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El reflejo - por angel of mercy

El autor/a de este texto es menor de edad

Dicen que todos tenemos un doble en alguna parte. Quizás en África, quizás en Marte o incluso, es posible que sea tu vecino. Sin embargo, las posibilidades de ver a nuestra copia son casi nulas, una en un millón; como encontrar una aguja en un pajar. Existen muchos mitos sobre ello hoy en día, pero no se comparan con la sensación que uno atraviesa en el momento en que nos encontramos en la misma ubicación que nuestro duplicado. Confusión, nerviosismo y curiosidad son algunos de ellos. Y es por este motivo, que voy a contarles cómo es que vi a mi reflejo sin necesidad espejo; pero debo comenzar desde el principio.

Así como en todas las situaciones, la gente dice muchas cosas. Un claro ejemplo es que la mayoría piensa que no existe un punto medio. Que si no es blanco, es negro; si no es bueno, es malo; si no es alto es bajo. En este momento del relato entro yo, el color gris. Como deben suponer, no me identifico con ninguno de los adjetivos calificativos que mencioné anteriormente, aunque en ocasiones me inclino más hacia el peor lado.

Muchos me consideran un villano y, aunque me fascinaría la idea de participar en una película de superhéroes, me temo que no soy. Probablemente esta historia sería más interesante para ustedes si lo fuera, pero considero que al mentir cuando les hablo de mi vida, es mentirme a mi mismo.

Volviendo al objetivo inicial, me encontraba trotando por la vecindad vigilando los movimientos de los habitantes de la zona (sí, es tan terrible como suena), cuando, para mi fortuna, pude observar que frente a mí, una casa antigua tenía la ventana de par en par. Sus cortinas floreadas aleteaban al compás del viento, semejantes a dos brazos estirados dándome la bienvenida a entrar por allí. Como de costumbre, me acerqué poco a poco y sin que nadie me viera, me impulsé al interior de la vivienda en un abrir y cerrar de ojos. Con suerte, encontraría algunas joyas o dinero y me iría sin dejar rastro de que estuve allí. Sigilosamente, caminé por el primer piso abriendo y cerrando puertas, registrando todos los dormitorios.

Luego de pasar una hora buscando algún objeto valioso opté por subir las escaleras, decisión de la que me arrepentiría más tarde. O mejor dicho, en el preciso instante en que un perro de grandes dimensiones saltó sobre mí. Como pude, aterrado, me lo quité de encima sin dañarlo demasiado y lo atraje hasta un pequeño cuarto donde aparentemente realizaban el lavado de ropa y lo encerré allí. Desgraciadamente, el cuadrúpedo se dispuso a alertar a sus dueños y vecinos con su ladrido potente. En ese momento supe que tenía unos pocos minutos para finalizar mi rastreo.

Fue entonces cuando la encontré. Una pequeña cadenilla de oro. En seguida la escondí en el bolsillo de mis pantalones y eché a correr hacia donde había ingresado.
Al momento en que la puerta de la casa se cerraba y comenzaban a oírse los cuchicheos de los propietarios de la casa, ya me encontraba en la esquina, apoyado sobre una pared. Respirando agitadamente, me deslicé hasta sentarme en el suelo. Tomé el collar y sonreí victorioso a la vez que cerraba mis ojos.

-Te vi. -me dijo.

Mis ojos se abrieron de golpe. No sé si me asustó más el hecho de que me haya visto o que sea aterradoramente parecida a mí. Creo que un poco de las dos.

-¿Perdón?

-Te vi salir de esa casa despavorido. No es correcto lo que hiciste.

-¿Y a ti que te incumbe? No sabes cómo es mi vida.

Rápidamente me puse de pie y sin decir una palabra, me alejé de aquella muchacha. Estaba asustado, no lo iba a negar. No porque llamara a la policía, ya estuve en la prisión para jóvenes anteriormente; sino porque verla era como mirarme al espejo, sólo que éste se movía y tenía vida. Un reflejo que mostraba las imperfecciones y virtudes que veía todos los días de mi vida. Sacudí mi cabeza y dirigí mi camino hacia el hospital.

"Perdona madre, pero debido a lo que acabo de hacer podremos financiar tu operación. Ya no necesito hacerlo nunca más." -pensé aliviado.

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5 comentarios

  1. 1. SBMontero dice:

    A ver, voy a ser sincero: El texto me ha encantado… hasta que llegué a lo de la cadenita de oro, a partir de ahí el texto se convierte en algo penoso. Sólo una cuestión, ¿En serio el tío va a financiar una operación con una cadenita de oro? ¿De verdad un cerebro criminal al final resulta que hace lo que hace porque su mamá está en el hospital?

    No sólo debe serlo, tiene que parecerlo. Este dicho se usa mucho en relación a la credibilidad de un personaje de ficción, por eso personajes como el Jack Reacher de Lee Child, o el Harry Bosch Connelly son tan impresionantes, porque son lo que son y no pretenden ser otra cosa, sus razones son simples y directas, basadas en cómo han llegado a ser que lo que son y por eso hacen lo que hacen.

    Yo incidiría más en ese texto del antes de la cadenita de oro. Ahí SÍ hay chicha.

    Un saludo.

    Escrito el 17 noviembre 2016 a las 10:48
  2. 2. Leandro dice:

    Hola Ángel, muy lindo relato. Me sorprendió mucho y me dejó pensando si el varón se parece a una mujer o viceversa. El final un poco corto.
    Saludos.

    Escrito el 17 noviembre 2016 a las 22:39
  3. 3. David Rubio dice:

    Hola Angel of Mercy,
    El relato está bien, veo que eres menor de edad. Te felicito por comenzar a escribir tan temprano. ¡Qué envidia!
    En cuanto al texto, quien se predispone a leer un relato, sobre todo, busca evadirse. Es decir, quiere meterse en una historia, ver a un protagonista hacer cosas, reaccionar ante situaciones, etc… En el texto, la historia en sí comienza en ¡el cuarto párrafo! Ahí es donde empezamos a ver a un personaje haciendo cosas. Antes son disquisiciones, paja, que el lector no lee, simplemente la ojea a la espera de que comience la acción.
    Intenta iniciar la historia desde el principio, sin introducciones en plan moralista o new age, esas conclusiones déjaselas al lector. No le digas lo que debe pensar. Dale directamente una historia que es lo que busca.
    El final es muy cliché, intenta que tus personajes sean más profundos, no los endulces solo para que sean moralmente aceptables.
    Pero, sobre todo, sigue escribiendo.
    Un gusto leerte!

    Escrito el 19 noviembre 2016 a las 00:24
  4. 4. Vagabundo DeMente dice:

    El asunto del doble me pareció un poco confuso. Si bien hay originalidad en hacer que el varón tenga un doble femenino, creo que el giro le resta un poco a la cuestión del reflejo. Pienso que no se puede hablar de un reflejo tal cual (‘verla era como mirarme al espejo’, dice el protagonista), porque, aunque el parecido sea extremo, por fuerza hay detalles que distinguen a los sexos y que por lo tanto disminuyen el parecido que pueda haber.

    Concuerdo en que el asunto de la cadenita de oro es poco creíble. La narración me da a entender que todo lo que tuvo que hacer el protagonista para financiar la operación de su madre es apoderarse de una cadenita de oro y nada más; y me cuesta trabajo encajar eso en mi imaginación. Aparte eso, me pareció que el enfocarse en la cadenita le restó fuerza al tema del doble, pues la muchacha aparece sólo en un párrafo y el resto del relato se ocupa en centrar la acción en el robo. No se le da contexto a la aparición de la muchacha, lo que podría significar para el protagonista. De hecho, al momento del final ya se ha olvidado de ella totalmente.

    Ocupándome de otro punto ya mencionado más arriba: la maniobra de exponer a detalle el pensar del protagonista es algo común, pero a la larga innecesario. No te preocupes tanto por hacer que tu protagonista explique al lector en qué está pensando y qué lo motiva a hacer lo que hace: mejor busca maneras de demostrarlo, en cómo interactúa con otros personajes y en cómo se desenvuelve y se mueve. Un vistazo a la mente del protagonista no es malo (dependiendo del tipo de narrador que tenga tu historia, es a veces imprescindible), pero tampoco es necesario dejar que predomine. Hay que dejar que la mente del lector haga su parte donde le toque.

    También te diría que no te preocupes mucho por justificar moralmente las acciones de tus personajes. Un personaje malvado, egoísta, incluso cruel, puede resultar fascinante para la audiencia, si se le maneja bien (el ejemplo contemporáneo más inmediato que se me ocurre es Frank Underwood de House of Cards).

    Vas por muy buen camino, ¡no dejes de escribir!

    Escrito el 19 noviembre 2016 a las 00:56
  5. 5. Jean Ives Thibaut dice:

    Hola Ángel.

    Estoy con los compañeros en que el texto parecía prometedor. Tardó un poco en arrancar pero luego era interesante. Es al final donde flaquea. Se ve pobre, sin fundamento.

    De todas formas me parece un gran trabajo.

    Nos seguimos leyendo.

    Escrito el 20 noviembre 2016 a las 19:30

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