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LA TRIBU LONGEVA - por DIASPORA

LA TRIBU LONGEVA

En su encuentro con los miembros de la tribu Los Yanomamis, en pleno corazón de la selva amazónica, Joao Lucas escuchó una historia en palabras de uno de sus ancianos: «Contaban mis padres, que existe una población donde las personas viven más de ciento setenta y cinco años. El jefe de ellos conserva el secreto en un ancestral cuaderno de recetas. Ahí está escrita la correcta combinación de ciertas plantas, cuyos ingredientes retardan el envejecimiento».

Al escuchar el joven antropólogo este relato, miró en su horizonte un ave de poderosas alas: «Cuando sea dueño de ese “cuaderno de recetas”, opacaré la fama y la riqueza de Bill Gates. No descansaré hasta tener en mis manos ese secreto».

Sin pensarlo mucho, preparó todos los aparejos y agregó a su aventura un par de experimentados baqueanos Yanomamis. La mañana siguiente tiró sus coordenadas mentales, e inició su camino al encuentro de la longevidad humana.

Quince días después, la atractiva selva mostraba su verdadero rostro, el cansancio se sumaba a la travesía, y los animales salvajes olfateaban la presencia de extraños. Ese día la tarde agonizaba pausadamente. Joao Lucas sintió que su cuerpo había alcanzado el límite de la resistencia, aun así, agregó quince pasos más a su cuota diaria, y tomando su grueso sombrero de lona, como si fuera un frisbee, lo arrojó contra un enmarañado conjunto de bejucos. Se reclinó pesadamente en el tronco de un árbol. Luego, con lo que le quedaba de fuerzas, gritó a los baqueanos:

—Deténganse. Es hora de anclar las tiendas, ya no doy más.

La noche terminó de oscurecer la selva, pero no la mente de Joao Lucas que aprovechando la tregua se dejaba arrastrar por un monólogo recurrente: « ¿Y si este relato de Los Yanomamis fuera solo parte de su folclore moribundo? Pero a la vez, ¿qué impide que la historia tenga fundamento real? Se sabe hoy que la farmacopea moderna y la botánica están estrechamente relacionadas. Y en cuanto a nutrición, nadie niega las bondades de ciertos vegetales. Recuerdo que en el año 2012 un libro titulado, “Sinergia Alimentaria”, citaba un ejemplo de esta interrelación. ‘Al consumir simultáneamente brócoli y tomate se aumenta exponencialmente el efecto curativo del cáncer’. Si esto es así, no veo ningún absurdo creer en ese relato de Los Yanomamis». Estas reflexiones le servían de combustible a su pacto personal.

El viaje continuó por ocho días más. La selva empezó a cerrarse bajo un dosel de follaje que convertía el día en un crepúsculo interminable. No era fácil determinar en qué punto de los seis millones de kilómetros cuadrados amazónicos se encontraban. El misterio y el peligro se mezclaban generando por momentos algunos contratiempos. Uno de los Yanomamis empezó a sentir los efectos adormecedores de las picaduras de una especie de hormiga. Amenazaba con regresar a su comunidad. Estaba el dilema de continuar o interrumpir el viaje. «Abortar la marcha hubiera sido desbaratar la escalera al cielo», en palabras de Joao Lucas. Así que, no era el momento de darle espacio al pesimismo. Además, el otro baqueano señalaba de vez en cuando algunos indicios de presencia humana, y esto alimentaba el entusiasmo. No estaban equivocados, el objetivo se asomaba.

La mañana del día siguiente, uno de los guías abandonó la tienda para desperezarse un poco. Por percepción propia de nativo, sintió que era observado por alguien. Giró súbitamente la cabeza y sus ojos no daban crédito a lo que estaba mirando.

Una mujer de piel trigueña y con rasgos de adolescente lo observaba atentamente a escasos cincuenta metros. El baqueano dio la alerta a los demás compañeros, y después de una persecución bastante azarosa, la errante aventurera fue capturada. Traía el torso descubierto, una escueta enagua de flecos reposaba en sus caderas. Llevaba a la bandolera dos arcos, y en su espalda una aljaba con flechas emplumadas. Su idioma era una forma rudimentaria del lenguaje Yanomami, por lo cual, entre gestos y palabras, uno de los baqueanos sirvió de puente. Hizo algunas revelaciones sorprendentes acerca de su pueblo. Pero lo que dejó paralizado a Joao Lucas, fue el momento en que la joven confesó que tenía cincuenta años de edad. Usando al intérprete, Joao le preguntó que cómo medían ellos los años.

—Doce meses lunares hacen un año —contestó la nativa.
—O sea, ¿Ud. dice que tiene cincuenta años en esa cara de quinceañera? —volvió a preguntar Joao emocionado.

Su respuesta fue una sonrisa. Joao Lucas lanzó su sombrero al aire y cayó de rodillas.

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15 comentarios

  1. 1. Luis Ponce dice:

    Hola Diáspora:
    Un relato que atrapa al lector, muy bien escrito, con una estructura clara y fluída.
    Un gusto leerte.

    Escrito el 17 octubre 2016 a las 21:14
  2. 2. Thelma López Lara dice:

    Hola, Diaspora.

    Tu relato me ha gustado mucho. Las descripciones que haces de las aventuras de Joao Lucas, hacen que el lector se meta en la historia.

    Es un relato que se lee de manera fluida.

    Te felicito.

    Saludes.

    Thelma López Lara

    Escrito el 17 octubre 2016 a las 23:50
  3. 3. J. Colmarias dice:

    Muy buenas Diaspora.

    Me ha gustado mucho tu relato. Me sorprende ver que textos tan bien escritos en cuanto a forma y estilo como este tengan tan pocos comentarios. Idea original, redonda y bien cerrada. Felicidades.

    Mi texto es el 168, por si quieres echarle un vistazo.

    Saludos.

    Escrito el 19 octubre 2016 a las 19:29
  4. 4. DIASPORA dice:

    Gracias, J.Colmarias. Aprecio tus palabras. Me anima a seguir poniendo por escrito lo que flota en mis pensamientos. Trato de esforzarme en hacer las cosas bien, aunque no siempre “las musas”atienden el llamado.

    Escrito el 19 octubre 2016 a las 20:11
  5. 5. Juana Medina dice:

    Diáspora,
    Ante todo, gracias por tu visita.
    Es la primera vez que leo algo tuyo y me ha gustado mucho.
    La búsqueda del elixir de la eterna juventud está en las leyendas de todos los pueblos y, según creo, en el corazón de la humanidad.
    Muy buena historia.
    Te felicito

    Escrito el 20 octubre 2016 a las 17:18
  6. 6. Tavi Oyarce dice:

    Hola DIASPORA
    Toda una sorpresa leerte. No sé si eres nueva por aquí, y si así lo fuera, serás un gran aporte.
    Manejas todo bien con un toque de ternura estremecedor. Me ha encantado tu relato, la forma de llevarlo y ese toque final, soberbio.
    Te felicito y ojalá sigas participando y poder leerte.
    Gracias por pasar por mi historia
    Nos leemos

    Escrito el 21 octubre 2016 a las 22:50
  7. 7. DIASPORA dice:

    Hola Tavi
    Gracias por tus generosas palabras. He participado en varias ocasiones en este taller. Para ser honesto, soy aficionado, y gran parte de lo que sé lo he aprendido en este blog.
    De nuevo gracias, por detenerte en mi relato.

    Escrito el 22 octubre 2016 a las 01:37
  8. 8. Grumete dice:

    Hola Diaspora.

    El relato tiene une lectura amena y te engancha desde le principio .Me gusto bastante tu historia,te felicito y te animo a que sigas así.

    Un saludo y nos leemos.

    Escrito el 22 octubre 2016 a las 18:53
  9. 9. Osvaldo Mario Vela Sáenz dice:

    Hola Diáspora, a veces la ignorancia nos hace sonreír. al leer el nombre de la tribu, me sonó inventado y parecido a la expresión de un incrédulo; !Ya!, no mamis. Pero pudo mas la curiosidad y consulté en el Internet. Lo que encontré ahí le da a tu historia veracidad pero la cataloga con un “18” je je je. Ya con seriedad, tu trabajo me parece muy bien escrito y la historia atrae la atención de cualquier lector. Por ello te felicito y adelante. Felicidades.

    Escrito el 23 octubre 2016 a las 18:51
  10. 10. LUZ ORTEGA dice:

    Hola Diaspora,
    Me ha encantado tu relato, desde el primer momento me he sentido el la piel de Joao Lucas.
    Las descripciones son fantásticas y el final da al texto una mayor riqueza.
    Felicidades.

    Escrito el 23 octubre 2016 a las 19:37
  11. 11. Jose Luis dice:

    Hola Diaspora
    Gracias por leer mi relato y por tu comentario. Me apetecía cambiar de tercio por una vez.
    Al margen de polémicas, lo cierto es que he advertido en el encabezado del relato de la existencia de material explícito dentro del mismo.
    Por otro lado, tampoco he entrado a comentar los cuentos de las personas que exponen que son menores de edad, a fin de no “obligarlos” a que lean mi historia.
    Tu cuento me ha gustado mucho, las descripciones están muy bien y la estructura de la historia está bien ensamblada. La lectura ha sido muy amena y he pasado un buen rato.
    Un saludo

    Escrito el 23 octubre 2016 a las 20:58
  12. 12. Marazul dice:

    Hola Diáspora:
    Los relatos de aventuras me encantan. Tanto si son en el Polo Norte como en el desierto o en la selva Amazónica. Si están bien escritos te trasladan a lugares exóticos, lejos de lo cotidiano. Por eso me ha gustado el tema que has elegido. Narras bien, Diáspora, y tu relato es muy visual.Perfectamente se podría trasladar al cine.
    Sólo hacerte una pequeña observación al principio del texto:”……miró en su horizonte un ave….”. Yo sustituiría ese “miró” por “vio”.
    Por otro lado me llama la atención encontrarme con palabras a las que yo no estoy acostumbrada, y que se usan en algunos países hispanohablantes: ¿baqueano o baquiano?, “opacare”…..
    Un texto muy entretenido y con un final abierto……
    Un gusto leerte. Saludos

    Escrito el 23 octubre 2016 a las 21:42
  13. 13. DIASPORA dice:

    Gracias, Grumete, Osvaldo Mario, Luz Ortega, José Luis y Marazul, por comentar mi relato.

    Escrito el 23 octubre 2016 a las 23:24
  14. 14. K. Marce dice:

    Saludos Diaspora:

    O son mis ojos cansados, o es la historia, que no me han saltado erratas de escritura. Creo, a mi parecer, que ha sido tu puntuación es muy buena y has usado apropiadamente la redacción.

    Me confundí un poco al inicio, los usos de las «», porque aún con su correcto uso (citas textuales y pensamientos), eran dos lapsos de tiempo distantes, al menos en lo que se refiere al desarrollo de la aventura.

    Lo que sí he encontrado, y por ello lo he leído en varias ocasiones, es la argumentación. Me disculparás, pero tengo tendencia a leer entre líneas y me descoco pensando en qué va una trama.
    Lo primero que noté, al finalizar el relato completo, fue que quien cuenta la historia es un anciano de la tribu de los Yanamomis; sobre “otra” tribú que existe en medio de la selva. Al final de la historia, se encuentran con una persona que habla el idioma yanomamis en forma rudimentaria. No hay problema con ello. Pero, el anciano nos relata que el jefe de esta otra tribu tiene un cuaderno con los “recetas mágicas para su longevidad”… y nos encontramos con una chica casi desnuda, a tapa rabo. Que vive en medio de una selva inhóspita de seis millones de kilometros cuadrados. ¿Y su tribu tiene un cuaderno? En mi país, que tiene selvas más pequeñas que esas pero igual de inaccesibles, las tradiciones se mantuvieron por siglos y siglos de forma oral. No fué sino hasta la llegada de la “civilización” que ellos aprendieron a escribir en “español”, pero han conservado sus dialectos y los han castellanizado. Son muy escasos las tribus américanas que han “inventado” una escritura. Si han preservado sus historia ha sido a través de glifos o dibujos, y no sobre papel, sino piedra, maderas, alfarería o cueros. Por lo que ese dato no me parece muy verósimil.

    La parte del pensamiento/razonamiento de Joao, en donde medita de los alimentos de efectos curativos, me parece una charla hacia alguien, no un pensamiento a uno mismo, no me parece una forma natural de automeditación.

    Y finalizo con la edad de la aborigen, la fase lunar dura 27 días y un poco de más horas, lo que hace que el año completo de esta tribu, no corresponda a nuestro calendario. Quedandose con casi, aproximadamente, treinta y cinco días menos. Lo que ella tendría unos cuarenta y cuatro años. Y va bien, porque es casi lo que le has dado como edad, así que bien por el cálculo.
    Aunque déjame contarte una anécdota: Cuando yo tenía dieciocho años de edad, no me permitieron entrar a la sala de cine, a ver una película de terror para +16, porque creían que yo tenía trece años. Y ahora, no te diré mi edad, pero me calculan dieciocho años menos. Así que espero que no le cuentes a Joao porque seguro vendrá a buscarme.

    Te diré que la historia me ha gustado mucho, (aunque ya sabes, quisquillosa como siempre con los detalles) Pero no le quito el mérito que tiene de captar la atención, de atraer con un tema que es un imán para la mayoría (la eterna juventud) y la aventura que siempre es algo que desearíamos hacer aunque sea una vez en la vida. Pero yo me alejaría de las montañas que amo, sólo por esas hormigas y los mosquitos, ya que casi me muero después de vacunarme contra la fiebre amarilla… Ah, inolvidable recuerdo de mi tránsito por América del Sur.
    Disfrutable y ameno. Felicidades de verdad.
    ¡Nos leemos!

    Escrito el 24 octubre 2016 a las 07:05
  15. 15. DIASPORA dice:

    Gracias K.Marce por meter el bisturí y tocar las entrañas de mi relato. Lo agradable de esto es que realizás la cirugía con buena anestesia. Al final resulta saludable la intervención, y siente uno que lo han tomado de la mano para mostrarle algunas asperezas del camino.

    Escrito el 24 octubre 2016 a las 15:13

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