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El día más feliz de su vida - por Jordi Lafuente

Web: https://jordilafuente.wordpress.com/

Dicen que todos tenemos un doble en alguna parte. En mi caso lo tengo localizado, es una mujer y llevo toda mi vida a su lado. No es que nos parezcamos físicamente, pero nuestras amistades dicen que somos iguales en todo lo demás, como almas gemelas. Aun así, ella quiere abandonarme. Sí, como lo oyes, quiere marcharse sin tener en cuenta que yo estuve siempre a su lado.

Nuria siempre ha sido muy confiada y alguien tenía que protegerla. A los once años se enfrentó con Edgar, el matón de clase. Fue una pelea tonta. Él le pidió un poco del bocadillo y ella, naturalmente, se lo dio. Casi le arrancó un dedo junto con medio bocadillo de un mordisco y ella, sin preocuparle las consecuencias, le soltó un bofetón que se oyó en todo el patio. Por suerte, al poco tiempo sus padres dejaron la ciudad.

Con diecisiete años —imagínate que ni siquiera era mayor de edad—, se lio con un tío mucho mayor que ella. Decía que era muy buen chico, que trabajaba de camarero, que solo fumaba mariguana de vez en cuando, que iba a las discotecas por acompañar a los amigos… Pero yo no me fie, a mí no me podía engañar y al final desapareció dejándola tirada.

¿Sabes la cantidad de exámenes que le ayudé a aprobar? En la EGB, en el BUB, en la selectividad… hasta en la UNI, y eso que hicimos distintas carreras. Si quisiese estaría licenciado también en psicología, porque todos sus profesores me conocían.

Ahora este pelele aburrido sin sangre en las venas… Tendrá mucho dinero, pero no puedo con él. No la hará feliz.

El vagabundo miraba extrañado a aquel hombre trajeado al otro extremo del banco y pensaba en si le dejaría algo de dinero después de haber escuchado todo ese rollo de su hermana. Mario vio llegar al cura, cogió la bolsa y lo siguió. El vagabundo quiso decir algo, pero no se atrevió. Aguantó la puerta de atrás de la parroquia para que no se cerrase y una vez dentro le apretó la levita con una brida plástica. Mientras el cura agonizaba, se santiguaba, maldecía a Mario o vete a saber qué hacía dando vueltas y tirándolo todo al suelo, Mario preparaba en la sala contigua el vino sagrado y se vestía con las ropas del cura.

Se puso con cuidado el bigote falso, las prótesis de látex y se maquilló. Miró por un momento la inerte y amoratada cara del cura y fue como mirarse en un espejo. Puso a su doble dentro de un armario, mientras practicaba distintas voces para encontrar el tono del cura.

—Hermanos, estamos aquí reunidos… Hermanos estamos aquí reunidos… en el santo sacramento del matrimonio… del matrimonio… matrimonio… hasta que la muerte os separe… la muerte os separe… Muerte.

Durante la ceremonia, Nuria se giraba constantemente hacia el asiento vacío que debía de ocupar Mario, pero nadie sospechó del cura impostor. Antes de ponerse los anillos, el Padre Mario cogió la copa con el vino sagrado y se la entregó al pelele que se dispuso a beber sin sospechar de aquella variación en la ceremonia. Mario solo tuvo un error en su plan. En un descuido miró a los ojos a Nuria. Aquellos ojos que lo desarmaban y ponían al descubierto sus más íntimos secretos. Nuria lo reconoció y fingió pisarse su propio vestido, tirando la copa de vino y salvando la vida del pelele.

El día de su boda, durante el baile, Nuria tuvo que cogerle las llaves del coche a su padre sin que se diese cuenta, arrastrar del brazo a Mario y conducir hasta la parroquia donde supuestamente se había casado, para deshacerse de un cadáver. Mientas lo metían en el maletero, Nuria miró a Mario fijamente a los ojos.

—Mario, esto tiene que acabarse, no puede volver a pasar.
Totalmente desarmado ante los ojos de su hermana gemela, se arrepintió sinceramente, como las otras veces.

—Lo siento, no puedo evitarlo.

—Lo sé flacucho, lo sé —Nuria cogió dulcemente la cabeza de Mario y se la puso en el pecho. Con una mano, le acariciaba el pelo mientras que, con la otra, cogía la llave de ruedas del maletero—, pero es que contigo cerca nunca puedo llevar a cabo mis propios planes. Esto no va a volver a pasar, Mario. Nunca más.

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5 comentarios

  1. 1. Otilia dice:

    Hola Jordi Lafuente,
    Siguiendo la regla del taller de comentar los tres siguientes al nuestro, he leído tu relato.
    ¡Vaya hermano gemelo!Un asesino en serie que acaba en manos de su querida hermana.
    La historia me ha gustado y se lee con fluidez.
    Lo que no puedo decir es si cumples el reto o no. Veo narrador en primera persona, narrador testigo, narrador omnisciente, pero no se si es el antagonista del relato.
    Buen trabajo. Saludos

    Escrito el 17 noviembre 2016 a las 14:00
  2. 2. SBMontero dice:

    La idea es muy buena, es más, cuando mató al cura, se disfrazó y puso veneno en el vino me vine arriba, pero, pero, pero…

    No creo que comenzar en primera persona para luego pasar a la tercera sea algo bueno, es más, estoy seguro que no, iré más allá, es una desgracia. Tanto en primera persona como en tercera te habría quedado estupendo, todo el texto, no sólo parte.

    También me gustaría que repensaras ese final. ¿No crees que si quitaras un poquitín de ñoñería quedaría mejor? Pregunto, eh.

    Sigue escribiendo.

    Un saludo.

    Escrito el 17 noviembre 2016 a las 16:18
  3. 3. Ane dice:

    Hola:

    Es un buen relato, si acaso yo también habria optado por un único narrdor.

    Me parece que la historia está bien contada. La utilización de la complicidad que existe entre hermanos gemelos le otorga mucho sentido al texto.

    Saludos.

    Escrito el 18 noviembre 2016 a las 19:00
  4. 4. M.M.Ariel dice:

    Hola Jordi.

    En efecto, la mezcla de narradores hace la lectura confusa y difícil de entender. Hasta “No la hará feliz”, iba todo bien, y se cumplía el reto. Luego… ¿que?… hay que hacer un esfuerzo para coger el hilo nuevamente. Me tocó leer tres veces el relato. ¿Al final ella lo mata?, ¿de que planes habla ella?
    Bueno, por lo demás, párrafos, puntuación, me parece que todo está bien construido.

    ¡Nos escribimos!

    Escrito el 24 noviembre 2016 a las 17:14
  5. Gracias a todos por los comentarios.

    Otilia- Efectivamente me costó mucho el tema de hablar desde el antagonista, porque si habla el antagonista… se convierte en protagonista. Tendría que haber utilizado un narrador cámara… creo.

    SBMontero- La verdad es que quería practicar el cambio de narrador, pero creo que ha sido un pequeño desastre. No sé por qué ves ñoño que esta mujer mate a su hermano gemelo….

    Ane- Idem con lo que he comentado del narrador y si, quise potenciar su complicidad para que tomase sentido el “lo maté porque era mío”

    MMAriel- Bueno, al final… ella coge la llave de ruedas del maletero… claro que podría coger la llave de ruedas para cualquier otra cosa, pero en un relato, cuando alguien coge una llave de ruedas, nunca es para cambiar una rueda, jejeje (o al menos eso pienso yo)

    Intentaré que el siguiente sea mejor.

    Escrito el 5 diciembre 2016 a las 17:02

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