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La Búsqueda del Tesoro - por Stephany S.

El anciano encontró la llave en un rincón de la chimenea… escondida tras un ladrillo suelto, era obvio que había estado allí desde hacía mucho tiempo y no recordaba ninguna puerta en la casa que tuviera una cerradura en la que la llave pudiera encajar, era antigua y sencilla, sin grandes adornos.

Su tatarabuelo había construido la casa, por lo que debía pertenecer a alguien de su familia. ¿Pero a quién? Y ¿Qué necesidad había de esconder la llave de esa forma?.

Decidido a descubrir que abría la llave, el anciano probó cada puerta de la casa, cada alacena, cada cajón, en todos y cada uno de los lugares que se le ocurrieron y no pudo encontrar en donde calzaba; al final pensó que tal vez el objeto que abría la llave ya no se encontraba en la casa, después de todo era una construcción antigua, por lo que las puertas, ventanas y gran parte del mobiliario fueron reemplazados casi en su totalidad y sencillamente lo que debía abrir ya no existía.

Agotado, decidió que ya era hora de dejar su pequeña búsqueda del tesoro. Fue a la cocina, preparó la comida y se sentó a comer; pero sobre la repisa de la chimenea vio un antiguo cofre que había pertenecido a su abuelo, él siempre lo llamó su “pequeño tesoro” y recordó como su abuelo siempre le dijo que algún día seria suyo, pensó en lo que le había preguntado a su abuelo hacia tantos años ya.

-¿Si va a ser mío un día abuelo, por qué no puede ser mío hoy?

Su abuelo había sonreído y le había dicho:

-Aun estás muy pequeño para valorar el tesoro mi niño, pero un día serás lo suficientemente grande para entenderme y espero que en ese momento aún me quieras.

Los años pasaron y cuando su abuelo murió él heredó el cofre, pero nunca pudo encontrar la llave y decidió no dañar el cofre que tanto había querido su abuelo.

El anciano tomó el antiguo cofre y observó la ranura para la llave, era pequeña y antigua, así que tomó la llave que había dejado sobre la mesa y la insertó en la cerradura y como había sospechado abrió en sin ningún problema. Estaba tan emocionado como cuando su abuelo le contaba esas historias sobre búsquedas de tesoros.

Tomó una profunda respiración y miró dentro. Había recortes de periódicos que hablaban de robos de joyas antiquísimas, piezas de arte, monedas invaluables, que fueron robados entre 1903 y 1923 y nunca fueron recuperados. Tampoco capturaron al ladrón a quien llamaron “El Fantasma”. El anciano revisó los demás objetos en el cofre y encontró el diario de su abuelo. En sus páginas, su abuelo confesaba ser “El Fantasma”, describía cómo había planeado y ejecutado los robos y al final del diario, explicaba que decidió dejarlo al nacer su hijo ya que ahora tenía un tesoro más importante.

El anciano estaba congelado, no podía creer que su querido abuelo fuera un ladrón, que hubiese podido esconder esa doble vida de toda su familia. Siempre había sido su héroe, pero ahora entendía porque su abuelo esperaba que aún lo quisiera cuando supiera la verdad y tal vez por miedo a eso nunca le dijo dónde estaba la llave; pero tampoco entendía que había hecho el abuelo con todo lo que robó.

Cuando más confundido estaba, vio una carta dirigida a él.

Mi niño,

Si estás leyendo esto ya debes saber mi secreto y debes estar decepcionado de mí, pero quiero que sepas que nada de lo que hice fue por codicia, solo me movió el afán de aventura, pero ahora esos tesoros son tuyos, son mi regalo para ti, ahora será tu búsqueda del tesoro. Junto con esta carta dejo un mapa y las instrucciones necesarias para que encuentres la ubicación de las reliquias, por supuesto dejé un par de acertijos para hacerlo más interesante y cuando lo encuentres… que sé que lo harás, será tu decisión si quieres mantener los tesoros para ti o regresárselos al mundo, pero sea la decisión que tomes, recuerda mi niño… Lo que cuenta es la emoción de la búsqueda y la satisfacción encontrar tu tesoro.

Con amor, El abuelo.

Con lágrimas en los ojos el anciano abrió la hoja del mapa y de ella cayó una nueva llave, más grande esta vez, evidentemente de una puerta.

Solo pudo sonreír y pensar –Es hora de buscar mi tesoro-.

Fin

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5 comentarios

  1. 1. Henar Tejero dice:

    Hola Stephany: El tema está bien, aunque yo haría algunas correcciones en cuánto a la forma. Las frases son muy largas,según mi punto de vista, y eso ralentiza la acción. Yo pondría más puntos.
    Sabes dar un toque de misterio a los hechos y se ve el amor del niño por su abuelo al perdonarlo y seguir la búsqueda del tesoro.
    Una historia original. Mejorando esos errores mencionados me ha gustado. Sigue escribiendo !!!

    Escrito el 18 junio 2016 a las 16:35
  2. Hola Stephany: La idea está muy bien, pero creo que le falta un poco mas de dinamismo. Quizás expresar los pensamientos de forma directa.
    Me gusta por que guías al lector en la búsqueda del desenlace manteniendo la intriga.

    Escrito el 20 junio 2016 a las 16:30
  3. 3. Jesus Lacupett dice:

    Stephany:
    Me gusto mucho tu historia, la encontré original con un final increíble. Nos lleva a valorizar la importancia del amor que un abuelo puede generar en su nieto para que perdone sus faltas anteriores.
    Felicitaciones.
    Un saludo desde Viña del Mar, Chile.

    Escrito el 21 junio 2016 a las 03:30
  4. 4. charola dice:

    Hola Stephany S. Me encantó tu relato. Es verdad que está un poco lento, pero la ternura gana.
    Hay falta de tildes en:
    -Decidido a descubrir qué(é) abría la llave…
    – y recordó como (cómo) su…
    -día seria (sería)suyo
    -hacia (hacía) tantos años ya
    -Aun (Aún)
    -entendía porque (por qué) su abuelo
    En estos párrafos:
    -abrió en sin ningún problema (abrió sin ningún problema)
    -la satisfacción encontrar tu tesoro (la satisfacción de encontrar el tesoro).
    -Con amor, El abuelo. Sería así: Con amor. El abuelo
    –Es hora de buscar mi tesoro-. Este párrafo debería ir entre comillas ya que es un pensamiento: «Es hora de buscar mi tesoro».
    Espero haberte ayudado. Felicitaciones.
    Sigue escribiendo.

    Escrito el 28 junio 2016 a las 23:03
  5. 5. Tatei Jautze dice:

    Hola Stephany S.:
    Escribes que: “el anciano probó cada puerta de la casa, cada alacena, cada cajón, en todos y cada uno de los lugares que se le ocurrieron y no pudo encontrar en donde calzaba” y luego dices que: “pero sobre la repisa de la chimenea vio un antiguo cofre que había pertenecido a su abuelo, él siempre lo llamó su “pequeño tesoro”” ¡Resulta que la llave y el baul estaban juntos en la chimenea!, ¿no hubiera sido mejor encontrar el baúl en otro sitio?

    Escrito el 4 agosto 2016 a las 14:48

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