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Olores - por Liliana Del Rosso

Web: http://lilianadelrosso.wixsite.com/consultoratic

Un tímido rayo de luz se abre paso ente las telas. Una mujer, en ropa interior, atraviesa la habitación hasta llegar a la ventana, con dos movimientos rápidos y seguros, corre las cortinas y abre la ventana que da al jardín. Una bocanada de aire fresco, con olor a jazmín, intenta desplazar el cálido aroma a café y tostadas que sale de la cocina. Así comienzan, desde hace algunos meses, todos los días de Alicia.
—Dios, no, ¿por qué hay tanta luz? —Carlos, se acurruca en la cama y se tapa la cabeza—. No te sentí levantarte.
—Dormilón, ya es hora de salir de la cama —dijo Alicia mientras rebuscaba en el armario algo que ponerse— aquí huele fatal.
—¿Qué haces paseando desnuda por toda la casa? Está todo abierto y te podrían ver. Además ¡hace frío! —Carlos cada día se sentía más desconcertado con las ocurrencias de su mujer.
—Quiero lucir mi barriguita, mira que gordita está. —Con gesto provocativo, la joven, se acercó a la cama, se puso de costado y le mostró su incipiente embarazo.
Carlos, la acarició con ternura, la besó haciéndola caer sobre la cama con delicadeza. Esa mañana desayunaron algo más tarde.
La joven pareja se disponía a salir de casa, rumbo a sus trabajos, cuando comenzó a sonar insistentemente un teléfono en el escritorio. Alicia, se volvió para cogerlo. Carlos, se detuvo en el salón ojeando el correo que estaba sobre la mesa de la entrada.
—¿Quién era?
—Rosario, la mujer que cuida a mi madre. Dice que el médico recomendó ingresarla, porque no está respondiendo bien a la medicación.
—¿Quieres que pida el día y te lleve a verla?
—No. No hace falta. Le dije que me llame al móvil si necesita algo. Ella es la única persona que entiende a mi madre.
—No me parece bien, creo que deberías ir.
—No. Ella tampoco iba a buscarme al colegio cuando yo estaba enferma y la necesitaba. —Alicia, cambió su actitud, su rostro se endureció y su alegría se desvaneció; parecía un animal acorralado. No sabía que sus ansias de venganza se convertirían en su cárcel.
—Cariño, ¿eres consciente de lo que estás haciendo?
—Tanto como ella cuando me veía sentada en el suelo, en la puerta de su laboratorio, observando cómo mezclaba esencias para crear sus estúpidos perfumes. Nunca se me aproximó, solo en raras ocasiones me miraba y me sonreía.
Carlos, se acercó para intentar abrazarla y ella lo alejó con gesto de desagrado.
—¡No me toques! Te has puesto demasiado perfume. Me produces angustia.
Las rarezas de Alicia se incrementaban según avanzaba su embarazo. No iba a trabajar, no salía de casa para nada y aunque era invierno, siempre tenía las ventanas abiertas.
Una tarde, Carlos, regresó a casa con un paquete que contenía un libro.
—¿Qué tal la tarde cariño? Esto es para ti.
Carlos, se acercó al escritorio y ella extendió la mano impidiendo que él la besara.
—Esto huele a mi casa, una mezcla de perfumes descontrolada. —Su repulsa iba en aumento según abría el paquete—. Es su cuaderno de recetas de perfumes. No me interesa, quita esto de mi vista. —Arrojó el libro en un sillón que tenía cerca.
—No —dijo Carlos, con tanta energía y enfado que Alicia se quedó sin palabras—. Tu rencor te está enfermando. Hoy te guste o no, leeremos juntos las recetas de tu madre.
Cogió el libro y comenzó a leer.
«Perfume relajante para el baño: Vainilla, naranja y azahar…»
Tras describir la forma de elaboración del perfume, la madre de Alicia colocaba un comentario personal.
«Mi esposo coloca unas gotas de esencia en el agua del baño de mi pequeña. Al terminar la envuelve en una manta, me la trae para que se duerma en mis brazos…
»Perfume para el armario: lilas, sándalo,… Este perfume lo colocan siempre en su ropa, así puedo doblarla y guardarla en su armario…»
Continúo leyendo más de veinte recetas, todas relacionadas con Alicia.
—Tu madre estaba enferma y no lo sabía —dijo Carlos—. Es muy probable que sufriera de “disosmia”, es un trastorno neurológico que causa alteraciones olfativas, que en su caso, la confinó en su laboratorio.
Alicia, empalideció, una lágrima rodó por su mejilla.
—El embarazo te alteró el sentido del olfato y tú lo asocias a recuerdos dolorosos.
—Entonces, ¿mi madre me quería? ¿Qué ocurrirá conmigo? Yo no quiero ser como ella —Alicia, se levantó, se acurrucó en los brazos de Carlos y dijo, ayúdame.

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8 comentarios

  1. 1. Ales dice:

    ¡Hola Liliana!
    Soy Alejandro, tu “vecino” del 108.
    Acabo de leer tu texto y me ha gustado bastante, pero también me ha desconcertado un poco.
    El principio me ha encantado. Una escena delicada y dulce para empezar un relato que prometía bastante calidad.
    La historia es interesante y el tema es bueno. Pero, a mi parecer, cuando llega el desenlace se queda un poco flojo. La explicación de la fobia de la mujer y la causa del comportamiento de la madre es demasiado… ¿artificial?
    Como si fuese un relato de detectives en el que al final se revela el asesino de manera pomposa cuando en realidad el lector ya sabe lo que ha ocurrido y la “sorpresa” queda forzada.

    En cualquier caso, el texto me ha gustado mucho. La relación de la pareja me parece muy bien reflejada y, en unas pocas palabras, permites que en la mente del lector queden claras las persobalidades de tus personajes.
    Buen trabajo y espero leer más cosas tuyas pronto.
    ¡Nos vemos en próximos talleres!

    Escrito el 18 octubre 2016 a las 10:00
  2. Hola, Alejandro.
    Gracias por tu comentario. comparto tu recomendación en cuanto al final, sí que es un poco apurado, pero me quedaba sin más espacio, bueno palabras, e intenté ser lo más sintética posible y no logré el equilibrio justo.
    Intentaré mejorarlo.

    Escrito el 18 octubre 2016 a las 11:40
  3. 3. Ales dice:

    Ya me imagino, lo de las 700 palabras muchas veces es un rollo xD

    Escrito el 18 octubre 2016 a las 13:10
  4. 4. María Madrid dice:

    ¡Hola Liliana!
    Me ha gustado mucho tu historia, un tema muy interesante. El principio me ha encantado, con una breve descripción y un sencillo diálogo logras crear una atmósfera que te envuelve. Coincido con el primer comentario en lo que respecta a la parte del final del relato. La idea del trastorno y sus consecuencias me parece buena pero en mi opinión habría que darle más forma y darle algún matiz que la hiciera más realista.Pero como ya hemos dicho, con el límite de palabras esto no es fácil. Me parece que transmites muy bien los sentimientos de los personajes, con pocas palabras, haces que las sensaciones de los personajes sean cercanas al lector. En general me parece un muy buen trabajo, ¡enhorabuena!

    Escrito el 19 octubre 2016 a las 14:16
  5. 5. Laia Gabue dice:

    ¡Hola Liliana!
    De entrada muchas gracias por dedicarle un ratito a mi relato.
    El tuyo me ha parecido ameno e interesante. Es fácil de leer y tiene buen ritmo. Coincido con los comentarios de los compañeros, me parece un buen comienzo para una historia a desarrollar.
    En referencia a la forma me han parecido extraños algunos cambios de tiempo verbal. Al principio empiezas con un narrador en tercera persona que habla en presente. Los personajes en el diálogo también usan mayoritariamente este tiempo verbal pero después el narrador habla en pasado. Se me hace raro, yo le daría una vuelta.
    El uso de los diálogos para explicar la historia me parece una muy buena idea, normalmente los diálogos dan ritmo y ligereza al texto y tú has conseguido una atmósfera bien definida con ellos, así que ¡enhorabuena!
    ¡Nos leemos!

    Escrito el 22 octubre 2016 a las 09:37
  6. 6. Ratopin Johnson dice:

    Hola Liliana,

    En general me ha gustado el relato. Está bien escrito, se lee muy bien, y es una historia sencilla, no por lo que cuenta o esconde (a veces esto es más importante pienso yo, lo que no se muestra), o el lector intuye, sino por la manera en la que la has escrito. Y para mí, la sencillez siempre vence.

    Es curiosa esa relación entre los padres y los hijos, tan cerca pero a veces tan lejos. Sin ponerse en el lugar del otro. Creo que pasa bastante a menudo.

    Unas cosas que he visto:
    Cambio de pronto en el tiempo verbal, de presente a pasado. Aquí: “—Dormilón, ya es hora de salir de la cama —dijo Alicia…” cambias de pronto a pasado, cuando estabas narrando en presente, “Un tímido rayo de luz se abre paso ente las telas. Una mujer, en ropa interior, atraviesa la habitación hasta llegar a la ventana, con dos movimientos rápidos y seguros, corre las cortinas y abre la ventana que da al jardín. Una bocanada de aire fresco, con olor a jazmín, intenta desplazar el cálido aroma a café y tostadas que sale de la cocina. Así comienzan, desde hace algunos meses, todos los días de Alicia.
    —Dios, no, ¿por qué hay tanta luz? —Carlos, se acurruca en la cama y se tapa la cabeza—. No te sentí levantarte.” Esto me ha roto un poco. Después ya sigues en pasado. Creo que el tiempo presente le estaba dando un aire especial al relato.

    Y aquí: “Alicia, empalideció, una lágrima rodó por su mejilla.”, me parece que sería “palideció”.

    Nada más, una historia bonita y además el haber utilizado los perfumes como los elementos del cuaderno de recetas (supongo que la mayoría hemos hablado de comida en nuestros textos) la hace más original.

    Enhorabuena, saludos.

    Escrito el 22 octubre 2016 a las 10:50
  7. 7. David Rubio dice:

    Un texto delicado, con un final digno del Dr. House. Coincido con anteriores comentaristas, el cambio de tiempo verbal debe corregirse. El final está bien, pero quizá habría que introducir alguna referencia de inicio, algo para que cuando se desvele no parezca tan sacado de la chistera.
    P.D. Muchos éxitos con tu libro La extraña mujer, creo haber visto un vídeo en Youtube de Noemí que hablaba muy bien de él.
    ¡Saludos!

    Escrito el 23 octubre 2016 a las 14:41
  8. 8. liliana dice:

    Hola, Laia Gabue.
    Sí, cambié el tiempo verbal, en un principio no me sonaba mal, pero ahora que lo vuelvo a leer, después de unos días, veo que queda muy mal.
    Los consejos y las aportaciones del grupo son muy importantes.
    Siempre dan una perspectiva más realista.
    Un saludo y gracias por tu colaboración.

    Escrito el 26 octubre 2016 a las 18:39

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