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La cartera turquesa - por Fernando Caporal

Web: http://ojosdelalibertad.blogspot.com.ar/

Dicen que todos tenemos un doble en alguna parte… Lo cierto es que debe ser difícil encontrarlo, pensó mientras navegó por el resultado de la búsqueda en la página web de citas.

Entre aquellas mujeres, solas, encontró a una morocha de ojos negros que lo impactó. Leyó su perfil; buscaba un hombre como él. Para su suerte, estaba en línea. La invitó a chatear y ella aceptó. Chatearon un rato; era separada y no estaba en ninguna relación. Era simpática y se divirtieron mucho chateando, tanto que la invitó a tomar un café y ella aceptó. Quedaron en encontrarse en un bar de Belgrano. "Voy a llevar una cartera turquesa" Le dijo. El pensó que era innecesario porque la reconocería por haberla visto en la foto, pero no dijo nada.

Por la noche, sentado en el bar, recordó el detalle de la cartera. "Quizá no era suya la foto" Pensó y comprendió que estaba frente a una cita a ciegas. Tuvo dudas en quedarse, pero ya estaba allí y tenía más ansiedad por conocerla que miedo a que no fuera quien había visto. Cinco minutos después entró al bar una morocha de ojos negros con una cartera turquesa. Parecía estar buscando a alguien. El le hizo una seña con la mano. Ella se acercó a la mesa y él se paró para saludarla. —Hola, ¿cómo estás?— Le dijo. —¿Nos conocemos?— Preguntó ella. —Claro, soy el tipo del chat— Le dijo él. La morocha lo miró interrogativa. —Creo que se confunde de persona— Le dijo y se fue.

“Si no quería venir lo hubiera dicho” Pensó. Le pareció bochornoso el desaire. Se sintió un idiota. Llamó al mozo para pagar el café, en el momento en que vio otra morocha de ojos negros con una cartera turquesa que entró al bar, buscando a alguien. Se quedó helado. La miró de nuevo para asegurarse de lo que sus ojos veían. Era la misma mujer con quien había chateando. La nueva morocha se quedó parada cerca de la puerta. El se acercó y se presentó. La mujer lo miró igual que la anterior. El le explicó quién era y ella le dijo que no esperaba encontrarse con nadie de ningún chat. Volvió a su mesa algo aturdido. No podía comprender lo que estaba pasando.

El mozo demoró en venir, por eso cuando le pagó había pasado un rato. Antes de salir, otra morocha igual a las otras dos entró al bar con una cartera turquesa. Pensó que esa mujer estaba jugando con él. Enojado, la encaró y le preguntó que pretendía. La mujer lo miró asombrada y le dijo que era un maleducado, que quien era él para hablarle así y que ni siquiera lo conocía. El, enfurecido, le dijo que si no quería tomar un café podía haberlo dicho. La mujer le dio una cachetada.

El tipo salió del bar ciego de irá. Se llevó por delante a una mujer sin querer. Se dio vuelta para pedirle disculpas y al verla, vio a la morocha del chat. A los pies estaba la cartera turquesa que el empujón le había hecho caer al suelo. Abrió los ojos con asombro y la mujer lo miró interrogativa. Empezó a caminar hacia atrás mirándola como si estuviera viendo al mismo demonio. La morocha quiso acercarse para saber si se encontraba bien, pero le dijo que no lo toque; se dio vuelta y se fue a paso acelerado. Llegó a la avenida, se subió a un taxi y le dio la dirección de su casa. "Muy bien" le contestó el chofer, con voz femenina. Entonces levantó la vista; el taxi lo manejaba una mujer morocha como la del chat. Se incorporó y miró el asiento del acompañante; allí había una cartera turquesa. Se detuvo en el semáforo siguiente. El tipo, espantado, se bajó y echó a correr enloquecido.

Cruzó la calle sin mirar y un auto lo atropelló. Cayó al piso y se golpeó, entre otras cosas, la cabeza. La ambulancia llegó poco después, para trasladarlo al hospital más cercano. La médica de guardia lo revisó; no tenía traumatismos importantes. Llenó la historia clínica, completó el informe de cambio de turno y se lo dio a la doctora que la relevaría. La recién llegada, morocha, apoyó la cartera turquesa sobre el escritorio, se puso le guardapolvo y saludó a la doctora que se iba. La otra, también morocha, ya cambiada y lista para irse, tomó su cartera turquesa y se fue.

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6 comentarios

  1. 1. Claudia E. dice:

    Hola Fernando!

    Me ha gustado que en el relato el protagonista viera tantas “morochas”, jajaja, en serio, le da emoción a la historia. Como lectora moría de ganas por saber si por fin encontraría a la “morocha” correcta.

    Tengo la impresión de que has querido dar un final abierto a tu relato, pero más bien parece como si se hubiese detenido y fuese a continuar en una segunda parte.

    ¿A qué se debía que el protagonista viese tantas “morochas”? No creo que haya sido el accidente que tuvo, porque ya las veía desde antes.

    ¿La ansiedad por su cita basta como único motivo para ver tantas mujeres iguales a la chica que esperaba? :).

    ¿O tal vez eran clones? podría ser la antesala de una historia de ciencia ficción.

    O tal vez, la “morocha” con la cual tropezó si era la verdadera.

    Donde colocas: “Era la misma mujer con quien había chateando” podrías colocar “Era la misma mujer con quien había chateado” o “Era la misma mujer con la cual había estado chateando”. A veces por teclear se nos pasan esos detalles, sólo te aviso :).

    Gracias por comentar mi relato!

    Un saludo!

    Escrito el 17 noviembre 2016 a las 20:45
  2. Hola Claudia, gracias por tu comentario… ¿Sos morocha? 😛
    Sí, creo que está relacionado a la obsesión más que a la ansiedad del protagonista, a tal punto que ve en todos lados a la misma morocha. El detalle de la cartera le hizo detonar la duda de si era o no la mujer que había visto en la foto y le generó ansiedad que se transformó en obsesión.
    Lo de “chateando” es cierto, uno a veces tipea y tipea y en la revisión se escapan los detalles.
    Gracias por tu comentario.

    Escrito el 19 noviembre 2016 a las 15:36
  3. 3. Luis Ponce dice:

    Hola Fernando:
    1.- Muchas gracias por tus comentarios en mi relato.
    2.- Yo estoy convencido que la literatura puede divertir, si lo hace, a logrado uno de sus cometidos.
    Con tu relato ME HE DIVERTIDO.
    Hay algunas cosas que merecen un reajuste, pero lo dejaremos para los más enterados que ya llegarán.
    La idea me parece muy interesante y es una muestra de tu imaginación: dos detalles: una cartera y el color de la piel, ya disminuyen las posibilidades a la mitad. El mismo bar de Belgrano, otro veinticinco por ciento, que entren solas otro veinte, y casi a la misma hora otro cinco, que lo golpeen, lo atropellen e intenten curarlo otro cuatro por ciento.
    Un detalle interesante que se puede aprovechar en una versión más larga es la parte sicológica que lo obliga a quedarse. Esa curiosidad por lo que se desconoce y que lleva al hombre a una especie de ansiedad por el encuentro, sin importarle lo que vendría a continuación. No piensa en una cita o la posibilidad de algo más, es solamente la obsesión con el hecho de encontrarla lo que lo lleva a forza esos encuentros.
    Ser el tipo del chat me parece una descripción demasiado vaga, deberías ponerle un distintivo, porque sin eso, el lleva una ventaja, puede decidir si ella le gusta o nó, pero ella está en desventaja porque puede ser cualquiera de los hombres presentes.
    Si lo pules, puedes conseguir un relato muy interesante.
    Me ha gustado mucho.

    Escrito el 21 noviembre 2016 a las 18:05
  4. 4. María Esther dice:

    No se si conté mal Fernando, pero eran ocho mujeres morochas con cartera turquesa.
    Te soy sincera, me has dejado anonadada. Realmente no te comprendo.Parece una pesadilla, cada vez mas disparatada, mas obsesiva.
    Cuando empiezas el cuento,dices que debe ser difícil encontrar un doble.De acuerdo, pero lo que veo que tu te dedicas a buscar una mujer ideal, que sea tu”media naranja”, o sea tu otra mitad.Creo que deberías recordar,que , mitad y doble no son los mismos conceptos.Cuando llegaste a la segunda mujer, yo pensé “ahí está el nudo, las mujeres son dobles y el no va a saber qué hacer”. Entonces me preparé para el desenlace,y disfrutar la salida ingeniosa que le darías…
    Creo que debes continuar,hasta redondear el tema.Saludos.Maritel -140

    Escrito el 22 noviembre 2016 a las 02:47
  5. 5. Cheche dice:

    Fernando,
    La idea me parece genial. Pero como dice Maritel, me quedé disconforme al ver tantas morochas. Me pareció una salida fácil.
    Tienes varios errores ortográficos y muchas palabras repetidas. Revisa eso.
    Gracias por comentar el mío.
    Saludos,
    Ch.

    Escrito el 22 noviembre 2016 a las 23:40
  6. 6. Noemi dice:

    Hola Fernando,
    Gracias por haberme leído y comentado.A mi vez el tu texto me pareció estupendo, surrealista e hilarante. Le diste al tema del doble una vuelta de tuerca multiplicando las imágenes hasta el absurdo. Muy bueno sobre todo porque el dejar al protagonista en lo indefinido ” el tipo del chat”, ” el tipo” le da un espacio despersonalizado en el que puede suceder cualquier cosa, es el recurso de Cortázar en sus cuentos brevísimos .O.K. que no se te suban los humos porque todavía no sos Cortazar pero por algo se empieza, y para seguir por ese camino yo te recomendaría que recortes muchos detalles para dinamizar la acción sobre todo al principio. Este tipo de cuento exige pinceladas rápidas. Un detalle: “pensó mientras navegó”el segundo verbo tiene que ir en indefinido “navegaba”
    Espero que sigamos leyéndonos. Un saludo.

    Escrito el 24 noviembre 2016 a las 16:24

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