Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

Doble dolor. - por Evelyn

Dicen que todos tenemos un doble en alguna parte, y a la mía la vi poco antes de que dieran las dos de la tarde, justo en le momento en que me bajaba del autobús.

Lo recuerdo porque llegaba tarde al instituto, y en vez de abrirme paso entre el centenar de estudiantes que se apretaban en la acera para llegar a clases, no pude dejar de seguirla.

Me impresionó “verme” caminar por la ciudad.

También llevaba uniforme, en esa época eran todos iguales, salvo por la corbata, que diferenciaba a los centros. Tenía mi edad, mi estatura, y al igual que yo, una mochila llena de libros a la espalda.

Al alejarnos del gentío pude darle alcance y situarme a escasos tres metros de ella. Crucé avenidas y caminé calles tras sus pasos, hasta que adivinando una extraña presencia tras de sí, se giró.

Comenzaba el viento a desordenarnos el cabello, y a caer las primeras y gruesas gotas de lluvia, pero ambas no dábamos crédito a lo que veíamos, y a pesar de que la gente abría paraguas y se apresuraba para no mojarse, nosotras no pudimos movernos ni dejar de mirarnos sintiendo que el reloj se detenía para permitirnos esos extraños instantes de absoluta confusión, que poco después, y a medida que nuestros cerebros conseguían calmarse y procesar la información, daban paso a la reticencia y al miedo.

Estábamos empapadas cuando la cogí de un brazo, y sin mediar palabras, la conduje hasta una galería comercial.

Nos sentamos en los peldaños de una alejada escalera y al calor de nuestros cuerpos, que traspasaban la ropa mojada, y acompañadas de una súbita sinceridad propiciada por la complicidad de nuestro sorprendente descubrimiento, fuimos contándonos todo, familiares, amigos, barrios, colegios… …vida, hasta que los comercios comenzaron a cerrar y nos despedimos entrelazando nuestras manos adolescentes en la oscuridad de esa fría noche invernal.

Tenía quince años, como yo, aunque era tres meses mayor. Hija de madre soltera, no conoció a su padre, y tampoco este le dio su apellido… …lo cierto es que al enterarse del embarazo se largó y nunca volvieron a saber de él. Vivían solas en un pequeño apartamento, se habían mudado muchas veces en función del trabajo que conseguía su madre y de lo que pudieran destinar al pago del alquiler. Nunca les sobró nada, salvo incertidumbre, y el amor que se profesaban madre e hija.

Siempre fui el retrato de mi padre, al igual que mis hermanos, y el compartir con ella hasta los lunares más identitarios me aseguraban también que nuestro padre era el mismo.

Cuando mamá lo supo, su reacción no se hizo esperar y remeció los cimientos de nuestra familia por completo. Fue horrible ver a papá marcharse negandolo todo, llorando, mientras se alejaba de todo lo que había construido día a día durante años con tanto amor.

Llevé especialmente mal la separación, adoraba a mi padre, lo tenía por un hombre ejemplar, de conducta intachable… …él no mentía!!Y eso nos enseñó desde pequeños, así es que el hecho de ser yo quien lo delatara me hacía sentir responsable del sufrimiento de cada uno de los miembros de mi familia, ahora rota.

Mamá, sintiéndose burlada, no quiso siquiera escucharle, no volvió a verle sino para firmar el divorcio escoltada por mi tío, que ejerció de abogado, y por mi abuela, que se encargó de nosotros económicamente.

Volví a verle algunas veces en que se acercaba hasta el instituto de forma intempestiva, había perdido mucho peso y cada vez que me visitaba, su salud parecía haberse deteriorado un poco más, junto con sus ganas de vivir, aunque nunca dejó de negar la paternidad que le achacamos.
Dejé de verle cuando me fui a la universidad, lejos.

Murió dos años después, la depresión pudo con él, aunque allanaron el camino una profunda desnutrición y la neumonía que a posta, nunca medicó.

Poco después le siguió mi abuelo paterno, un hombre extraño, con repentinas explosiones de mal humor, egoísta y nada empático. Nunca le quisimos realmente, pero supimos que había sufrido lo suficiente viendo hundirse a mi padre, así que allí estábamos mis hermanos y yo, sus “únicos nietos”, alrededor del féretro, cuando apareció ante nosotros el doble exacto de mi padre.

Se presentó como nuestro “tío sin papeles”, y con una sonrisa siniestra adelantó sin remordimientos que venía por su parte de la herencia, que la venganza por toda una vida de desprecios paternos, ya se la había cobrado, y con creces.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

4 comentarios

  1. 1. Gastón Paredes dice:

    Hola Evelyn!

    Bien escrito y fluido. La trama que planteas es lo que más gusta, principalmente por el giro final de que el tío sabía todo desde un principio, sin embargo las revelaciones de que las niñas crean ser hermanas de padre y que el padre sea inocentes no lograron sorprenderme tanto.

    Por el límite de palabras es dificil crear un ambiente, y a veces puede ser mejor recortar descripciones o dar muchos detalles, para tener espacio de crear impacto con los giros de la trama.

    Y ya después de leer una vez más, me pregunto: ¿Y por qué la madre de la presunta hija no desmintió el fraude? ¿ganaba algo?, ¿por qué no tomar un examen de paternidad?, y cuando escribes al final “toda una vida de desprecios paternos”, pareciera que el abuelo sabía de la existencia de este tío, ¿por qué no dijo nada?

    Quizás puedas seguir escribiendo al respecto 🙂

    Saludos, sigue adelante

    Escrito el 17 noviembre 2016 a las 16:24
  2. 2. Mariaje dice:

    Hola Evelyn,
    gracias por la visita y por dejarme tu comentario. Tu cuento me ha gustado, se lee muy bien y el final es sorprendente, yo no lo esperaba y eso me encanta.
    He visto unas cosilla que creo que se podrían mejorar y te las comento por si te sirve de algo:
    El narrador empieza en primera persona y de pronto, en el párrafo de “Comenzaba el viento…” cambia al plural, como si la chica supiera lo que le pasa a su doble por la cabeza, como si sintieran exactamente lo mismo y fueran la misma persona y luego vuelves a la primera persona. Creo que eso confunde al lector y que se debe mantener el narrador primera persona todo el tiempo.
    Has puesto en ocasiones “… …“ pero solo se pueden poner tres puntos.
    No me he puesto a correguir el texto pero una cosilla que me ha saltado a la vista es en “Fue horrible ver a papá marcharse negandolo todo, llorando, mientras se alejaba de todo lo que había construido día a día durante años con tanto amor”, “negándolo” lleva acento y se repite la palabra “todo” muy seguido.
    Y la madre me parece un poco radical, ni dejarle ver a los hijos… pero bueno seguro que hay gente así.
    Felicidades por tu relato y por ese final tan inesperado.

    Escrito el 17 noviembre 2016 a las 17:02
  3. 3. Veronica Murillo dice:

    Hola Evelyn, aquí devolviendo tu amable visita a mi relato.
    ¡Mira quién habla de perturbar! Qué más perturbador que un doble malvado que te roba a tu familia y se queda con tu herencia.
    Ni sentí las 750 palabras y me quedo con ganas de más. Espero seguirte leyendo y felicidades por tan escalofriante relato (Y realista)
    Hasta la próxima.

    Escrito el 24 noviembre 2016 a las 00:05
  4. 4. Naiara dice:

    Buenas Evelyn,

    Un relato fluido y realmente fácil de leer, cosa que se agradece. Aunque si que esperaba que el padre de la protagonista no fuera el padre de la doble, para nada me imaginaba la aparición de un hermano. Quizá me ha resultado precipitado la parte del abuelo, por lo demás, buena historia.

    Gran relato, sigue así

    Escrito el 27 noviembre 2016 a las 17:56

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.