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Marotea en el árbol de los brujos - por R.R.Gómez

El autor/a de este texto es menor de edad

El anciano encontró la llave en sus miedos. La llave que su esposa se había llevado al desaparecer con su hijo.

Tocaba la corteza del árbol embrujado. Está se encontraba en el patio de la casa abandonada que tanto había pasado caminando desde que a finales de septiembre de un 1973 lejano, su esposa se había alejado con su hijo y no habían vuelto aparecerse en el pueblo de Los Ojos.

Recordó la estrofa que lo llevo hasta allí…

“Marotea en el árbol de los brujos
Recompensas tendrás si comes de sus frutos
Tendrás lo que quieres ver
Escucharas lo que desees
Pero ten cuidado
Porque lo que imploran para sus mundos
Son tus miedos olvidados…”

Empezó a trepar, aferrándose de la corteza y subiéndola como si se tratara de una escalera. Sus sesenta años no se notaban, pero el fuerte dolor en la cabeza le recordaba el tumor maligno que le mataría. Por ello estaba trepando hacia lo alto para que aquel fruto morado fuese ingerido y le ayudaría a recordar su pasado. Un pasado que le había jodido.

No pasaba nada. Decían las personas del pueblo que solo con tocar la corteza del árbol sucederían cosas aterradoras para que te alejaras…

—no tuviste que subir…

El anciano miro hacia lo alto y vio a un hombre esquelético, con el cráneo blanquecino, sin una hebra de cabello. De la piel sobresalían las venas.

—¿Quién eres?
—El responsable de tus pesadillas.

El anciano trepo con más velocidad.

—Sigue esforzándote. Morirás de todas formas.
—Morí en el 1973…

El hombre extraño soltó una carcajada.

—No sabes cuánto me gusta…

“sigue… no lo mires”

—… los miedos de un hombre sin vida rondando por la Tierra.

Y fue como si el hombre extraño llamara sus miedos uno por uno. El anciano llegaba a uno de las ramas que tenían la fruta deseada y cuando estuvo preparado la cogió y tiró…

La rama se vino abajo a una tierra prendida en llamas y tuvo que aferrarse a la corteza para no caer y morir quemado. La fruta cayó con la rama.

—Lo que quieres está aquí —dijo una voz femenina.

Otra vez miró hacia arriba pero el hombre extraño le miraba, esta vez agarrando la única fruta que había en el árbol.

—Esto es tuyo —la voz femenina venia del hombre extraño—. Ni tu mujer te dará esto…

Ahora se recordaba. La voz era de una amante antes de que su mujer se fuera de su casa.

Los escalofríos le torturaban pero se obligó a trepar… a subir…

El extraño hombre empezó a decir:

—Papi, por favor, no me pegues… no.

Ahora era la voz de su hijo, posiblemente muerto.

“Sube… no escuches…”

—¡Maldito abusador! No le pegues al niño… ¡NO! ¡NOS MATARAS!

Se detuvo.

La voz de su mujer salía de la boca del extraño.

El anciano subió la mirada.

El extraño hombre le chupaba la oreja a un joven con una rajada en la cara y este le besaba el cuello a otro de piel morena y jadeando el otro le lamia la espalda y le metía las manos en la camisa a un hombre con una cara que no mostraba ninguna emoción, ni pasión y esos ojos le miraban…

Esos ojos tan iguales… esos ojos que ya nunca le mirarían…

—Nos abandonaste y ahora mira como estamos… tan unidos…

—¡Jodanse! —gritó el anciano.

Y subió sin quitar la vista de ellos. Ya llegaba cuando ellos se convirtieron en arañas y gusanos que le cayeron en el cuerpo. Gritando, escupió los parásitos que se le habían entrado en la boca.

—¡Y me azotas ahí…!

Las mujeres que le pedian tantas cosas… tenía que subir… esto tenía que parar…

—¡Ya me estoy acercando y te juró que te mataré cuando llegue! —rugió el anciano, llorando.

Ya sentía el olor… agrio y fuerte…

—¡ASUME TUS CONSECUENCIAS! —le grito el extraño hombre.

Y ya llegando al fruto, lo cogió, recibiendo la patada que el extraño hombre le había dado y este cayó al mar llameante…

El anciano se dio con algo. Inconsciencia. Oscuridad.

Miraba su vida como si se tratara de fotos, pero cuando llego al momento en que su esposa cogía las maletas, con un vestido amarillo que resaltaba el amanecer de su belleza y aunque fuera en un susurró, por fin lo entendió. Y aquello le dolió tanto cuando su inconciencia había desaparecido y veía el árbol, que se erguía debajo de un cielo de tormenta:

—Ya yo no te pertenezco, John…

Y lloró… lloró tanto…

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3 comentarios

  1. 1. R.R.Gómez dice:

    !Hola a todos los que lean mi relato!

    Espero que sean bastante sinceros y criticos, porque es una historia que en este verano trabajaré mucho más y haré que brille.

    Este relato tuve que escribirlo de nuevo después de dejarlo descansar, con el tiempo encima, ya que donde vivo (República Dominicana) y España hay seis horas de diferencia horaria. Y los exámenes y trabajos finales me quitaban casi todo el tiempo…

    Así que espero que lo entiendan y ante todo lo disfruten (aunque necesita mucho trabajo, lo sé…)

    !Feliz lectura! Déjeme sus relatos para leerlos y comentar

    Escrito el 17 junio 2016 a las 19:02
  2. 2. Rafelo dice:

    Hola Gómez. Ante todo decirte que me gusta mucho la historia. El tema que tocas tiene muchísima tela de donde cortar. Si lo que quieres es hacerlo brillar puedo señalarte algunos errores que en mi modesta opinión cometes. Es el caso de no utilizar comillas para resaltar nada, comillas u otro signo mediante el cual resaltes el calvario creado en una mente perturbada. He de confesar que, tuve que leerlo tres veces para comprenderlo en su totalidad, así que si puedes utiliza un lenguaje mas sencillo, de poder ser sin símiles sexistas. Ten en cuenta que tu historia va dirigida a un público variado. En fin que si lo pules estoy seguro será una gran historia. Sin ánimos de ser repetitivo el tema es muy original. A seguir trabajando.

    Escrito el 18 junio 2016 a las 21:12
  3. 3. Laura dice:

    Hola R.R.
    Qué relato fuerte, lo leí con el aliento en suspenso.
    Inicia tranquilo y entra en una vorágine de violencia que desgrana la historia del anciano, perfectamente posible en cualquier parte del mundo.
    Sigue escribiendo

    Escrito el 19 junio 2016 a las 12:43

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