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Niebla que es olvido. - por Evelyn

El anciano encontró la llave en el bolsillo de su camisa, no se había caído gracias a que estaba bien abotonado y le pareció extraño sitio para guardar las llaves del coche. Estaba seguro de que era suyo, pero tenía esa desagradable nebulosa en la cabeza que le impedía recordar en donde lo había aparcado, qué hacía sentado en el bordillo de la acera en ese oscuro callejón, sucio y con una chaqueta que le quedaba dos tallas grandes y apestaba.
Se encontraba perdido como en un país lejano, de lengua ininteligible, a pesar de ser el suyo, y sentía miedo. Estaba dolorido, magullado, amoratado, y el recuerdo de la violencia y su vulnerabilidad lo mantenían aislado en el callejón y también, dentro de si mismo.
Había sido médico de familia en una pequeña ciudad y visto muchos casos en que el alzheimer destruía la vida de quienes lo padecían haciéndoles transitar por la niebla más densa y lastraba el avance de quienes debían cuidar del enfermo, por eso, cuando Jana, la señora que le ayudaba con las tareas domésticas le señaló en más de una ocasión que no había cerrado la puerta de entrada, y que el canario había muerto por que no le había dado de comer, saltó la luz de alarma en su cerebro que permitió ese instante de lucidez, y aterrado por lo que le deparaba el futuro decidió que no quería estar en el. Antes de “hacerlo”, conduciría 200 kilómetros para abrazar por última vez a su único hijo y a su nieto de pocos meses, necesitaba reafirmar su decisión fundamentada en que los jóvenes debían avanzar y ser felices, formar una familia y no frustrarse cuidando ancianos enfermos, pero algo torció sus planes. Raudo, se puso en camino. Era la hora del crepúsculo cuando paró en una gasolinera y se dirigió al lavabo con su cargamento de “pastillas”. Lo sabía tan valioso que lo llevó consigo. Los gamberros que lo vieron no se lo pensaron siquiera, y después de golpearlo y robarle, se llevaron también el coche.
No recordaba cuanto tiempo llevaba medio ocultándose allí, pero al acariciarse la cara notó que llevaba la barba crecida de varios días. Le dolía la cabeza, tenía sed y hambre y rebuscó en sus bolsillos… … …y en el “secreto” del pantalón, que cosía especial para él la costurera, halló dos cápsulas rojas que le trajeron de nuevo la ráfaga de la conciencia, y antes el horror de verse así, se las tragó con la esperanza de no despertar en la tierra, si no en otro sitio en donde esperaba que su mujer, también víctima de la pérdida de la memoria, sí lo recordara esta vez y para siempre.

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4 comentarios

  1. 1. gaia dice:

    EvelyN:
    Muy tierno tu relato. Te animo a seguir escribiendo.
    Me puedes leer en el 202

    Escrito el 19 junio 2016 a las 14:40
  2. 2. Eduardo Tapia dice:

    Hola Evelyn, este mes me toca comentar tu relato, a ver que puedo decirte.

    Lo que me ha gustado:
    -El resultado de tu lenguaje sencillo, directo y claro para narrar me ha gustado mucho.

    -También me gusta como has logrado sacar una historia bastante amplia en cosas que ocurren, pese a que te has quedado muy por debajo de las palabras a tu disposición, y todo a partir de algo que invita tanto a quedarse en el mismo lugar y a la introversión como es el taller de este mes, y además cumpliendo el reto.

    -Para mí has transmitido muy bien los sentimientos del anciano, al que le tienen que vigilar, que se siente desorientado, golpeado, un estorbo para su familia y deprimido.

    Cosas que podrían mejorarse:
    -Lo primero que se puede ver es que no has separado con un espacio los párrafos, esto es importante para que no parezca un ladrillo desorganizado el texto, ayuda además al lector no perderse.

    -La otra cosa que noto es que cambias de tema de forma muy brusca, por ejemplo: estás en plena descripción de su alzehimer y lo que le dice la señora Jana y concluye sobre la marcha que debe suicidarse, del tirón, es raro.
    Otro momento así es cuando añades a los gamberros al relato, estás hablando de sus pastillas y cuando quieres darte cuenta dices que le han robado todo. Después haces una elipsis, y tras una pequeña puesta en situación, aún está mareado de despertar de la inconsciencia cuando decide tomarse las pastillas y acabar con todo.

    Espero que te ayude, mi relato es el 97

    Escrito el 19 junio 2016 a las 20:28
  3. 3. Alush dice:

    Hola Evelyn, soy nueva en el blog, y trataré de decirte algunas acotaciones que te ayuden.
    La historia es linda y sensible.Transmitis muy claro la desesperacíon del anciano.
    Algunos detalles:
    Por qué encontró la llave en su bolsillo ,si los ladrones le robaron el auto?Supongo que se llevaron la llave.
    “estaba seguro de que era suyo,”. Hablas del auto o de las llaves?Ya que él encontró las llaves y no el auto.
    “y antes el horror de verse así,” creo que queres decir ante el horror
    “si no en otro sitio en donde”, sino creo que se escribe junto sino
    Bueno espero haberte ayudado
    Nos leemos, yo soy el 102
    un abrazo

    Escrito el 19 junio 2016 a las 21:42
  4. 4. Laura dice:

    Hola Evelyn.
    Muy tierno el relato del anciano, con un lenguaje sencillo pero que algunas cuestiones de puntuación me lo hacen tener que leer pausadamente para mejor comprensión.
    Me parece que Jana es un poco descuidada ya que si ayuda al anciano tendría que haberse ocupado del canario para que no muera de hambre.
    Marcas muy pocos párrafos a pesar de que tratas diversidad de temas: el anciano que aparece golpeado, su vida cotidiana y Alzheimer,su decisión de terminar con todo luego de despedirse de su hijo y nieto, la vuelta a la realidad con el ataque de los jóvenes.
    Me ha quedado un poco brusco la inmediata necesidad del suicidio. Tal vez la frustración que sintió lo deprimió al punto de cancelar sus planes de despedida.Pienso que podrías haber ahondado en los sentimientos del anciano ante ese ataque y su enfermedad.
    Sigue escribiendo. Espero seguir leyéndote.

    Escrito el 26 junio 2016 a las 11:38

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