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El Pacto del lago - por Juan F. Valdivia

Web: https://juanfvaldivia.wordpress.com/

Una vez oculto en las sombras, el poeta empezó a recitar.
—Vosotros que me rodeáis,
»vosotros que me escucháis.
Los versos parecían manar de la misma oscuridad. Las sílabas se concatenaban entre susurros, resemblando la sonoridad densa y pegajosa de aquella noche de canícula.
Su auditorio, congregado entre el bosque y la orilla, lo formaba un semicírculo de chicos y chicas, todos adolescentes y vírgenes. Habían acudido por voluntad propia al campamento Lago de Cristal en aquella fecha tan especial para reafirmar el Pacto.
El bardo declamaba:
—Hasta la última palabra recordaréis.
»Porque sólo así de Él nos salvaréis.
El coro replicó:
—Con nosotros como ofrenda calmaremos su frenesí.
»Él, hijo del acero frío y del calor carmesí.
Una risa forzada, o quizá el crujir de una rama, brotó de la negrura.
Los jóvenes refrenaron su pánico y siguieron sentados. No huirían: todos deseaban renovar el Pacto, pese al precio a pagar. Pero no podían evitar observar las sombras del bosque con ansiedad. A tras ellos, proveniente del lago, soplaba un viento tibio y cargado de humedad. La fronda recogió la brisa y respondió con sonidos de roce. Como si se frotarse las manos, expectante.
El chamán alzó la voz:
—Bermellón arterial coagulado por agua helada,
»que vuestro sacrificio le devuelva la paz ansiada.
—Con juventud y virginidad —corearon los jóvenes—,
»ufanos, compartimos tu soledad.
La voz del bardo continuó con la salmodia. Los jóvenes replicaban con voces en las que titulaban el terror y la excitación. Sabían que bardo iba a convocar al guardián del lago. Y que uno de ellos sellaría el Pacto.
La brisa arreció hasta tornarse vendaval. La tormenta se acercaba aportando su punto de dramatismo. Los botes protestaron golpeando contra el embarcadero. Las casas peinaban el viento tejiendo murmullos aullantes. En algún lugar una contraventana suelta lamentó su soledad con un súbito latigazo de madera.
Al fin la voz del poeta cesó: la invocación había concluido. El silencio inundó el bosque.
Los chicos, paralizados por el pavor, contemplaban la negrura. La espesura palpitaba: había devorado al poeta; ahora debía regurgitar algo nuevo y terrible. No, nuevo no: antiguo, tan viejo como el propio campamento.
La figura emergió de las sombras. Se plantó ante el semicírculo de rostros desencajados de un salto. Un centenar de bocas vomitaron temor mezclado con anticipación.
Y con excitación sexual, lasciva y lubricada.
—No os asustéis —dijo un chaval. En su voz rezumaba desencanto —. Mirad el uniforme. Maestro, ¿qué hacéis aquí? ¿Ha pasado algo?
El poeta no replicó. El vendaval enmarañaba su melena suelta. Tenía la mirada perdida, vidriosa, estaba pálido y temblaba.
Otra muchacha se puso en pie. Se dirigió al grupo:
—El chamán regresa solo. ¿Dónde está el guardián? ¿Ha fallado el ritual? La muerte, hay que saciarla. Si no…
El bardo mantenía su silencio. Miraba con ojos ciegos. Mientras, los temblores se habían convertido en convulsiones. El primer chico corrió hacia él, temeroso de que se desplomara.
Lago adentro, la tormenta bramó. Un rayo fulminó la atmósfera.
—Maestro —dijo el chaval—, poeta: debemos renovar el Pacto, atar al guardián. ¿Dónde está?
El hombre no respondió: se contorsionaba febril, su librea empapada en sudor. Aquellos ojos desorbitados naufragaban inmersos en su propio lago de tinieblas. Mientras fenecía sus labios no dejaban de musitar.
—¡Maestro!
El chico estudió el rostro del poeta. Estaba empapado en sudor. ¿Sudor? El muchacho dudó: aquel líquido lechoso y denso no parecía sudor sino cera. Se coagulaba sobre su cara, creando…
El muchacho soltó al bardo. Se apartó de él espantado, extasiado.
—¡La máscara!
El grito electrizó al semicírculo de voluntarios. Los recuerdos fluyeron: acero, violencia, sangre. Muertes. Todos conocían el horror recurrente que habitaba el campamento, un espíritu hambriento que deseaba saciarse. Debían contenerlo.
Los chicos contemplaron al bardo. Vieron la máscara blanca surcada de orificios. Distinguieron las marcas rojas, la mandíbula deshecha, la brecha en la frente. Su puño derecho esgrimía un machete descomunal, tan blanco y fantasmal como la máscara.
El guardián había regresado.
—Tómame —aulló alguien.
El guardián del lago osciló el machete abarcando al grupo de adolescentes.
—Escógeme a mí —suplicó otra voz aterrada.
El espectro necesitaba calmar su hambre, reprimir el frío que le consumía. Debía devorar un alma. Miró y señaló. Sí, esa. Se abrió paso entre los muchachos. El elegido se desmayó; el resto rieron aliviados, gimiendo en sus orgasmos.
El machete paladeó la carne y reafirmó el Pacto.
Aquella alma voluntaria saciaría al redivivo, quedando confinado un año más en Lago de Cristal.

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10 comentarios

  1. Hola.

    Como siempre, ya he dejado en mi blog el ‘Acerca de’ de este cuento: https://juanfvaldivia.wordpress.com/2016/12/15/acerca-de-el-pacto-del-lago/. Quien quiera conocer cómo llegué a él ya sabe lo que tiene que hacer.

    Ahora a lo que toca, a comentar relatos.

    Nota: por si alguno se hace el indignado, debo decir que comento sin ninguna pauta concreta, según me llama la atención o no un cuento. No sigo un orden concreto de ‘todo estos cuentos seguidos’ o similar. Eso lo digo a cuenta de la supuesta ‘norma’ de ‘comentar los tres siguientes al propio’. Suelo comentar más relatos que tres, pero no en ese orden concreto que marca ‘la norma’. Y lo hago sin prisas, por supuesto.

    Un saludo.

    Escrito el 16 diciembre 2016 a las 19:09
  2. Hola Juan. Me gusta, crea unas imágenes y una sonoridad excelentes. Felicidades. Voy directo a Las Simas. Un abrazo.

    Escrito el 16 diciembre 2016 a las 20:26
  3. 3. Rosario Nápol dice:

    Hola Juan, me gustó tu cuento, contenido y su evolución. Mantiene al lector espectante hasta el final. Tiene sonoridad y pintas bien las imágenes. El cuento fluye, se desliza entreteniendo. Te felicito. Por si quieres leerme, estoy en el N 159. Un saludo y Feliz Navidad.

    Escrito el 18 diciembre 2016 a las 04:54
  4. 4. Jorge Luis Acosta Torres dice:

    hola, me gustó tu relato. Me dejo con la curiosidad, ¿Tendrá segunda parte?

    Si te interesa puedes leer mi relato es el N°33

    Escrito el 18 diciembre 2016 a las 18:57
  5. Hola, Juan.
    La historia me mantuvo en tensión, pensé que hablarías sobre los clásicos cuentos de terror de las hogueras de campamento,pero me sorprendí muy gratamente. Un final que todavía resuena en mi cabeza.
    Me sentí atrapada casi sin obsiones, solo podía llegar al final.
    Muy bien el reto obsiones.
    Te sigo leyendo.
    Mi cuento, mucho más simple, ocupa el número 158. Si te apetece me cuentas qué te parece.
    Un saludo.

    Escrito el 18 diciembre 2016 a las 20:35
  6. 6. Mariaje dice:

    Hola Juan,
    Genial, la ambientación. Consigues meter al lector “hasta las trancas” (perdón por esta expresión tan vulgar, pero creo que es la más adecuada). Excelente también, a mi juicio, el efecto que consigues entremezclando los versos de chamán, devolviéndole el protagonismo una y otra vez, a su púlpito.
    Me encantaron algunas de las imágenes que has creado: „La fronda recogió la brisa y respondió con sonidos de roce. Como si se frotarse las manos“, „En algún lugar una contraventana suelta lamentó su soledad con un súbito latigazo de madera.” Wow.
    Siempre que comento un texto me pregunto qué se puede mejorar, según mi humilde opinión, porque creo que así es como más se aporta al autor, en tu caso poco puedo sugerir a tu forma de escribir, pero he rebuscado y rebuscado y sí he encontrado una cosilla jeje: igual que te digo que algunas frases e imágines son geniales, en otras he sentido un abuso innecesario de cultimos, me refiero a : “resemblando la sonoridad“, “Las casas peinaban el viento tejiendo murmullos aullantes”, “Un centenar de bocas vomitaron temor mezclado con anticipación”. Esto es cuestión de gustos, claro, pero me sonaron excesivas innecesariamente.
    Y una minucia: ese “miraba con ojos ciegos” me ha parecido muy trillado y no pega con lo bonitas que has construido otra frases.
    Ah! Se te ha colado una pequena errata en “A tras ellos“.
    Bueno, Juan, felicidades porque es un relato magnífico.
    Un saludo.

    Escrito el 19 diciembre 2016 a las 11:47
  7. Hola a todos.

    Gracias por molestaros en comentar el relato.

    Jorge Luis, lamento decir que por ahora no tendrá segunda parte. De hecho el cuento ya es una continuación de una historia muy vieja. Hablo de ello en el ‘Acerca de’ que he colgado en mi blog. E incluso esa historia se reduce a un pastiche de una saga de películas que a estas alturas del relato espero que todos hayan identificado: la de Viernes 13.

    Liliana, me alegra que el giro final te haya agradado. Tenía pensado describirlo del todo, mostrando la mezcla de orgía sexual y terror adolescente, pero la falta de palabras no me lo permitió. Si quieres leer más cosas en mi blog, en la sección de ‘Textos publicados’ tienes una buena colección. Y ya sabes: el mejor premio a una lectura tiene la forma de comentario 😉

    Mariaje, las frases que comentas suelen quedarme así por la limitación de palabra. Intento mezclar emociones con descripciones, y eso por lo general implica mayor necesidad de palabras que un texto enunciativo, como la mayoría de los que leo. Intentando enunciar pero al mismo tiempo revestir la historia a veces no puedo evitar soltar esas frases. Lo siento. Defecto de la casa. Y sí: me encanta la literata decimonónica (y, de una época más moderna pero todavía anclado en esa tradición, Lovecraft), lo que hace que de vez en cuando se me escape un arcaicismo o cultismo. De nuevo lo siento. Y gracias por resaltar esa errata: no veas cuánto agradezco que me saquen esos errores. Las lisonjas están bien, pero ese ‘hurgar en la herida’ resulta mucho más útil y didáctico.

    Rosario, Wolfdux: gracias por vuestras palabras.

    Un saludo a todos y que el Sol Invictus os resulte propicio. Disfrutad de la mejor época del año en latitudes septentrionales: ¡el invierno!

    Adiós.

    Escrito el 19 diciembre 2016 a las 15:33
  8. 8. Osvaldo Mario Vela Sáenz dice:

    Hola Juan, que el espíritu de la Navidad llene de armonía y paz a toda la familia. Felices fiestas.

    Agradezco la visita a mi texto y las recomendaciones sugeridas; las tomaré en cuenta. En cuanto al tuyo, tu vocabulario es un obsequio a los amantes de las letras, que bello y prolifero es nuestro lenguaje.
    Las palabras nuevas que aprendí de él a continuación: bermellón, concatenaban, Salmodia, bardo,librea y redivivo; estas son música sacra que añadir a mis letras. Después de la lectura me cuestionaba que como fue posible leer sin tropiezo un texto cuando contiene tanto obstáculo a mi entendimiento. Y lo único que imagino es que la buena escritura es “mágica”.

    Dentro de lo leído y después de buscar y rebuscar encontré algo que me retumbó incompleto: “Mientras fenecía sus labios no dejaban de musitar”. ¿Mientras que fenecía qué? ¿Un embrujo,un hechizo o una maldición?
    Bueno Juan el texto me encantó. y Dios por delante seguiré buscando tus escritos para seguir aprendiendo.

    Escrito el 19 diciembre 2016 a las 17:55
  9. 9. Escritores Anónimos dice:

    Hola Juan!
    Vengo a verte para ver qué nos traes este mes. Un pacto, sangre y tensión, de las historias que más me gustan. Nos presentas un relato muy expresivo en ocasiones dramático, esto es lo que quiero comentar más allá de que las palabras están y poseen cierta importancia, porque es importante “transmitir” y, al menos en mi caso, lo has conseguido sin lugar a dudas.

    Me ha confundido un poco el hecho de que pusieses comillas latina tras el segundo verso de cada “poema o versos” que repetían; no entiendo el porqué lo pones ahí, ¿no sería mejor no ponerlo o ponerlo en todo? No sé, si tiene una razón que desconozco por favor explícamelo.

    La historia se entiende bien, y creo que en cuanto la forma no había ningún problema, al menos yo no lo he encontrado. Así que un beso muy fuerte, gracias por tu relato y felices fiestas!!!

    Escrito el 19 diciembre 2016 a las 22:59
  10. Hola a todos.

    Aquí va una nueva tanda de respuestas.

    Osvlado, me alegro que te haya gustado el cuento. Alguna de esas palabras que comentas la he metido con calzador. En concreto ‘redivivo’. En un primer momento quise poner ‘no—muerto’, pero contaba como dos y eso hacía que me pasara del tope máximo. A mí mismo se me hace forzada, la verdad. Lo de ‘fenecía’: se refiere al poeta (mientras se desmayaba/desvanecía/moría) no dejaba de recitar.

    Muchas gracias por comentar.

    Escritores anónimos apunta algo para lo que ni yo mismo he encontrado norma escrita. Comentas que se te ha hecho raro lo de la comilla latina de cierre (») justo al inicio de unas frases. Yo, casi desde que tengo memoria, he visto que ese signo concreto se usa para expresar que en una línea de dialogo el discurso de un interlocutor continúa después de un punto y aparte.

    Me explico.

    Imagina que tiene un dialogo entre dos personas. Lo normal (y lo bien puntuado en español) es que cada línea de dialogo empiece por una raya (—). Cada línea corresponde con una sentencia o sentencias de uno de los interlocutores.

    —Hablo yo.
    —Habla él.
    —Hablo yo —y el pesado del narrador comenta la jugada.
    —Habla él. Dice más cosas, algunas chorradas; para ello lo vale.
    —Hablo yo. Incluso envido y digo todavía más chorradas —esto al narrador no le gusta.El pobre se queja al lector con este inciso—, que por algo puedo hacerlo.
    —Habla él. La envidia le corroe. Está harto de oírme decir «Hablo yo».
    —Hablo yo.
    Etc.

    Así, tras la raya (—) puede haber una o varias frases, separadas por comas (,) puntos y coma (;), puntos y seguido, o incluso con incisos relatados por el propio interlocutor (esos irían ente paréntesis) o citas de palabras de otros (esas deben ponerse entre comillas latinas.)

    Pero ¿qué pasa si un interlocutor desea, en su propia intervención, marcar un punto y aparte y seguir con su discurso sin darle réplica a nadie?

    —Hablo yo.
    —Habla él —«qué pesado es este yo», se lamenta en silencio el pobre él soportando al yo.
    —Hablo yo. De repente me lo pienso, y decido marcar un punto y aparte en mi discurso.
    »Pero de seguido me arrepiento y, sin dejarle hablar a él, continuo con mi perorata.

    Ahí es cuando entra ese uso de la comilla latina de cierre (») al inicio del siguiente renglón: quiere decir que continua el discurso del anterior interlocutor. No habla otro, no se trata de un inciso descriptivo del narrador. No. Sólo ocurre que el interlocutor ha marcado en su discurso un punto y aparte, y tras él continúa hablando.

    Este tipo de representación gráfica de la continuación de un discurso tras un punto y aparte la llevo viendo décadas en libros editados en España. Si está mal que alguien me diga cómo se representa lo que digo.

    Espero que la tontería de ejemplos haya servido. Aunque, la verdad: me está tentando plantearlo como duda a la Fudeu.

    Gracias por comentar, escritor de la personalidad múltiple y anónima.

    Un saludo a todos.

    Escrito el 20 diciembre 2016 a las 15:14

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