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Cashmereº - por Santi Leonard

Dicen que todos tenemos un doble en alguna parte, por desgracia aún no he encontrado al mío. Sentado al borde de mi cama pienso en él. Dónde estará. Hoy me vendría genial un sustituto. Me calzo el zapato de ante, que esta mañana ha limpiado Dori, y escucho los tacones de mi mujer caminar por la casa. No quiero ir y ella lo sabe, pero tengo que ir, lo sé.

—¿Qué chaqueta vas a llevar, cariño? —La voz llega del cuarto de baño. Rita habla con tono amable y conciliador. No quiere encender la chispa. Yo tampoco quiero que se encienda, y aunque sé que está tratando de ser agradable conmigo, que está muy agradecida de que la acompañe, la pregunta me molesta. Me tomo mi tiempo para responder y que no se me note.

—Pensaba llevar la beige de cashmere. ¿Qué te parece? No hace falta corbata, ¿no? —He conseguido que las palabras salgan de mi boca con tono neutro, como si hubiera sido otro el que las dijese. Pero al terminar de hablar, al pensar en la ropa que me voy a poner, me imagino a mí mismo en medio de ese amplio salón con una copa de champagne en la mano, rodeado de gente con la que no quiero estar y con la que no tengo nada que ver. Me viene a la mente la imagen de una isla. Yo soy la isla, rodeada de agua y a una distancia insalvable de toda tierra habitada. El resto de invitados son el agua. Profunda pero vacía. No hay peces, no hay vida; solo algún plástico que la corriente mece suavemente. Porquería.

Rita aparece en la puerta y las imágenes se desvanecen en mi cabeza de un plumazo. Me sonríe.

—Gracias por venir. Sé que no te apetece nada. Eres muy bueno conmigo—Me mira dulcemente. Sé que en el fondo de esa dulzura hay amargor. El amargor que produce haberse casado con un huraño. No puedo evitar enternecerme. Me levantó y le doy un beso.

En el armario encuentro mi chaqueta. Me la pongo y voy a mirarme en el espejo. Me sienta bien. Me encanta esta chaqueta. Verme reflejado me sube el ánimo. Después de todo no tiene por qué ser tan malo. La comida será buena. Habrá todo el champagne que pueda beber, y si evito hablar demasiado quizá no me arrepienta de nada al volver a casa. Rita aparece y me rodea la cintura. Miro al espejo. Está deslumbrante con ese vestido. La verdad es que hacemos buena pareja, no me extraña que nos hayan invitado, que siempre nos inviten a todos sitios; aunque me gustaría que no fuese así.

Rita termina de prepararse. Mientras, me siento en el sofá a leer el periódico. El mal humor se ha desvanecido casi por completo. Se me ocurre que una copa antes de salir de casa terminará de hacerlo desaparecer.

—¿Quieres beber algo? Yo voy a ponerme un whisky — Pregunto, aunque ya conozco la respuesta.

—¿Antes de ir? — La pregunta está llena de censura. En otro momento creo que me hubiese molestado. Ahora, no sé porque, me siento inmune.

—Sí, antes de ir. Me apetece.

—No, no quiero. Gracias. Prefiero esperar a llegar allí.
Me bebo el whisky rápido. Mientras, Rita se da los últimos retoques en el espejo de la entrada. El mismo espejo cuyo reflejo hizo que cambiase mi estado de ánimo. Dejo el vaso encima del mueble de la cocina y ayudo a Rita con el abrigo. Sé que no le gusta que beba, pero a mí tampoco me gusta ir a sus estúpidas fiestas. Ambos tenemos que ceder en favor de una convivencia agradable.

Rita sale, llama al ascensor y yo salgo detrás de ella, dejando la casa vacía y oscura, que espera nuestro regreso.

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5 comentarios

  1. 1. Amanda Quintana dice:

    Hola Santi. Tu escena contiene mucha descripción, creo que lo hacés muy bien. Pude ver toda la situación con claridad, hasta casi vi el color del vestido de Rita. Creo que el texto tiene esa carga de descripciones interiores y exteriores que lo hace rico.
    Una buena escena, bien contada.
    Gracias…

    Escrito el 17 noviembre 2016 a las 18:07
  2. 2. Tatei Jautze dice:

    Hola Santi Leonard:
    He leído tu cuento, me gusta cómo describes los pensamientos del huraño, me gustaría conocer su nombre pero no lo mencionas, y también me gusta esa parte donde escribes que él se ve como una isla.

    Aunque me parece que el problema principal queda resuelto muy pronto desde el momento en que él decide asistir al compromiso con Rita. En realidad el conflicto es muy débil.

    Noté que hace falta mayor cuidado en los párrafos, juntas unas cosas con otras.

    Yo soy Tatei Jautze. Te invito a leer el texto número 96 y brindes tu opinión.

    Gracias.

    Escrito el 18 noviembre 2016 a las 00:37
  3. 3. Romina Eleonora Mc Cormack dice:

    Me gustó mucho la calidad de la redacción, es una situación inicial muy buena para continuarla hasta un climax que probablemente no se alcanzó debido a la extensión. Me gustaría saber qué pasa en esa fiesta, si es que llegan a ella, que implica el vaso de whisky o el saco de cashmere…
    Un gusto,
    Saludos.

    Escrito el 18 noviembre 2016 a las 11:05
  4. 4. Bea dice:

    Hola Santi:

    Me ha gustado tu relato. Contiene mucha descripción tanto en lo que rodea al protagonista como en lo aue siente en cada momento. E podido visualizar perfectamente el ambiente y las escenas vividas en esa casa con esa pareja acostumbrada el uni al otro, la monotonía, y el conformismo del uno hacía el otro.
    Me ha gustado.

    Si te apetece pasarte yo estoy en el 86.

    ¡Felicidades!

    Escrito el 22 noviembre 2016 a las 18:06
  5. 5. Juan Chukofis dice:

    Me parece excelente el relato, el ritmo tranquilo que tiene, las descripciones, muy visual toda la escena. Me parece muy buena esa leve amenaza de ir o no ir, que está ahí, siempre latente. No creo como leí en un comentario anterior que esté definido desde el principio que vaya a ir. Yo pensé que al final, con el whisky encima, iba a terminar ganando más lo huraño en el personaje. No tengo nada para objetar al relato. Fue un placer leerte. Saludos y muchas gracias, Juan

    Escrito el 24 noviembre 2016 a las 21:52

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