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Lo que nuestros padres quieren. - por Maca

Los días en el campamento se hacían tediosos, no me gustaba pasar el rato con la gente porque todos eran unos idiotas, siempre tan eufóricos y felices. Nunca fui muy hablador pero me encantaba observar y como era prácticamente transparente, mi único hobby era ver, oír y callar. En cambio, escabullirme de la pequeña y maloliente cabaña que compartía con otros veinte chicos no era otro hobby. sino una necesidad.

Adentrarme entre la arboleda rumbo hacia el lago, y esperar allí a que todos se durmieran, era mi ritual de cada noche. Sin embargo, es curioso que, precisamente buscando una paz que mi padre me había robado, al meterme en esta mierda, me topase con mi propio desasosiego. Aquella noche no estaba sólo en el lago, algo se movía en el agua, haciéndola ondular, fragmentando la luz de la luna en mil pedazos.

Al principio pensé que debía ser un animal, porque nadie podía ser tan tonto como para bañarse a esas horas, pero después pensé en la multitud de parejas que se forman en estos vertederos juveniles, y pasé, de la mera curiosidad, a un estado de autentica vergüenza.
Me obligué a moverme, pero mis ojos no pararon hasta descubrir que, en verdad, lo que allí nadaba no era un animal o una pareja, sino un chico, un chico desnudo, que salía del agua tiritando y que se arrullaba en su toalla, como si de un gato se tratase.

Oí que tarareaba, casi como si tratase de acallar el frio, una melodía que me resultaba familiar, y su arrullo, como hace la miel a las abejas, me llevaba hasta él sin apenas darme cuenta. Me sentía turbado, aunque no entendía muy bien por qué. No era la primera vez que veía a alguien desnudo y supuse que la oscuridad tenía la culpa, ya que, al fin y al cabo, estaba mirando sin el consentimiento del observado, escondido entre sombras y eso, sin duda alguna, no estaba bien.

—¿Puedes alcanzarme la ropa, por favor? siempre la dejo escondida por donde estás tú —dijo el muchacho, que hacía tiempo que había dejado de tararear sin que yo me diese cuenta.

Su voz me hizo dar un respingo y, aunque pude haber salido corriendo, sencillamente no lo hice, a tientas busqué sus ropas y se las alcancé, despacio, tratando de no asustarle a él, tratando de no asustarme yo.

—Gracias. Si quieres puedes sentarte —dijo, mientras miraba al cielo—. Dicen que los poetas escogen a sus musas y escriben miles de poemas, ¿eres tú un poeta?

—¿Poeta? — Titubeé mientras aprendía cómo era el sentarse al lado de una persona.

— Sería genial ser la musa de alguien. Desde pequeños nos obligan a ser todos iguales, pero no lo somos. A mí, por ejemplo, me gusta nadar. ¿Te gusta nadar a ti?

—No.

—Ah…pero te gusta verme nadar.

—¡No, para nada! Me gusta observar, ¡pero no estaba mirándote porque estuvieses desnudo! —Dije casi en un grito.

El chico se sonrió y bajó la vista, gotitas resbalaban de su pelo a su nariz y mejillas.

—Me gusta este lago —dije sin más— es como si escapara de este sitio. No aguanto este lugar ni a mis compañeros. Me parecen todos unos imbéciles.

—Bueno… en realidad, todos somos imbéciles. Algunos somos conscientes de ello, y otros no. Algunos se darán cuenta con el tiempo, y otros nunca. Los recuerdos que tengo de mi vida son siempre los mismos, los de un tonto que hace lo que le dicen. ¡No quiero seguir así, quiero ser diferente, quiero ser yo! Aunque sólo sea aquí, en este lago.

—Como una ninfa, —dije sin pensar en la estupidez que acababa de decir.

—Sí, como una ninfa, —dijo el chico, que no se reía de mí, sino que me miraba con un leve gesto de tristeza en su cara —¿Sabes? Creo que eres parecido a mí, eres consciente de que no quieres ser más un tonto.

—No, no quiero.

—Vuelve mañana, —dijo mientras dejaba caer la toalla y comenzaba a vestirse, —nadaremos juntos en el lago.

—¿Y cómo sé que no te estás burlando de mí y me dejarás esperando mañana? —Dije yo poniéndome en pie.

El chico, que ya estaba atándose los zapatos, alzó la vista, se irguió y, extendiendo su mano hacia mi cara, me besó en los labios.

—No te preocupes, no empezaré mi nueva vida engañando a nadie.

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5 comentarios

  1. 1. Lapdog dice:

    Hola, Maca, soy tu vecino Lapdog. Te comento que el texto está bien escrito y es, hasta cierto grado, interesante, pero me quedé con la sensación de que no fuiste muy a fondo con el tema y te quedaste en la superficie. Las descripciones y los diálogos se hacen largos y el final no dice mucho.Creo que podías haber explotado más el tema del enamoramiento inesperado. Hay películas como “No se lo digas a nadie” que tal vez te podrían ayudar. Mucha suerte y hasta pronto.

    Escrito el 16 diciembre 2016 a las 17:51
  2. 2. amparo rouanet moscardó dice:

    Hola Maca. La trama me parece original, y está bien llevada, pero como Lapdog, pienso que los diálogos son demasiado largos. Si probases a acortarlos, el relato ganaría en ritmo. Me ha gustado como has descrito la personalidad de ambos jóvenes.

    Escrito el 17 diciembre 2016 a las 21:22
  3. 3. M.L.Plaza dice:

    Hola, soy tu vecina del 79.
    Me ha gustado tu relato. Me parece original y está muy bien escrito. A mí los diálogos me parecen correctos.
    Feliz Navidad

    Escrito el 18 diciembre 2016 a las 04:39
  4. 4. SBMontero dice:

    Me ha gustado. Es la historia de una decisión consciente y de un descubrimiento no buscado… alguien diría que es el comienzo de la pareja perfecta… a ver, algún optimista, claro.

    Sigue escribiendo.

    Un saludo.

    Escrito el 21 diciembre 2016 a las 00:52
  5. 5. Katherine Serrano dice:

    Hola Maca.
    Gracias por el comentario que dejaste en mi relato.
    En cuanto a tu relato debo decir que me gusto. Me dejo, incluso, con las ganas de seguir leyendo lo que pasaría en su siguiente encuentro.
    El personaje principal me pareció bien llevado, tenemos al típico adolescente quejándose de su situación y no por eso se convirtió en un cliché. El giro de estar cansado del campamento a encontrar una posible relación esta bien hecho.
    ¡Saludos!

    Escrito el 23 diciembre 2016 a las 07:04

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