junio 2016 a las 23:43
  6. 6. A. Neda dice:

    ¡Hola hola!
    Primero que nada gracias por tu comentario en mi relato.
    Me ha gustado tu relato, la forma en que enlazas lo viejo y cansado de la casa, y del anciano, con la vida, arremolinada, que llevo después de la muerte de su madre es de lo más interesante.
    Un saludo, te seguiré leyendo.

    Escrito el 1 julio 2016 a las 03:06
  7. 7. beba dice:

    Hola, Joaquín:
    Me gustó la originalidad en la construcción de tu relato. El resultado de salirse de un molde, se aleja de los moldes convencionales: apenas dibuja introducción y desenlace; se expande en la memoria de una vida genéticamente dura, y sus consecuencias: violencia, pobreza, soledad; no te detienes en ningún episodio, aunque cada uno podría dar lugar a historias muy intensas: los cuatro degUellos; la vaquera está de parto; el abuelo forma parte de un sillón.
    La dinámica del relato es, por su carácter enumerativo, bastante lenta;pero no pesa porque actúa como en pequeñas pinceladas.
    Tu manejo del lenguaje, correcto.
    Saludos.
    (203)

    Escrito el 11 julio 2016 a las 16:36
  8. 8. beba dice:

    Hola, de nuevo: omití reconstruir mi segundo párrafo, después de una corrección.Debió ser: Se aleja de los moldes convencionales: apenas dibuja introducción y desenlace; el nudo se expande en la memoria de una vida genéticamente dura, y sus consecuencias: violencia, pobreza, soledad…etc
    Mil disculpas.

    Escrito el 11 julio 2016 a las 16:40

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