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Cenizas - por Eduardo Tapia

Web: http://keningar.wix.com/keningar

El anciano encontró la llave en la calle, con tierra y barro adherido. A lo largo de los años desde el día que abandonó su hogar, la pisaron incontables veces, igual que a él. Su espalda se resintió al agacharse, sufriendo por recuperar ese ápice de lo que fue suyo.
Miró al final del camino, a su casa, se encaminó allí lentamente, preguntándose que encontraría.

Hubo una gran guerra, nobles caballeros lucharon aquí contra otros nobles caballeros, todos liderados por píos reyes. En algún momento, decidieron castigar al enemigo quemando las casas del pueblo, saqueándolas, expulsando aldeanos de su hogar, ahora una nueva frontera.

Seguían en pie las paredes, al contrario que la mayoría de edificios, hechos de madera o paja, el suyo estaba construido en piedra y el fuego no destruyó. Eso pensó, hasta que su cansada vista distinguió el tejado, ese sí fue de madera.
Todos esos años había trabajado duramente para construirlo, para equipararse a los más pudientes de la villa, ni siquiera la muerte de su primera esposa le detuvo, no tardó en buscar otra mujer bien, en tener más hijos, en realizar sus sueños, hasta que las ambiciones de otros pisaron las suyas.

Huir de su hogar fue duro, más sobrevivir después. Sus nuevos amigos, aquellos a los que se quería parecer, tenían familias adineradas, gente lejos que les ayudara, se olvidaron de él con facilidad. Solo quedaron aquellos quienes con tanto ahínco había intentado desligarse, compañeros de infancia, gente a la que dio trabajo o quienes en su desgracia comprendían la de él.

Vagar durante años por zona de guerra fue peligroso, su región estaba arruinada cuando acabó.
Durante los primeros años de paz llegaban rumores, el reino asistiría en reconstruir lo perdido, magnates de la costa invertirían en emporios y granjas. Tuvieron esperanzas, pero los recursos llegaron con cuentagotas. Fuertes y defensas engulleron la ayuda, más ningún baluarte les salvó de la acometida del invierno.
Perdió un hijo por enfermedad, tuvo que casar a sus hijas con cualquiera interesado en mantenerlas, personas que habría mirado con desdén años antes. Vagó largo tiempo buscando trabajo. Su esposa, harta, no quiso seguir ese camino polvoriento, le abandonó.

Ahora frente a su portal, la puerta resistía, ennegrecida pero estoica, giró con esfuerzo la cerradura y empujó la madera tachonada, aunque la puerta seguía ahí como antaño, escombros y cenizas cubrían su amado hogar. Faltaba tanto… Se alegró de que quedara la mesa y alguna silla, necesitaba sentarse.

Miró la mesa desolado, compulsivamente la limpió con la manga, siempre disfrutó del brillo en sus pertenencias. Le punzó el corazón ver marcas debajo de la mugre, pensó en vándalos, hasta que su mente fue lo bastante cruel para recordarle el autor, eran obra de su primer hijo, el vástago que tuvo con su primera esposa. Recordó lo travieso que era, recordó la muerte de su gran amor, y como alejó al niño para complacer a su segunda esposa.
Por supuesto buscó un buen maestro para Verducho, un escriba de otro pueblo, y no volvió a verlo. Solo supo de él por alguna carta, donde el infante se quejaba del severo maestro, típico de los niños.

La guerra también truncó los sueños para con su hijo, su tutor murió y se metió a soldado con solo quince. El fin de la guerra no lo enderezó, y en vez de volver con su padre, terminó en la cárcel.
Se le encogió el corazón al recordar aquella carta desde el penal, le pidió ayuda, pero él aún estaba con su esposa, que le obligó a mantener una dignidad altanera, fuera ya de lugar. Recordó con dolor la cruel respuesta, le dijo que era su problema, y que se abstuviera de decir por ahí que era su hijo.

Ahora, en el ocaso de la vida, comprendía la sensación que su retoño debió sentir siempre, ser un estorbo para su familia, como el viejo lo era ahora para sus hijas. Lloró compungido al recordar que pese a todo su hijo prosperó, consiguió trabajo y tras años de servicio a un noble, ahora era a su heredera a quien ayudaba. El chico al que dio la espalda ahora recorría el mundo, y hacía cosas más importantes de las que su padre soñó con emprender, justo cuando le pidió que olvidara que tiene un padre.
Todo aquel caserío quemado ahora parecía insignificante ¿Lo había perdido todo? Solo pudo consolarse al recordar que Verducho conservaba su apellido, pudo desecharlo, pero eligió seguir siendo un Castello.

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5 comentarios

  1. 1. Luis Ponce dice:

    Hola Eduardo:
    Interesante relato caballeresco, de aquellas épocas en Europa en que se diezmaron los villorios y se arrasaron los pueblos para satisfacer las ambiciones personales de los monarcas y sus adláteres.
    Una lectura en alta voz, te permitiría modificar la puntuación en ciertos párrafos, para dotar a la redacción de mayor fluidez.
    Me ha gustado.
    Nos leemos.

    Escrito el 18 junio 2016 a las 00:18
  2. Buenos días.

    Soy tu Juan, tu vecino de al lado (del cuento 96). Según como piden en el taller voy a hablar un poco de tu relato.

    *********************
    FORMA

    En parte lo mismo que le he dicho a José Luis Troconis Barazarte en su ‘La chica de la casa de al lado’ (relato 95): hay algunos defectos de forma, sobre todo en el uso de la puntuación.
    Como a él, te escribo los primeros párrafos con la puntuación a mi entender bien hecha para comparar estilos:

    ‘El anciano encontró la llave en la calle con tierra y barro adherido. A lo largo de los años, desde el día que abandonó su hogar, la pisaron incontables veces, igual que a él. Su espalda se resintió al agacharse sufriendo por recuperar ese ápice de lo que fue suyo.

    Miró al final del camino, a su casa. Se encaminó allí lentamente preguntándose que encontraría.

    Hubo una gran guerra: nobles caballeros lucharon aquí contra otros nobles caballeros, todos liderados por píos reyes. En algún momento decidieron castigar al enemigo quemando las casas del pueblo, saqueándolas, expulsando aldeanos de su hogar, ahora una nueva frontera.

    Seguían en pie las paredes. Al contrario que la mayoría de edificios, hechos de madera o paja, el suyo estaba construido en piedra y el fuego no destruyó. Eso pensó hasta que su cansada vista distinguió el tejado: ese sí fue de madera.’

    En esos párrafos de arriba habría cambiado algo más aparte de la puntuación, pero sólo me he centrado en ella.

    En relación al uso de la puntuación: http://lema.rae.es/dpd/srv/search?id=qXGSxldBKD6hqrTMMo

    Los errores en la puntuación me hacen difícil seguir la narración. A veces no sé qué idea deriva en cual, o si hay relación entre ellas (y cuál es esa relación): ‘Sus nuevos amigos, aquellos a los que se quería parecer, tenían familias adineradas, gente lejos que les ayudara, se olvidaron de él con facilidad.’ ¿Quién se olvido de quién? ¿Los amigos, las familias, las ‘gentes lejos’? Hay más ejemplos como éste en el que la mala puntuación (y con ello la mala concatenación de ideas) lleva a confusión.

    Hay algunas faltas de ortografía. Por ejemplo ‘más ningún baluarte’: ese ‘mas’ (conjunción adversativa) no lleva acento.
    En un texto tan corto incluyes varios adverbios modales del tipo –mente. Aunque él mismo no es muy buen ejemplo (en sus textos los usa a veces demasiado), Stephen King ya dijo que ‘el camino al infierno está embaldosado de adverbios’. Cuando yo escribo intento no poner nunca (ya se trata de un texto de 1.000 o de 100.000 palabras) ni un solo modal de esos. Por cada uno de ellos has matado a una descripción más o menos visual. En vez de usarlos describe lo que quieres decir con ellas: te aseguro que el texto ganará en visibilidad.

    Algo similar ocurre con verbos comodín, como el ‘ser’: evítalos y busca otros más visuales y descriptivos. La narración ganará en riqueza.

    FONDO

    El defecto más gordo que veo está en que no se aprecia bien el cambio entre presente y pasado, entre recuerdos y lo que está viviendo el autor. Intenta intercalar los recuerdos con lo que vive el protagonista de una manera más estructurada y definida. O, si así lo deseas y sabes hacerlo, a través de pinceladas mientras avanza la acción.

    No puedes basar la resolución del relato (los apellidos Verducho y Castello) sin haber hablado de ellos antes. Varducho sólo aparece a medias del cuento, y Castello nunca hasta el final. Si quieres que en ellos se base el giro final deben aparecer casi en el primer párrafo. Y darles un sentido/significado argumentado, uno que luego, a lo largo del relato, puedas distorsionar/evolucionar hasta llegar al golpe final.

    A lo largo del relato juegas con demasiado conceptos (que si el protagonista, su casa, su familia, su mujer, su hijo, etc.), de tal manera que el foco de atención queda difuso. Yo intento enfocarme en un concepto/detalle/idea (quien dice uno dice un par de ellos, pero no demasiados) y darle vueltas a lo largo del relato, de tal manera que camino del final del cuento el lector ya se ha familiarizado con ese concepto. Así, cuando se acerca la conclusión, puedo hacer ver al lector cómo el concepto ha evolucionado y así tratar de traumatizarle 😛 con el giro final.

    *********************
    El cuento necesita madurar. Ánimo: dale una pensada.

    Si quieres estás invitado a leer mi cuento: ‘Una atribulada secuencia de palabras tras la preposición’, en https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-36/5868.

    Un saludo.

    Escrito el 19 junio 2016 a las 10:34
  3. 3. Zelfus dice:

    El ambiente de la historia es oscuro y melancólico, lo que en principio no me suena interesante. Hay partes que llaman mi atención pero, como lo señala el anterior comentario, el foco se pierde con facilidad. Me parece que puedes hacer uso de tu capacidad de concreción para que sea más claro.

    Sigue trabajándole.

    Escrito el 20 junio 2016 a las 06:23
  4. 4. gaia dice:

    Queda decirte que sigas adelante! Estoy en el 202

    Escrito el 20 junio 2016 a las 19:41
  5. 5. Laura dice:

    Hola Eduardo
    Me he sentido confusa en partes, como con el caso de la mujer que en un principio señalas que la primera falleció y luego mencionas a otra simplemente,sin agregarle nada más que la necesidad de nombrarla para que se vaya.
    Se me escapa la importancia de uno u otro apellido.
    Varios detalles me hacen aparecer la historia como ubicada en la época de las batallas feudales con épocas más recientes como la aparición de un penal ( hubiese sido la cárcel antigua), la aparición de magnates de la costa.
    En fin, se me ha hecho un poco complicado seguirlo, pero no es más que mi simple palabra y parecer. No soy ninguna especialista de la lengua.
    Sigue escribiendo

    Escrito el 24 junio 2016 a las 10:36

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