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Memorias - por Rafelo

Memorias.

El anciano encontró la llave en lo que pensó sería el último lugar para esconder nada. Tan a la vista, colgada en su cuello, atada a un simple cordel. Quizás no significaba nada, o quizás lo era todo. “Si tan solo pudiese recordar”, pensaba. Haciendo un esfuerzo sublime, en su mente se agolpaban las memorias. La guerra, ese infierno escalofriante; una familia; dos bellas niñas; aquel rostro hermoso que no cesaba de dar vueltas. Una carta. Susurros; de pronto… El silencio abrumador; la oscuridad. Algo más temido que la propia muerte; la más negra y profunda de las cárceles, simulaba un paraíso a su lado. “Que está pasando”, gritaba sumido en el silencio. “Quiero saber, necesito entender; en que me he convertido”.
“La fecha”, se gira como buscando un calendario. “El tiempo es implacable. Somos esclavos de nuestras acciones, y prisioneros de nuestras deudas. Verdugos de nuestra propia existencia. A menudo flagelamos nuestro ser, buscando respuestas. La respuesta es la llave. La llave; la llave; la llave”.
Abatido cae sobre las sábanas blancas, pulcras. Queda en silencio como tratando de escuchar. ¿Escuchar qué? Si no se oye nada. Solo silencio. La habitación comienza a dar vueltas, vuelve aquel bello rostro. Es de una mujer. “Beatriz” sin saber cómo, recuerda su nombre. “Lucía y Fátima, como su tía”. Recuerda también los nombres de las niñas. “Mis niñas”. “Ya lo sé; he caído en manos enemigas ¡No van a sacarme nada!”, un grito de espanto desprende su garganta. “Si he de morir he de hacerlo dignamente; si he de morir he de hacerlo dignamente; si he de morir he de hacerlo dignamente” repetía. Su voz se resquebrajaba, al compás de los golpes propinados a la pared. Cada frase acarreaba mayor sentido. Todo iba cobrando lógica.
“Calma, eso es lo que buscan, volverte loco. No dejes que ganen”. Vuelve a la cama y aprieta la llave con mucha más fuerza. Un rayo de luz en medio del infierno. “Hoy es dos de mayo”. Otra vez la dichosa condena. “La fecha, la llave, todo tiene un significado, todo está relacionado”. Se vuelve queriendo pensar. Escucha un canto. Una voz muy familiar. Beatriz otra vez. Ahora juegan en un parque. “Las veo, están solas y tienen miedo. ¿Dónde está su madre? Qué pasa”. De repente otra vez oscuridad. “No, no de nuevo por favor”, rompe a llorar. Lo hace de una manera suave, apretando el mentón, para mantener las formas. “Los hombres no lloran; luchan hasta el final, convierten los fracasos en experiencia y las experiencias en victorias”.
“Hay que ser fuertes, fuertes, para no derrumbarse ante las adversidades”. Se abraza a si mismo buscando cariño. “Hoy es mi cumpleaños”, murmura. El sentido común lo aborda. Era la misma llave, todos los años. Sin estar del todo claro, en su mente otrora brillante, guardaba la respuesta. Sería irónico decir que bajo llave. “Es mi esposa; mis hijas, mi familia. La llave del cofre”. Una caja de música con una con una pequeña bailarina. De ahí la melodía de aquel canto.
Si bien, no recordar era un suplicio, hacerlo resultaba mucho peor. “¿Por qué sigo vivo? ¡No es justo! ¡Llevadme de una vez malditos demonios!”, gritó aterrorizado. Comenzó a tararear la melodía mientras sonreía. Alcanzaba a verlo todo por momentos, la guerra, el alzhéimer, las niñas, los cumpleaños en familia. Desde nacimientos, hasta matrimonios, alegrías y buenos momentos. Toda una vida pasó ante sus ojos. Su vida. “La caja, la llave; la llave abre la caja, la nota, todos los años me dejan una nota”. Dio un salto sobre la cama, examinándola con la mirada. Su corazón se agitó, colmado de emoción. Sí estaba, y la nota también: Felicidades papá, decía. Otra vez lágrimas. “Son buenas chicas, que digo buenas, las mejores”. Ya cumples ochenta y cuatro años, continua la nota. Y como cada año, te dejamos tu regalo. Somos conscientes de tu enfermedad y todo lo que implica. Es posible que ni siquiera nos recuerdes, pero nosotras a ti sí. Te echamos de menos. Te queremos…y…
De repente la música termina y todo vuelve a ser oscuro. El anciano se nota sudado, pegajoso, descubre su cara descompuesta y no lo entiende. “La guerra dejó estragos en mi cabeza” piensa. “Me va a estallar de un momento a otro”. Vuelve a sumirse en un terrible caos de pensamientos e ideas. Algo le molesta. La llave; otra vez la llave.

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5 comentarios

  1. 1. Verso suelto dice:

    Hola Rafelo,
    Creo que reflejas muy bien esa confusión que encierra una mente enferma, ese ir yvenir de una cosa a otra sin razón aparente.
    Felicidades.
    Si pueded estoy en el 66.

    Escrito el 18 junio 2016 a las 16:35
  2. 2. Robles dice:

    Un muy buen relato Rafelo. No sé si es cosa mía, pero parece que transmites un mensaje en el texto. Te agradezco el comentario y el consejo. Un saludo mío y otro de Tobías jeje.

    Escrito el 18 junio 2016 a las 18:47
  3. 3. Grumete dice:

    Hola Rafelo.

    Primero agradecerte que te pasaras por mi relato.
    Empece leyendo y no entendía nada,no se si es por que soy “cortico”.
    Pero como vas avanzando empiezas angustiarte de la situación del anciano,lo reflejas a la perfección el drama de esa enfermedad,te felicito.
    En lineas generales me parece un relato brillante,enhorabuena.

    Saludos,nos leeemos

    Escrito el 18 junio 2016 a las 22:52
  4. 4. Soledad dice:

    Hola RAfelo, Tu relato me gusta, te mete en una vorágine de angustia y ansiedad,y lo peor del caso es que esa dispersión de ir de un recuerdo a otro, de un tema a otro,la perdida de recuerdos y la obsesión de otros parece que es lo que deben vivir estas personas que llegan a padecer la enfermedad de alzheimer…te felicito has sabido reflejar ese estado y la angustia.
    Un abrazo

    si te apetece estoy en el numero 37, ya voy tomando notas de todo lo que tengo que corregir

    Escrito el 21 junio 2016 a las 20:34
  5. 5. Miriam Torres dice:

    Hola Rafelo.

    Detalles a tener en cuenta:

    Ortografía:

    “Si tan solo pudiese recordar”, pensaba.” – Es un adverbio, y como tal lleva tilde. “Sólo”. No hace referencia a alguien que se encuentra solo (sustantivo). Ocurre lo mismo en la frase “Si no se oye nada. Solo silencio.”

    Puntuación:

    “Una carta. Susurros; de pronto… El silencio abrumador; la oscuridad. Algo más temido que la propia muerte; la más negra y profunda de las cárceles, simulaba un paraíso a su lado.” Entiendo el contexto y el enfoque, la sensación de confusión que siente el personaje y que intentas transmitir, pero creo que no es del todo correcto el uso de la puntuación – “Una carta. Susurros… De pronto, el silencio abrumador. La oscuridad. Algo más temido que la propia muerte. La más negra y profunda de las cárceles simulaba un paraíso a su lado.”

    “Quiero saber, necesito entender; en que me he convertido” – “Quiero saber. Necesito entender en qué me he convertido.” El qué lleva tilde porque hace referencia a una pregunta.

    “La respuesta es la llave. La llave; la llave; la llave”. – Cambiar los puntos y comas por puntos suspensivos para dotar carácter de duda. Lo mismo ocurre en la frase “Si he de morir he de hacerlo dignamente; si he de morir he de hacerlo dignamente; si he de morir he de hacerlo dignamente”

    “Ya lo sé; he caído en manos enemigas ¡No van a sacarme nada!” – “¡Ya lo sé! He caído en manos enemigas… ¡No van a sacarme nada!”

    “Calma, eso es lo que buscan, volverte loco. No dejes que ganen” – “Calma… Eso es lo que buscan, volverte loco. No dejes que ganen…”

    “La fecha, la llave, todo tiene un significado, todo está relacionado” Cambiar las comas por puntos.

    Estos son sólo algunos ejemplos, pero hay más. Deberías revisar el texto y corregir las puntuaciones.

    Contexto:

    “Que está pasando”, gritaba sumido en el silencio. – Creo que hay que incluir unas exclamaciones, ya que el personaje grita (aunque sea mentalmente). Y el qué lleva tilde.

    Formato:

    Imagino que, como nos pasa a la mayoría, el volcado del texto al taller ha hecho que no se respeten los saltos de línea entre los párrafos, lo que hace que el texto aparezca apiñado.

    Es un texto confuso, al igual que la mente del personaje. No porque sea difícil de entender (al menos creo haberlo entendido bien) sino por la maraña de pensamientos que tiene el personaje. Una incursión en una mente enferma a consecuencia del alzheimer, que recuerda perfectamente historias que pasaron hace mucho tiempo y el presente resulta confuso; lo cual has sabido transmitir.

    Mi texto (nº22) también hace mención a esa enfermedad y se adentra en la mente humana, por si quieres echar un vistazo.

    Escrito el 25 junio 2016 a las 23:26

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