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Un doble inoportuno - por Leonor Cuevas Martín

Web: http://www.leonorcuevasmartin.blogspot.com

Dicen que todos tenemos un doble en alguna parte, aunque por desgracia solo sea en la apariencia física.
Un día, mientras yo esperaba a que me atendiera el interventor del banco, un cliente hablaba con el director en su despacho. No pude evitar escuchar la conversación, aunque no les veía. El tipo iba a comprarse un coche de treinta mil euros esa mañana y lo pagaría con la VISA ORO. ¡Qué fácil resulta la vida para algunos!, pensé.
Al salir del despacho quedé sorprendido ante la igualdad de físico con el mío. Era como una gota de agua a la imagen que yo percibía de mí mismo al mirarme al espejo. ¡Lástima que solo fuera eso! Me llamó el interventor y, al cruzar por donde había pasado mi doble, vi una VISA ORO en el suelo. La pisé para no levantar sospechas y arrastré el pie hacia mi asiento. Sentí por un momento que la suerte me sonreía y que los roles se habían invertido aunque solo dependiera de aquella tarjeta y fuera solo una ilusión.
Comprobé que me habían ingresado una indemnización de escasos seis mil euros al cambiar de trabajo y, aunque el empleado sabía que no era yo de tener demasiados ahorros, pregunté cómo funcionaba la tarjeta ORO.
Pasé por un supermercado pequeño y me tentó la idea de probar a gastar menos de veinte euros. La cajera, sin preguntarme nada, miró la señal wifi, pasó la tarjeta y me deseó buen día.
En otra tienda compré un jersey; en otra, unas zapatillas; en un bazar, un tendedero; en un quiosco, recargué mi móvil con veinte euros (no recordaba cuánto hacía que le eché diez euros)… Parecía que el sistema de pago no era demasiado seguro y, aunque resultaba divertido saber que no me lo cargarían en mi cuenta, era una situación arriesgada. Pero, qué narices, no tenían mis datos ni me habían preguntado nada en ninguna tienda. Eché mano de mi cartera con rapidez y comprobé que mi tarjeta de débito estaba ahí. Respiré tranquilo.
Eché gasolina, y me fui de compras a la ciudad más cercana.
Todas lo que comprase tenía que ser más barato de veinte euros, pero yo estaba acostumbrado a eso. Así que pasé cuatro horas de compras y me senté a tomar un aperitivo pensando en usar la misma táctica.
Cuando estaba a punto de pagar vi cómo el señor de la mesa de al lado era requerido para marcar el PIN con una tarjeta de crédito. Menos mal, que yo tenía la mía y, en esa ocasión, no quise tentar a la suerte.
Volví al centro comercial y, al entrar, sonó la alarma en la puerta. Los guardias de seguridad se me acercaron mientras yo hice lo imposible por permanecer estoico. Sentí calor y creí que los guardias me miraban y me cacheaban con sospechas fundadas. Pero, al final, resultó ser la etiqueta del pantalón que llevaba puesto, comprado hacía dos meses en el mismo sitio.
─A estos aparatos no se les escapa nada, ¿es? ─dije con ironía mientras alzaba la vista y me sobresaltó el ver que una cámara de vigilancia me estaba enfocando.
Mientras miraba la sección de bricolaje, alguien me llamó la atención:
─Hola, Joaquín, ¡cuánto tiempo!
─Eh, hola, ¿qué tal?
─Bien, aquí de compras. ¿Y tú?
─Me ha encargado la asistenta unas bombillas y he aprovechado la hora del desayudo. ¿Sigues en el mismo banco?
─Sí, ahí estamos. Hoy es mi día libre porque…
─Lástima que yo tenga que irme corriendo, pero dame tu número de teléfono y quedamos un día para comer, ¿vale?
─Pues… siempre llevo tarjetas pero hoy no llevo ninguna.
─Dime el número y lo grabo, venga.
─Oye, si llevas tú alguna, dámela y así no se me olvida anotarte en la agenda, que luego los números en los móviles se borran solos. Y, la verdad, es que…
─Vale, toma la mía. Pero llámame…
─Mira ─titubeé e intenté acabar la conversación─, chico, que el día libre se deja para hacer tantas cosas, que se me hace tarde a mí también. Prometo llamarte.
─¡Cómo lo sabes! Bueno, pues que me alegro mucho de verte y espero tu llamada.
─Igualmente. ¡No sabes cuánto!
El tipo me dio unas palmadas en la espalda muy efusivo y yo salí por la caja sin comprar ni un tornillo.
Iba a comer, pero preferí entrar en un servicio y romper en tantos trozos la tarjeta que se fueron por el desagüe al tirar de la cisterna.

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11 comentarios

  1. 1. Dante Tenet dice:

    Leonor:

    El relato fluye, y se hace entretenida su lectura, solo al final me quede con ganas de algo màs, no se quizas un encuentro entre ellos, quizas alguna consecuencia por usar la tarjeta de otro, en fin no se , algo distinto.

    Te digo esto como lector, que es mi ùnico parametro para analizar los trabajos, ya tenemos algunos compañeros que son buenìsimos con los temas de ortogràfia y eso se los dejo a ellos.

    Nos seguimos leyendo. Estoy en el 158

    Escrito el 17 noviembre 2016 a las 19:27
  2. Gracias, Dante, por haberme leído. Siempre me dicen que el final de mis relatos es previsible, aunque no sé bien qué es previsible para cada uno, en este caso sería que le pasara algo, supongo. Por eso, he utilizado este final en el que antes de que lo cojan prefiere quedarse con lo que ha ganado.

    Un saludo.

    Escrito el 17 noviembre 2016 a las 20:45
  3. 3. Sira dice:

    Leonor, me divirtió mucho tu relato, aunque me perdí un poco en la conversación, y de repente no sabía quien era quien, también me hubiera gustado un contratiempo más fuerte que hubiera metido a tu protagonista en verdaderos problemas.

    Lo disfrute mucho
    Saludos
    Sira

    Escrito el 18 noviembre 2016 a las 17:00
  4. 4. Sira dice:

    Leonor, me gustó mucho tu relato, sólo me perdí un poco en la conversación de los supuestos conocidos, coincido con Dante, me hubiera gustado ver a tu protagonista metido en un verdadero problema..

    Lo he disfrutado mucho
    Saludos
    Sira

    Escrito el 18 noviembre 2016 a las 17:11
  5. 5. gaia dice:

    Me pasó como a Sira, me perdí en la conversación, por lo demás, muy entretenido

    Escrito el 18 noviembre 2016 a las 20:49
  6. 6. A.R.Payán dice:

    Hola leonor.
    Relato entretenido. Según leía esperaba otro tipo de consecuencias por el uso indebido de la tarjeta.(suerte que la vida real no sea tan fácil).
    Algo que he visto:
    Yo pondría.
    …a conversación, aunque no les veía, el tipo iba a…
    En cuanto a la conversación, a mi modo de ver al ser entre dos personas y estar bien situdas las rayas creo que no hay duda de quien es quien.

    Nos leemos.

    Te invito a leer mi relato, es el 107, “Falsa subconciencia”.

    Escrito el 19 noviembre 2016 a las 15:53
  7. Hola, a todos: Gracias por vuestros comentarios y por haberlo leído.
    Es cierto que los diálogos resulten liosos pero he pretendido no decir quién va hablando porque es una cuestión muy criticada en muchos casos, el estar diciendo continuamente quién habla, y como bien ha dicho A.R. Payán, la raya bien colocada determina quién habla pero te hace pararte a comprender en algunos momentos. Así que a partir de aquí tendré en cuenta la unanimidad que habéis tenido en ellos y pondré de vez en cuando alguna nota con vocativos o algo para que no nos perdamos en la lectura, pues a mí me pasa igual. No tendré en cuenta esas críticas que están en contra de una continua indicación. Es mejor leer sin perderse.
    Un saludo.

    Escrito el 20 noviembre 2016 a las 12:03
  8. También he intentado que no ocurra lo que siempre se espera. He querido mantener esa intriga que todo el mundo cree que lo van a coger porque sería lo normal, mientras que el protagonista es el que pone freno al delito y decide actuar bien. No es lo habitual en la realidad aunque sería lo deseable y espero que ninguno perdáis nunca la tarjeta de crédito y la encuentre un doble.
    Un saludo.

    Escrito el 20 noviembre 2016 a las 12:05
  9. Hola, Leonor

    Es un relato interesante, abordar que haríamos si tuviéramos la oportunidad de tener una tarjeta sin límite de crédito puede resultar en algo muy jugoso.

    De cosas que se podrían mejorar, se me ocurre que hay alguna información que no es relevante y podrías omitirla por ejemplo: “Comprobé que me habían ingresado una indemnización de escasos seis mil euros al cambiar de trabajo ” Esto no sé muy bien a que se refiere, al principio pensé que habían hecho que despidieran al protagonista, pero luego parece que no, que está en su día libre.

    La conversación también es muy larga teniendo en cuenta que no aporta mucha información valiosa, es muy genérica. Si el lector se esfuerza se puede intuir que esa charla normal le cause al protagonista el suficiente miedo para echarse atrás con lo de la tarjeta, pero hay que esforzarse demasiado, que no es la tarea del lector, sino del escritor. Si enfocaras más la conversación podrías lograr que el lector lo entienda al vuelo.
    Respecto a lo que te señalan los compañeros de que no se aclaran con quien habla en la conversación, la solución no está en simplemente poner el “dije, dijo” todo el rato, como dices que intentas evitar para que no sea repetitivo; tienes que situar a los personajes en la escena, que no hablen en el vacío, te recomiendo la regla del tres: http://www.gabriellaliteraria.com/la-regla-de-tres/

    Al fallar la conversación no se entendió el miedo que le dio al protagonista llevar la tarjeta y por eso te señalan tanto el final: el fallo no está tanto en si es predecible porque al final le pillan o al final se acobarda, sino en que no se encauzó completamente el argumento. La única pista para ver que estaba intimidado está justo antes con el problema de las alarmas, que se olvida con la conversación.

    No sé muy bien como van las Visa oro, así que no entiendo porqué tuvo la manía de comprar siempre cosas de menos de 20 euros; mencionas que lo consultó en el banco, pero no diste ningún detalle esclarecedor. Uno pensaría que si tienes una tarjeta de saldo ilimitado te comprararías algo grande, no una recarga de saldo para tu móvil.

    Me hubiera gustado que detallases un poco más al personaje; solo un par de pinceladas son suficientes, tanto del físico como del carácter. Por poner un ejemplo: si hubieras dejado caer que era religioso, igual daría sentido que su moral le hiciera dejar de robar a su doble; si hubieras hablado de alguna necesidad, habríamos sentido empatía al verle aprovechar la oportunidad de tener esa Visa.

    Escrito el 20 noviembre 2016 a las 17:17
  10. Gracias, E.Q. de la Torre, por tus comentarios y tu aportación gratamente valiosa.
    Todo lo que dices es cierto y de cara a hacer el relato con esos detalles teniendo un poco más de margen para escribirlo lo tendré en cuenta. Pero mientras tanto te aclaro que lo de la indemnización de 6000€ lo dice para caracterizar al personaje como que es un tipo normal de ingresos normales, más bien escasos, que desconoce el funcionamiento de la VISA ORO. Una VISA ORO te permite comprarte un coche de más de 36000€, aunque no sé los límites actuales, sin necesidad de tener que llevar un cheque. Es una tarjeta para personas con alto nivel adquisitivo o para personas con buenos saldos en el banco.
    Por otro lado, el sistema wifi de las tarjetas permite que se hagan compras, en España, no superiores a 20€, porque a partir de ese saldo hay que marcar el PIN y acreditar la titularidad con el DNI, lo cual permite a quien la robe hacer compras de esos importes sin dar explicaciones y así se puede gastar un montón.
    Es cierto que además de la alarma debo mostrar algún síntoma más de miedo y por fin se rinde y prefiere borrar las huellas.
    Gracias por el enlace.
    Le daré una vuelta.

    Un saludo.

    Escrito el 21 noviembre 2016 a las 15:11
  11. Hola otra vez Leonor.

    Yo creo que queda lo suficientemente clara la situación económica del protagonista cuando muestras la envidia que le da el doble al comprarse un coche, y quejandose de su trabajo.
    Al hablar de la inmennización precisamente consigues el efecto contrario a que pensemos que es alguien de clase media-baja: Si es una persona que acaba de ingresar un millón de las antiguas pesetas en el banco, ¿se pringa por comprarse la cena en el super y recargar el telefono movil?

    Está muy bien pensado el detalle de que use el wifi para no dejar huellas ni necesitar ping. Pero para permitirle comprar cosas más caras hay un método, puede encargar cosas desde Internet. Si la Visa Oro se parece a la normal, solo necesitas saber la fecha de caducidad y el CVV, que viene todo en la propia tarjeta y puedes hacer maldades.

    El tema es que si no hay ninguna comprobación en el metodo de pago wifi, ¿era importante el detalle de ser un doble? Igual deberías buscar algún momento en el que ser igual al dueño de la tarjeta le saque de un apuro.

    Un saludo.

    Escrito el 21 noviembre 2016 a las 16:13

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