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La alternativa - por Verso suelto

El anciano encontró la llave en un lugar insospechado.

Un rato antes, cuando iba a comprar el periódico, no estaba en su sitio. En la mesilla del dormitorio, donde solía dejarla, solo estaban la dentadura postiza y la foto de su esposa María, ya fallecida. No era la primera vez, así que comenzó la rutinaria búsqueda. En la cocina todo estaba en su lugar; la tarde anterior su niña había hecho la compra y cocinado para toda la semana. Al verla se le encendían los ojos. Como siempre le había preparado su cena preferida: boquerones fritos. El viernes era una fiesta.

Sin embargo, la noche antes había mordisqueado el pescado con desgana. La hija estaba muy contenta, su marido había ascendido y después del verano se irían a vivir a Londres.
– No te preocupes buscaré a alguien que te haga la comida –le dijo como si nada– y vendré de vez en cuando, Londres está a un paso. Además tienes a Olena.
Olena era la ucraniana que venía a limpiar dos días por semana.

Mientras vaciaba el plato en la basura y lo echaba al fregadero pensó que quizá la próstata le hizo ir al baño a toda prisa y con el miedo a mearse encima dejó la llave por ahí.
No se quitaba de la cabeza lo que le había dicho su hija. Pensaba en la nueva vida, sin los viernes, sin apenas hablar con nadie; Olena no salía del “sí don Francisco” “no don Francisco”. Con la artrosis, apenas pisaba la calle para comprar el periódico. Pasaba el tiempo frente al televisor, abstraído en sus recuerdos, mirando sin escuchar programas que ya no entendía.

En el baño tampoco estaba la llave. Fue renqueando hasta la librería del salón que, menos libros, tenía de todo: medicinas, una radio antigua, un elefante de adorno, la foto de su boda, la de su niña, figuritas de la virgen del Pilar, en Zaragoza, y de Guadalupe, en Méjico –María era muy religiosa y cuando él toreaba fuera compraba vírgenes del lugar para que le protegieran de una mala cornada–.

Cansado, tras poner la casa patas arriba, se sentó ante la mesita donde un montón de periódicos crecía con implacable regularidad. Allí estaba la llave, encima del artículo de la muerte de “El Pana” en la sección taurina del último número del diario local. Unos días atrás, el diestro mejicano, con sesenta y cuatro años, había sufrido una cogida. Era un “torero de raza”, alguien entregado a esa tradición que la mayoría de la gente consideraba brutal, arcaica y sin sentido.

“El Pana” vivió a salto de mata y de forma canalla sin importarle lo que unos y otros dijeran o pensaran; primero fue sepulturero, luego panadero –de ahí el apodo– hasta que se hizo matador y se mantuvo así, torero, hasta el final. Francisco, en cambio, fue un jornalero del toreo; iba a la plaza con su capote, como un funcionario a la oficina con su cartera, a cumplir una tarea; no pasó de subalterno y cuando la edad le echó de los ruedos trabajó de camarero, vigilante de obras, etc. Francisco era el reverso de “El Pana”; no tenía el valor ni el duende del mejicano, al que quizá por eso admiraba desde que lo vio una tarde en la plaza de Durango, la misma de la cogida.

Al ver la llave recordó lo que la mañana anterior le dijo el kiosquero, muy aficionado a las corridas.
–Mire don Francisco, el artículo de la muerte de “El Pana” –y mostrándole la foto del diestro– el toro lo elevó en el aire como un saco de patatas; al caer se le quebraron tres vértebras y quedó tetrapléjico. Yo creo que andaba buscando que un toro lo matara en la plaza antes que lo aburriera la vida.

Francisco no pudo resistir la curiosidad, y antes de subir a su casa, en un banco de la plaza, leyó el artículo. Luego en el sillón lo volvió a leer.

Ahora, “El Pana”, desde la foto, le miraba sonriente. Francisco sintió como si le estuviera dando la alternativa, deseándole suerte en la lidia. ¡Ahí estaba lo que andaba buscando!
–Gracias maestro –dijo muy serio devolviendo la mirada.
Luego se metió la llave en el bolsillo, salió al balcón, se subió a un taburete que antaño tuvo encima una maceta y echó el cuerpo adelante por encima de la barandilla.

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6 comentarios

  1. 1. R.R.Gómez dice:

    !Hola!

    Voy a ser breve. Estuvo bien redactado el relato. Sin embargo, debe el dialogo siguiente estar la primera palabra pegada al guión que da comienzo al dialogo:

    “–No te preocupes buscaré a alguien que te haga la comida –le dijo como si nada– y vendré de vez en cuando, Londres está a un paso. Además tienes a Olena”

    Te sugiero que le busques mejor propósito a la llave, porque en mi punto de vista no se lo encuentre. Y lo que más me gustó fue el final. Me quedé buscándole el por qué.

    Sigue escribiendo y a mejorar…

    Lee el mio, el 63.

    !Nos leemos luego!

    Escrito el 18 junio 2016 a las 18:18
  2. 2. Rafelo dice:

    Hola. Me ha gustado el relato. Tienes algún fallo, como por ejemplo el uso de los guiones, yo usaría paréntesis, con el fin de marcar las acotaciones propias del narrador; pudiendo distinguirse de la intervención de los personajes. Por lo demás bien.

    Escrito el 18 junio 2016 a las 20:35
  3. 3. Laura dice:

    Hola.
    Me ha gustado mucho el relato, introducen hermosamente en el mundo de la ancianidad y la molesta dependencia de otros.
    Hubiera usado otra forma para indicar la acotación. Me quedó un poco suelo el hallazgo de la llave que da hacia el balcón, o una habitación al mismo.

    Por lo demás, nada que agregar.
    Sigue escribiendo

    Escrito el 18 junio 2016 a las 21:25
  4. 4. Zelfus dice:

    Hola. Si lo que querías era usar la llave como el símbolo de una alternativa, según entendí en una relectura, creo que hace falta señalarlo de manera más clara. El relato no es rápido pero engancha, no es sorpresivo pero te mantiene pendiente y creo que por eso al final me dejó algo decepcionado. Me hubiera gustado que al final se hilaran mejor las cosas. Soy muy emocional y quería que al menos se lanzara al ruedo.

    Escrito el 18 junio 2016 a las 23:58
  5. 5. DIASPORA dice:

    A mí me gustó la historia. Tiene buenas descripciones, y la trama se va desentrañando poco a poco sin desesperar al lector. Coincido con las observaciones de los compañeros. Para eso estamos aquí en este “taller”, para aprender de los que saben.
    ¡Ah…casi me olvidaba! Gracias por comentar mi relato. Aprecio tus palabras.

    Escrito el 20 junio 2016 a las 17:37
  6. 6. Cryssta dice:

    Hola Verso suelto, disculpa que no lea esta vez tu relato para corregirlo pero he tenido muchas visitas y estoy algo cansada de hacer correcciones por lo que ahora solo leo por el placer de la lectura.

    Solo quería dejar constancia de haber pasado por aquí a leer tu relato y de que me ha gustado.

    Te deseo un feliz verano.

    Escrito el 1 julio 2016 a las 11:57

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