Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

Secuelas - por Melisa

Llegó sin avisar, como de costumbre. De blanco impoluto y con un bolsito en una mano, me prometió que sería una visita fugaz. ¿Por qué fui tan ingenuo, tan cobarde? Le hubiera gritado que no la quería en mi vida o, mejor aún, que por fin tenía la casa ordenada, una vida con proyectos.

Como un parásito evolucionado, me habitó rápidamente, me engulló por dentro. Primero recurrió al pasado para debilitarme: “¿Te acordás, fracasado, de todas las veces que fracasaste?”; después comenzó a manipularme sin compasión. Como resultado, vagué inconsciente días y noches, absorto en recuerdos distorsionados y miedos que hasta entonces creía curados.

Una tarde, me recordó a mi madre con otros hombres, sus amantes. Reviví el desprecio de aquella gente, las risitas con sorna. Sentí un fuego interno devorándome. Otro día (o quizás todo haya ocurrido esa misma tarde), me vi a mí mismo con apenas diez años, con el cuaderno de recetas de mi vieja en la mano, intentando demostrarle al juez que no había ingredientes “secretos” en la famosa receta de las masas finas.

Reavivé los incontables sueños en los que mi madre también a mí me envenena con cianuro. El sueño tiene efectos reales en mi cuerpo, siento en carne propia los síntomas provocados por el veneno. Sufro el dolor de las tres señoras a las que mi madre efectivamente envenenó.

Me veo en televisión, veo morbo en los rostros desconocidos que quieren conocer mi versión de los hechos. Repito en todos lados que mi madre no tenía relaciones comerciales de ningún tipo con las difuntas. Me reencuentro con todos los vecinos apuntándome con el dedo, vanagloriándose de poder decir “ese es el hijo y YO lo conozco”. Creo que nunca voy a salir de ésta.

Una madrugada de ensoñaciones leves, veo a mi madre de joven amasando masas; veo a mi mejor amigo comerlas con placer; veo a las tres señoras comerlas con placer. Vomito.

Esa noche no duermo y caigo en la cuenta de que estoy atrapado en una especie de espiral. A la mañana siguiente me levanto con la firme idea de llevar adelante un experimento: descubrir cuántas de las personas que considero como incondicionales comerían una comida preparada por mí. Busco el recetario de mamá, ese que alguna vez llevé al juzgado. Cocino e invito a comer a mucha gente. Nadie viene. Confirmo entonces que nadie confía en el hijo de mi madre. Intento matarme y, por supuesto, fracaso. Me encuentran, me encierran.

Acá donde estoy ahora, la depresión ya no viene a visitarme, las pastillas no la dejan pasar.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

9 comentarios

  1. 1. Marcelo Kisi dice:

    Hola Meli!
    De casualidad me tocaste de vecina de abajo, así que ahí estoy presto!
    La pasé muy bien con tu relato, una historia como las que me gustan a mí, con asesinatos, tiros y líos.
    Eso sí, lo digo desde el punto de vista de mis gustos y nada más. Me parece que el cuento es sobre los sentires del hijo de la asesina, más que del triple asesinato en sí, entonces el relato de qué pasó pierde un poco de su claridad: ¿era culpable o inocente su madre? Si era culpable, ¿por qué las envenenó? Los ingredientes secretos, ¿su madre los robó? ¿Pertenecían a las víctimas? ¿O estas intentaron robárselos a ellas?¿Quién es la que llega y lo parasita al principio, y que después no reaparece, quedando como un cabo suelto?
    Eso en cuanto al contenido, creo que se puede trabajar más y tiene potencial, quizás como introducción a un segundo capítulo, en el que la historia se cuenta desde el principio. Acá aparece como a través de un vidrio esmerilado.
    En cuanto a lo más técnico, te señalo nada más el tema de las repeticiones o redundancias: “comerlas con placer”, 2 veces en el mismo renglón; “amasando masas”; “comerían una comida”.
    Fuera de eso, como siempre, me gusta tu estilo!
    Abrazos!!

    Escrito el 18 octubre 2016 a las 11:06
  2. 2. Melisa dice:

    Hola Marce! Qué alegría que seas mi vecino!
    Intenté escribir un relato sobre la depresión. Lo revisé a contrarreloj para poder participar, así que entiendo que no me haya quedado del todo claro.
    La historia secundaria, la de la madre del personaje que sufre depresión, está basada en un hecho de la vida real: una mujer que envenena con cianuro a tres señoras a las que les debía dinero. El cianuro sería el ingrediente secreto de las masas finas. 😉
    Gracias por tu visita! Pronto estaré leyendo tu historia!
    Abrazos!

    Escrito el 19 octubre 2016 a las 00:03
  3. 3. Yolanda Tovar dice:

    Hola, Melisa:
    Muchas gracias por tu comentario.
    He leído tu relato y me ha gustado la idea aunque creo que le falta solidez. Me explico: has desarrollado bien la trama pero en algunos puntos no dejas claros algunos aspectos como si a la madre la condenaron o no, porqué envenena a su hijo, que la motivaba a asesinar. Te centras en lo que siente el personaje y si dieras más información incluso esos sentimientos impactarían más al lector. Además, cambias de tiempo verbal a medio relato y eso confunde un poco.
    Aún y así, escribes con mucha fluidez. Espero leerte el mes que viene.
    Un saludo

    Escrito el 20 octubre 2016 a las 13:43
  4. 4. Melisa dice:

    Hola Yolanda, muchas gracias por tu visita!
    Voy a trabajar en lo que me decís: escribir sin tanto misterio. 😉
    Hasta la próxima! Saludos!

    Escrito el 23 octubre 2016 a las 20:56
  5. 5. Alonso García-Risso dice:

    Saludos Melisa:
    Gracias por tu amable comentario. Use las comillas buscando una atmósfera algo irreal (un dialogo de sordos), una situación que en el texto se resuelve internamente (una vorágine de pensamientos desbocados). Quise capturar la franqueza (algo no-real en el personaje-femenino), como propio de otro universo; recuerda que, el meollo es una propuesta indecente… Fin del comentario.

    Sobre tu texto: Qué estupenda historia, has logrado con acierto, manejar el intrincado cuadro psiquiátrico de la depresión, en tránsito incuestionable, a la locura.
    Tan bien expuesta la figura que la capturé a la primera lectura, desde el principio. Te felicito, muy bien logrado tu trabajo. Leerlo me fue todo un agrado.

    Escrito el 25 octubre 2016 a las 04:35
  6. 6. Alonso García-Risso dice:

    Melisa: Se me queda algo en el tintero. Entiendo que cuando mencionas ‘cianuro’, te refieres al componente químico ‘cianuro de potasio’. Sustancia siruposa, es decir que tiene consistencia semejante a un jarabe, de acción rápida y letal. Anecdota: Al monje Rasputín, los príncipes rusos sus enconados enemigos, lo envenenaron con bombones de chocolate rellenos con cianuro. Sorprendente, Rasputín no murió con tal ingesta. Tuvieron que intentarlo por otros medios. Fue un tipo ‘duro de matar’.
    A propósito se muere por asfixia; pues el cianuro impide la acción de los glóbulos rojos. El antídoto es comer dulces. Cuidado, se envenena a través de vía oral o cutánea.
    Otro dato, generalmente su venta es restringida, por razones obvias.
    Ciao

    Escrito el 25 octubre 2016 a las 04:57
  7. 7. Melisa dice:

    Hola Alonso!
    Qué bueno que te haya gustado! Me pone muy contenta tu comentario.
    Basé mi relato en la historia de una señora que se hizo popular acá en Argentina por haber envenenado a sus amigas con masas finas… sin embargo, se cree que el cianuro estaba en la bebida con la que acompañaron las masas y no en las masas, exactamente por el motivo que vos decís. Muchas gracias por la aclaración!
    Saludos y nos leemos!

    Escrito el 25 octubre 2016 a las 21:36
  8. 8. Edu SC dice:

    Hola Melisa,

    Muchas gracias por tu visita y tus amables palabras, me animan mucho. Y disculpa la tardanza en devolverte la visita.

    En cuanto a tu relato, por un lado opino que está muy bien escrito, sólo me ha chirriado un pelín lo de las repeticiones que ya te indicaba Marcelo, pero no demasiado. Por lo demás creo que usas muy bien las palabras y consigues crear un ambiente de angustia por parte del hijo, que es quien relata la historia. Lo que ocurre, en mi humilde opinión, es que gran parte de la narración se centra en sentimientos del protagonista y eso, creo, le resta consistencia al relato. Por ser más específico, la parte del relato que más me ha gustado es el final, precisamente porqué tiene, acción, ocurren cosas: el hijo invitando a sus amigos a una cena, poniéndolos a prueba y cerciorándose, al no acudir nadie, que nunca se librará del estigma que lleva encima, el de su madre asesinando a través del veneno. Decide quitarse la vida, fracasa y acaba internado. Creo que es un fantástico final y donde el relato toma más sustancia. Gran parte del relato anterior, pese a estar tan bien escrito, adolece de dicha consistencia. Toda la parte inicial explicada no tanto desde la mente del protagonista, o sí, pero explicándola más en acciones, creo que sería más visual, se “vería” mejor.

    O quizás no sería ya la historia que tu quieres contar. No estoy seguro, no soy ningún experto pero intento ser sincero dando mi opinión con el ánimo de ayudar, espero te sirva.

    En todo caso me gusta mucho como escribes y las ideas / historias que planteas me atrapan así que seguiré leyéndote en las próximas entregas.

    ¡Felicidades!

    Escrito el 26 octubre 2016 a las 21:30
  9. 9. Melisa dice:

    Hola Edu! Muchísimas gracias por tus palabras!
    Estoy totalmente de acuerdo con vos, me enfoqué demasiado en contar la historia a través de la mente enferma del protagonista y me olvidé de darle dinamismo al relato. Gracias por tu opinión sincera, me anima mucho a seguir escribiendo!
    Espero ansiosa leer tu relato de noviembre, siempre es un placer. 😉
    Un abrazo!

    Escrito el 29 octubre 2016 a las 00:56

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.