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A mano - por Echos

A los 5 años de edad pensaba que la vida se debía llevar como una receta de cocina, solía pensar que eran necesarios algunos ingredientes para una vida feliz como una pizca de alegría, una tasa de entusiasmo y dos cucharadas grandes de azúcar para darle dulzura. Lo recuerdo como si fuera ayer y se me antojaba como un ritual al evocarlo. La abuela tomaba el viejo recetario que guardaba en la alacena junto a las latas de frutas en conserva varias décadas almacenadas, decía que eran para ocasiones especiales las cuales jamás fueron lo suficientemente especiales para abrir sus añejas frutas. Tomaba entre sus arrugadas manos el pesado libro y soplaba con fuerza de la portada la presencia del olvido, el polvo al volar por todas partes mostraba una naturaleza mística alrededor de ella y justo cuando atravesaba los rayos solares provenientes de la ventana, mis atónitos ojos de infante lo veían transformarse en oro al revolotear alrededor de ella, mientras, ella buscaba una receta que jamás había logrado memorizar entre sus amarillentas páginas.

Un movimiento brusco de mi compañera buscando la comodidad me hizo regresar a la realidad, mi mente había viajado en el tiempo hasta mi infancia justo cuando la vida me parecía más hermosa y no tenía el corazón oprimido por la infidelidad y el estrés de la vida adulta. Levanté con cuidado mi cuerpo que parecía más ligero de lo normal para no despertar a la mujer con la que había pasado la noche, caminé hasta la silla que se encontraba frente a la ventana miré el cadáver desangrado de una botella de vodka y una cajetilla de cigarrillos abrazada plácidamente a un encendedor. De la noche anterior no recordaba absolutamente nada pero la brutalidad de las evidencias indicaba que había sido una noche agitada, molesté a los amantes para extraer un cigarrillo e inhale una bocanada grande de tabaco.

«Esta es mi pizca de alegría y anoche creo que me tomé más de 20 tazas de entusiasmo etílico» medité. «¿Qué me aconsejaría la abuela si viviera?»

Miré a través del cuerpo vacío de la botella y la nitidez del mundo se perdió en un instante, igual al día en el que me enteré por el celular de mi mujer que como pareja la había perdido hace mucho tiempo y sin darme cuando o por quien, cada mensaje escrito con amor y dedicatoria ajena a mi, me taladraba el pecho, el corazón se retorcía de un lado a otro manifestando su dolor con palpitaciones que retumbaban hasta mis oídos, era una mezcla extraña de dolor, coraje y decepción, sentía como si me hubieran abierto el pecho por la mitad y dejaran caer gotas de ácido directas en los órganos expuestos.
Después de desahogarme varios minutos, recobré la cordura y entendí que estaba en un momento de gloria personal por fin después de tantos años pude probar las mieles de otra mujer y era tiempo de regresar el favor. La palabra fidelidad sonaba en mi cabeza como un libro vacío y polvoso igual que el recetario de la abuela, como una promesa jamás cumplida que se perdió en uno de los orgasmos de la noche anterior. Regresé junto a mi compañera con el mismo cuidado de mi partida, abracé su desnudo cuerpo sintiendo su suave piel adherida a la mía, tomé una foto con el celular manteniendo oculta su identidad y la envíe sin remordimientos.

«Ahora sí, estamos a mano amor» escribí antes de enviar.

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6 comentarios

  1. 1. Berundgaar dice:

    …je, je, jeeee….
    Me ha encantado. Me lo apunto por si alguna vez cometo la torpeza de volver a casarme.
    Está muy bien escrito, muy bien expuesto, sin recargar innecesariamente el texto (cosa que yo a veces sí hago).
    Mi enhorabuena, compañero.
    Un saludo.

    Escrito el 18 octubre 2016 a las 12:42
  2. 2. Patricia Redondo dice:

    Me encantó el principio (me gusta las historias que comienzan evocando un pasado que parece que marca el resto de nuestras vidas o al que quizá queramos volver). Después hay alguna expresión que me resulta chocante (pero puede ser por que sean giros que no oigo habitualmente y quizá por eso extraño), como :

    Lo recuerdo como si fuera ayer y se me antojaba como un ritual al evocarlo.

    o

    soplaba con fuerza de la portada la presencia del olvido (yo lo habria expresado asi : soplaba con fuerza la presencia del olvido de la portada)
    Me ha gustado mucho la analogia que hace con su filosofia de infancia cuando fuma el cigarrillo y toma la botella de vodka:

    «Esta es mi pizca de alegría y anoche creo que me tomé más de 20 tazas de entusiasmo etílico» medité.

    Confieso que lo he tenido que leer dos veces para pillarle el tranquillo y que la segunda me ha gustado más que la primera.

    Buen relato

    El mio está en el 35 por si te apetece leerlo

    Saludos!

    Escrito el 20 octubre 2016 a las 12:53
  3. 3. Cara Rolin dice:

    Hola:
    No es mi estilo, la verdad, tiene un poco demasiado lírico para mí, eso que tienes metáforas que me han encantado como la de la botella desangrada.
    Es un tópico, las cosas como son, pero se han escrito tópicos convirtiéndose en bestsellers, vale. Eso pasa cuando al lector le proporcionas algo más. No sabría decir qué, ¿más tensión narrativa, más intensidad, más acción? Pero esta narración no me lo da como lectora.
    Si acabase de vivir una noche de sexo desenfrenada y con alcohol, creo que no me acordaría del libro de recetas de mi abuela, no, así sin más. Si hubieses introducido un elemento proustsiano, un aroma (olor a vainilla, galletas recién hechas, tarta), algo que lo pudiese evocar. Aún así, me resulta muy forzado.
    Además, si le pusieron los cuernos, ¿crees que a la ex mujer le va a importar que se acueste con otras? En mi modesta opinión, en una venganza simplona y no muy realista. Si yo fuese su ex, pensaría que es patético.
    Espero no resultar muy severa. Si te felicito y te digo: bien, adelante, sigue así, esperando que me hagas un buen comentario en mi relato, sería cínica y no te ayudaría.
    Escribes bien, está bien contado, lo que me falla es lo argumental, no me da nada y me parece poco realista.
    En las correcciones no me voy a meter mucho porque no me considero experta.

    Escrito el 20 octubre 2016 a las 20:00
  4. 4. Tatei Jautze Kupuri dice:

    Hola Echos:
    Coincido con algunos comentarios que te han dado Patricia Redondo y Cara Rolin.

    Me parece que no está del todo mal tu historia aunque… ¿has visto a los niños de 5 años de edad? No creo que ha esa edad uno se planteé dilemas existenciales.

    ¿”latas de frutas en conserva varias décadas almacenadas”? Wow! Varias décadas es demasiado tiempo, ¿eso todavía podrá comerce?

    Hay algunos fallos con los signos de puntuación y la estructura de los párrafos.

    Dice: “…hace mucho tiempo y sin darme cuando o por quien,” y quedaría mejor: “hace mucho tiempo y sin darme CUENTA cuando o por quien,”

    Te invito a comentar mi texto, es el #167.

    Escrito el 21 octubre 2016 a las 19:09
  5. 5. Echos dice:

    Gracias a todos por sus comentarios tanto buenos como malos, dicen que las críticas mas severas son las que nos hacen crecer, sin embargo, me tengo que defender jajaja el ya es un adulto a lo mejor los niños no poseen esas reflexiones pero él ya es adulto cuando hace la reflexión, y no se como sean todos los matrimonios pero hay personas que suelen llevar una doble vida y la pareja no lo sabe hasta que el otro fallece, ¿la esposa sabia que él habia encontrado esos mensajes? yo creo que por la forma que él le manda mensaje podría pensar que no y eso tal vez ya no sea tan patético. Gracias por sus comentarios me ayudarán mucho.

    Escrito el 22 octubre 2016 a las 02:57
  6. 6. Anastasio de la Torre dice:

    Hola Echos. Me ha gustado tu relato, de entrada utiliza tanto el libro de recetas como el tema de la venganza, que era lo que se pedía, de una manera natural, sin forzar. Tus metáforas me han parecido de una gran fuerza, duras, con mucha vida, reflejando la amargura del personaje. Creo que repites palabras con excesiva frecuencia y demasiado próximas, así como que deberías utilizar mejor los signos de puntuación para separar frases y párrafos.
    Especialmente me ha gustado ese recurso que haces al pasado, trayéndotelo al presente y proyectándolo al futuro.

    Escrito el 27 octubre 2016 a las 16:11

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