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Móntame una escena - por Maria P.Plaza

POR UN SEGUNDO TE OLVIDÉ
Llegué al campamento a media tarde…hacía calor. Eso es lo único que recuerdo de aquel momento. Llegué de la mano de Ana que me dejó allí plantada, con mi maleta y mis ganas de llorar. Su “hasta dentro de una semana”, dijo, las últimas palabra que escuché en castellano, luego, creo que me dio un beso en la mejilla y se marchó.
Ana me recomendó, unos días antes, aquel retiro, “un lugar alegre donde perderse del mundo, olvidarse de todo, conocer gente nueva y de paso aprender inglés, justo lo que necesitas”-me había dicho. Y yo la miré con mi cara incrédula y llena de lágrimas, con mis ojos hinchados y mi pelo revuelto. “Estás loca” aventuré a decir…
Ese mismo día, horas después, me desperté de nuevo en el sofá. Había anochecido y no quise encender la luz. Me apetecía otro gintonic que me ayudara a seguir durmiendo y de camino a la cocina me topé con mi imagen en el espejo. No me reconocí en aquel rostro desfigurada por el dolor y la añoranza y decidí, sin más, darle una oportunidad al campamento.
Y allí estaba plantada, sudando y rodeada de gente. Me dieron una bolsa de bienvenida e indicaciones para llegar a mi tienda.
Ya frente a la puerta un tímido empujón de devolvió a la realidad, alguien balbuceaba en inglés junto a mi oído y me invitaba educadamente a entrar. Lo hice automáticamente y me quedé sentada en una de las cuatro camas de aquel lugar.
Ante mi mirada perdida, tres desconocidas se presentaban, se contaban de donde eran y a que se dedicaban. Al acabar repararon en mí, debieron creer que no entendía nada y me hablaron casi por signos.
Entonces salió de dentro mi inglés de Oxford, ese de jovencita que vivió dos años en Londres , hacía ya 10 años, ese que creía olvidado y venía a refrescar, ese que mira por donde…recordaba perfectamente. Y les expliqué que yo no venía a aprender sino a olvidar y entonces, rebosó mi corazón, se inundó mi alma y todo por fin salió…
Y les hablé de cómo llegó a mi vida Andrea, del tiempo en que nos conocimos, de las horas interminables hablando, de nuestras muchas cosas en común, de cómo se unieron nuestras almas, nuestros corazones y por fin nuestros labios y nuestros cuerpos… de nuestros meses de amor, de cómo me acostumbré a los gintonics, a las salidas nocturnas, a bailar descalza frente a la chimenea, a los desayunos en la cama, a escuchar en silencio la lluvia, a observar el cielo de su mano…
Les hablé de la llegada del verano, de la oferta de trabajo en las islas, de cómo decidió emprender esa aventura, del drama de nuestra despedida y… de su silencio, de su olvido, de mi añoranza, del dolor, de las lágrimas, de los ojos hinchados y del pelo revuelto y de mi amiga Ana… que me llevó hasta allí.
Se lo conté todo a aquellas extrañas aquella noche y a otros a la mañana siguiente y a quien quiso escucharlo en los días posteriores y entonces alguien me dio el mejor de los consejos: “escríbelo”.
Regresé a Madrid con la misma pena que me marché pero con la chispa de la esperanza encendida y la caprichosa vida quiso que al entrar en casa encontrara allí a Andrea con un “perdón” en los ojos y una promesa en los labios “si tú quieres, me quedo”…
“No quiero” acerté a decir mientras le entregaba el trozo de papel que había acariciando en mi bolsillo durante todo el camino de regreso y escuché como leía mis palabras:
Hoy por fin me desperté y
tu no fuiste lo primero que vino a mi mente
por un segundo te olvidé y ya se
que voy a desterrarte.
Hoy comenzó el imparable proceso de olvidarte
y estoy contenta, aunque lo peor esté aún por llegar.
Nuestras miradas volverán a cruzarse
Y estaré triste…
porque ya no tendré ganas de abrazarte…
porque habré perdido lo mejor que me has dado:
La ilusión de poder amarte.
Y me marché, con el alma resquebrajada y el corazón hecho añicos y aquí estoy en el café de siempre, escribiendo la historia de cómo he mejorado mi inglés, he aprendido a olvidar mis recuerdos y me he convertido en poeta.

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3 comentarios

  1. 1. María Esther dice:

    Es una historia de amor que no llega a conmover,a pesar de ser contada en primera persona y con tantos detalles.Posiblemente sea por eso, tiene demasiadas explicaciones.
    Pienso que debería mostrar algunas actividades que se desarrollaban en el campamento; eso haría más dinámico el relato.
    Lo leí cuatro veces y encontré que empleas el verbo ser en dos oportunidades:
    “Eso es lo único que recuerdo” (al principio) y
    “…se contaban de donde eran ”
    Al principio, también dices”…un tímido empujón
    de devolvió a la realidad”.
    Quizás deberías decir:”me devolvió o también me volvió a la realidad”.
    Bueno, no se si mi modesto aporte te podrá ayudar en algo.
    Saludos y espero volver a leerte.
    Maritel en el 101

    Escrito el 17 diciembre 2016 a las 05:15
  2. 2. Gaia dice:

    María:cumpliste con el reto. Te felicito por tan bonita historia de amor, a mí sí me conmovió.
    Soy tu vecina en el #107, te invito a leerme

    Escrito el 17 diciembre 2016 a las 15:57
  3. 3. Baltasar dice:

    Hola, María Plaza
    Muchas gracias por tu lectura y comentarios. En efecto, cuando el punto de vista lo es en tecera persona, cambias a primera mediante el diálogo.
    Pero vamos a tu historia. Me parece un tema, el lesbianismo, realmente interesante y poco frecuente, al que dotas de un fuerte sentido. Ahora bien ─y solo con la intención de si te puede servir de ayuda─: necesita de un mejor tratamiento tanto en el aspecto morfológico como en el sintáctico.
    A modo de ejemplo en tu primer párrafo creo estaría mejor:
    Llegué al campamento a media tarde… hacía calor. Eso es lo único que recuerdo de aquel momento en el que Ana me dejó allí plantada, con mi maleta y mis ganas de llorar. Su «hasta dentro de una semana» fueron las últimas palabras que escuché en castellano. Luego, creo que me dio un beso en la mejilla y se marchó.
    Te aconsejaría, si me permites, repasaras la acentuación de los monosílabos diacríticos.
    10 años. Mejor diez, en letra.
    El párrafo siguiente yo le empezaría sin la «Y». Les hablé de cómo llegó a mi vida… y lo terminaría con «y nuestros cuerpos».Creo que después de la intensidad del párrafo en cuestión, sobra todo lo demás.
    En cuanto al que sigue, «Se lo conté todo», dices. A ellas, pero ¿y al lector?
    En fin, creo que si profundizas un poco te quedaría un relato francamente bueno.
    Un cordial saludo.

    Escrito el 24 diciembre 2016 a las 12:43

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