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Cuatro Copas - por Vagabundo DeMente

Dicen que todos tenemos un doble en alguna parte… y también los hay que no creen en esas patrañas.

Me encontraba en el bar del Hotel Rivera, inclinado sobre la barra, mirando indolentemente las botellas alineadas como trofeos en los estantes. Mi índice golpeteaba mi barbilla con insistencia, haciéndome parecer pensativo y bohemio mientras paseaba la mirada sobre las etiquetas.

—No me decido. ¿Y si me sugieres algo?

El hombre moreno tras el mostrador se encogió de hombros por toda respuesta, y pasó un trapo de franela sobre la barra. Yo le devolví diente por diente y me dediqué a ignorarlo. El tipo no pareció afectado; se limitó a mover su persona y su trapo cosa de medio metro más lejos de mí.

—¿Por qué tan solo?

Miré hacia mi derecha. El asiento contiguo al mío, que apenas medio minuto antes estaba vacío, se encontraba ahora ocupado por una de las criaturas femeninas más apetitosas de que yo tuviera memoria. Piel olivácea sin mácula, cálidos ojos de miel que resplandecían al reflejar la luz de los ventanales. Boca de labios llenos al natural, sin pintar. Toda ella emanaba una fragancia que me hacía pensar en noches sin luna bajo los cocoteros.

—Me gusta mi privacidad —dije mientras me movía para mirarla más de frente, aparentando total naturalidad. Ella sonrió, y meneó la cabeza sacudiendo su adorable melena de color avellana.

—No te creo.

Le sonreí de regreso y la recorrí con la vista de cabeza a pies y de regreso, dándome el lujo de apreciar el suave tono muscular del abdomen, desnudo bajo la camisa anudada a la altura del plexo solar. Sus shorts de mezclilla ocultaban poco o nada de sus piernas de bailarina. Toda ella era firmeza, flexibilidad y muda invitación.

—Me alegra que sea así.

Tras sostenerme la mirada por un par de segundos, dejó caer su mano cerca de la mía. —¿Vienes de paso?

—¿Cómo lo sabes?

Ella sacudió suavemente los hombros en una risita sin ruido, y deslizó las puntas de sus uñas pintadas de rojo sobre mi antebrazo. —No te has bronceado todavía.

—Tienes razón. —Recorrí los estantes con la mirada una vez más—. ¿Quieres un trago?

—Sexo en la Playa— respondió ella con su sonrisita pícara. Yo me tardé tres segundos más de lo apropiado en hacer señas al tipo de la barra. Una vez ambos estuvimos servidos, ella me miró.

—¿A qué te dedicas?

—Soy corredor de bolsa — respondí tras dar un sorbo a mi Cuba Libre. Ella frunció el ceño, sólo ligeramente para no ahuyentarme.

—Suena aburrido.

—Puede serlo, pero si sabes cómo hacerlo, puedes forrarte de dinero en muy poco tiempo.

—¿De verdad?

Asentí, antes de lanzarme en una descripción razonablemente emocionante. Escuché alguna vez que ser corredor de bolsa es como hacer apuestas, así que me las arreglé para pintar un cuadro pleno de adrenalina. Ella escuchaba con atención, aunque tal vez tuvo algo que ver el haberle invitado un segundo Sexo en la Playa apenas terminó el primero. Súbitamente, al echarle una mirada al pequeño reloj en su muñeca, su bello rostro se ensombreció.

—Perdóname —dijo, disimulando su prisa de la mejor manera posible mientras se levantaba de su asiento. —Tengo que ver a alguien. No tardaré mucho. ¿En qué habitación puedo encontrarte?

Le sonreí, anticipando el efecto que tendría mi respuesta.

—1900. —Los ojos de ella brillaron—. La suite presidencial con vista al mar.

Tras agitar los dedos como arpista en un crescendo, la chica se retiró. Yo la seguí con la mirada hasta que su esbelta figura se perdió al doblar una esquina, luego me dediqué a sorber mi segundo Cuba Libre. Cuando el tipo del mostrador volvió la espalda, me retiré sin mirar atrás.

A la mañana siguiente, a bordo del autobús que me sacaba de la ciudad, leí con satisfacción que un hombre había sido sacado del conocido Hotel Rivera y embutido en un coche patrulla. Se le acusaba de haber salido del bar sin pagar sus cuatro copas, y una chica de la localidad lo señalaba por no haberle pagado lo acordado tras dormir con él. La firma bursátil en la que el hombre trabajaba ya había publicado una declaración deslindándose del escándalo. Probablemente acabarían por despedirlo. Una lástima; su trabajo me había dado un estilo de vida principesco, hasta ahora.

Dicen que todos tenemos un doble en alguna parte. Afortunadamente, el mío no cree en esas patrañas.

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7 comentarios

  1. 1. SBMontero dice:

    Está muy bien hilvanado y tengo que decir que queda muy Ian Fleming. Es una forma de escribir muy afectada, en el buen sentido, descriptiva y, por momentos, pomposa, pero que, como digo, le va como anillo al dedo a este tipo de historias.

    La estructuración es muy buena, medida diría yo, y los diálogos son impresionantes, poco creíbles, eso sí, pero tampoco importa mucho… Bond sólo hay uno en la 1900, suit presidencial del Riviera con vistas a la bahía.

    La he disfrutado.

    Escrito el 17 noviembre 2016 a las 13:12
  2. 2. Leandro dice:

    Hola vagabundo, excelente relato. Muy buena descripción del personaje femenino y un desenlace que estuvo a la altura.
    Felicitaciones.

    Escrito el 17 noviembre 2016 a las 20:06
  3. 3. David Rubio dice:

    Buen relato.
    Has utilizado de manera inteligente la primera frase de rigor. Comienza y cierra con sentido, aprovechándola para ese giro final. La ambientación está lograda, ese mundo como te han dicho a lo James Bond.
    !Ay! quién pudiera ser el doble de un ricachón como ese.
    A nivel formal, revisa los espacios antes de la raya en los diálogos, hay un cierto baile y en esta frase:

    —Perdóname —dijo, disimulando su prisa de la mejor manera posible mientras se levantaba de su asiento. —Tengo… (el punto sería después de la raya …asiento-. Tengo)

    Por lo demás, una lectura muy agradable y amena.

    Saludos!

    Escrito el 19 noviembre 2016 a las 00:13
  4. 4. Amilcar Barça dice:

    Bien, Vagamundo. Interesante y divertido. salu2

    Escrito el 19 noviembre 2016 a las 17:37
  5. 5. Yoli dice:

    Hola, Vagabundo. Me gusta tu relato,me ha sorprendido el final, y eso me gusta. También has hecho bien el retrato del protagonista, el como se aprovecha de su parecido para darse a la buena vida. Saludos. Si quieres leer el mio, soy el 39.

    Escrito el 19 noviembre 2016 a las 18:50
  6. 6. Jean Ives Tibauth dice:

    Hola Vagabundo.

    Francamente he disfrutado de tu relato. Con él te vas dejando arrastrar por la historia con facilidad. Se forman imágenes muy nítidas en la mente.

    Y el final me ha parecido un giro interesante y divertido.

    Nos seguimos leyendo.

    Escrito el 20 noviembre 2016 a las 21:42
  7. 7. Miguel Mesías dice:

    ¡Muy bueno Vagabundo! Aplaudo desde acá.

    Excelente escena, muy buenos diálogos y descripciones. Los personajes y el relato me parecieron magníficos.

    Podría sugerirte que tengas cuidado en otras ocasiones de no caer en un exceso de adjetivos y palabras difíciles, puesto que con el afán de sumar pueden llegar a restar y empobrecer la narración. En este caso (por el escenario y la historia) no necesariamente vienen mal, pero te lo dejo como para que lo tengas en cuenta si estás de acuerdo! Es discutible, y depende mucho de cada uno, pero soy de los que prefieren la simpleza y lo directo (aunque muchas veces no puedo plasmarlo al escribir).

    Hay partes que me parecieron simplemente geniales… como la respuesta al “¿quieres un trago?”. ¡Espectacular!

    Este mes no llegué a publicar mi escena de dobles! El tiempo se me fue en otras cosas y no lo pude terminar. Espero que en el futuro nos sigamos leyendo.

    Saludos, felicitaciones y gracias por tu relato!

    Escrito el 22 noviembre 2016 a las 00:00

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