El otro soy yo - por Cyrano

Dicen que todos tenemos un doble en alguna parte. Para la mayoría de las personas es una frase hecha. Pero no para mi. Supe de las existencia del “otro” En una ciudad lejana a la mía. Os diré que fue una triste casualidad. Una forma atroz de enfrentarme a la realidad de otra persona.
Ya cuando llegue, sentí miradas airadas, incluso desafiantes de las personas con las que me cruzaba. Quise tomar un taxi, pero el taxista me impedido subir al vehículo, casi de forma violenta, quede desconcertado. Mi sorpresa fue aún mayor cuando quise protestar por su comportamiento y el resto de taxistas y algún viandante se unieron para increparme, llegue a recibir algún empujón. En ningún rostro vi compasión, todos estaban iluminadas por el rojo de la ira. No entendía nada de ese comportamiento. Desistí y busque la parada de bus más cercana. Al entrar en el autobús sucedió lo mismo, el conductor me gritó ¡fuera de aquí¡ ¡fueraaaa¡ Lo siguiente fue un empujón violento para que abandonase el vehículo, mientras una mujer me gritaba ¡pero es que no tiene vergüenza, como se atreve a volver aquí¡ Mientras el autobús se alejaba sentí la mirada de odio de los pasajeros. La frustración por no poder defenderme y decir que se equivocaban me lleno de impotencia.
Estaba confuso y decidí hacer el camino andando. ¿qué he hecho? ¿Me confunden con otra persona? instintivamente subí el cuello del abrigo y cale la gorra todo que pude. Andaba pegado a las paredes, intentando no mirar a las personas con los que me cruzaba. Todo fue inútil, en una avenida ancha, bien iluminada, un grupo de parejas jóvenes creyó reconocerme.
—¿No es ese, el carbón del libro? —exclamo una chica sorprendida
En otras circunstancias me habría parado y pedido que me explicasen que sucedía, pero una ansiedad creciente y vital se apodero de mi y me lo impidió. Solamente corrí, quería alejarme a toda prisa. Entre en un portal y me escondí agazapó en un rincón, oí a los perseguidores que pasaban frente al portal. Estaba paralizado, no tenía valor de levantarme y salir a la calle. En ese rincón, pase no sé cuánto tiempo; inmovil; mudo, hasta que él sonido de unos pasos bajando por la escalera volvieron a acelerar mi corazón. Decidí huir pero el cuerpo no respondió a mi orden.
—¿ Que hace usted ahí?. ¿No se estará haciendo sus necesidades? —una mujer mayor me increpó
Tardé un rato en responderle. —No señora, no se asuste, solo estaba descansando. Ahora me voy.
Dije esto desde la oscuridad, me levante despacio y mi rostro quedo iluminado por la pobre luz del portal. La mujer al ver mi rostro, mostró una mueca de sorpresa para pasar a ser de pánico. Giró sobre sus pasos y empezó a subir las escaleras todo lo deprisa que podía, mientras gritaba
—¡El diablo, el diablo está aquí!
Ante los gritos de la mujer. Escuché que las puertas de los rellanos superiores empezaban a abrirse. Se sucedieron murmullos y gritos, y huí de allí, si ahora me preguntas cómo me levante o cuando abrí la puerta para huir, te diré que no lo sé, lo siguiente que recuerdo es toparme con un coche de policía.
— Gracias a Dios —dije nervioso dirigiéndome a ellos —.creo que hay un mal entendido, me confunden….
No pude terminar la frase, uno de los policías me golpeó con la porra en el estomago, mientras que el otro me cogía del pelo y aplastaba mi cara contra el capo del coche.
Me esposaron he introdujeron en el vehículo sin contemplaciones y partimos hacia no sabia donde. Mientras conducían quise gritarles que todo era un error, que me dejasen explicar, que llamasen por teléfono a mi familia. Pero sabia que todo seria inútil, sus rostros de odio me respondieron a las peticiones que no llegue hacer. Llegamos a un páramo lejos de cualquier sitio.
— Vamos fuera.
— Que vais ha hacer. —pero no me dio tiempo de decir nada más.
Me cogieron del pelo y me sacaron a la fuerza. De rodillas, sudoroso y con palpitaciones creí que había llegado mi final, note un golpe en la cabeza y patadas por todo el cuerpo. Uno de los policías acercó su rostro al mío y dijo si te volvemos a ver en la ciudad, no seremos tan amables. Lo siguiente que recuerdo es el coche acelerando y alejándose de allí. Camine maltrecho y me aleje de la ciudad del otro.