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Cerdo Asado - por T. Arévalo

Siempre te ha gustado cocinar, te has pasado años ojeando esas viejas revistas de cocina de tu madre, con sus hojas grasientas de tanto manosearlas. Decías que en aquellas revistas estaba la respuesta a todo: unas patatas asadas con una gran porción de grasa levantaban el ánimo a cualquiera y un buen cocido con su gran trozo de tocino podía calentar el cuerpo más aterido de frío.
Nunca te importó que estuviera delicado del estómago, que cada vez que me tragaba uno de tus grasientos guisos me tirara después dos horas sentado en el retrete, con suficiente mierda en las tripas como para atascar al menos veinte veces aquel apestoso trono maloliente.
Y de pronto, un buen día, sin saber de dónde, llegó el libro. Un libro de cocina saludable. Hojeé muchas veces aquellas maravillosas páginas llenas de sabiduría y descanso para mi estómago. Aquellas recetas podrían ser mi salvación. Para entonces yo estaba muy delgado, apenas una sombra del hombre que antaño fui; y tú estabas gorda, como uno de esos enormes cerdos que tanto te gustaba asar.
Recuerdo cuando te mostré ilusionado el libro, aún te quería, y pensé que aquello sería el reinicio de lo nuestro; pobre iluso. Dijiste que aquellas recetas simplonas no eran dignas de tu cocina. Te rogué que le dieras una oportunidad al libro, que hicieras alguno de aquellos asados de pavo, con aceite de oliva, vino blanco y alcaparras, libre de grasas. Después de mucho insistir accediste a ello a regañadientes.
Aún recuerdo la ilusión con la que fui a comprar aquella exquisita carne, suave, ligera; que tanto bien podría hacer a mi maltratado estómago. Recuerdo como olía el asado cuando colocaste la bandeja sobre la mesa. Aquel gran trozo dorado de pechuga de pavo, sobre una cama de patatas, y multitud de alcaparras cubriéndolo todo. Se me hizo la boca agua, y disfruté una barbaridad trinchando el asado, recreándome al cortar la blanca carne. Recuerdo como casi lloré al echarme el primer tenedor a la boca, estaba buenísimo, la suave textura de la carne jugosa gracias al generoso riego de vino blanco, el ligero sabor deliciosamente perfumado por las alcaparras, y aquellas patatas que se deshacían en la boca como la mantequilla de la que tanto te gustaba abusar. Sí, estaba buenísimo, lo malo llegó cuando mi estómago dio un salto mortal, y mis tripas se quejaron con rabia. Acudí raudo al fregadero cercano. Mis ojos, desorbitados por el terrible esfuerzo de vomitar, se fijaron por casualidad en aquel asqueroso tarro junto al horno, lleno de grasa animal, blanca, pringosa y demoledora… Recuerdo tus escusas en aquel tonito inocente que tanto habías perfeccionado con los años «es que la carne iba a salir muy seca, es que las patatas no estarían igual, total, solo ha sido un poquito de manteca…»
Tuve que pasar la noche en el hospital gracias a tu «poquito de manteca». No importa, ya no volverá a pasar. Ahora te estoy esperando sentado a nuestra mesa, con los brazos apoyados en el alegre mantel a cuadros rojos y azules, testigo de tantas tragedias culinarias pasadas, y que tanto odio.
Entras en la cocina con una bandeja entera de carne de cerdo, bien cubierta por una gran cantidad de manteca.
—Hola amor, ya está el asado que tanto te gusta.
—No me gusta, nunca me ha gustado —contesto aún a sabiendas de que no va a servir de nada.
— ¿A que huele cariño? —me preguntas arrugando tu hocico de cerdita y sin hacerme caso—, huele a quemado y estoy segura de que el asado no es.
—Eso que hueles son tus queridas revistas ardiendo en el jardín —suelto de sopetón—. Y esto es un cuchillo de trinchar ¿Sabes qué?, ha llegado la hora de trinchar a la cerda.
Disfruto todas y cada una de las cuchilladas, veo como tu cuerpo se abre bajo el filo mortal del cuchillo, me recuerda al trinchado de esos trozos de cerdo grasientos que me has hecho comer toda la vida.
Ha pasado un día y ya me encuentro mejor. He limpiado la casa y te he enterrado junto con las cenizas de tus revistas en el jardín, sé que lo querrías así.
Nadie te va a echar de menos, y menos mi estómago. Ahora voy a cocinar, he visto unas deliciosas recetas de ensaladas, ligeras y sanas que le vendrán de maravilla a mi pobre estómago. Este libro de cocina y yo nos vamos a llevar muy bien.

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8 comentarios

  1. 1. Yoli dice:

    Hola, T. Arévalo:

    Está muy bien tú relato, muy bien escrito. No he visto faltas de ortografía. Has plasmado muy bien la ira del personaje, su impotencia de no ser escuchado por su mujer.

    Saludos.

    Escrito el 17 octubre 2016 a las 13:11
  2. 2. José Torma dice:

    Hola T. Arévalo.
    Tu relato me ha gustado mucho, plasmaste muy bien la indiferencia de la mujer y la obsesión del caballero con la comida grasosa. Si bien me parece un poco extremo que la mate, puedo entender que le da una dimensión diferente al relato que si solo la hubiera abandonado en una casa donde no hubiera manteca y ella por gorda, no pudiera salir a procurarse más jaja, ya hice un relato satélite al tuyo jaja.
    Solo tengo un comentario formal y aún tengo mis dudas, pero creo que “ojear” debería haber sido “hojear” para el efecto que estabas contando.
    Fuera de ahí, no me detuvo ninguna falla (que no implica que no haya), lo leí de corridito y se disfruta mucho.
    Buen relato, bien contado, felicidades.
    José

    p.d. no sigo los comentarios, si tienes algún comentario que te gustaría platicar, te agradeceré lo hagas a mi correo.

    Escrito el 18 octubre 2016 a las 18:55
  3. 3. Marta Peiro dice:

    Hola, muchas gracias por tu comentario a mi relato, me ha sido de gran ayuda, así que intentaré reescribir el relato teniéndolo en cuenta 🙂
    En cuanto a tu relato, me ha gustado mucho. Haces unas descripciones muy ricas que ayudan a tener una buena imagen de lo que está pasando. Sin embargo, a lo mejor son un poco demasiado extensas para el límite de palabras del relato, pues me ha dado la sensación de que el inicio se alargaba mucho y, en cambio, el nudo y el desenlace pasan muy rápido.
    Por otra parte, me ha parecido acertado que el narrador fuera en primera persona, puesto que de esta forma queda muy bien ilustrado el rencor que tiene el personaje por su mujer.
    También me ha parecido exagerado que el personaje la mate por este motivo, pero aún así, muy interesante de leer.

    Escrito el 19 octubre 2016 a las 08:43
  4. 4. Julio Abengózar Oviedo dice:

    Hola T. Arévalo
    En primer lugar, agradecerte tus comentarios a mi relato. Gracias.
    He leído tu relato y me han sorprendido dos cosas de él. En primer lugar, como logras transmitir el deseo por la buena comida. Hubo momentos en que se mi hizo la boca agua.
    En segundo lugar, el hartazgo del marido se va haciendo cada vez mas insoportable, hasta el punto que lo entiendes y hasta lo justificas.
    Un buen relato. Enhorabuena.

    Un saludo

    Escrito el 19 octubre 2016 a las 18:01
  5. 5. Ella dice:

    Hola,

    Muy bien escrito. Me llevó incluso a salivar el delicioso pavo, tan ansiado, ligero y sabroso.

    Creo que tu relato refleja bien lo difícil de la relación de pareja. Aspectos de lo cotidiano que llegan a ser tan importantes, y que repetidos día tras día generan emociones y sentimientos tan intensos.

    Algunos al menos hemos sentido deseos de hacer algo para desquitarnos de tanta necedad.

    Escrito el 20 octubre 2016 a las 17:07
  6. Hola T. Arévalo, siento haber tardado tanto en corregir tu relato.
    Me he partido un hueso de la muñeca y ando un poco fastidiada.
    Un relato un tanto macabro, aunque esperado, ante la desesperación del pobre marido empachado de manteca, pero no hay que ser tan extremista.
    Me gusta tu narrativa, se lee rápido y proyectas ritmo en las escenas. Cuidaría un poco, como te dice la compañera ese ritmo que se acelera demasiado en la parte central y final, homogeneiza el ritmo.
    Por lo demás, salvo algunas comas (que creo que es la guerra de todos/as) muy bien.
    Enhorabuena
    Nos leemos!!

    Escrito el 30 octubre 2016 a las 09:08
  7. 7. Baltasar dice:

    Hola, T. Arévalo:
    Te lo prometí y aquí estoy. Perdóname que tan tarde, pero el tiempo y yo nos llevamos fatal.
    Tienes un magnífico estilo. Tu relato se lee, pese a lo tétrico ─así nos lo pidieron─ con satisfacción. Te felicito.
    Lástima que…No, no es desquite, ya lo verás. Solo alguna simpleza, tan frecuentes en quien escribe con tanta soltura. Con tanta, que ni relee. O lo hace sin demasiada atención, y esto, en personas que escriben como tú, es imperdonable.
    Fíjate. En los cuatro primeros párrafos, si no he contado mal, repites el demostativo «aquel», en singular y plural; masculino y femenino y sus plurales, hasta en ocho ocasiones.
    Me apostaría lo que fuere a que eres capaz de reducirlos a uno o dos, no ya sin alterar en absoluto lo que dices, sino mejorando su comprensión, que, pese a ello, no es nada mala.
    Veo en los dos primeros párrafos los verbos «ojeando» y «hojeé», lo que demuestra que sabes distinguir estos homónimos. Sin embargo, por aquello de «sus hojas grasientas», me parece que ambos deberían ser con hache.
    Y una «escusa», que considero es con «x»: 2. acepción del DRAE.
    Y un qué interrogativo y un sé, verbo, que no llevan acento. Esas prisas…
    Termino: Aunque por lo general, con alguna confusión, creo, en cuanto al uso de los tiempos verbales, el narrador, en primera persona, ha venido haciéndolo en tiempo pasado.
    «Tuve que pasar la noche en el hospital gracias a tu “poquito de manteca”».
    A partir de aquí comienza la narración en presente. Este cambio de giro en el reato, «ahora “te estoy” esperando, etc.», creo merecería un punto y aparte.
    Ojalá haya estado acertado y te sirva solo para que prestes algo más de atención a tus escritos. Creo que vale la pena, puesto que lo haces muy bien.
    Te seguiré leyendo.
    Un cordial saludo.

    Escrito el 30 octubre 2016 a las 20:26
  8. 8. Andrés Scribani dice:

    Hola, T. Arévalo.
    Debo felicitarte por tus habilidades para describir, estoy seguro de que a todos se nos hizo agua la boca y que todos pudimos visualizar lo que querías que visualizáramos. Tienes un relato muy bien realizado.
    Espero poderte leer de nuevo en el próximo taller. Saludos.

    *Mi relato es el número 1 -> “La mercantilización de la venganza”: https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-37/6374

    Escrito el 30 octubre 2016 a las 20:38

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