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Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

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Músicos - por Raymond Carr

Dicen que todos tenemos un doble en alguna parte. Hasta la fecha yo no me he tropezado con el mío. Conocí a dos tíos que eran idénticos. Al principio fue divertido y provechoso para ambos, pero al cabo del tiempo esa semejanza se convirtió en un problema del que dudo que se hayan repuesto. Debe de resultar muy inquietante ver reflejada en un rostro ajeno la mala leche que llevamos dentro. No creo que todos estemos preparados para soportar esa prueba. Luís y Antonio se conocieron como se conocen todos adolescentes que han nacido en un barrio distante del centro de una gran ciudad. No importa cómo ni qué gran ciudad este no va a ser un relato exótico ni de género. Al cabo de unos años los dos estaban tocando en una fantástica banda de rock. Llenaban los bares los sábados por la noche y hacían giras. Eran felices: tenían veintitantos años hacían lo que más les gustaba en el mundo. Antes de seguir quiero que sepas que no cuento esto porque lo considere interesante o bello, no creo que tenga valor literario y mucho menos moral. Lo que necesito es entenderlo. Una voluntaria del ayuntamiento que viene ayudarme dos veces por semana se ha encargado de poner por escrito la historia. Yo no puedo, desde el accidente perdí la sensibilidad y el control de las manos, sí, es un asco. La voluntaria dice que quiere ser escritora y que escribe relatos.

Yo qué sé.

Luís era el único que estaba realmente despierto en aquella furgoneta de cuarta mano que el batería le compró a un rumano por un precio increíblemente bajo. Iba al volante de aquel cacharro con la ventanilla bajada y disfrutaba del aire cálido que le acariciaba la piel. Los demás dormitaban en un amasijo de cajas e instrumentos. Sin preguntar a nadie Luís decidió perder el tiempo fumando un cigarrillo en aquel pueblo perdido. Era muy lindo estar allí, en mitad de la nada, en silencio, rodeado de las personas que mejor le entendían.

Antonio se dirigió a la muchacha que estaba sentada encima de unas vallas oxidadas que la compañía de obras públicas había dejado olvidadas allí hacía mucho tiempo.

—Tienes un cigarrillo —preguntó Antonio.
—No fumo.
—Vamos a San Antonio a tocar. Somos músicos. Nos esperan para la Fiesta Mayor.
—Yo también voy a San Antonio. Me caso allí mañana.
—¿Te casas, bromeas?
—Claro que bromeo, me trajo hasta aquí un carpintero en su camioneta. Se tenía que desviar y no ha pasado nadie decente en las dos horas que llevo aquí plantada.
—¿Decente? ¿Has dicho decente? Cuando conozcas a mis amigos vas a dejar de pensar que son personas decentes.

La muchacha se acopló perfectamente dentro de la furgoneta entre las cajas y los músicos. Durante los siguientes meses Ágata siguió siendo tan imprevisible como necesaria para traer a aquellos chicos una extraña paz.

Algún tiempo después, Luís detuvo de un frenazo la furgoneta delante de la casa de planta baja en la que vivía Antonio. Subió en dos zancadas el tramo de escaleras que separaba el rellano de entrada del camino de grava. Antonio le esperaba con la mano levantada a la altura del pecho. «Por aquí no pasas» Con voz firme, Antonio persuadió a Luís sólo un momento, que midió las fuerzas en una fracción de segundo y soltó un un par de golpes que Antonio pudo esquivar sólo a medias. Le respondió en un tono más abrupto a la vez que le retenía a empellones y le miraba fijamente a la cara.

En ese momento los dos percibieron el sonido de la moto de Ágata que subía por el camino de grava.

—Qué hacéis, qué haces Luís. Qué haces. Vete Luís, tienes que irte. Qué os pasa. Luís tienes que irte. Vete.

La presencia de Ágata y sus palabras rebajaron la tensión. Luís se retiró sin darse por vencido, desde la furgo lanzó una mirada de furia contra la pareja que permanecía de pie en la puerta.

Yo era un músico de aquella banda. Ahora no puedo tocar, mis manos no responden, a duras penas puedo sostener un cubierto para comer o abrir una puerta con llave. Me consuelo leyendo partituras. Algunas veces los recuerdo intercambiando miradas de complicidad en los escenarios improvisados de aquellos bares. Aquí sólo viene a verme la voluntaria del ayuntamiento.

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7 comentarios

  1. 1. Vespasiano dice:

    Hola Raymond:
    Estoy un poco lejos de ti en la lista de los relatos publicados, pero mismo así me paso por tu relato para leerte por primera vez.
    En tu historia veo una disputa amorosa entre dos amigos que lo fueron hasta que apareció en escena la chica. Luis la conoció y Antonio se la ganó. Rencillas y peleas entre rivales por el cariño de una mujer. La historia no es novedosa pero tiene un hilo conductor que la hace entretenida.
    Lo que no veo es la relación del accidente del compañero músico que se quedó inválido, con la historia del trio amoroso.
    Esto mismo podría haber sido contado por alguien que conociera a esas personas que estuviera en plenas facultades física sin tener que recurrir todavía a una tercera persona.
    Sinceramente lo de la voluntaria del Ayuntamiento no aporta nada a la historia.
    Tampoco veo porqué el narrados dice que no entiende lo que pasó, cuando la historia está más clara que el agua y él mismo la está contando.
    En relación a la parte formal, encuentro muy apiñadas las oraciones. Deberías separar más los párrafos introduciendo algunos puntos y apartes.

    “Dicen que todos tenemos un doble en alguna parte. Hasta la fecha yo no me he tropezado con el mío.
    Conocí a dos tíos que eran idénticos. Al principio fue divertido y provechoso para ambos, pero al cabo del tiempo esa semejanza se convirtió en un problema del que dudo que se hayan repuesto.

    Debe de resultar muy inquietante ver reflejada en un rostro ajeno la mala leche que llevamos dentro. No creo que todos estemos preparados para soportar esa prueba.

    Luís y Antonio se conocieron como se conocen todos adolescentes que han nacido en un barrio distante del centro de una gran ciudad. No importa cómo ni qué gran ciudad este no va a ser un relato exótico ni de género.

    Al cabo de unos años los dos estaban tocando en una fantástica banda de rock. Llenaban los bares los sábados por la noche y hacían giras. Eran felices: tenían veintitantos años hacían lo que más les gustaba en el mundo.

    Antes de seguir quiero que sepas que no cuento esto porque lo considere interesante o bello, no creo que tenga valor literario y mucho menos moral.
    Lo que necesito es entenderlo.

    Una voluntaria del ayuntamiento que viene ayudarme dos veces por semana se ha encargado de poner por escrito la historia. Yo no puedo, desde el accidente. Perdí la sensibilidad y el control de las manos; sí, es un asco. La voluntaria dice que quiere ser escritora y que escribe relatos”.

    Bueno espero haberte servido de algo. Mi intención no es otra que ayudar en la manera de lo posible a los compañeros que leo.
    Felicidades y a seguir en la brecha. Visita a otros compañeros y valora sus historias, ellos te devolverán la visita y entre todos aprenderemos.
    Ánimo.

    Escrito el 18 noviembre 2016 a las 22:45
  2. 2. Raymond Carr dice:

    Muchas gracias Vespasiano por tu comentario. He participado con otros pseudónimos, ahora vuelvo con éste.
    Antes de nada una aclaración. Si no he entendido mal (y no descarto haber entendido mal) el ejercicio exige que se incluya una frase pero en ningún sitio se dice que el eje de la narración tenga que ser la frase. Lo dicho para el autor vale también para el lector crítico.
    Sinceramente, cuando envié el texto lo hice con la sensación de haber perdido el control del mismo. Sin embargo, ahora que lo vuelvo a leer ha mejorado mi impresión.
    Me ha gustado mucho tu idea de entrecomillar el parlamento inicial. Te aseguro que estuve dudando si incluir comillas o no. Lo dejé sin ellas por aceptar el desafío de que el propio texto fuera lo bastante claro como para no necesitarlas. Si un lector entiende sin ayudas es que el texto está bien escrito.
    Ahora bien, lo de formatear el texto en pequeños párrafos me ha gustado mucho menos. Quise usar un sólo párrafo precisamente para expresar esa sensación de confusión que el narrador tiene sobre la situación que vivió. En realidad, los pensamientos (al menos los míos) son siempre confusos y eso mismo es lo que trataba de transmitir con un párrafo abigarrado.
    En un momento de la preescritura me surgió la idea de utilizar dos o más narradores. Sólo conseguí introducir dos, el del propio narrador, el hombre que se ha quedado sin sensibilidad en las manos y el de la voluntaria que sueña con ser escritora.
    Una persona sin manos puede hacer muchísimas cosas. Una vez vi en el metro a un músico al que le faltaban dedos de las manos que podía tocar la guitarra, la armónica y cantar, todo a la vez, era fantástico. Pero en un contexto literario una persona sin manos es una persona que ha perdido una facultad esencial.
    Acepto mi fracaso por no haber logrado transmitir con acierto lo que quería.
    Por fin es sábado voy a buscar algunos textos para comentar. He visto algunos muy logrados, qué envidia.
    Gracias de nuevo Vespasiano y hasta pronto.

    Escrito el 19 noviembre 2016 a las 19:02
  3. 3. Jean Ives Tibauth dice:

    Hola Raymond.

    Creo que la sensación de que el relato se te ha ido de las manos se nota desde los primeros párrafos. Yo iba leyendo y pensaba: “bueno, sera que el narrador es un personaje dubitativo”. Pero al terminar se vislumbra que el que duda es el autor.

    Cuando un texto tiene que ser tan corto hay que prescindir de un montón de frases que nos duele quitar. O de escenas. O de narradores.

    Aún así la historia en sí tiene su miga. Es atractiva. Tiene una atmosfera que te envuelve, y unos personajes que, bien desarrollados, pueden dar mucho juego.

    Muchas gracias por pasarte por mi relato y dejar tan bellas palabras. Nunca creí que pudiera causar esas impresiones en nadie.

    No seguimos leyendo.

    Escrito el 20 noviembre 2016 a las 22:09
  4. 4. Eric dice:

    Hola Raymond.
    Me ha gustado tu historia. Muchas de las cosas que, a mi criterio, veo mejorables ya te las han dicho los companero que comentaron anteriormente; por lo que no creo necesario repetirlas.
    Es un placer leerte y, espero no sea la ultima vez.
    Mis saludos. Eric (137)

    Escrito el 21 noviembre 2016 a las 18:31
  5. 5. Raymond Carr dice:

    Gracias a todos por vuestro interés. Hasta pronto.

    Escrito el 27 noviembre 2016 a las 16:25
  6. 6. Olivia dice:

    Hola, Raymond:
    He leído atentamente tu relato y me gusta la frescura de tu narración y como eliges las palabras para crear un interés para el lector.
    Me ha ocurrido algo curioso:

    Por un lado, el hecho de que haya tantos personajes en un relato tan corto me despista de la historia principal que entiendo que es la de los dos amigos (los dobles) y la chica, pero por otro, al ser el personaje ajeno a la historia el que la narra porque él era también músico de esa banda, y que eso se desvele al final, le da un toque increíblemente emotivo al relato.

    Saludos

    Escrito el 28 noviembre 2016 a las 00:17
  7. 7. Raymond Carr dice:

    Apreciada compañera Olivia. Tu comentario me ha venido de perlas. Me has metido una inyección de moral cuando más lo necesitaba.
    Te felicito por tu agudo sentido de la observación. No sé si habrás visto en los comentarios anteriores que mi texto no me tenía satisfecho y habrás visto que a los compañeros tampoco les ha gustado. Vuelvo entonces a plantear algo que no me ha sido contestado: ¿dónde se dice que el eje del relato tiene que ser la tensión que hay entre una persona y su doble? La verdad en ningún sitio. El ejercicio lo que propone escuetamente es que se incluya una frase pero el tema queda completamente libre. O eso creo yo. Y si no es así que alguien me lo diga, por favor.
    La historia es sincera, esta basada en personajes reales. La trama es inventada. En mis últimas vacaciones tuve ocasión de conocer a unos músicos y pasamos largas horas hablando sobre su tipo de vida y sus proyectos. Cuatro meses al año metidos en una furgoneta viajando por Europa. De ciudad en ciudad, de escenario en escenario. Me encantó comprobar que su vida era sencilla y estaba abierta a la inofensiva aventura de conocer a toda clase de gente. Conocí también a la novia de uno de ellos. Un ser inteligente, sensible y amable que pasaba siempre desapercibido, pero estaba llena de grandes proyectos. Entre otros, quedarse embarazada del chico que más quería en el mundo, evidentemente uno de los músicos de la banda. Todo aquello me sacudió y tenía que salir a flote en cualquier momento.
    Lo que más me estremeció de todo es pensar que alguno de ellos tuviera que dejar de tocar en algún momento, que renunciara a sus sueños. Las manos son esenciales para cualquier actividad creativa. Un ciego puede tocar perfectamente un instrumento pero si pierde el control de las manos está perdido. Hubo un gran pianista que sufrió horrores en su carrera por que se cortó la yema de un dedo con una hoja de papel. Sí, las manos son una obsesión para los músicos. Suelen echarse cremas, se las cuidan.
    Ya lo he insinuado en otro comentario, echo de menos que los lectores se enfrenten a los textos de los compañeros buscando un formato predeterminado. Pienso que lo hacen por que creen los textos deben de parecerse al suyo, o al de otros escritores, ya sean consagrados o no.
    Gracias de nuevo Olivia, espero muy sinceramente encontrar más textos tuyos para tener la oportunidad de continuar este intercambio de ideas.
    Un abrazo amiga.

    Escrito el 28 noviembre 2016 a las 02:54

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