Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

La melodía de los recuerdos - por Laura G.

El anciano encontró la llave en la ajada caja de madera. Habían pasado tantos años que sus aristas empezaban a desdibujarse, en parte carcomidas por la asfixiante humedad de aquella casa y, en parte, carcomidas por el tiempo.

A veces le fallaba la memoria y no conseguía dar a la llave la utilidad que realmente tenía. Probaba en cada cerradura de la abandonada casa, sin éxito y, transcurridos unos agotadores minutos, volvía a dejarla en su lugar, a la espera de acordarse al día siguiente.

En los días buenos, al tocar el pequeño objeto metálico con sus dedos, tan desgastados por la vida como sus recuerdos, se le venían a la mente imágenes de una niña de mejillas sonrosadas jugando en el porche. Sin embargo, por muy vívidas que fueran las imágenes, hacía años que ya no sabía si aquella pequeña era su hija o su nieta. O quizás no fuera ninguna de ellas.

Se sentía tan solo en aquel lugar que, a veces, le costaba respirar. Alguien había ido a visitarle en las últimas semanas, pero no podía recordar quién. Deseaba con todo su corazón que hubiera sido ella, su querida Sofía, pero sabía que eso era imposible. Ese era el único recuerdo que jamás se veía emborronado por las brumas de la vejez. Podía recordar con claridad el sonido de los cristales rotos, los gritos de auxilio y el olor a sangre, sobre todo aquel olor dulzón y pegajoso. Se había prometido no olvidar jamás los últimos momentos de vida de su esposa y, sorprendentemente, había cumplido su promesa.
Sin embargo, todo lo demás desaparecía poco a poco, se le escurría entre los dedos como la arena. Sabía que había tenido una vida maravillosa, pero las piezas no siempre encajaban en el lugar adecuado y, cuando lo hacían, parecía faltar alguna.

Una mañana de lluvia, el anciano se despertó temprano y salió al porche. Se quedó quieto y cerró los ojos, inspirando el fresco aroma de las gotas que caían a su alrededor, sin mojarse.
Entonces, un recuerdo que llevaba días pugnando por aparecer se abrió, al fin, paso entre la neblina, y el anciano lo supo. Supo qué era aquella llave y se apresuró a buscarla.
Corrió lo más rápido que pudo y, cuando tuvo la llave en sus manos, siguió corriendo, escaleras arriba. El aire se le atascaba en el pecho y su corazón parecía no querer colaborar, pero el anciano subía las escaleras en una carrera entre furiosa y esperanzada, tratando de mantener vivo el recuerdo el tiempo suficiente para encontrar el objeto que estaba destinado a abrirse con aquella maldita llave que tantos quebraderos de cabeza le había provocado.

Al llegar al desván, abrió la puerta de un empujón y se precipitó hacia el interior de la oscura habitación. El polvo le hizo estornudar varias veces, pero eso no impidió que continuase buscando.
Cuando al fin encontró el pequeño objeto, el recuerdo estaba empezando a desvanecerse y se apresuró a introducir la llave en la ranura destinada a tal efecto. Estaba tan nervioso que le sudaban las manos y la llave se le resbalaba pero, de repente, escuchó el “clic” y supo que lo había conseguido.
Las pequeñas figuras de porcelana emitieron un leve quejido y volvieron a la vida, girando lentamente. Las notas fluyeron en el aire, dulces y serenas, permitiendo al anciano escuchar una canción que llevaba tiempo dormida.

En aquel momento todas las piezas encajaron de golpe y los recuerdos perdidos regresaron, arremolinándose en su cabeza y reclamando el lugar que les había sido arrebatado.

El anciano se sentó en el suelo, acunando la caja de música entre sus débiles brazos y cerró los ojos, deleitándose en cada fragmento que su memoria le había permitido acariciar de nuevo.
Se sintió feliz recordando a su querida Sofía, imponente como siempre, con su vestido de flores y sus brillantes ojos verdes. Sonrió al ver de nuevo a su mujer, acunando a un bebé entre sus brazos mientras él les sonreía en silencio desde la puerta. La música flotaba a su alrededor.

Cuando las figuras de porcelana detuvieron su cadencioso giro, no se escuchaba nada más en la habitación. Los latidos del anciano habían llegado a su fin, como la melodía, cediendo ante el tiempo y el peso de los recuerdos.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

6 comentarios

  1. 1. alohomora dice:

    Oh! Maravilloso texto el tuyo. Me ha encantado. Muy bien escrito. Me ha enganchado desde el primer momento. Felicidades.

    Escrito el 17 junio 2016 a las 18:08
  2. 2. Aman DeMort dice:

    Bueno es la primera vez que participo hací que tratare de hacerlo bien

    La idea de la caja de musica es buena, debo de decir que ami se me ocurrió pero decidí cambiar de idea y al leer tu texto me arrepiento un poquito.
    Algunas partes tuve que releerlas no se porque, creo que quisiste trasmitir sentimientos de tristeza y valla si lo lograste,

    Como punto negativo me di cuenta que utilizas mucho la letra “y” que puede omitirse y el texto se entendería perfectamente es el único punto flojo que encontré saludos y es un buen relato 🙂

    Escrito el 18 junio 2016 a las 22:32
  3. 3. Jesus lacupett dice:

    Hola Laura:
    Me fascino tu historia, emotiva y tan bien desarrollda la senectud del hombre que sentí su angustia de no recordar. Magnifico relato y me ha dejado muy emocionada.
    Ta felicito por tu idea y espero volver a leer tus trabajos. El mío esta en el 153 por si deseas saber donde encontró la llave mi viejo.
    Saludos desde Viña del Mar, Chile

    Escrito el 21 junio 2016 a las 03:46
  4. 4. Juan Chukofis dice:

    Hola Laura me gustó mucho tu texto. Muy bien escrito, las oraciones bien armadas y la lectura es llevadera. Me atrapó la historia. El tercer párrafo me parece excelente. La idea del anciano que no sabe bien qué es lo que recuerda. Eso me terminó de enganchar del todo con el anciano e interesarme más en su historia.
    En el segundo párrafo no me cierra del todo el uso de los adjetivos, sobre todo porque están bastante cerca las frases. Me refiero a “abandonada casa” y “agotadores minutos”. Incluso, a mí por lo menos, me suenan mejor al revés: casa abandonada, minutos agotadores.
    Después hay algunas expresiones que, me parece, quedan muy largas: “su corazón parecía no querer colaborar”, “el recuerdo estaba empezando a desvanecerse”. Para mí se leería más fácil si ponés “su corazón no colaboraba”, “el recuerdo se desvanecía” o “empezaba a desvanecerse”.
    Me parece que está bueno que aparezca el recuerdo de la mujer y las circunstancias de su muerte pero tal vez evitaría hacer una referencia directa a ella para mantener más la intriga. Sobre todo teniendo en cuenta que al final termina apareciendo la referencia y el recuerdo de ella. Muchas gracias, me gustó mucho leerte, saludos, Juan

    Escrito el 22 junio 2016 a las 14:22
  5. 5. Tavi Oyarce dice:

    Hola Laura
    Hay muchas verdades en tu cuento y sobretodo bien escrita. Quien no ha escuchado un sonido, ha visto una flor y ha sentido como se remueven los recuerdos.

    Lo bueno de tu relato es que tomas conceptos universales,que nadie puede desmentir.

    Te felicito, escribes muy bien.

    Pequeños alcances que desde mi punto de vista pudiera mejorar el cuento:

    “…al tocar el pequeño objeto metálico con sus dedos”. Tal vez el verbo palpar sea más adecuado.

    “Se había prometido no olvidar jamás los últimos momentos de vida de su esposa y, sorprendentemente, había cumplido su promesa”. Yo eliminaría “sorprendentemente”, porque es lógico: cuando quedan huellas del amor, nada sorprende.

    “destinada a tal efecto.” Esta oración me suena muy a escrito a judicial en tu bella historia.

    Como ves, nada del otro mundo
    De nuevo te felicito y ojalá sigas escribiendo
    Gracias por leer mi relato.
    Saludos

    Escrito el 22 junio 2016 a las 22:56
  6. 6. María Esther dice:

    Muy buena la historia Laura; bien estructurada y bien escrita.Muestras el sufrimiento del protagonista en el esfuerzo por recordar, en un vaivén muy interesante; hasta que como una chispa salta el esperado recuerdo.Cuando corre escaleras arriba, pensás que no llega; estaba claro que también llegaría el final…
    ¡Felicitaciones!
    Maritel 126

    Escrito el 24 junio 2016 a las 02:55

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.