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El último par de recuerdos. - por Alejandra Foyo.

El autor/a de este texto es menor de edad

El anciano encontró la llave en la tumba de su madre el día antes de morir.
Se llamaba Alberto, pero desde los trece años le llamaban Tito; después de tanto tiempo ni él mismo recordaba de donde había salido aquel apodo.
La llave, que descansaba entre la hierba que crecía alrededor de la lápida, era vieja al igual que él y gastada por los años. La observó unos momentos con atención, impulsado por la curiosidad, hasta que finalmente la reconoció con una nostálgica sonrisa: era la llave que en su niñez había servido para cerrar el ‘cuarto de los recuerdos’ de la casa familiar.
Sacó un pañuelo de tela del bolsillo de su saco y envolviendo la llave con éste se lo guardó. No sabía como había llegado la llave ahí, ya que desde hace algunos años que aquella, y muchas otras llaves de la casa familiar, habían desaparecido, perdidas entre el polvo y el tiempo. En vez de regresar al pequeño piso donde vivía decidió dirigirse directamente a la antigua casa en la que había pasado su infancia antes de ser obligado a madurar al estallar la guerra y ser arrancado del seno familiar para luchar por los caprichos de los hombres poderosos.
La casa llevaba abandonada desde la muerte de su madre, ninguno de los cinco hijos había querido hacerse cargo de ella y había quedado olvidada, derrumbándose lentamente. Entró por la puerta principal que se encontraba sin llave, haciendo chirriar las bisagras. La luz del día se filtraba por la puerta y entre las ventanas sin cristal. A pesar del gran sentimiento de nostalgia que le invadió fue directo, sin titubear, hacia el cuarto de los recuerdos, como solían llamarlo por el hecho de que ahí habían guardado las antigüedades y cualquier chuchería que a su madre le sacara una sonrisa.
No esperaba encontrar la puerta cerrada con seguro a pesar de los años. Sacó la llave y abrió la puerta, le sorprendió encontrar entre el polvo y las mantas olvidadas un estante aún en pie. Dentro ya no estaban las pequeñas figuras de porcelana que su madre adoraba contemplar ni las cucharitas que le hacían recordar los lugares que había visitado en su vida. Pero eso no significara que el estante se encontrara vacío. Dentro descansaban algunas fotografías de cada uno de los cinco hijos y algunas en las que solamente aparecían su madre y su padre.
En una de las secciones encontró sus viejas zapatillas deportivas gastadas de cuando tenía diez años y soñaba ser corredor para ganar la medalla de oro. Aún se notaba la marca que le había hecho con un clavo en la entresuela: ‘Tito’. Junto a los zapatos estaba, olvidado, un pequeño rifle de juguete que su padre le había dado como un recuerdo del abuelo cuando éste murió.
Aquella imagen envolvía cierta ironía: había crecido soñando con ser corredor, y por haber tenido que ir a la guerra, portando un rifle verdadero, había sido obligado a desistir de su sueño por culpa de una herida en la pierna irreparable.
Se quedó mucho tiempo en aquella habitación, observando sus antiguas pertenencias sin moverse y sin tocarlas. Sus pensamientos se encontraban lejos, reencontrándose con antiguos recuerdos.
Regresó a su casa cuando comenzaba a anochecer. Se durmió sin cenar y a la mañana siguiente sus ojos no se volvieron a abrir. Posiblemente aquel mismo día sus hermanos, la única familia que le quedaba, le habían descubierto, o quizá tardaron varios días en enterarse; pero eso ya no le preocupaba a Tito.
A lo mejor toda aquella situación, la llave y el estante de su madre, fuera una casualidad del destino para hacerle recordar lo que le había hecho ser quien había llegado a ser: un hombre que renunció a su sueño sin tener la oportunidad de intentar hacerlo realidad y que desde joven había tenido que aprender lo duro que el mundo puede llegar a ser tomando, probablemente, un poco de su cordura en el proceso.
El anciano al que todos llamaban Tito ahora debe estar recibiendo el descanso que merece y lo mejor será dejarlo estar, que ya mucho le ha pasado en vida.

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4 comentarios

  1. 1. GAIA dice:

    Alejandra: te felicito por tu relato aunque pienso que lo debes acortar aún diciendo lo mismo. La brevedad no borra el mensaje.

    Soy tu vecina del 202 por si me quieres leer

    Éxito!

    Escrito el 18 junio 2016 a las 13:07
  2. 2. Manoli VF dice:

    Hola Alejandra.

    Tu relato en general me ha gustado, aunque le he visto algunas mejoras.

    Esa llave que aparece en la tumba de la madre un día antes…contundente frase para un principio. No obstante, al tratarse de una llave casi simbólica (abre el cuarto de los recuerdos) puede perdonarse ese extraño comienzo; en cierto modo, mezclas todo el tiempo realidad con simbolismo, pues la llave abre literalmente ese “cuarto de recuerdos” que el anciano necesita “abrir” una vez más antes de su descanso.

    Es texto en el que metáfora y suceso se entremezclan con acierto y lo he disfrutado.

    Ahora bien a partir del tercer párrafo la magia se pierde, justo al comenzar las explicaciones; así como esa conclusión final: “debe estar recibiendo el descanso que merece y lo mejor será dejarlo estar…” expresa claramente el pensamiento del narrador que hace patente su opinión ¿para qué? ¿a modo de moraleja de qué? aparte de eso hay en los tres párrafos un uso inadecuado de los tiempos verbales:

    “Posiblemente aquel mismo día sus hermanos, la única familia que le quedaba, le habían descubierto, o quizá tardaron varios días en enterarse; pero eso ya no le preocupaba a Tito.”

    También en los otros dos párrafos: “A lo mejor toda aquella situación, la llave y el estante de su madre, fuera una casualidad del destino para hacerle recordar lo que le había hecho ser quien había llegado a ser: un hombre que renunció a su sueño sin tener la oportunidad de intentar hacerlo realidad y que desde joven había tenido que aprender lo duro que el mundo puede llegar a ser tomando, probablemente” Ese “fuera” en presente de subjuntivo, cuando estás hablando de lo que pasó, no concuerda. Asimismo ese: “le había hecho ser quien había llegado a ser” resulta repetitivo, mejor: “Le había hecho ser el que fue”.

    Creo que si cuidases un poco estos detalles la historia ganaría mucho.

    Un saludo.

    Escrito el 18 junio 2016 a las 22:52
  3. 3. Alejandra Foyo dice:

    Muchas gracias por sus comentarios,Gaia y Manoli VF, Los tendré en cuenta y mejoraré el relato.

    Gracias por darse el tiempo de leerlo.

    Saludos.

    Escrito el 20 junio 2016 a las 19:46
  4. 4. Anastasio de la Torre dice:

    Hola Alejandra: Me ha gustado tu idea, esa de contrastar al final de una vida los sueños con las realidades, el hablar de lo que pudo haber sido y no fue y además narrar las extrañas carambolas que depara el tiempo y las circunstancias. En cuanto a la forma de expresarla creo que es mejorable,centrandote en priorizar lo que realmente quieres contar.De todas formas me ha gustado. Saludos

    Escrito el 29 junio 2016 a las 11:39

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