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Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

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FUEGO LENTO - por Elvis Christie

Marina tamborileaba sobre el volante marcando alegremente el ritmo de una canción de los setenta. Sin embargo, tan sólo un par de meses atrás algo tan nimio como este atasco habría bastado para que rompiese a llorar. Tal y como le había prometido Jorge, la pena había terminado por desaparecer. Ahora Marina podía recordar la tragedia sin que la angustia le atenazase la garganta y le oprimiese el corazón.

El incendio lo había arrasado todo: su casa, sus cosas, sus padres casi ancianos… Estaba trabajando y cuando regresó a casa se encontró un infierno. Un policía la había abrazado para tranquilizarla; los vecinos le daban explicaciones que no entendía. «¿Qué ha pasado? ¡Díganme algo! ¡¿Dónde están mis padres?!». Alguien le había dado una pastilla que la sumió en un estado de semi inconsciencia del que se recuperó en el hospital. Cuando abrió los ojos vio a Jorge, su novio. Él le explicó todo: la explosión en la caldera, la muerte instantánea de sus padres.

Se trasladó a vivir con Jorge y comenzó el largo proceso de reconstruir su vida y superar el dolor. Al principio la dejaba sola y sólo se preocupaba de que durmiese. Poco a poco fue incitándola a salir a la calle, a pasear, a hablar, a respirar. A los tres meses se reincorporó al trabajo, que realizaba como una autómata. Sólo deseaba volver a casa y dormir. Cuando llegaba, Jorge tenía la comida preparada y la mesa puesta como si fuera un día especial. Cada día un plato distinto que ella apenas degustaba pese a todos los detalles: flores, velas, sonrisas, palabras de amor y de ánimo. «Date tiempo, lo superarás», solía decirle.

Jorge tenía razón. El tiempo había hecho su trabajo y el dolor ya casi apagado apenas se percibía en el fondo del pecho. Comenzaba a sentirse viva de nuevo y, sobre todo, afortunada de tener a Jorge. Día tras día había estado a su lado sin empujarla, sin asfixiarla. Con delicadeza e infinita paciencia.

Estaba deseando llegar a casa y darle a Jorge el regalo. Era una tontería, un simple libro de recetas encuadernado en tapa blanda que había visto en el escaparate de una librería. «Recetas románticas para dos» era su título y nada más verlo había sentido el impulso de regalárselo. Lo cierto es que bajo ese impulso subyacía una razón que no podía confesarle a su novio: las recetas que éste cocinaba le recordaban demasiado a su familia y su casa. Regalarle el libro y animarle a elaborar sus recetas sería una forma discreta de superar ese pequeño escollo.

Marina abrió la puerta y de inmediato un inconfundible olor la asaltó, acompañado de un remoto recuerdo. Era gallina en pepitoria. Ese aroma la transportaba a su niñez… y a su pérdida. «Venga, Marina, disfruta de lo que tienes», se dijo.

La comida resultó exquisita. Jorge tenía una mano especial en los fogones. Tras el postre –unos deliciosos profiteroles– Marina sacó su regalo.

—Para ti —se limitó a decir mirando a Jorge con una sonrisa pícara.

Jorge desenvolvió el paquete interrogando a Marina con la mirada y abrió los ojos con sorpresa cuando vio el libro. Movió la boca para decir algo, pero sólo acertó a reír con carcajadas enormes.

—¿Qué pasa? —le preguntó Marina desconcertada.

—Espera —respondió Jorge levantándose de la mesa. Al cabo volvió con otro paquete en la mano.

—Y para ti —le dijo, ya más serio—. Esperaba el momento oportuno y creo que ha llegado.

Marina comenzó a abrirlo con emoción y se encontró con otro libro. Éste tenía una encuadernación artesanal en piel, sin título. Lo abrió y pasó sus páginas; al principio rápidamente, luego con más parsimonia, deteniéndose en las páginas manuscritas. Las lágrimas acudieron a sus ojos.

—Pero ¿cómo…? —le preguntó emocionada.

—Estuve varios días yendo a tu casa a rebuscar entre los escombros. Un día encontré una carpeta chamuscada, pero era de algún material resistente y el contenido se había salvado del fuego —le explicó Jorge—. Me di cuenta de que eran las recetas de tu abuela que había conservado tu madre y decidí guardártelas. Las encuaderné y son las que te he estado haciendo todos estos meses.

Marina sonrió con toda su cara en una elocuente expresión de dicha y musitó un «gracias» lleno de sinceridad.

—Ve a la última página, anda —le indicó Jorge con un guiño.

Marina abrió intrigada la contraportada y allí encontró una sortija adherida con cinta y un sencillo «¿Quieres casarte conmigo?» escrito debajo.

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10 comentarios

  1. 1. Claudia dice:

    ¡Hola! Me ha gustado mucho, además de mantener la intriga durante todo el texto, ha resultado un comienzo triste con un final feliz.
    Los primeros párrafos me parecen muy acertados al cambiar el tiempo de relato, con unas descripciones de la situación precisas y suficientes.
    Enhorabuena!
    Saludos!

    Escrito el 17 octubre 2016 a las 16:02
  2. 2. Elvis Christie dice:

    Muchas gracias por tus palabras, Claudia. Más aún por la mención expresa de los tiempos del relato, algo que me trajo de cabeza durante la revisión. La frase «los vecinos le daban explicaciones que no entendía» me ha tenido en vilo pensando si el tiempo verbal era adecuado a los tiempos pretéritos cerrados del resto del relato.

    Luego me pasaré por el tuyo.

    Un saludo

    Escrito el 17 octubre 2016 a las 17:28
  3. 3. David Rubio dice:

    Un relato romántico de verdad. Bien escrito y estructurado lo que provoca una lectura agradable. El tono está bien conseguido, no cae en la ñoñería. El inicio, perfecto. Muestras al personaje haciendo algo, aunque sea tamborilear el volante. Eso genera imágenes al lector, le da un ancla a partir de la cual entender las divagaciones y recuerdos que vienen a continuación. Muy bien.

    Respecto al tiempo verbal que mencionas, creo que me decantaría por “los vecinos le dieron explicaciones que no entendía”. Aunque esta frase podría eliminarse. El relato no va de intriga por conocer la causa de la explosión, no hace falta detenerse en ello.

    Otra cosilla. En ese mismo párrafo utilizas dos veces el verbo dar. Este es un verbo comodín que podría eliminarse “no entendió la explicación de los vecinos” y más adelante ese “alguien le había dado” Por un simple “tomé una pastilla y…”.

    No hay faltas, las puntuaciones son correctas ¡Bravo por las comillas angulares!

    Saludos y enhorabuena por el relato

    Escrito el 19 octubre 2016 a las 00:20
  4. 4. Elvis Christie dice:

    Agradecido por tu comentario, David.

    Tengo que darte la razón en tus anotaciones, que hago mías para las correcciones del relato final. No sé si os pasará a vosotros con vuestros relatos, pero los míos para este taller siempre acabo retocándolos en una versión definitiva algo más extensa. 750 palabras siempre me saben a poco y tengo que elegir entre ambientación y contexto; entre dibujo y color. Y casi siempre gana el contexto, los antecedentes, el dibujo. Luego lo corrijo, lo mejoro y le añado algo de ambientación en otras 250 palabras, más o menos. Pero es que si dispusiéramos de 1000 palabras me pasaría lo mismo y necesitaría otras 300 después.

    Un saludo

    Escrito el 19 octubre 2016 a las 17:51
  5. 5. iosu dice:

    Hola Elvis:

    No me he dado cuenta que no habías señalado el reto complementario, por eso, esperaba de un momento a otro la tragedia, algo así como que el novio era un sicópata y se había cargado él a los padres para que se mudara a su casa.

    Bueno la historia está muy bien. Me ha gustado como la has planteado y desarrollado. Para mi gusto un final poco cursi por lo de la sortija. Tal vez lo digo por el final sangriento que esperaba.

    Un único apunte más que todo por incordiar. La frase “El incendio lo había arrasado todo: su casa, sus cosas, sus padres casi ancianos…” Leída solo la frase, al final, los padres parecen un trasto más que perecieron en el incendio. Aunque luego ella pregunta por su suerte. Tampoco veo lo de sus padres “casi ancianos” quizás quisiste añadir un poco más de dramatismo. Casi ancianos, jóvenes aún, con una vida por delante, con sus ilusiones incumplidas, impedidos para reaccionar a tiempo. Bueno, no me hagas caso. Son elucubraciones mías.

    Reitero que has hecho un estupendo relato, muy cuidado y al que, de verdad, no se le puede poner peros. Enhorabuena.

    Un saludo.

    Escrito el 21 octubre 2016 a las 00:57
  6. 6. Elvis Christie dice:

    Gracias por los apuntes, Iosu.

    En efecto, si esperabas alguna venganza al final, éste te ha debido saber a mermelada azucarada, aunque precisamente mi intención era plantear un relato romántico huyendo de las cursilerías. El toque de la sortija pretendía tan sólo cerrar el relato aunque dejando abierta la posibilidad de un rechazo. Parece difícil, con lo emocionada y feliz que está ella con su novio, pero ¿quién sabe? Incluso puede que el novio sea el autor del incendio, tal y como te esperabas.

    En cuanto a la definición de los padres como casi ancianos, obedece a la intención de perfilar, sin necesidad de expresarla, la edad y madurez de la protagonista al objeto de que no resulte forzado el hecho de irse a vivir con el novio. Por otro lado, también contribuye a dar credibilidad a la escena (ese “impedidos para reaccionar a tiempo” que mencionas).

    Un afectuosos saludo.

    Escrito el 23 octubre 2016 a las 08:41
  7. 7. Jose Luis dice:

    Hola Elvis
    Gracias por tus comentarios sobre mi relato erótico-festivo-gráfico-costumbrista.
    El tuyo es un relato estupendo de principio a fin. La construcción de los personajes, la ambientación de los lugares, la psicología de los personajes, reales como la vida misma y, lo mejor de todo, no ha habido venganza. Y sí un final feliz. No estoy de acuerdo en que sea un final abierto, no se han dado las pinceladas previas para pensar en eso. Por otra parte, yo creo que no cabe la venganza en un relato como el tuyo, sensible y meditado, positivo por hablar de la superación de un hecho traumático en la vida de una persona.
    No pongo ninguna pega a tu cuento, salvo quizá que yo pondría algunas comas en algunas frases, como por ejemplo:

    «Recetas románticas para dos» era su título y nada más verlo había sentido el impulso de regalárselo. —————– «Recetas románticas para dos» era su título, y nada más verlo había sentido el impulso de regalárselo.
    —Para ti —se limitó a decir mirando a Jorge con una sonrisa pícara. ————- —Para ti —se limitó a decir, mirando a Jorge con una sonrisa pícara.
    —¿Qué pasa? —le preguntó Marina desconcertada. ———– —¿Qué pasa? —le preguntó Marina, desconcertada.
    —Espera —respondió Jorge levantándose de la mesa. Al cabo volvió con otro paquete en la mano. ————– —Espera —respondió Jorge, levantándose de la mesa. Al cabo, volvió con otro paquete en la mano.
    —Pero ¿cómo…? —le preguntó emocionada. ———— —Pero ¿cómo…? —le preguntó, emocionada.
    —Ve a la última página, anda —le indicó Jorge con un guiño. ——————- —Ve a la última página, anda —le indicó Jorge, con un guiño.

    Por lo demás, un muy buen trabajo, bien escrito ortográfica y gramaticalmente, que es muy estimulante porque los errores me distraen, detienen mi lectura del texto y me impiden disfrutar de él.
    Un saludo

    Escrito el 25 octubre 2016 a las 19:03
  8. 8. Elvis Christie dice:

    Buenas, José Luis.

    Gracias por tus agradables comentarios, positivos y de mucha ayuda. Tanto por el empuje que suponen para continuar con la afición de la escritura como para revisar con otros ojos la puntuación de las comas.

    Con algunas de las que me propones estoy de acuerdo (por ejemplo, la primera); con otras creo que hay cierta ambivalencia (la mayoría); y respecto de alguna otra no comparto tu opinión, como por ejemplo las que pones en las acotaciones de las frases explicativas del diálogo.

    Es cierto que –salvo las obligadas– las comas tienen algo de personal y subjetivo, obedeciendo al ritmo que quiera imprimir el autor, ya que pueden ofrecer pausas en la lectura o, por el contrario, hacer avanzar el relato con mayor velocidad. Probablemente en este relato sea más conveniente una lectura pausada y tus comas tengan sentido, pero no termino de verla en, por ejemplo:

    «Le preguntó emocionada» frente a «le preguntó, emocionada», o también en «le indicó Jorge con un guiño» frente a «le indicó Jorge, con un guiño». Creo que, aunque la coma contribuya a pausar el relato, en estos casos lo que hace es dividir una oración constituida por una frase única y produce el efecto contrario: interrumpe y hace torpezar la lectura.

    En todo caso, me pongo un post-it mental para prestar atención a posibles comas donde no suelo ponerlas.

    Un afectuoso saludo.

    Escrito el 25 octubre 2016 a las 20:21
  9. 9. K. Marce dice:

    Saludos Elvis:

    Gracias por leer y comentar mi texto.

    Déjame decirte, que aunque soy mujer, soy la menos romántica del mundo. Así que honestamente, tu historia no la he sentido empalagosa, ni cursi. Algo que no me gusta para nada de las novelas o películas románticas.

    Con lo del contenido, concuerdo con que iosu, sobre “sus padres”, colocados de esa manera después de sus pertenencias, me dió una punzada. Se mejoraría cerrando un punto y abriendo una frase nueve. “Perdió también a sus padres…” y yo que perdí a la mía, es algo que nunca te repones, sólo lo sobrellevas; así que perderlos de una forma tan violenta y trágica me es innimaginable.

    Ya te han mencionado las comas, y debo ser obejtiva porque yo suelo hacer un uso abusivo de ellas, en algunas ocasiones. Me estoy controlando; pero fue el primer comentario que recibí al respecto de estas y he comprendido que aunque, como autores y tenemos un estilo, existen reglas.
    Y veo que haces frase cortas, pero omites las comas por completo en frases largas. El consejo que puedo darte es conseguirte un lector electrónico. Yo uso el Balabolka, con la voz de Isabel (que no es robótica) o la de Leonor, que aunque me gusta menos, esa voz marca las preguntas y las exclamaciones, algo que Isabel no puede hacer. Divago, con este programa, podrás escuchar cómo se lee en realidad tu texto, porque te marca las pausas exactamente como las hemos hecho. No te hará trampa, como cuando lo leemos a voz alta nosotros mismos. A veces una frase necesita dar un respiro.

    Tengo algo más que comentarte, pero tengo la duda porque no sé si vale o no. Lo plantearé por si alguno de los compañeros la confirma o la refuta.
    A mi entender, todos los verbos discendi van en minúscula, no así los no discenci. Por lo que no sé si cabe escribir correcto: (Tu propio ejemplo)
    —¿Qué pasa? —le preguntó Marina desconcertada.
    Aunque me parece correcto que se escriba el discendi en minúscula, (no arranca la acotación), ese “le” no estoy segura si debe o no ir con minúscula. Ya que siempre trato de obviar ese tipo de nota. En mi caso, escribiría:
    —¿Qué pasa? —dijo Marina desconcertada.
    Quitando ese “le preguntó”, uno: porque se entiende que es una pregunta, y creo que es reabundar. Y dos: porque no usaría “le dijo”, ya que sólo hay dos interlocutores, se entiende que se habla uno al otro.
    Pero, como yo no uso “le dijo, le respondió, le contestó”, me quedo con la duda si irá en minúscula, o pasa a “Le dijo, Le respondió, Le contestó”.
    He buscado algunos ejemplos en el Internet, pero no he logrado encontrar alguno que inicie con un: le dijo.
    Créeme estuve navegando cerca de dos horas, buscando ejemplos y no logré encontrar uno solo de esa manera (le dijo).
    Con los verbos no discendi, se usarán en mayúscula, cerrando el diálogo con punto, iniciando posterior la acotación narrativa. Así:

    —Ve a la última página, anda. —Le indicó Jorge con un guiño.

    O la manera simple sin ese “le”, e iniciando con un :
    …anda. —Indicó Jorge con un guiño.

    Me alegra encontrar este caso, ya que me tendré que poner a estudiar si antes del verbo discendi si hay un artículo va o no en minúscula; pero en realidad creo que es mejor obviarlo para no caer tanto en el leismo o laismo. Mi instinto me dice que hay errata, así que otra persona con más amplio conocimiento que yo, apreciaré nos saque de dudas.

    Muy agradable lectura, una historia entretenida y bien manejada, con su buena dosis de sentimientos sin empalagar. También es el primer relato que leo que entre en este género entre mis lecturas del mes.
    ¡Nos leemos!

    Escrito el 29 octubre 2016 a las 06:12
  10. 10. Elvis Christie dice:

    Hola, K. Marce:

    Agradezco tu visita y comentarios. Estoy de acuerdo con vosotros en que incluir a los padres dentro de las pérdidas de la protagonista, como un elemento más de la enumeración, los cosifica. Reconozco que me equivoqué en ello, ya que lo hice a propósito, pensando en el impacto y la sorpresa.

    En cuanto a los verbos discendi, me has hecho dudar, pero creo que cuando el verbo va precedido de pronombre la regla no cambia y debe escribirse en minúscula. Imagina un relato en primera persona:

    —Buenas tardes —me dijo con una sonrisa.
    —Buenas tardes. —Me dijo con una sonrisa.

    Creo que la segunda frase es incorrecta.

    Por cierto, no sé dónde has encontrado el ejemplo que citas, pero –a mi juicio– el verbo «indicar» en este caso cumple una función discendi, equivalente a dar indicaciones verbales, por lo que creo que debería ir en minúscula.

    En cuanto a las comas… Es una eterna discusión. Procuro no abusar de ellas porque es algo que me llama ucho la atención (y me entorpece mucho la lectura) cuando lo veo en otros. Si el texto está plagado de comas, la lectura es un constante tropezar. Claro que poner de menos hace que las frases se agolpen y se pierda el sentido cuando hay subordinadas. Suelo ser muy mirado con la puntuación, pero en adelante lo repasaré con lupa.

    Gracias de nuevo y un abrazo.

    Escrito el 31 octubre 2016 a las 20:24

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