Escrito al viento - por Dazgo

Escrito al viento

Dicen que todos tenemos un doble en alguna parte. Nada mas lejos de la realidad, a cientos de kilómetros, historias, mundos y vidas respecto a lo que se refiere a mi realidad. Creo, que de alguna forma siempre hay algo que a uno le inquieta, por muy despreocupado que sea ese uno, aunque sea el tipo más despreocupado en la faz de este mundo de gente preocupada y no tan preocupada, pero aún así, ese tipo absolutamente despreocupado lo sería tan solo un tiempo, un tiempo corto, hablo de… ¿Que se yo? ¿Semanas, días, horas…? ¿Unos miserables minutos de absoluta despreocupación? Pues tal vez eso, le duraría lo que puede tardar uno en beberse una cerveza o fumarse un cigarro, hasta encontrar algo por pequeño que sea que le vuelva a preocupar aunque sea tan poco como mirar al cruzar la calle o que no me pique ese mosquito, como digo, hablo de la absoluta despreocupación, la cual puede ser alterada y eliminada de un rápido plumazo. Y aquí está. El qué de la cuestión y es que ese tipo si sigue siendo, él tipo despreocupado por excelencia, acabará muerto, más rápido que los tipos preocupados , o perdido y resignado a estar loco. Me cobraré gustosamente su mente y revolucionaré su corazón hasta que su efímero tiempo lo torne huracán, un espectáculo para los que lo vean desde las pantallas de sus casas y un desastre del que alejarse para los que lo conocen. La soledad de la mente junto con una delirante sonrisa de libertad.
En fin, a mi me inquieta algo, no soy ese tipo despreocupado, hay algo que me angustia, me carcome por dentro, me erosiona como lo hacen las olas del mar contra las costas de mi paciencia, me duele… Despierta en mi la ira tras la frustración que provoca la ausencia de respuestas ante una cantidad insostenible de preguntas. Os hablo de esa sensación tan incómoda, que se siente, cuando crees que solo queda el pasado, lo que has dejado a tras prácticamente sin darte cuenta, los recuerdos, arrastrados ahora por el nuevo y frío viento de principios de noviembre, ese que deja al verano como eso, ya es un recuerdo. Parece entonces que ya no hay futuro, ni posibilidades para este, ninguna escena que montar en los meses venideros, ningún futuro posible, lo cual, me resulta absurdo, casi tan absurdo como decirle perdón a alguien que te acaba de ofender, los dibujos inexpresivos de las indicaciones en caso de estrellarse contra el maldito suelo cuando vas en el avión como nos enseñó Tyler Durden en el club de la lucha, como los prejuicios, como pagar un poco más por tomarme esta cerveza en esta terraza, como perdonar a alguien sea lo que sea lo que haya echo tan solo porque sea alguien cercano a ti. Como dejar de perseguir tus sueños porque has dejado de creer en ti, y dejar de creer en ti. Y aún así ocurren, pasan constantemente. Entonces nace la pregunta, de esas que alimentan la hoguera de tus pensamientos, más carnaza para la bestia come preguntas que es la duda, siempre tan hambrienta en mi…¿No son a veces o más a menudo de lo que nos gustaría reconocer las cosas absurdas las que mas miedo nos dan? Por ejemplo, ante la tan rotunda evidencia de la muerte parece absurdo tener miedo, siendo seguramente la más cierta de las certezas, sin margen de error, no se trata de una probabilidad , y aún así, cuando se supone que, en la mayoría de casos, cuando podemos controlar algo hasta creer poder catalogarlo como seguro, resulta que ante tan contundente certeza. Tenemos miedo. Si lo sé, da la impresión de que estoy divagando y seguramente lo haga, solo digo que casi todos tenemos miedos. Yo no. Si he dicho que me angustia algo, me inquieta no que tenga miedo, no, no soy como él y a la vez si… En realidad quería hablar de él, de ese otro yo, tan similar y tan contrario. Él tiene miedo si, pero, sin que pueda aún entenderlo del todo y os aseguro que eso me cabrea, tiene la arrogante osadía y el atrevimiento, de aún teniendo miedo, seguir hacía delante, hacía el futuro, le planta cara a cosas que yo no haría ni se me pasarían por la cabeza porqué yo soy más impulsivo que él. Pero se me parece a veces tanto. Le odio y me fascina. Se llama Valor.