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Recetas para la vida - por Julio Abengózar Oviedo

Web: http://vintodelevante.blogspot.com

RECETAS PARA LA VIDA

No era tanto su pasión por cocinar, sino por el orden de las cosas lo que hacía que todos los actos de su vida estuviesen programados como si de recetas se tratase. Para todo ello tenía su propio cuaderno de recetas; perfectamente clasificadas por temas del mismo modo que lo hacen los libros de cocina (sopas, verduras, hortalizas, carnes, pescados, postres,…), aunque en su caso los títulos eran bien diferentes (amistad, amor, trabajo, familia, aficiones, enfermedades y muerte).
Para cada uno de estos epígrafes de la vida componía su propia receta de forma minuciosa, apuntando sus ingredientes, la forma de combinarlos e incluso el tiempo de elaboración, con el convencimiento de que, solo si seguía esta pauta, las cosas le saldrían bien.
En el capítulo de amistad, se podía leer:
Ingredientes para dos personas: empatía, cariño, generosidad y lealtad.
Elaboración: Mezclar la empatía con el cariño hasta formar una masa homogénea, añadir una gran cantidad de generosidad y servirlo acompañado de abundante lealtad.
Recomendaciones de consumo: Al menos una vez al día.
Su receta para el amor incluía como ingredientes, ilusión, admiración, generosidad, fidelidad y lealtad, puestos a partes iguales por cada uno de los comensales. En cuanto a su elaboración, indicaba que debían mezclarse, dejándolos macerar durante el tiempo preciso para que cada ingrediente se ligase al otro. A la hora de servirlo, debía aderezarse con grandes dosis de cariño, alegría y ternura. Se recomendaba como plato principal de cada día.
No menos importante era su receta para el trabajo, la cual debía elaborarse a base de ilusión, afán de superación, esfuerzo, compañerismo y lealtad. A esta receta le había añadido una pequeña advertencia: No se debe abusar de este plato, pues puede causar adicción.
El apartado de familia incluía una receta peculiar con dos llamadas de atención muy especiales. La primera hacía referencia a los ingredientes, advirtiendo que podrían mezclase cualquier tipo de ellos, siempre que su procedencia estuviese ligada de alguna manera al ingrediente principal, al que daba nombre su apellido. La segunda advertencia, hacía mención al consumo moderado en fechas señaladas como la Navidad. Los empachos de familia son difíciles de curar.
Las aficiones podrían parecer un plato menor, sin embargo, consideraba estas recetas como imprescindibles a deshoras. Algo así como el té de las cinco para los ingleses. Un alto en el camino para retomar fuerzas. Descuidar su consumo podría tener serias consecuencias.
También para la enfermedad compuso su recetario, precedido de una pequeña introducción a modo de advertencia.
No es un plato recomendable, aunque a veces, de forma inevitable nos lo pongan a la mesa. Para evitar en lo posible su consumo, se recomienda hacer uso en la forma indicada de las recetas anteriores.
En este caso, no era una receta al uso lo que contenía su cuaderno, sino algunas recomendaciones para su consumo en caso de ser invitado a degustarlo. Manipularlo con los instrumentos adecuados, dejarse guiar por el maitre y atender a todas sus indicaciones.
El último capítulo, el que cerraba el libro de recetas para la vida, no podía ser otro que el de prepararse para degustar el único plato que, con toda seguridad, nos servirán a todos; el de la muerte.
Solo un apunte: No hay recomendaciones ni ingredientes. Solo cuando me llegue la hora de cocinarlo sabré como hacerlo.

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4 comentarios

  1. 1. Yoli dice:

    Hola, Julio.
    Me ha gustado tú relato, lo he encontrado muy original. No he visto en principio faltas de ortografía.
    Me apuntaré las recetas y no me olvidaré de los ingredientes 🙂

    Escrito el 18 octubre 2016 a las 08:56
  2. 2. T. Arévalo dice:

    Me ha encantado tu relato. Es original y sorprendente, además de dotado de una gran sabiduría.
    No tengas duda alguna de que seguiré tus recetas al pie de la letra.
    Decirte que me ha arrancado una sonrisa la receta para la familia, que dosis de realidad…jajaja
    Voy a imprimir tu relato y a colocarlo en un lugar bien visible en mi casa; quizás el frigorífico sea un buen lugar, al fin y al cabo por allí pasa todo el mundo cuando tiene hambre. No estará mal recordarles una serie de alimentos más importantes que lo que vayan a encontrar allí dentro.

    Respecto al estilo, te diré que está escrito de manera muy parecida a las típicas recetas de cocina, lo que me ha parecido sorprendente pero muy, muy, adecuado.

    No encuentro ninguna falta ortográfica. Utilizas un lenguaje sencillo, carente de vulgaridades y de florituras innecesarias.

    No tengo nada negativo que ponerle a tu texto. Todo es positivo, y si tuviera que destacar algo es lo bien que has adaptado el tema sugerido para el taller, a algo tan importante como es vivir.

    Finalmente decirte que siguiendo tu receta estoy seguro de vivir la vida, y no de, simplemente sobrevivir.

    Enhorabuena por tu relato, digo receta…

    Te invito a comentar mi texto, está justito encima del tuyo.
    Un abrazo.

    https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-37/6188

    Escrito el 18 octubre 2016 a las 12:22
  3. 3. José Torma dice:

    Que tal Julio.
    Para empezar, cualquier texto que me mande al diccionario, para mí ya logro su cometido. “Epígrafes” no conocía el término y ahora sí, creo que el día ha valido la pena.
    Tú relato, más que relato propiamente dicho, me parece una crónica y como tal, la he disfrutado mucho. La idea de que la gente sea tan ordenada como yo, me dice que no estoy solo en el mundo.
    Buen relato, bien contado, felicidades.
    José

    p.d. no sigo los comentarios, si tienes algún comentario que te gustaría platicar, te agradeceré lo hagas a mi correo.

    Escrito el 18 octubre 2016 a las 19:53
  4. Hola Julio, siento haber tardado tanto en corregir tu relato.
    Me he partido un hueso de la muñeca y ando un poco fastidiada.
    Respecto a tu relato he de decir que me ha encantado leerte. Desde el título hasta el último ingrediente de este peculiar recetario. Nada que añadir ni objetar, bueno sí…. 😉
    Como digo siempre tenemos una preciosa y riquísima lengua, con miles de palabras que son maravillosas, pero que utilizamos por defecto y repetimos hasta la saciedad. Empleemos los sinónimos, son también geniales y dan mucho, mucho juego.
    Que me apunto a la iniciativa de T. Arévalo y me lo imprimo para la puerta de la nevera je je je.
    Enhorabuena
    Nos leemos!!!

    Escrito el 30 octubre 2016 a las 09:18

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