Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

Un día duro - por Jordi Lafuente

Web: https://jordilafuente.wordpress.com/

El anciano encontró la llave en el mismo lugar donde la dejó veinte años atrás. Al levantar la piedra, unos insectos, indistinguibles para la mirada velada del anciano, corretearon en distintas direcciones. La llave se camuflaba entre el abrazo de raíces blancas. Al liberarla de su cautiverio, una lombriz, que para él fue una mancha rosada que desapareció, se enterró en el barro.
Dentro de la casa, el sol del atardecer reflejado en el polvo persistente que flotaba por la estancia principal, creaba bloques de luz anaranjada. El aire olía a recuerdos encerrados. Mientras avanzaba por la saqueada estancia el crujir del suelo se mezclaba con el zumbido de las moscas. Habían forzado una de las ventanas y se lo habían llevado todo. Lo único que quedaba era el viejo sillón que su padre compró a un artesano del barrio de Chiyoda. La pared estaba decorada con múltiples colores en una caligrafía que el anciano no conseguía entender.
La cocina había corrido la misma suerte que el resto de la casa. Algunos restos de madera y agujeros en las paredes, pero ni rastro de los armarios. Su mano temblorosa abrió el grifo de la pica y tras un breve petardeo brotó un líquido marrón. El anciano bebió de aquella agua abandonada sin importarle el terrible sabor que tenía.
Subió las escaleras y abrió únicamente su habitación. Quería que el resto quedasen intactas en su recuerdo. El vacío de la habitación era insoportable. Se acercó con nostalgia a la ventana. Tenía el sol del ocaso en su piel cuando miraba el viejo cerezo desojado que se extinguía delante de la casa. Recordó cómo fue cerrando las habitaciones una a una conforme su familia las abandonaba. Primero se marcharon sus padres: El, cáncer; poco después ella, acuario de sus propias lágrimas. Por último se marchó la bromista de su hermana pequeña que, por sorpresa, encarceló a un conductor ebrio. Lamentando las horas, después los días y por último los años, el anciano perdió su vida en la solitud de la casa hasta que casi mudo, se marchitó a otro barrio sin mirar atrás. Los seguros de sus previsores familiares, le permitieron buscar la felicidad: Quiso encontrarla en algún amigo fugaz, en su ex mujer y en una acentuada afición por el coleccionismo, pero nada de eso funcionó. El amor lo esquivó desde muy temprana edad.
El sol empezaba a esconderse detrás de las casas del vecindario cuando, resuelto, como si hubiese encontrado una razón para moverse, atravesó la sombra de su antiguo futón que el sol había definido pacientemente sobre el tatami, y se dirigió al hueco del armario empotrado. Rompió el papel de un lateral y, con dificultad, sacó de las entrañas de la pared una antigua caja metálica de galletas de arroz. Bajó de nuevo a la estancia principal y se sentó en el viejo sillón. Mientras miraba el contenido, su sombra se alargaba sobre el suelo de madera. De entre todos los objetos eligió la koma que le talló a mano su padre y salió para hacerla rodar. El cielo teñía de rojo el patio.
La lanzó y mientras rodaba, otra se unió a su baile. En seguida reconoció la koma de su hermana. El anciano le hizo un gesto de complicidad y lanzaron los dos a la vez. Después uno detrás del otro, contando el tiempo que rodaban “ichi, ni, san, shi… ”. Jugaron, giraron y rieron hasta que la madre del anciano los llamó a cenar. Él y su hermana corrieron hacia la cocina.
Su madre giraba con paciencia la cazuela de mishosiru. Varias bolas de oniguiri decoraban el centro de la mesa y el sonido de la cazuela hirviendo impregnaba el aire de miso y cebollino recién cortado. Su padre fue el último en llegar y miró severamente la koma de madera que el anciano había dejado sobre la mesa. Mientras su hermana espantaba las moscas de la comida, su madre le acarició dulcemente el pelo blanco y le pidió que guardase el juguete antes de comer.
El obediente anciano, bajó de un salto de la silla y se dirigió, a cada paso más pesado, hacia la estancia principal. Por su blanquecina retina entraron las últimas luces del día que sobresalían apenas por encima de las casas. Se dejó caer en el sofá, guardó la koma en la caja metálica y, completamente agotado, se recostó en el polvoriento sillón hasta que, por fin, el sol se puso.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

11 comentarios

  1. 1. Anna Trejo M dice:

    Jordi:

    Por tu fuerza narrativa y excelente vocabulario, he de suponer que eres un escritor experimentado.

    Me ha interesado mucho tu texto, sobretodo, ha sido muy verosímil y completo.

    Respecto a correcciones, pues, ninguna. Creo que es apto en complejidad -sin pasar a algo ilegible.- y tienes un pulso casi perfecto para las atmósferas.

    Un gusto muy grande leerte.

    Escrito el 18 junio 2016 a las 14:36
  2. 2. Wiccan dice:

    Buenas Jordi,
    El relato me ha gustado mucho, creas una gran ambientación, desde el primer momento y no se porqué me imaginé a un anciano japonés entrando en su antigua casa, tiene mucho mérito. Haces un relato muy tierno y sosegado, reflejo de la actuación y sentimientos del anciano protagonista.
    Una de las cosas que más me gustó del texto es ese cambio tan natural que haces entre el presente y esa especie de recuerdo compartido con su familia (o nueva vivencia imaginada por el anciano), no hay un cambio de acción, es como si como lector aceptases que esos “fantasmas” han venido a compartir esos momentos con el protagonista.
    A nivel formal también reconozco que me parece que está muy bien escrito. Algunas cosillas:
    – Te comiste la h en “deshojado”
    – Cambiaría algunos signos de puntuación: “hasta que, casi mudo”,”previsores familiares le permitieron”,”buscar la felicidad. Quiso”,”Después, uno detrás”, “obediente anciano bajó”
    – “Enseguida” es todo junto.
    – En la frase “contando el tiempo que rodaban” ese tiempo verbal me suena raro, como si faltase algo en la frase, lo cambiaría por “contaron”.
    – Se repite el verbo girar para las koma y la tartera de la madre muy seguidos. No está mal pero se hace repetitivo y entiendo que no lo haces con ninguna intención así que intentaría buscar un sinónimo en el segundo.
    Otra cosa que pensé al leer el texto es que el anciano moría al final aunque no lo digas. Esto ya es una apreciación mía, el texto me parece que tiene mucha más fuerza si el anciano fallece al final, si no, siento que falta algo, ha habido una introducción, un nudo, pero ningún desenlace. No te lo comento porque crea que está mal sino porque es algo que sentí tras leerlo, ya que la historia como historia tiene de por si mucha fuerza, pero sin un final parece que la pierde un poco. Espero haberte ayudado. Muchas gracias por compartir el relato.
    Un saludo!!!

    Escrito el 18 junio 2016 a las 15:22
  3. 3. charola dice:

    Hola Jordi! me tocó leer tu relato según recomendación de Literautas. No sé si eres nuevo, pues nunca te he leído y me complace hacerlo ahora. Tu relato me gustó. Es el retorno de un anciano a la que era su casa, me encantó la inclusión como recuerdo de un aspecto de su vida en esa casa cuando niño y al parecer era japonés por la utilización de las palabras en tu texto.
    Algunos errores de forma:
    -Por último, se marchó (después de último coma).
    -El, cáncer; ella… (Él por el cáncer; ella…)
    Otros errores te ha hecho saber Wiccan con los que coincido.

    Gracias por tu relato. Te felicito. Un abrazo.

    Escrito el 18 junio 2016 a las 19:08
  4. Gracias a todos por vuestros comentarios.

    Anna. Gracias por tus cariñosas palabras. He escrito algunas cosillas y en cada texto que escribo aprendo algo. En este en concreto intenté trabajar la atmosfera así que me alegro que te haya gustado.

    Wiccan. Encuentro todos tus comentarios muy acertados y agradezco los halagos. Me alegro que te diese la sensación de que al final el anciano muere porque esa era mi intención. Intenté hacer una analogía entre el atardecer del día (incluida la atmosfera, los insectos, la casa, el árbol…) y el “atardecer” del anciano. La última frase “por fin el sol se puso” hace referencia a que por fin (esa vida llena de desgracia y falta de amor), la vida del anciano se acaba. También el título “un día duro” hace referencia a la vida dura del anciano. Por lo que comentas parece que he conseguido transmitir un poco la idea. Muchas gracias por tu análisis tan preciso.

    Charola. Añado tus comentarios a los de wiccan. En la frase “El, cáncer; poco después ella, acuario de sus propias lágrimas.” Hago un juego de palabras entre el signo del zodíaco “cáncer” y la enfermedad y luego con ella que es “acuario” (otro signo zodiacal) de sus propias lágrimas. Es por eso que está así puntuado (aunque seguro que se puede hacer mejor). Un poco más adelante hago otro juego de palabras que parece que ha pasado desapercibido. En la frase “Lamentando las horas, después los días y por último los años, el anciano perdió su vida en la solitud de la casa hasta que casi mudo, se marchitó a otro barrio sin mirar atrás” utilizo la palabra “mudo” propio de la solitud en la que no se habla, para recordar al verbo “mudarse” y complementar al uso de la palabra “marchitó” en lugar de “marchó” para darle un sentido más completo a la frase. Es solo por jugar.

    Escrito el 22 junio 2016 a las 10:51
  5. Hola, Diego Manresa Bilbao.
    Felicidades por esa historia, reflejo de la ambición humana.
    Muy bien narrado en tan poco espacio, ese trayecto vital de un hombre ambicioso que consigue dinero y poder, pero pierde la familia. Desgraciadamente es el tipo de triunfador que la sociedad aplaude. La llave se convierte, en este caso, en elemento fundamental de la historia y debe ser el objeto que más le debe recordar su equivocada vida. El contenido me parece muy bueno y viene siendo una llamada de atención a las ambiciones desmedidas de todo aquel que con buenas o malas artes alcanza a tener poder y dinero.
    En la forma podemos detallar algunas cosas susceptibles de mejora.
    “su honrada pero para nada pequeña casa del centro de Madrid”,
    Creo que el calificativo de honrada, aplicado a la casa, no es muy correcto.
    “Que, de seguir así, todo seguiría…”
    La utilización tan cercana del verbo seguir, no queda muy bien.
    “El ansiaba…”
    Lleva acento en la “e”
    “al poco tiempo,”
    Se repite dos veces en lugares muy próximos.
    Sin embargo repetir cuatro veces “Esa llave”, en el penúltimo párrafo me parece muy correcto. Le da énfasis a la llave. (Anáfora, creo que se llama esa figura literaria).
    Es lo que te puedo decir. De pronto un purista de la lengua encontraría varias cosas más, pero yo no lo soy, por lo tanto hasta aquí mi humilde comentario.
    Felicitaciones y nos leemos.

    Escrito el 22 junio 2016 a las 13:11
  6. Perdona, Jordi Lafuente.
    Me equivoqué de destinatario.
    He escrito el comentario al texto de Diego Manresa y mientras tanto he descubierto tu texto, lo he leído y me ha gustado mucho. Voy a leerlo otra vez con calma y luego te lo comento.

    Escrito el 22 junio 2016 a las 13:17
  7. Hola, Jordi Lafuente.
    He leído con la máxima atención tu relato porque tu forma de escribir es atractiva, al menos para mí lo es. Esas frases largas son sugerentes y están muy bien construidas. La forma como presentas la historia: el regreso de un anciano a la antigua casa de sus padres, origina en él una serie de recuerdos familiares que lo llevan, después de buscar en el armario el koma (peonza, trompo, perinola) a ponerse a jugar con ella. En ese momento creas una analepsis en la que retrocediendo a su niñez, aparece su hermana, su padre, su madre; en la que superpones los tiempos de una forma muy hábil (“su madre le acarició dulcemente el pelo blanco“). La caricia es de cuando era niño pero el pelo blanco es actual. (“El obediente anciano, bajó de un salto de la silla y se dirigió…”). El obediente anciano es actual, pero el salto de la silla es pasado. Hay que leer con atención, porque la intención es clara: penetrar en la cabeza de ese anciano que mezcla el pasado y el presente de manera simultánea.
    El argumento y la trama son extremadamente simples. Un anciano enfrentado a sus recuerdos al visitar su antigua casa; pero la forma como lo cuentas, el nivel de detalles, el hecho de mostrar un ambiente japonés (tal vez eso acreciente el misterio), le dan al relato un aire místico. Esos nombres japoneses suenan muy bien, crean ambiente. Muy bueno como introducción, o primer capítulo de una novela.
    Lo que acabo de decir es lo que se me ocurre del contenido y no me alargo más.
    Veamos ahora la forma.
    “Mientras avanzaba por la saqueada estancia el crujir del suelo…” Después de estancia hace falta una coma.
    “La pared estaba decorada con múltiples colores en una caligrafía…” Aquí no logro entender si la pared tenía varios colores y la caligrafía aparecía sobre ellos, o era la caligrafía la que tenía distintos colores.
    “abrió el grifo de la pica y tras un breve petardeo…” Yo creo que en vez de petardeo sería mejor usar la palabra correcta que define esa acción: gorgoteo.
    “…y abrió únicamente su habitación.” Creo que sería mejor indicar que abrió la puerta de su habitación.
    “Tenía el sol del ocaso en su piel cuando miraba el viejo cerezo desojado que…”
    Después de piel debería ir una coma y a la palabra “desojado”, le falta la h intercalada (deshojado).
    “El, cáncer.” Falta el acento en el pronombre.
    “…hasta que casi mudo, se marchitó a otro barrio sin mirar atrás.” Si “marchitó“, sustituye a marchó, creo que está mal. Si quiere decir que en otro barrio se marchitó, creo que deberías cambiar la “a” por “en”.
    Si eres nuevo en el taller, yo al menos no me había fijado en tu nombre, verás que cada quien tiene su opinión y como es lógico lo que a unos les parece bueno a otros les parece regular o malo.
    Con mis comentarios sólo he tratado de servir de ayuda y sobre todo ser sincero.
    Saludos y nos leemos.
    Si te quieres dar una vuelta por mi texto, estoy en el 165.

    Escrito el 22 junio 2016 a las 14:49
  8. Me sorprende gratamente las críticas que hacéis algunos. A mí me ayuda mucho a mejorar así que espero que te apetezca pasar a leerme en el futuro.

    Gracias por tus comentarios precisos sobre el contenido. No sé si puede ser un inicio de algo porque, tal y como explico en un mensaje anterior, mi idea es que el anciano muere.

    También te agradezco los comentarios sobre la forma aunque voy a dejar como está el pasaje de “… se marchitó a otro barrio… “ ya que, como también digo en el anterior mensaje es un juego al que me apetece jugar.

    Me pasaré por tu texto e intentaré alcanzar tu nivel de análisis.

    Escrito el 22 junio 2016 a las 18:34
  9. 9. drow_jack dice:

    Hola Jordi.
    Primero de todo, gracias por pasarte por mi relato y por el comentario.
    Voy con el tuyo. Leídas unas líneas ya he percibido que iba a ser un relato simple en trama y rico en elementos descriptivos, ya que 750 palabras no dan para mucho. Destaco como aspecto original el hecho de que hayas ambientado la escena en paraje japonés. También me ha parecido singular el estilo de narrar los elementos, ese juego, que dices tú. Tener alma describiendo detalles define a un escritor y es esencial si quieres mantener a un lector pegado a tus palabras.
    La conclusión final es positiva y ya te han remarcado más arriba los detalles a pulir.
    Saludos.

    Escrito el 26 junio 2016 a las 16:50
  10. 10. beba dice:

    Hola, Jordi:
    Hermosa la atmósfera de tu relato. Una prosa poética sosegada y llena de melancólica ternura.Aún sin el despliegue de acción y desenlace inesperado es un cuento de estructura firme con el que uno se siente muy bien.
    No te sugiero nada, porque Wiccan, Charola y Manuel, han sido muy precisos en sus observaciones y creo que con ellas basta. Son detalles nimios en esta hermosa creación que has presentado. Felicitaciones.
    (203)

    Escrito el 30 junio 2016 a las 03:16
  11. 11. Candi Fuentes Arroyo dice:

    Hola, Jordi:
    Me ha gustado tu relato: la historia, el desarrollo y el desenlace. Es un estilo a los que yo escribo, lento y de recuerdos.
    Nada más que añadir a lo que ya te han comentado.

    Un saludo

    Escrito el 30 junio 2016 a las 19:10

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.