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Under the same moon - por Gabriela

UNDER THE SAME MOON
Aquella mañana, Andrea, se despertó con todas las ganas habidas y por haber de empezar su primer año en la universidad.
Sabía que aquel iba a ser su año; acabó bachillerato con una media de sobresaliente y su nota de acceso a la universidad fue de diez. Le encantaba la idea de ayudar a la gente, de modo que su elección fue la medicina. Estaba muy entusiasmada por conocer a sus nuevos compañeros y todo lo que le depararía aquel nuevo curso.
Se bajó de la cama de un salto y fue directamente a la cocina.
Aún quedaba una hora y media para que comenzaran las clases, pero siempre le ha gustado hacer las cosas con tiempo.
Lo tenía todo planeado: desayunar, lavarse los dientes, ducharse e intentar domar aquellos rizos rebeldes que caían sobre su espalda.
Al entrar en la cocina vio a su madre maldiciendo a gritos al no conseguir hacer un poco de café.
Sonrió levemente y acudió a su rescate.
-Tranquila mamá, yo me ocupo de esto. Tú mejor ve a prepararte, ya sabes lo muchos que tardas en elegir que ponerte.
Celia, al ver que su hija accedía a echarle una mano, le dedicó su mejor sonrisa y corrió hasta su habitación a prepararse.
La madre de Andrea no es que fuera la mejor del mundo. Pero lo intentaba, y eso para ella era suficiente.
El café estuvo listo en menos de diez minutos, así que Andrea llenó un vaso de leche y le echó un poco de café.
Cogió su taza y se sentó en la mesa de la cocina.
Mientras degustaba el sabor de la leche con café, revisaba, como cada mañana, sus redes sociales. Le gustaba mantener el contacto con los amigos de su infancia, los del campamento, los del grupo de lectura y los amigos del instituto, que ahora deja atrás al comenzar su carrera universitaria.
Y entonces, sucedió. Le llegó otro mensaje de Mario; ya iban 25 en lo que llevaba de semana.
Dejo en móvil en la mesa y se tomó el resto de la leche de un trago.
Aquello le estaba sacando de quicio.
Fue rápidamente al cuarto de baño a lavarse los dientes y a meterse en la ducha para poder desconectar de lo que le había sucedido hacía unos instantes.
Tras cepillárselos a conciencia, encendió el pequeño altavoz portátil que tenía en el baño y se metió bajo en la ducha dejando que el agua caliente se llevase consigo todo problema que la atormentase.
Bueno, para ser sinceros, Mario no era un problema como tan.
No era como una grave enfermedad. Solo un pequeño bache en su recto e impecable camino.
Al acabar, Andrea salió del baño dejando tras de sí un vaho que invadió por un momento parte del pasillo. Se dirigió de puntillas hacia su cuarto y cerró la puerta para poder cambiarse en la intimidad.
No estaba muy segura de qué iba a ponerse. Quería algo serio y formal, pero sin parecer una persona pedante, por lo tanto, escogió unos vaqueros y su blusa favorita.
Al acercarse al escritorio para coger el cepillo de una estantería, algo cayó a sus pies.
Era una pulsera con una fecha grabada: 11.06.2015.
Fue en ese preciso instante cuando todos los recuerdos se agolparon en su cabeza.
Aquella noche en el campamento, un joven poeta logró romper todos sus esquemas; una persona que la hizo soñar con un “para siempre”.
Cogió la pulsera del suelo, y al darle la vuelta, había algo más grabado. Un nombre: Mario.
Las lágrimas comenzaron a brotas de los ojos de Andrea. Sabía perfectamente que no podía ignorar a la persona que le había hecho ver la vida desde un punto de vista totalmente distinto al suyo.
Eso le asustaba. Le aterraba no tener las cosas planeadas, no saber que va a pasar o que sentimientos desconocidos iba a hacerla sentir aquel chico.
Quizás fuera el destino, pero esos dos jóvenes se conocieron por un motivo, y ella sabía que estaban destinados a estar juntos.
Pero Andrea aún no estaba preparada para superar la traición que Mario había cometido.

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3 comentarios

  1. 1. ANGEL CLIMENT dice:

    Gabriela: Felices Fiestas.
    He leido tu relato, interesante, bien llevado, creando intriga en el momento necesario. Te leí el mes pasado y volvere hacerlo en los proximos.

    Escrito el 17 diciembre 2016 a las 12:05
  2. 2. Andrés dice:

    Gabriela, muy buena historia. Me llamó bastante la atención.
    Lo único que puedo resaltar: algunas letras fuera de lugar y acentos que faltaron, pero son errores de tipeo muy leves. Nada que comprometa la historia.
    Saludos y felices fiestas.

    Escrito el 19 diciembre 2016 a las 15:48
  3. 3. María VR dice:

    Buenas tardes Gabriela,

    A veces no sé quién es la narradora y encuentro que el ritmo no se corresponde con la estructura de los párrafos. Yo haría un primer bloque con el desayuno, uno segundo con la ducha y reflexión, y un tercero con la pulsera, etc.

    La historia en sí me ha parecido bonita, simple, escrita como un diario.

    Ánimo y hasta la próxima.
    Yo soy La línea Imaginaria 112

    Escrito el 21 diciembre 2016 a las 20:03

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