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Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

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LA ÚLTIMA MISIÓN - por DIASPORA

LA ÚLTIMA MISIÓN

El anciano encontró la llave en el escritorio de una de las enfermeras del albergue. Fue casual, pues en ningún momento había estado buscando tal objeto. Ese día, don José deambulaba por uno de los pasillos arrastrando levemente su pierna izquierda, y sosteniendo el bastón con la mano derecha. Perdió el equilibrio y al apoyarse en el mueble, una de las gavetas se deslizó, dejando expuesto el lugar oculto de donde colgaba la llave del diario personal de la empleada. Discretamente devolvió a su lugar lo encontrado, y se retiró sin imaginarse que ese hallazgo alimentaría su deseo de seguir viviendo.

Desde la tarde que ingresó a su nuevo hábitat, el anciano esperaba la luz de la aurora para poner una marca en el calendario. Sus pocas pertenencias estaban colocadas en un estante frente a la cama: una Biblia, don Quijote de la Mancha, las obras completas de Kafka y un diccionario. Era lo que había sobrevivido a la requisa familiar. Le dejaron su mundo reducido al mínimo.

Cada mañana, después del desayuno, ceremonialmente se asomaba a la ventana. Le daba libertad a sus pensamientos para que acompañaran a las nubes en sus erráticos viajes. Pasados unos meses, concluyó que su vida se estaba transformando en un caparazón desprovisto de ilusiones.

Una noche que el insomnio dominaba sus horas de descanso, su mente empezó a nutrirse de una feliz idea: «Tal vez la llave que encontré, encierre la clave para iluminar esta vida tan inútil». El día siguiente se dedicó a observar a la enfermera, dueña del diario. Normalmente sonreía con dulzura a los pacientes que atendía. Su porte era elegante, y siempre tenía palabras de cariño y esperanza para los internos.

Así fue como empezó a leer secretamente el diario íntimo de Ester. Aprovechaba las sombras de la noche para escabullirse hasta el escritorio. Regresaba a la cama con la bitácora íntima de la muchacha, y al amanecer devolvía todo a su sitio.

—Hola, amiga —empezaba escribiendo Ester en la primera página del diario—, quiero que a partir de hoy conozcas mis penas y alegrías. Soy una mujer en extremo soñadora, pero mi desgracia es que lo que más anhelo se queda en sueños. Aprecio tu generosidad al atender todas mis arrebatos sentimentales, y sobre todo te adelanto las gracias, porque estoy convencida que serás discreta. Para que nuestra relación no suene tan impersonal, de hoy en adelante te llamaré Naomi.

Transcurrido un mes, don José conocía las angustias, traumas, deseos, y esperanzas de la joven. Le impresionó saber que la felicidad de ella era un reflejo distorsionado. Realmente se sentía sola aún rodeada de amigos, y en uno de sus últimos registros, sus palabras eran preocupantes.

—Hola, Naomi. Soy Ester. Hoy estoy vencida, todo ha llegado al tope. Por tres días he sentido desprecio por el alimento, y mis horas de sueño son pocas. Me siento realmente débil. Creo que este es mi final. Mi vida ya no tiene color. Lo mejor es dejarles el lugar a los que verdaderamente son felices. Lo siento por ti, que eres mi amiga fiel. No te extrañes si un día de estos encuentras en blanco el folio.

Cuando don José leyó estas escalofriantes confesiones, se conmovió hasta lo más profundo de su ser. Pudo ver con claridad, que la casualidad le había asignado una misión: evitar el suicidio de la enfermera.

En el albergue todos estaban extrañados del cambio de actitud del anciano, su rostro reflejaba una alegría genuina. Se había propuesto ocupar su existencia en una labor noble. Debía actuar con prontitud y sabiduría para cumplir esta tarea.

—Ester, —le dijo sonriendo el anciano mientras la enfermera cumplía con su diaria rutina de tomarle la presión— yo quiero que Ud. me regale algunos minutos de su vida, y yo le devolveré a cambio muchos años. Ando en busca de un alma triste a quien ayudar. Ud. ha sido la elegida.

Ester cerró los ojos levemente, dejando que dos lágrimas se le escaparan. Le habían leído el pensamiento, al menos eso creyó ella.

—Lo escucho, don José, —respondió mostrando en su rostro un gesto de esperanza.

A partir de ese momento, el anciano anhelaba el día siguiente, no porque se acercara más a la tumba, sino porque tendría una nueva charla edificante con la empleada. Después de unas semanas, sus palabras lograron un efecto curativo en ella. El tono pesimista del diario cambió.

—Querida amiga Naomi, tengo buenas noticias. Encontré un querubín. Su luz ha iluminado mi vida.

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17 comentarios

  1. 1. Nuria GR dice:

    Bonito relato Diáspora. Es conmovedor pensar el sentido que llega a dar a una vida ayudar a los demás, sentirse útil… También me ha gustado el guiño al Quijote ahora que se cumplen cuatrocientos años de la muerte de Miguel de Cervantes.
    Lo que no me ha convencido demasiado es la forma en la que describes cómo empieza don José a leer el diario, da la sensación de que él ya sabe o intuye que terminará por darle una razón para seguir adelante, cuando no debería ser así. Me hubiera gustado más que empezara de forma más espontánea. Por lo demás me ha gustado. Buen trabajo.
    Un saludo!
    Soy el texto 20 por si te apetece pasarte. Estaré encantada de recibir tus comentarios.

    Escrito el 17 junio 2016 a las 23:44
  2. 2. Manoli VF dice:

    Hola Diáspora.

    Tu texto me ha suscitado opiniones diversas.

    Por el lado positivo me ha gustado el mensaje que transmites, sobre todo por esa razón de ser que encuentra el anciano, ese concepto de “utilidad” que rompe la cotidianeidad de sus días. Al mismo tiempo que trazas esa antítesis con la enfermera que, a pesar de su juventud, siente la misma apatía que nuestro hombre.

    Y dicho esto, llega el momento de las mejoras:

    A mí eso de la llave que asoma del escritorio, no me acaba de convencer por varias cosas:

    -Primero, se me hace raro un escritorio de una enfermera, esto no suele darse. Normalmente el escritorio es del médico, si, vale, pudiera ser una especie de enfermería dónde el ATS tiene una mesa auxiliar pero…¿solo usa ella ese escritorio para guardar allí algo tan personal como un diario?
    -Eso de que el diario esté con la llave puesta pierde un poco su significación, puesto que la función de la llave es precisamente sellar su acceso y, por tanto, sería más idóneo que estuviese, por ej, en el cuello de la enfermera.

    Son cosas que delatan la presencia del narrador en la construcción de la historia.

    Por otra parte, cuando el anciano se decide a ayudar a la enfermera y le comunica que “anda en busca de una alma triste” aceleras la historia con ese rodar de lágrimas, que cinematográficamente estaría genial, pero narrativamente va muy rápido.

    No obstante recuperas casi completamente el relato con ese final tan acertado: “encontré un querubín…”

    Por lo que, en resumen, me he encontrado con una historia en la que con pulir un poco las llaves, puede lucir mucho.

    Placer leerte y comentarte.

    ¡Feliz descanso del taller, y suerte en los proyectos que tengas!

    Escrito el 17 junio 2016 a las 23:45
  3. 3. DIASPORA dice:

    Hola, Manoli VF

    Te agradezco la intervención en mi relato. Siempre he creído que el aprendizaje es hijo de la crítica constructiva. Acepto las sugerencias que haces. En algunos aspectos, pensé que el subtexto llenaría algunos vacíos, pero noto que no fue así. Por eso me suscribí a literautas, para aprender, y a fe mía que he aprendido mucho, y seguiré llenando mi cántaro de conocimiento.

    Muchas gracias, Manoli. Te devolveré la visita.

    Escrito el 18 junio 2016 a las 06:10
  4. 4. DIASPORA dice:

    Hola, Manoli.

    El placer es mío al contar con tu comentario. Se aprende de los que saben. Conozco de buena fuente que eres una persona versada en este oficio, y por eso aprecio tus observaciones.

    GRACIAS.
    Te devolveré la visita.

    Escrito el 18 junio 2016 a las 06:20
  5. 5. Guiomar de zahara dice:

    Buenos días DIASPORA: Sin entrar en los pequeños detalles (Discretamente devolvió…la llave asoma…encontré un querubín…) que tenían fácil solución al leer el trabajo en voz alta -después de haberlo dejado reposar algún día- la historia me ha conmovido. Si en lugares como esos hubiera más empatía entre residentes y cuidadores, creo que la vida sería algo más fácil.
    ¡Enhorabuena!

    Escrito el 18 junio 2016 a las 09:26
  6. 6. Verso suelto dice:

    Hola Diáspora.
    A mi el relato me ha interesado desde el principio. Coincido con otros comentarios en lo forzado del asubto de la llave, pero yo en cambio no le doy importancia. Para mi el relato mejoraría mucho dando mas espacio a ese final, contando alguna anécdota que ilustre como anciano y enfermera intiman. Pero claro las 750 palabrejas mandan.
    En todo caso un buen relato.
    Si tienes un rato estoy en el 66.

    Escrito el 18 junio 2016 a las 16:27
  7. 7. Shira M. Collins dice:

    Hola,
    Me encanta como has plasmado la vida de dos personas que creen que ya no tienen nada que les haga seguir, y como se encuentran.
    Solo le faltaría haber puesta alguna de las conversaciones que tuvieron.
    Saludos

    Escrito el 21 junio 2016 a las 15:38
  8. 8. DIASPORA dice:

    Gracias, Shira, por leer y comentar mi historia. Tenés razón, quedó pendiente alguna conversación entre el anciano y la joven. El límite de palabras lo tenía sobre mi cuello, y la tijera había perdido el filo.

    Escrito el 21 junio 2016 a las 19:59
  9. 9. LUZ ORTEGA dice:

    Hola Diaspora,

    A mí me ha gustado mucho la historia.Reflejas claramente los sentimientos de los dos protagonistas. Me gusta como lo describes.
    Enhorabuena¡¡
    Y gracias por haberte pasado por mi relato.
    Saludos

    Escrito el 21 junio 2016 a las 21:33
  10. 10. María Kersimon dice:

    Hola Diaspora,
    Un texto enternecedor el tuyo, y además bien redactado. La historia está bien pensada y bien llevada y muestras en pocas palabras lo que puede el aislamiento social: las personas viven su soledad sin animarse a compartirla, pensando que la suya es única. En un punto me imaginé que el anciano iba a adoptar la voz de la amiga y contestarle en el mismo diario, creando una ficción misteriosa que ella tendría que resolver.
    Gracias por tu visita a mi relato. Sigamos excribiendo. Un abrazo.

    Escrito el 22 junio 2016 a las 16:03
  11. 11. DIASPORA dice:

    Gracias , Luz Ortega y María Kersimon, por tomarse el tiempo para leer mi relatos. Sus apreciaciones, las agradezco y me invitan a seguir adelante.

    Escrito el 25 junio 2016 a las 05:00
  12. Hola Diaspora,

    Bonito relato con un bonito mensaje.

    Está bien escrito, pero me ha dado la sensación de que le falta un repaso, alguna vuelta de tuerca más para dejarlo redondo.

    De todos modos, felicidades, buen relato.

    ¡Nos leemos!

    Aina Pons Triay – Menorca, España
    ainaponstriay.wordpress.com
    Mi relato este mes: nº 49 – DESTINO https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-36/5891

    Escrito el 25 junio 2016 a las 09:24
  13. 13. DIASPORA dice:

    Gracias, Aina Pons

    Aprecio tu comentario a mi relato. Voy a buscar esa vuelta de tuerca. De eso se trata, mejorar en cada participación.

    Escrito el 26 junio 2016 a las 05:03
  14. 14. Cryssta dice:

    Hola DIASPORA, muchas gracias por pasarte por mi relato, con gusto te devuelvo la visita.

    Tu relato me ha gustado mucho, es importante que los ancianos sigan viendo un sentido a su vida.

    Has escrito muy bien y solo tengo unas cosillas que decirte en cuanto a lo mejorable:

    – coincido en que es raro que una enfermera tenga un escritorio pero lo que es más raro es que esté en el pasillo

    – cuando lee lo que está escrito en el diario en vez de guiones habría que poner comillas

    – “estoy convencida de que serás discreta”

    – sobra la coma tras “Pudo ver con claridad”

    Te deseo un feliz verano y espero leerte a la vuelta.

    Un abrazo.

    Escrito el 27 junio 2016 a las 13:02
  15. 15. charola dice:

    Hola DIASPORA, me gustó tu relato, es muy enternecedor y edificante.
    El encuentro de la llave, a mí me parece que está bien. Más no el seguir leyendo día tras día el diario, pues si la gaveta tenía llave y el diario estaba allí, precisamente es para que esté cerrado el cajón y el diario a buen recaudo. Pero podría darse un descuido y hallar la llave y leer el diario de un tirón y darse cuenta de lo que está pasando en la vida de la enfermera y por consiguiente poner su granito de arena en la solución. Muy buena historia. Falta darle un toque de verosimilitud y estaría perfecto tu relato.

    Está bien escrito y coincido con Cryssta en que la lectura del diario tendría que estar entrecomillas y no guiones. Cuando yo trabajaba de enfermera, nosotras teníamos un escritorio que era utilizado por cada enfermera de turno en el estar de enfermeras. Podía ser que un cajón esté destinado a la enfermera jefe del servicio. Allí no veo problema.
    Un abrazo. Felicitaciones por tu relato.
    El mío es el 176. Felices vacaciones.

    Escrito el 28 junio 2016 a las 23:39
  16. 16. Miriam Torres dice:

    Hola Diáspora

    El texto está bien estructurado y tiene una presentación cuidada. Es claro, directo y de lectura rápida.

    He observado algunos detalles que podrían mejorarse (aunque quizá ya te lo hayan dicho):

    “Discretamente devolvió a su lugar lo encontrado, y se retiró sin imaginarse que ese hallazgo alimentaría su deseo de seguir viviendo.” – Deberías poner una coma detrás de “discretamente”.

    “(…) porque estoy convencida que serás discreta.” – Falta un “de” detrás de convencida ya que el verbo convencer, con el significado de ‘llegar a aceptar o creer algo, tras haber reflexionado sobre ello’, es pronominal y se construye con un complemento que lleva siempre la preposición de.

    También he visto que utilizas abreviaturas en la palabra usted.
    Las abreviaturas se emplean muy poco en un texto, pues las no pueden aparecer en cualquier punto de un texto en lugar de la palabra que reemplazan. Es por eso por lo que las abreviaturas se emplean en documentos (tipo carta) y otras cuestiones más formales, pero no en un diálogo.

    Creo que tu texto, en cierta medida, refleja un poco el sentimiento de las personas mayores: cuando alcanzan una determinada edad y quedan “apartados” de la sociedad, sintiéndose poco útiles; y sin embargo, se puede aprender muchísimo de ellos. Los personajes de la historia encuentran consuelo entre sí, el anciano se siente útil salvando una vida y la enfermera reconfortada al saber que alguien le escucha.

    Me ha gustado mucho.

    Escrito el 29 junio 2016 a las 19:40
  17. 17. Isan dice:

    Hola Diáspora:

    No voy a incidir en el asunto del escritorio pero sí en el hecho de que dejara el diario en el puesto de trabajo, cuando lo lógico sería que lo escribiera en la intimidad de su hogar. Quiere decir que lo escribía en horas de trabajo y que en los periodos de descanso lo abandonaba cuando más necesitaba a su “amiga”.

    Otra cuestión que me ha chocado es que don José pensara que esa llave encerraba la clave para iluminar su inútil vida. Demasiada clarividencia. Podía tratarse de una obsesión, de cotilleo o de un agarrarse a algo que diera aliciente a su monotonía. Y, como en muchos relatos –entre ellos el mío-, la llave juega el papel de abrir algo más que lo físico. Así que es la metáfora recurrente.

    Creo que haces un abuso del posesivo SU.

    En esta frase: “Aprecio tu generosidad al atender todas mis arrebatos sentimentales…” mejor TODOS que todas.

    En esta: “… estoy convencida que serás discreta” pondría DE después de convencida.

    En esta frase: “Ando en busca de un alma triste a quien ayudar”. No estoy muy seguro si era conveniente que don José le revelara que conocía que estaba triste ¿Cuál era su fuente? Nada, divagaciones mías.

    Por un momento pensé que con la frase: “Le habían leído el pensamiento, al menos eso creyó ella.” Tomaría el relato otros derroteros por lo de “eso creyó ella”, pero no me daba cuenta de que estábamos casi al final del relato. O, tal vez, no he entendido la intención de la frase.

    Si me permites la broma, creo que a don José, en lugar de residente, deberían ponerlo en nómina y plantilla por su buen hacer.

    En definitiva un relato magnífico y bien narrado. La idea de la ayuda recíproca me ha gustado.

    Hasta la próxima. Un abrazo.

    Escrito el 31 julio 2016 a las 10:43

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