Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

Le Quotidien - por Kein V. Raad

Finalmente llegó el día de la inauguración del “Le Quotidien”. El transitar de los cocineros, en cada una de las cocinas, evocaba más bien la carrera con obstáculos de los juegos olímpicos recién celebrados en la ciudad. Más de uno debutaba en su labor y tenía allí la ocasión perfecta para impresionar al chef de piso. Veinticuatro pisos hacían parte de aquel restaurante; edificio tan extravagante como su dueño.

El señor Finoir había contratado a los mejores chefs de Francia para que deleitaran a sus clientes, pero su motivación era mucho mayor. Ni el dinero del linaje de su familia había podido acabar con la extraña enfermedad que aquejaba a la joven Hélène. Cuando su única hija fue finalmente diagnosticada, su médico le aseguró que la única manera de ganar algo de peso, y de no preocuparse por morir como consecuencia de la enfermedad, sería ingerir una comida completa cada hora.

En la inauguración, la clientela cumplió con las expectativas, los parisinos acudieron de forma masiva y la sonrisa del señor Finoir era inigualable. La cena principal tuvo desde una excelente lasagna clásica hasta un chop suey de lo más original. Todos en las mesas parecían disfrutar de la velada, así que Finoir se fue a su despacho; ubicado en el último piso del restaurante, por supuesto.

Entre dos de los chefs contratados, se venía librando hace años una competencia mucho menos sana que la de los cocineros. El restaurante al cual el chef Raymond Rousseau había dedicado la mitad de su vida, había caído en desgracia tras, entre otras cosas, el éxito de su colega Nicolas Pinaud. Raymond tenía deseos de venganza, pero no había encontrado oportunidad de llevarla a cabo; no hasta que aceptó el trabajo y fue ubicado en el piso 22 del edificio, uno arriba del de Nicolas.

Diariamente, justo a las doce y media de la tarde, Finoir registraba en un cuaderno veinticuatro recetas, correspondientes a los platos especiales de los menúes del día de cada chef. Aprovechaba el recorrido por el edificio para ver cómo estaban las cosas. A cada hora en punto, le llevaba a su hija el plato que correspondiera según la relación piso-hora militar. Su lema era “El placer de comer ante todo. Repetir nunca”.

El señor Finoir amaba demasiado a su hija y, ofrecerle un menú tan especial, era lo único que su dinero podía lograr. Además, su hija soñaba con ser chef y ese cuaderno significaba un enorme gesto de aliento por parte de los veinticuatro que trabajaban para su padre.

Una noche, a las diez exactamente, Raymond le llevó a Nicolas una muestra de su plato especial, con la excusa de hacer las paces. Desde hace días venía tratando de acercarse a su rival sin éxito alguno, sin embargo, esa noche Nicolas se encontraba solo y cedió ante el discurso manipulador de su colega. Cuando el chef Pinaud se disponía a comer, entró en la cocina el jefe con una mala nueva, el plato de Rousseau que le llevaba a su hija se había estropeado.

El chef afirmó que aún tenía comida de la que hace una hora le había entregado, y que podía sin problema llevarle a Hélène el plato obsequiado por Raymond. Luego de recorrer dos cuadras, Nicolas llegó pronto a casa de Hélène y le entregó el plato. La joven, muy amablemente, invitó al chef a que la acompañara en la comida y charlara con ella un poco. Bastaron sólo unos bocados de la exquisita ensalada para que el liviano cuerpo de Hélène cayera envenenado en brazos de Nicolas.

El señor Finoir no soportó la noticia del fallecimiento de su hija y murió al instante, enfrente de Nicolas cuando éste le informó. Raymond Rousseau, el chef del 22, finalmente fue digno de ser recordado. Sólo Dios sabe si hoy, desde la cárcel, la presencia del chef Pinaud en dos muertes satisfizo en algo su sed de grandeza y venganza.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

6 comentarios

  1. 1. Éter dice:

    Hola Kein V. Raad! Me encantó tu narración, como de a poco nos va llevando hacia el descenlace y te felicito por incorporar el elemento de “venganza” a tu historia. Consejos: cuidado por como vas desarrollando los hechos, porque parece algo forzada la manera en que se desenvuelve la venganza. Y por otro lado, si en lo que vas a enfocarte va a ser la relación entre los dos chefs, no te centres tanto en una descripción de Finoir cuando es un daño colateral en la venganza de Rousseau. Yo pondría mayor énfasis en qué es lo que piensan estos dos, sobre todo Pineaud, porque no quedo muy claro cuál es su opinión respecto a Rousseau, aunque es cierto que nos vemos algo limitados por las 750 palabras.
    Fue un placer leerte. Saludos.

    Escrito el 18 octubre 2016 a las 18:47
  2. 2. Patricia Redondo dice:

    Hola Kein! emm , no me lo tomes a mal eh ? es solo una opinion. A ver , la historia (historias) tiene interés. Rivalidad entre dos chefs , una padre con una hija que tiene una extrañisima enfermedad y a la que intenta salvar… pero creo que presisamente ahí reside el pero al texto…demasiadas historias , demasiado complicado para un texto tan pequeño. La trama es confusa y queda un poco desmedido y poco creible que para vengarse un chef del otro la paguen el propietario del restaurante y su hija que nada tenían que ver en el tema (pobres).

    Lo del restaurante de 24 pisos !!! también resulta bastante extraño … en fin que apunta interesante pero creo que se podria pulir bastante , igual sin la presion del tiempo para entregar (que nos condiciona siempre a todos) le puedes pegar una vuelta. Me presto voluntaria si reescribes el texto ya sin presiones para releerlo 🙂

    Mi texto está en el 35 por si te apetece pasarte

    Nos leemos

    Saludos!

    Escrito el 19 octubre 2016 a las 14:30
  3. 3. Kein V. Raad dice:

    Hola, gracias por sus comentarios!

    Éter: En cuanto a tus consejos, con los cuales estoy de acuerdo, debo decir que más que sacrificar parte del personaje de Finoir me hubiese gustado desarrollar más los personajes de Rousseau y Pinaud. Pero claro, dado el límite de extensión del relato, lo primero hubiese sido más conveniente y necesario.

    Patricia: Creo que si la trama es confusa puede ser consecuencia precisamente de la cantidad de historias que mencionas, trabajaré entonces en ello. Y el final… Bueno, un poco trágico pero no tan improbable.

    Tomaré muy en cuenta sus consejos. Saludos!

    Escrito el 19 octubre 2016 a las 17:46
  4. 4. K. Marce dice:

    Saludos Kein:

    Muchas gracias por leer y comentar mi relato.
    Me gusta escribir primero las mejoras, y luego terminar con los halagos.
    Empecemos con la forma de la narrativa. En el texto hay tres ocasiones que se usa la palabra “Finalmente”, y otras palabras que fueron notorias por su terminación en -mente. Se aconseja sustituir los -mente, por sus formas sencillas: finalmente (al final) diez exactamente (diez en punto), diaramente (a diario), amablemente (con amabilidad).
    No es que tienes que obviar los -mente, sino usarlos cuando no puedes sustituirlo por su forma simple, ya que la compuesta describe mejor esa acción.
    Hay algunas frases, las cuales me parecen que de manera sonora sería más acertada, la anteposición de las palabras, aunque es una preferencia personal. No me gusta, por ejemplo, la frase “desde hace”, aunque es un complemento del verbo, por su propia implicación de verbo “presente”, no me agrada verlo tan cercano a otros verbos en diferente tiempo (hace/venía), máxime en frases con tanta variedad de verbos. Como siempre, se busca sustituir con la forma simple: “Tiempo atrás venía…” que significa lo mismo.
    En cuanto al contenido, ha resultado un poco inverósimil. Por obvias razones, aunque comprendo la idea de los veinticuatro pisos por cada hora que Héléne debe comer, un edificio de ese tamaño es por completo innecesario.
    Trabajé en un hotel, con una sola cocina, que era capaz de alimentar a más de cinco mil personas.
    También son muy quisquillosa con los detalles, y he fruncido el ceño, al leer “lasagna y chop suey”. A mi entender, es un restaurante “internacional”; pero los franceses no consideran cocina a otra que no sea la propia. Son los maestros del arte culinario, por lo que esperaba ver en ese menú un “Reclette”, “coq au vin”, “quiche lorraine” “crépes”, “fondue”, “ratatouille” y los “croissaints”…Y la variedad de la comida francesa, creo que da para un menú completo y diferente para cada día del año.
    No tengo problema con las dos historias, me gustan las historias complicadas, mientras más lo sean, me atraen más. Pero si estoy de acuerdo que la venganza, se debió mostrar con más peso; es decir, si era capaz de matar al otro chef, se debió ahondar no solo en la “desgracia” de un restaurante; sino justificar esa razón de tanto peso.

    Me ha agradado que has cuidado la ortografía, y la puntuación la veo correcta. Aunque tienes tendencia a las frases largas, no me saltaron tanto a los ojos. La historia empieza como una muestra del amor paternal, para concluir con la venganza de un chef envidioso de la mejor fortuna del otro. Y como siempre, el daño colateral, es el broche dramatico de la historia, que los inocentes paguen lo que no deben.
    El relato tiene su gusto de leer y terminarlo, lo cual me parece muy bien llevado.
    ¡Nos leemos!

    Escrito el 20 octubre 2016 a las 01:39
  5. 5. Danii López dice:

    ¡Hola, Kein!
    Muy buena historia. Me sorprendió el final; esperaba que Nicolás sospechara o algo así.
    Aunque tenemos sólo un margen de 750 palabras, la idea está cerrada. Más allá de las suposiciones que podamos hacer. Aunque Raymond fingió hacer las paces, Nicolás se fió totalmente de él. Ni una sombra de sospecha.
    Tampoco estoy en contra de que haya muchas historias, tal vez la dificultad está en ordenarlos, porque son muchos datos para un relato y es fácil perderse un poco.
    Lo del restaurante ¿Veinticuatro pisos? Sé que él era rico, pero tal vez es demasiado.
    No hay errores garrafales en ortografía.
    Las oraciones son un poco largas. Es sólo una observación; no está mal cómo lo hiciste. Creo que estoy acostumbrada a escribir oraciones cortas.
    Lo que me queda para decir es que la historia me entretuvo y no me dejó ir. Creo que da para una historia más extensa.
    Saludos.

    Escrito el 22 octubre 2016 a las 10:17
  6. 6. beba dice:

    Hola, Kein:
    Tu historia es original e interesante. Pero creo que has metido demasiados personajes y sus historias en el estrecho límite de las 750 palabras. De ahí que el hilo del relato se trunque, se dificulte recordar a los personajes, se encuentren episodios inverosímiles y pierda fuerza la idea central: un hombre rico quiere salvar a su hija de una rara enfermedad.
    Tu manejo gramatical es correcto y tu vocabulario amplio.
    beba- 141

    Escrito el 24 octubre 2016 a las 02:12

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.