Desdicha abismal - por Daniela

Los recuerdos aun la abruman a pesar de que habían transcurrido diez años. El recuerdo aún tan vívido entre sus sueños, que a veces anhela con fuerza volver a tener esa sensación tan apasionada en su cuerpo, en su alma; y al mismo tiempo recriminaba a su alma por anhelar ese tacto.

Pensó que la amaba, pero qué estúpida al caer ante sólo palabras lindas que salían de la boca de ese imbécil, como tratándose de un poeta. De sólo pensar en él, la rabia la inunde, pero también el anhelo de su contacto.

Solos en la cabaña de ese campamento, parecía el destino decirle que estaba bien, sin embargo, no notó que tal vez le decía que no lo estaba. Que sólo le advertía del peligro. Ignoró la vocecita de la lógica y el sentido común, y sucumbió ante su deseo egoísta de estar con él.

Ryan la besó con suavidad, y cuando estaba cómodo, metió su lengua entre los labios de ella. Una sensación extraña y maravillosa recorrió su cuerpo, dejándose envolver por el embriagador sabor de la boca y experiencia de él.

Adquiriendo más confianza, el muy atrevido le quitó la blusa con impaciencia, desabrochó su sostén y acarició sus senos mientras aun la dominaba con sus besos. Lila quería parar, iban demasiado rápido para ella; estaba mal, pero su conciencia ofuscada por la pasión, quedó en el olvido cuando él tomó uno de sus pezones turgentes entre sus dientes, y succionó con fuerza. Lila arqueó la espalda, aferrándose a los hombros musculosos de él.

Un calor extraño e increíblemente gustoso posó entre sus piernas, contrayéndose su vientre con cada nueva succión en sus senos. Una vez más quiso parar, pero para cuando su conciencia parecía lúcida, estaba en la cama, desnuda, con el rostro de Ryan hundido en el interior de sus muslos. Estaba en una posición vergonzosa, lo sabía, pero con cada lengüetazo que Ryan hacía a su intimidad, olvidaba esa idea, hasta que llegó al orgasmo con un grito de satisfacción.

Sintió cansancio, pero Ryan no había terminado. Levantó el rostro con una sonrisa de satisfacción, y quitándose el pantalón y los calzones de un tirón, mostró aquella protuberancia entre las piernas, erecta, fuerte y necesitada.

Protestaría Lila. No pudo porque una nueva oleada de sensaciones y emociones la envolvieron cuando él acarició su intimidad con su pene. Temblaba de emoción y miedo. Ryan aprovechó esa oportunidad para penetrarla con fuerza, sin piedad ni consideración. Sólo quería satisfacerse a sí mismo.
Tomó las caderas de ella entre sus manos y comenzó a moverse hacia adelante y atrás con un ritmo constante; primero con lentitud, y pronto con rapidez y fuerza.

Lila sintió el golpeteó entre sus piernas una y otra vez, llenándose de placer y angustia al mismo tiempo, aun así, le gustaba la nueva sensación y no quería que Ryan parara, así que le rodeó el cuello con los brazos, y sus piernas a las caderas de él. Quería más, que ambos llegaran al éxtasis y estuvieran unidos, no sólo en cuerpo, sino en alma también.

Las embestidas aceleraron hasta que ambos alcanzaron el orgasmo y temblaron ante esa sensación, gimiendo de placer.
Ryan cayó al lado de Lila, agitado y todo sudoroso, al igual que ella. Pero para su desgracia, el muy bastardo sólo le dedicó una sonrisa y le dijo:

— El sexo estuvo bien, pero no volverá a pasar…

Lila sorprendida ante esa declaración, ninguna palabra surgió de su boca, y él aprovechó esa oportunidad para vestirse e irse, dejándola con la sensación de humillación. La había utilizado, burlándose de ella y su ingenuidad.

Recuerda que después de vestirse, regresó a casa lo más rápido posible por la vergüenza. No dio explicación a sus amigos que nadaban en el lago, sólo quería escapar. Lo logró durante diez años. Ahora enfrentaba un problema. Tenía que regresar a su pueblo natal para tomar posesión de la casa de sus padres, y Ryan estaba a cargo de ese asunto legal.

Esperaba que él no la recordara y que el asunto acabara lo más rápido posible para no volverle a ver.

Por el lado de Ryan, él ansiaba verla y pedirle perdón por haberle hecho daño hacía años. Se comportó como un imbécil a causa de las malas compañías, además, estaba enamorado de ella cuando estuvieron juntos esa tarde en la cabaña. Sólo esperaba que Lila no lo odiara, aunque no la culparía si lo hacía, y le diera la oportunidad de redimirse.