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AMIGOS PARA SIEMPRE - por Lorena Cerdá Valenzuela

El autor/a de este texto es menor de edad

Lorena, 11 años.

AMIGOS PARA SIEMPRE

Dicen que todos tenemos un doble en alguna parte… Pero no siempre es fácil encontrarlo…
Me acuerdo perfectamente que en ésos tiempos, a los que llamo "mis tiempos mozos", tenía once años.
Mi madre y mi padre estaban siempre insistiéndome en que debía apuntarme a algún deporte o arte marcial.
Días después, me enteré de que ellos, sin mi permiso, me había apuntado a un arte marcial llamada Taekwondo. Y entonces, aquel jueves, comencé las clases. Llegué y dejé mis zapatos en una esquina.
Mi madre, mientras tanto, hablaba con el profesor.
-Aquí te lo vas a pasar muy bien -me dijo, viendo mi cara de desilusión.
"Sí, claro", pensé.
Estuve observando un rato más a mis futuros compañeros de clase, los cuáles pegaban patadas bien altas a diestro y siniestro. Recuerdo que era muy tímido, y que, por ello, decidí callarme y no presentarme hasta tener un poco de confianza.
Mi madre se despidió de mí con la mano, y yo también, con una sonrisa nerviosa.
-¡A formar! -escuché gritar de repente.
Me coloqué en un sitio, y me presenté al profesor.
Entonces hicimos un juego que se llamaba “1 y 2”.
-Víctor, tú irás con Alejandro.
Y entonces vi a un chico de mi estatura acercarse a mí. Cuando estuvimos el uno frente al otro, me di cuenta de algo sorprendente. Víctor no sólo tenía mi estatura, sino mi color de ojos, mi peinado y su color, y todo completamente igual. Era de cinturón amarillo, uno de los mejores de la clase.
-¡Vaya, parece que os habéis mirado en un espejo! ¡Es sorprendente! –gritó el profesor, admirado.
Yo hice un hola con la mano, y él, sorprendiéndome, sonrió agradablemente.
El juego trataba de correr, lo cual se me daba bastante mal.
Sin embargo, a Víctor no le pareció importar. Pronto estábamos charlando sobre lo mucho que nos parecíamos. Nos hicimos buenos amigos.
Al finalizar la clase, me despedí de él.
Y vi, mientras mi madre hablaba con el profesor, cómo unos chicos se acercaban a mí.
-¡Vamos, no lo intentes! ¡No conseguirás nada aquí!
Y, haciendo que me deprimiera, se marcharon riendo.

Al cabo de los días, en los cuáles íbamos siendo cada vez mejores amigos, Víctor me defendía de los abusones, lo cual hacía que me sintiera a salvo con él.

Pasó el tiempo. Tras tres años yendo a Taekwondo, yo ya tenía el cinturón rojo, y casi estaba a punto de conseguir el negro, al igual que Víctor. Para examinarnos, él y yo debíamos ganar un campeonato muy especial para conseguir el cinturón supremo.
El día de la lucha, en la final, me tocó contra mi buen amigo Víctor. Y, cuando íbamos bien, vi cómo una de sus patadas impactaba fuertemente contra el hueso de mi rodilla.
Me tuvieron que llevar al hospital corriendo, y me operaron. Tuve que ir unos meses en silla de ruedas, pero nunca más me volví a quedar como estaba. Cojeaba, y no podía subir escaleras.
Entonces, me comprometí a hacer desaparecer Taekwondo, y no hablar de Víctor nunca más.

Pasaron los años… Ya había cumplido los veinte, y me había decantado por el cargo político. Tenía mi propio partido, mis ideas, amigos concejales… Y estaba decidido a que mi siguiente rueda de prensa tratara sobre la desaparición del Taekwondo.
Ése día íbamos a hacer un debate contra otro partido sobre el asunto. Cuando comencé a hablar sobre mi experiencia, de repente, alguien saltó.
-¡Alto! ¡Alejandro, soy yo!
No lo podía creer. ¡Era idéntico a mí! ¡Aquel hombre era mi amigo de la infancia! No lo creía.
-¡Víctor! –exclamé-. ¡Tú eres el culpable de todo!
-¡Jamás pude expresarte todo el dolor que sentí al hacerte sufrir!
Todo estaba en silencio. Yo comenzaba a recordar aquellos buenos tiempos con afecto.
-¿Me perdonas…? –musitó Víctor.
No necesitaba decir con palabras nada. Sabía cómo contestarle adecuadamente a la pregunta. Corrí hacia él, cojeando un poco, y nos dimos un largo abrazo.
Alguien del público emitió unas pequeñas palmas, y, pronto, todos le siguieron y se convirtió en un emotivo reencuentro. Con lágrimas de alegría, los concejales se levantaron de sus sillas y también comenzaron a aplaudir.
Terminé de darle el abrazo a mi amigo, mientras las cámaras trataban de grabarnos lo más cerca posible.
-¿Aún quieres intentar conseguir el cinturón negro?
Y yo, mirándole con ojos como platos, no respondí, pero sentía cómo alguien que yo perfectamente recordaba, nos observaba, como si nos miráramos en el espejo.
FIN

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7 comentarios

  1. 1. Berundgaar dice:

    Es precioso.
    Un poco irreal…más que nada porque, en general, los políticos no son tan nobles, pero la verdad es que he disfrutado leyéndolo.
    A lo mejor a ti también te gustaría leer el mío. No es tan sentido, pero, creo, más divertido.
    Un saludo y mi más sincera enhorabuena.
    Estoy en el 64.
    😉

    Escrito el 18 noviembre 2016 a las 09:39
  2. 2. campanula dice:

    Hola Lorena, tu relato me ha gustado, en general esta bien, creo que hay frases que quedan estructuradas mejor de otro modo, por ejemplo donde dices “Sin embargo, a Víctor no le pareció importar.” creo que estaría mejor “Sin embargo, a Víctor no pareció importarle.” y en esta “pero nunca más me volví a quedar como estaba.” el me quizás sobre, en la frase que sigue de esta te falto “el” haciendo referencia a el Taekwondo.

    Tu historia es muy bonita y esperanzadora, el mundo necesita más personas dispuestas a perdonar, espero volver a leerte, un feliz día

    Escrito el 18 noviembre 2016 a las 17:02
  3. 3. Aimée dice:

    Felicidades por tu relato, es muy bonito.

    En general me parece bien escrito y no he visto faltas de ortografía. Algo que debo destacar son los diálogos, es complicado que suenen reales y, en mi opinión, lo has conseguido.

    Como sugerencia, creo que podrías mejorar la estructura del texto. Por ejemplo en el inicio:

    “Dicen que todos tenemos un doble en alguna parte… Pero no siempre es fácil encontrarlo…

    Me acuerdo perfectamente que en ésos tiempos, a los que llamo “mis tiempos mozos”, tenía once años. Mi madre y mi padre estaban siempre insistiéndome en que debía apuntarme a algún deporte o arte marcial.

    Días después, me enteré de que ellos, sin mi permiso, me había apuntado a un arte marcial llamada Taekwondo. Y entonces, aquel jueves, comencé las clases. Llegué y dejé mis zapatos en una esquina. Mi madre, mientras tanto, hablaba con el profesor.”

    Escribes muy bien para ser tan joven, sigue así.

    Un saludo y muchos ánimos.

    Escrito el 18 noviembre 2016 a las 20:39
  4. 4. Jean Ives Tibauth dice:

    Hola Lorena.

    Me ha sorprendido gratamente encontrar una escritora tan joven desenvolviéndose tan bien con un relato emotivo y aleccionador.

    Los compañeros ya han hecho algunos apuntes que son muy acertados, y yo no voy a añadir nada más. Creo que vas por el buen camino y que leyendo y creciendo acabarás puliendo tu ya de por sí talento natural.

    Un placer.

    Escrito el 18 noviembre 2016 a las 21:51
  5. 5. Perla Preciosa dice:

    Hola, Lorena:
    Me alegra que tan temprano, te hayas animado a escribir. Soy la de arriba. En general, no tengo mucho que decir, solo te voy a señalar dos cositas que no he entendido muy bien. Hay un momento en el que dices:
    -¡A formar!

    No sé muy bien qué quieres decir con esto, pero tal vez se deba al hecho de que el mundo del deporte no es mi fuerte.

    Por otra parte, hay una frase que, aunque ya te la han señalado, voy a decirte algo más: “Sin embargo, a Víctor no le pareció importar”.
    En este caso, el pronombre no puede adelantarse al verbo conjugado, dado que es copulativo y el verbo principal está en infinitivo. Como este tiene mucho más contenido semántico, es el que rige el citado pronombre y lo adjunta a él, mientras que el verbo copulativo en cuestión, solo cuenta a efectos de llevar la flexión verbal.

    Por otro lado, es muy llamativo tu relato, dado que, como ya te han dicho, la gente, en general, no es tan noble, y mucho menos un político.
    Finalmente, te animo a que sigas escribiendo.

    Escrito el 18 noviembre 2016 a las 23:42
  6. 6. Lorena Cerdá Valenzuela dice:

    ¡Muchísimas gracias a todos! Me encanta que os haya gustado. He escrito muchos libros, largos y cortos, y, gracias a vuestras opiniones, podré mejorar mucho más. ¡Un saludo, de verdad! ^^

    Escrito el 19 noviembre 2016 a las 22:29
  7. Divertido el relato, a medida que lo leía me atrapaba la trama. ¡Sigue escribiendo! Saludos.

    Escrito el 30 noviembre 2016 a las 00:17

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