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UN PASTEL EN MATEMÁTICAS - por Otilia

Salió de la oficina con el ímpetu de un antiguo guerrero, al enfrentarse cuerpo a cuerpo con el enemigo en la batalla. No era la hora, pero no aguantaba más. La migraña la estaba matando; el día había sido duro, no por el trabajo en sí, sino por la cantidad de sapos que había tenido que tragar. Estaban pagando, ella y algún compañero más, el negarse a meter horas extras, no estar a disposición los fines de semana, etc. Estos diez minutos robados hoy, también tendrían consecuencias.
Le encantó sentir el sirimiri en su cara que borraba la sensación pegajosa y extenuante del día. Cuando esta fina lluvia visitaba la ciudad sin recibir invitación y se establecía en ella durante horas, Garbiñe era feliz.
Decidió ir andando a casa. En ese momento se fijó en los carteles que anunciaban el evento: «Semana del encuentro mundial de gastronomía de los cinco continentes».
Sonrió nostálgica recordando las palabras de su padre en las comidas familiares: «La mesa es el lugar donde sucede la vida».
En su opinión, la gran burbuja gastronómica que nos envuelve revaloriza las palabras paternas. En la televisión hay una eclosión de programas de cocina en horarios de máxima audiencia; cocinar ha pasado de una tarea rutinaria a un «hobby», donde superarnos cada día y dejar boquiabiertos a nuestros invitados.
El paseo le vino bien. Sentía hambre e imaginó a su marido entre fogones, preparando una tentadora cena para dejarla patidifusa. Contuvo la carcajada.
Al entrar en casa le aguardaba una sorpresa. No, la apetitosa cena, no.
Encontró a su hija esperándola ansiosa.
―Dice papá que no tenemos libro de recetas de cocina —protestó enfurruñada.
Achuchó a la niña de sus ojos, después de todo el día sin verla, y preguntó:
—¿Para qué lo necesitas?
―En Matemáticas estamos estudiando fracciones y unidades de capacidad. El profesor ha dicho que hacer la receta de un pastel, sería un buen recurso para estudiar ambos contenidos fuera del aula, en un ambiente familiar y cotidiano.
Garbiñe no daba crédito, la gastronomía también como herramienta para estudiar matemáticas.
Agarrando a la pequeña por el hombro la llevó a su dormitorio, allí había un arcón de madera tallada, dentro un sinfín de objetos.
—¿Te acuerdas de la bisabuela Bettina?
―Si mamá, tenía cien años cuando murió. ¡Siempre nos contaba historias!
—Este cuaderno de recetas de cocina lo escribió e ilustró su madre ―dijo mostrándoselo.
La autora de aquel libro cubierto por la pátina del tiempo, nació a finales del siglo XIX en Biarritz, en una familia acomodada. Amelié recibió una esmerada educación y como era atractiva, cuando tuvo edad, aparecieron los pretendientes.
No tenía los dieciocho, cuando se encaprichó de un forastero mayor que ella, pero todo un dandi. Recién llegado de Asia, su sueño era establecerse en la ciudad y abrir un restaurante donde ofrecer las exóticas recetas coleccionadas en sus viajes por el mundo.
Después de superar los primeros reparos, fue admitido en la familia. Ahora tenían que preparar el porvenir de la pareja. El padre puso parte del capital y Amelié se dedicó a transcribir las recetas, antes realizadas minuciosamente por su futuro marido, para anotar las cantidades exactas de cada ingrediente. Porque como ella misma decía: «Esta receta será ineficaz, si con ella no conseguimos un plato exquisito».
Mientras los acontecimientos se sucedían, la boda, la apertura del local, el nacimiento de su hija Bettina. Amelié realizó el más hermoso libro de recetas de la época, componente principal del éxito del restaurante.
Todo era felicidad. Pero esta, ya se sabe, es efímera.
Una noche cuando salía a perpetrar otra traición más, Amelié espetó a su marido:
—Si te marchas con ella, te dejaré.
―Si es tu deseo —contestó con sorna.
―Si me voy, me llevaré a mi hija —le desafió.
―¡Llévate lo que quieras! —vociferó, cerrando de un portazo.
Amelié sintió dolor por el desprecio del hombre que aún quería, pero pensó en las últimas palabras: «¡Lo que quieras!». Se arrepentiría de haberlas dicho.
Sus padres le ayudaron a preparar el viaje y a buscar un buen hogar. Pronto estuvo todo listo para emprender la nueva vida. En la maleta, el cuaderno de recetas que había encumbrado al traidor.
Garbiñe acarició la cara expectante de su hija, diciendo:
―Ahora esta maravilla es nuestra. ¿Quieres que empecemos a estudiar una receta sencilla?
Al día siguiente, en dirección a la oficina, sintió nuevas fuerzas para afrontar los conflictos en el trabajo. No tragaría más. Podía, como Amelié, devolver «Ojo por ojo, diente…»

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9 comentarios

  1. 1. Edu S.C. dice:

    Buenas noches Otilia, estás entre los tres relatos siguientes al mío, así que trataré de aportar lo que buenamente pueda.

    Lo que más me ha gustado de tu cuento es la parte del relato dentro del relato. La historia de Amelie referida por una madre a su hija la encuentro interesante y bien contada, siempre con el apresuramiento del límite de palabras que tenemos, pero ha tenido cabida lo principal. Sí que me ha parecido un poco brusca la transición entre el inicio de la historia de Amelie y el momento en que la madre comienza a explicar a la hija, pero entiendo perfectamente que la falta de espacio, como te decía, limita mucho.

    Me gusta también mucho el enlace con el tema culinario a través de la hija y sus clases de matemáticas, original y al mismo tiempo muy normal, cercano. En cuanto a la parte del estrés de la madre y el contraste con su vuelta a casa, no sé, quizás es la parte del relato que menos ha conseguido introducirme en él.

    Por último, en este párrafo:

    “En su opinión, la gran burbuja gastronómica que nos envuelve revaloriza las palabras paternas. En la televisión hay una eclosión de programas de cocina en horarios de máxima audiencia; cocinar ha pasado de una tarea rutinaria a un «hobby», donde superarnos cada día y dejar boquiabiertos a nuestros invitados.”, cambias el tiempo verbal y por lo tanto queda algo ajeno al ritmo del cuento.

    Y ya está, muy buen relato Otilia, felicidades.

    Escrito el 17 octubre 2016 a las 22:46
  2. 2. gaia dice:

    Qué más puedo añadir luego de ta excelente crítica de Edu? Sigue escribiendo!!!

    Escrito el 19 octubre 2016 a las 20:53
  3. 3. gaia dice:

    Me puedes leer en el #50

    Escrito el 19 octubre 2016 a las 20:54
  4. 4. Roger/NHICAP dice:

    Hola Otilia,
    Me ha gustado y me pareció un gran relato. Una buena idea bien desarrollada, de escritura cuidada que logra la empatía del lector con el personaje de Garbiñe, una mujer sensible y familiar, crítica con los abusos laborales y el exagerado énfasis mediático sobre la moderna gastronomía,(¡la gastronomía y las matemáticas!), que imperan en la sociedad actual. El relato es fluido con un léxico apropiado; un acierto la historia sobre Amelié y el libro de recetas.
    Buen trabajo Otilia.
    Un abrazo

    Escrito el 20 octubre 2016 a las 09:50
  5. 5. Henar Tejero dice:

    Hola Otilia,
    Tu relato está bien descrito y muestra dinamismo, por lo que se hace ameno. A mí también me gusta la historia de la bisabuela.Es original.Me ha gustado la frase :`La mesa es el lugar donde sucede la vida`.En conclusión, me ha gustado tu relato. Sigue escribiendo.

    Escrito el 21 octubre 2016 a las 17:21
  6. 6. Demetrio Vert dice:

    Hola Otilia. Gracias por leerme y comentar mi relato.

    El tuyo lo veo bien estructurado. Presentación, nudo y desenlace. Conflicto y evolución del personaje.

    Sin embargo veo algunos cambios en las voces narrativas. Hay frases que no las puede decir el narrador (omnisciente) pues son una opinión del autor. Es fácil confundir al narrador con el autor, y eso no funciona.

    Ejemplos:
    “No, la apetitosa cena, no”. ¿Quién habla aquí? ¿El narrador omnisciente? Creo que no. Este hubiera dicho. “La sorpresa no era que la cena estaba preparada”, o algo por el el estilo. Por otro lado podría ser que estuvieras utilizando el estilo indirecto, pero en el resto de la narración no lo utilizas, por lo que al no ser consecuente es el autor quién habla.

    “Pero esta, ya se sabe, es efímera”. Esto tambien es una opinión del autor. El narrador omnisciente hubiera dicho. ” Sin embargo, la gente suele decir que esta es efímera”, o algo que no sea su opinión sino el pensar de la gente o de alguien concreto. Idem en cuanto a lo del estilo indirecto.

    Por otro lado, en la historia de la abuela, yo no veo dónde se determina que la madre se la cuenta a la hija. “La autora de aquel libro…” Este “aquél” indica que es el narrador quien cuenta la historia de la abuela y no la madre a la hija. Pero no importa, es el pasado de la libreta lo que se cuenta. Lo que si importa son las asincronías con los tiempos verbales que hacen parecer que cambia la voz narrativa. No olvidemos que es un narrador omnisciente que relata una historia del pasado.

    Ejemplos:
    “…fue admitido en la familia. Ahora tenían que preparar el porvenir de la pareja”. Ese “Ahora tenían”, distorsiona el tiempo verbal del pasado y parece la opinión del autor. La frase podría ser algo así : “…fue admitido en la familia y se dedicaron a preparar el porvenir de la pareja”.

    “Mientras los acontecimientos se sucedían, la boda, la apertura del local, el nacimiento de su hija Bettina. Amelié realizó el…” Aquí vuelve a suceder, principalmente por la puntuación. O se pone: “Mientras los acontecimientos se sucedían, la boda, la apertura del local, el nacimiento de su hija Bettina, Amelié realizó el…” O se pone algo así: “Mientras, los acontecimientos se sucedieron: la boda, la apertura del local, el nacimiento de su hija Bettina. Fue entonces cuando Amelié realizó el…”.

    Por otro lado, la sintáxis de las hablas de la niña no me parecen propias de una muchacha de esa edad; ni siquiera de un adulto. Son oraciones más bien propias de un narrador culto.

    Pero ya te digo, el relato me gusta y está bien estructurado.

    Saludos.

    Escrito el 22 octubre 2016 a las 20:23
  7. 7. Otilia dice:

    Hola Demetrio,
    Muchas gracias por comentar mi relato y por la lección sobre el tipo de narrador, las asincronías con los tiempos verbales, etc.
    Ya he corregido los fallos y a ver si en el próximo relato no mezclo autor y narrador.
    Gracias. Saludos

    Escrito el 24 octubre 2016 a las 11:17
  8. 8. iosu dice:

    Hola Otilia:

    750 palabras exactas ya es un reto que cuesta. Lo sé por experiencia ya que lo vengo haciendo en todos los relatos enviados.

    Por empezar con la forma, en la primera frase quitaría la coma ya que continúa la acción sin interrupción. También en la frase “No, la apetitosa cena, no” para mi gusto sobraría una de las comas.

    En la frase: “la boda, la apertura del local, el nacimiento de su hija Bettina. Amelié realizó…” después de Bettina pondría punto en lugar de coma.

    “Una noche, (poner coma) cuando salía a perpetrar…” parece que se refiere al marido infiel, pero en el párrafo anterior se está hablando de Amelié y su libro de recetas, en el párrafo que menciono se cambia de actor.

    Me han parecido demasiadas situaciones las que se abordan en el texto: La clase de matemáticas de la hija, las reivindicaciones laborales, la infidelidad del bisabuelo, la semana de la gastronomía. La eclosión de programas de cocina no es mal párrafo, pero parece metido un poco a la fuerza. Tal vez quedaría mejor si se presentara más claramente como un pensamiento que en realidad es, cambiando la forma de empezar “en su opinión…”

    El “ojo por ojo…” del final no lo veo. Amelié no parece que se venga de esa manera tan expedita de la Ley del Talión. Con el hecho de llevarse el cuaderno ya se ve suficiente venganza para cumplir el reto opcional.

    El inicio me ha parecido soberbio. Una introducción muy lograda que presagiaba un buen relato, como así ha sido. Bien llevado y la historia de la abuela, fantástica.

    Así que enhorabuena. Ya te he comentado anteriores relatos, pero esta vez un despiste ha hecho que cambiara el nombre de autor.

    Escrito el 25 octubre 2016 a las 00:35
  9. 9. iosu dice:

    Hola de nuevo.
    He repasado mi comentario y algo no cuadra en lo que he dicho de la frase “Mientras los acontecimientos se sucedían, la boda, la apertura del local, el nacimiento de su hija Bettina. Amelié realizó el más hermoso libro de recetas de la época, componente principal del éxito del restaurante.” Había dicho punto pero quería decir coma. Si mantenemos el punto habría que poner la coma después de MIENTRAS. De cualquiera de las formas tiene para mi más sentido la frase.

    Un abrazo.

    Escrito el 25 octubre 2016 a las 16:32

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