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¡Me rompiste el corazón! - por Alonso García-Risso

“¡Vaya sorpresa, después de tanto tiempo!, encontrar a esta mujer en la que puse todas mis expectativas. En medio de este gentío, en pleno centro de esta capital, en pleno centro de La Inhospitalaria del Sur”, me dije.
No me costó reconocerla, aún con sus años encima. La primera mirada que le di fue sobre su cuerpo triste y su espalda, algo encorvada. Se encaminaba hacia un aparcadero de autos ubicado a unos cien metros del lugar de encuentro.

“Reconocí tu caminar tan singular para mí…”, le dije. Ella, sin sorprenderse, contestó entre dientes:

“Sabía que algún día aparecerías a mis espaldas, como si acabáramos de despedirnos”, “Como si nada hubiese acontecido”, masculló como en diálogo de sordos, atendiendo sólo a los reclamos inmediatos de su adolorido corazón, de mujer bonita y solicitada; aunque ya de madurez avanzada.
Sus palabras destilado resentimiento añejo dejaron caer culpabilidad sobre mi ánimo, ensombreciéndolo. Continuó:
“Te busqué por todas partes y no te hallé”, dijo. Un par de escurridizas luces rodaron por sus mejillas. En sus ojos verdes, se asomó un débil amanecer o tal vez fuera un último resplandor, que imaginé antes del anochecer. Siguió sin tomar respiro:
“Me dejaste sola, nadie supo darme razón de ti. Alguien, por ahí, aseguró que habías dejado el país. Luego supe que estabas en Alemania Federal con intención de ir, aún más lejos. Como huyendo de mí, hacia los confines del planeta…”, dijo mientras acumulaba nuevas iras y reclamaciones.
“Alguna vez pensé que te habrías enrolado en la Legión o en una fuerza mercenaria de infiltración en África. Descarté, luego de un tiempo la idea, porque conociéndote sabía que no harías tal cosa. Aquello era muy ajeno a tus principios, lo más probable sería verte enrolado algún día en la resistencia…
“Sabes cuántas noches me quedé mirando al techo, sin poder conciliar el sueño. Tú no estabas allí, junto a mí. Tal vez fui responsable de lo acontecido. Fue un error de cálculo, no medí las consecuencias. No concebí la respuesta desmedida que me diste aquella noche, tan fríamente articulada, hasta el detalle. Como parte de un plan premeditado sacado de un cuaderno de recetas. Un siniestro plan, una venganza que buscaría resarcirte del oprobio”…
“En verdad no te conocía lo suficiente, te desconocía totalmente. Ahora tantos años después, pienso que tu reacción fue previsible. Fui víctima de un mal entendido fatal: Llegué a creer que tu amor no era tal, que nuestra relación para ti era sólo un desborde de pasión y que, como tal, resistiría ‘algunos acomodos aceptables’, a fin de obtener la anhelada continuidad sin la cual se derrumbaría nuestro mundo…”.
“En esos momentos tuve la urgencia de formar un hogar; que el tiempo se me venía encima, que el tren me dejaría. Así también me lo hacían ver mis familiares entendiendo lo complicado de la situación. En su juicio tomaron el camino más corto y cortaron por lo sano: ‘Busca un buen pretendiente que te dé un pasar holgado para ti y tus hijos’. Cedí a esa presión; pues capté que con ello calmaría sus ánimos y tendría su aprobación para llevar una doble vida. Ellos sabían que todo mi amor era para contigo, que el dolor y la separación que avecinaba serían mitigados con la llegada de hijos, compensando el sacrificio”.

“Jamás tuve la ocasión de exponer las razones de mi actuar. Me atuve en aquel momento, dándote a conocer lo que, a mi enturbiado juicio, veía como factible y vacié lo que tenía en mi mente: Tragedia. No dijiste palabra alguna, y por la forma en que me miraste, supe que te perdía para siempre. La propuesta, lo sé ahora después de tanto andar, te supo a propuesta indecente”.
“¡Ay, de mí!, me rompiste el corazón”, sollozo. “No saber de ti, luego de tantísimos años, ha sido una venganza despiadada. Hubiera preferido tu abierto desprecio, el insulto. Eso lo habría soportado; pero ese silencio, cayendo en un pozo sin fondo, me ha corroído por dentro de a poco y sin esperanzas”.
“De verdad, no sé cuál sería la historia de haber contado con tu aprobación… ¿Cuánto habríamos resistido?, ¿cuál habría sido el desenlace…?”, pienso en ello una y otra vez…

Enmudecí, mirándola con profunda tristeza; por ella, por mí. La vi alejarse entre los desapercibidos transeúntes de la urbe austral, preocupados por la lluvia que se avecinaba a raudales. La vi desaparecer tras un portal…

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7 comentarios

  1. 1. Leonor Cuevas Martín dice:

    Hola, Alonso:
    El tema me ha gustado, pero deberías desarrollarlo con modificación de la puntuación, a mi parecer. Espero que te sirva lo que te indico a continuación:
    1) Aunque los pensamientos se escriben entrecomillados y también los diálogos indirectos, así como los directos cuando tienen más de un párrafo, el uso de comillas de forma continua tal como lo has hecho, me ha dificultado su comprensión.
    Los diálogos directos debes escribirlos con raya, que no guión, al comienzo. La raya tienes que insertarla como símbolo en word, para lo cual puedes adjudicarle una combinación de teclas a tu gusto para no tener que estar dado siempre a insertar símbolo.
    Si el diálogo tiene más de un párrafo, en cada uno a partir del segundo, se utilizan las comillas angulares de cierre, que se encuentran, igual que la raya, entre los símbolos a insertar de word.
    Así te da juego para utilizar las comillas en el siguiente orden: comillas angulares, las que tú utilizas normalmente, y las simples que has usado en segundo lugar debes utilizarlas solo para casos concretos de palabras.
    http://lema.rae.es/dpd/?key=comillas

    2)En “descarté, luego de un tiempo la idea, porque…”, lo que va entre comillas es “luego de un tiempo”. La idea debe seguir al verbo ya que es su complemento y no se escribe coma entre el verbo y el complemento directo.

    3) “Malentendido” se escribe junto.

    4) Lo que expresa una persona se escribe todo entre las mismas comillas aunque lleve comas, puntos o cualquier otro signo dentro.

    5) No sé bien si cumples el reto como has intentado (también dudo yo de cumplirlo en el mío, que en ese sentido se le parece), porque si bien hablas de una venganza no se muestra nada. Todo el texto expresa la opinión de una persona y el sentimiento nostálgico de quien la escucha sin que haya podido distinguir si entre tantas comillas, una parte la dice uno de los personajes y la otra la dice el otro. Con la raya se permite distinguir lo que habla uno de lo que habla el otro.

    Espero que te sirva.
    Un saludo.

    Escrito el 17 octubre 2016 a las 15:15
  2. 2. Yolanda Tovar dice:

    Hola Alonso:
    Creo que tienes una buena narrativa y has escrito un buen relato, con el tema universal del desamor al que se le puede sacar mucho jugo. Sin embargo, creo que le hacen falta ciertos arreglillos en cuanto a los diálogos.
    Para empezar, como te ha comentado Leonor, se escriben entre comillas los pensamientos de los personajes pero con raya los diálogos directos. Al escribirlos entre comillas me he hecho un lío y no sabía muy bien qué personaje intervenía en cada momento. Además, yo hubiera introducido algunas acotaciones, que aportan información sobre cada personaje: sus gestos, pensamientos, etc., y enriquecen el texto. Por ejemplo, hubieran servido para dar más fuerza a esos sentimientos dolorosos, que han pasado algo desapercibidos.
    Finalmente, lo de la venganza no lo veo por ninguna parte. El hecho de que todo salga a la luz en este encuentro puede ser doloroso, pero no una venganza.
    Espero haberte sido de ayuda.
    Nos leemos.

    Escrito el 19 octubre 2016 a las 19:25
  3. 3. K. Marce dice:

    Saludos Alonso:

    Antes que nada, ánimo ¿eh?, que estamos aquí para ayudarnos mutuamente.
    Coincido en todo con Leonor, tal como si yo misma lo hubiera escrito. Y creo que el desliz del relato es la elección del narrador. Empiezas usando el personaje de primera persona, para luego pasar a una narrativa de la mujer, tipo “monológo”.
    Todo lo detallado por la mujer, y la ausencia absoluta de intervenciones del hombre,(porque no sé cuando lo hace o no, por no tener acotaciones narrativas) hace que se perciba como si fuera un diario o una carta. Él quedó por completo invisible en ese tramo de la historia, que es 2/3 de la misma.

    Uno de los consejos que se ofrecen, es darle veracidad a los textos, sobre todo a los personajes. Y la forma de hablar de la mujer, no es natural. Es demasiado teatral, en donde se condensa en palabras la evocación para probocar determinados sentimientos. Adicional, las mujeres somos caprichosas, y nunca damos el brazo a torcer. Una mujer después de decadas de no ver a alguien, no le confesará así de primera, que su vida ha sido miserable, y peor que es por no tenerlo a él.

    Las escenas deben contener: introducción, nudo y descenlace. Y no lo veo de forma clara o marcada. También el taller nos pedía la introducción de un libro/cuaderno de recetas, y no hay nada más que las palabras metidas para pasar el filtro; obviarla no cambia nada la historia. Lo mismo ha ocurrido con la “venganza”, que es una palabra metida, pero sin ejecutarla.

    El peso argumental de la historia, recae en la confesión de una mujer que no superó una ruptura; y el protagonista es un pasivo oyente. Recuerda que hay que darle un giro a las historias. Tomar algo cotidiano y torcerlo para sorprender al lector. Para ejemplificarte, al final del todo lo que ella ha relatado, podía decirle: «¿Eso esperabas escuchar? Lamento decirte que es todo lo contrario. Cuando te fuiste, sí sufrí… No encontré un hombre como tú. Pero decidí ser feliz porque él no se parece en nada a tí.» **(Con el fondo de la canción de “Turn Down for What”, la de los videos de “plop”,con el final del chico de lentes oscuros). :P**

    La forma de narrar tuya es buena; hay frases muy bonitas, pero como te he explicado, son mejores como narrativa y no diálogo. Esta escena podría ser una escena de algo más largo, haciendo un pulido al texto. Recuerda que todo puede reescribir y reescribirse. Siempre se aconseja probar diferentes narradores; esta historia quedaría mucho más comprensible si usaras el narrador en tercera persona.

    Sigue adelante, y espero leerte en el próximo taller.
    ¡Nos leemos!

    Escrito el 21 octubre 2016 a las 08:18
  4. 4. María Luisa Plaza dice:

    Hola, Alonso.
    Soy Marisa, de la 117.
    La historia me ha parecido bonita, aunque algo inverosimil. No parece muy creible un monólogo tan largo en vez de un diálogo entre unos antiguos amantes.
    Lo que me ha llamado la atención es que, sobre todo en los primeros párrafos, suena mucho la letra t.Creo que aparece en cada palabra. Y, que para ser un monólogo, tiene demasiados adjetivos.
    Pero es una buena historia y me parece bien como has introducido el cuaderno de recetas y la venganza.

    Escrito el 21 octubre 2016 a las 21:43
  5. Hola. Yo no calificaré tu relato pues no me siento cualificado. Pero si te diré que, posiblemente, ninguno de los que han salido hace unos años o salen actualmente del colegio o escuela, sepan quien era Amílcar Barca, Aníbal o Asdrúbal. O Escipión, el africano.

    Escrito el 22 octubre 2016 a las 22:58
  6. 6. Alonso García-Risso dice:

    Saludos mis amigos:

    Agradezco todos vuestros comentarios. Son un aporte valioso en esta etapa que enfrento:

    – Con cierta rebeldía cuando no, osadía —lo reconozco—, busco zafarme de la imposiciones y rigideces que se le impone a la prosa literaria. Como si los textos con esta estructura fuesen tratados o ensayos; ignorando por completo su carácter estético.
    No menoscabo ni desecho los beneficios que otorgan a la lectura y el entendimiento, la puntuación y los recursos gráficos. Pero éstos a mi juicio, afectan sólo a la forma; sin embargo, se puede exigir de ellos nuevas funcionalidades o probar las actuales a sus limites.
    Por otro lado con esta línea se favorece ‘la comprensión de texto’: qué es lo qué se dice, incluso cómo se dice. El artefacto escritural que tenemos al frente, ¿nos entrega material sobre el qué hablar ampliando nuestro horizonte?
    Por ejemplo, podremos encontrar que el texto se mueve en los tiempos verbales cambiando la persona del hablante; corta la estructura establecida de la frase porque la voz se ha tomando su tiempo (impasse entre sujeto y predicado); también podría darse el caso de que estemos en presencia de una deformación lingüística que nos está entregando fuerza natural en la comunicación; y otras tantas situaciones entre las que encontraremos música y ritmo, ni qué decir de los neologismos y lapsus que se pierden bajo el rigor academicista.

    Muchas gracias mis amigos.

    Escrito el 23 octubre 2016 a las 02:19
  7. 7. Melisa dice:

    Hola Alonso! Soy tu vecina del 182.
    A mí me gustó muchísimo tu relato, cargado de sentimientos y sensibilidad. Me pareció excelente el papel metafórico del cuaderno de recetas.
    En cuanto a sugerencias, coincido con lo que ya te han dicho, tantas comillas confunden un poco. Creo que el monólogo de la mujer quedaría más claro si comenzara con una raya de diálogo.
    El monólogo, aunque está muy bien escrito, me pareció un poco complejo, inverosímil por momentos. Intuyo una explicación y es que el encuentro se haya producido en el más allá, después de la muerte. Tal vez sea por eso que el hombre no participe en la conversación y sólo se limite a escuchar. Es posible? Te confieso que así me lo imaginé yo. 😉
    Te felicito por la profundidad de tu relato, fue un placer leerte!

    Escrito el 23 octubre 2016 a las 19:47

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