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Atrapado - por Jose

De repente, todo se nubló. No recuerdo haber sentido nunca tal sensación de vacío. Un frío eléctrico recorrió todo mi cuerpo y en la oscuridad, sentía cómo ondas de luces blancas, brillantes, venían hacia mí. Sin pensar, y totalmente sumido en la oscuridad caí en un ciclo de reminiscencias que me llevó desde mi más tierna infancia, hasta el día de hoy. Recordé, con los más finos detalles, el campamento donde conocí a mi mejor amigo. Rememoré al poeta perdido en mi inconsciencia, cuando recitaba en la escuela las poesías de diferentes autores. En esa misma escuela, donde la maestra me apretaba los cachetes dejándolos colorados, encontré a la mujer de mis sueños, el amor de mi vida, mi primer amor, la que hasta hoy día es mi novia. Los dos, con nuestros escasos quince años de vida seguimos el ritmo galopante de la juventud.

Todo mezclado, saltaba de un recuerdo de la infancia a uno reciente. Un día, a los diez años, fui castigado severamente por mis padres. Jugando a las prendas con mis amigos, me había tocado la ruda tarea de hacer pis frente a la puerta del vecino que moraba cruzando la calle. «Eso es muy fácil» – les dije a mis amigos. En realidad, sí era una tarea fácil, pero las complicaciones suceden. Rígido, tieso como un soldado, completaba mi prenda cuando, a la mitad de la misma, se abre la puerta de calle del objetivo. Mi vecino me ve. Solo, con el piso y la puerta amarilleando y con todos mis atributos al aire no podía explicar la situación. De una enorme patada en mi retaguardia fui a parar a la calle con mis atributos todavía al aire… ¡ah, qué recuerdos…!

El frío se hizo más intenso y las paredes estaban congeladas. Comenzaba a tiritar y pensaba: ¿Cuál fue el motivo de este estado? ¿Quizás entré en alguna dimensión paralela? ¿Estaré sufriendo algún episodio esquizofrénico?…
Intenté recordar lo último que hice o dónde me encontraba pero fue en vano.

Ruidos. Ruidos desde el exterior. Ruidos apagados, sordos. Pero notaba un sonido interno mucho más fuerte, justo detrás mío. En mi delirio parecía un dragón roncando, ¿o quizá una bomba a punto de explotar? Agudizando mis sentidos, pude darme cuenta: era el ruido de un motor. Desde donde estaba se sentía como una motocicleta. Pero de pronto, el ruido se detuvo y un silencio sepulcral se mezcló con la oscuridad y el frío.

En medio de la desesperación, comencé a moverme para entrar en calor, pero las paredes del recinto estaban muy cerca, ¡estaba acorralado en un sombrío envase!

Golpes y más golpes di contra las paredes con las pocas fuerzas que me quedaban. La sed y el frío eran inagotables y mis manos, a punto de quebrarse ya no podían articular mis dedos.

A punto de desfallecer, (por lo que vi creo que había fallecido), justo frente a mí emergió una luz cegadora, blanca como la luna pero brillante y cálida como el sol y en medio, la figura de mi madre, con los brazos en jarra como siempre los tenía cuando me reprendía de niño. Articulaba los labios pero no podía escucharla debido a mi estado de sopor. Mi madre desaparece tras la luz sin que yo pueda hacer nada; recuerdo que una lágrima se había congelado en mi rostro.

Seguía la luz dándome su calor y ya podía mover mis dedos. Otra figura ensombreció mi vista y esta vez era mi padre. No lo vi decir ni una palabra; con decisión estiró su brazo derecho tomándome por mi hombro izquierdo y me atrajo hacia él con una fuerza demoledora y me abrazó, llorando junto a mi madre y aliviados porque me habían encontrado y rescatado. Mi padre, frunciendo el ceño y cambiando la expresión de su rostro me dijo unas palabras que nunca olvidaré: ¡Te has metido en la nevera!

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3 comentarios

  1. 1. marazul dice:

    Hola Jose: Ambientas muy bien tu relato. El lector descubre al protagonista que parece estar en un estado de semiinconsciencia. Sin saber qué le ocurre ha de seguir leyendo para descubrirlo. En tu historia hay intriga y la vas dosificando poco a poco. En ese estado aparecen recuerdos de niñez, y con la anécdota del pis delante de la puerta del vecino, ya empieza uno a pensar que está escrito con cierto tono humorístico.
    Por otro lado trasmites muy bien esa sensación de impotencia que siente el protagonista : frío, oscuridad, ruido de motor…Y el lector sigue intrigado, sin saber que le puede estar pasando al chico. Hasta que ya en el final vas y zas…un golpe de efecto y de humor: ¡ estaba atrapado en la nevera!. Quién se lo iba a imaginar Jose. Realmente me has sorprendido.
    Un relato agradable y muy correcto en cuanto a la forma. Lo mejor, el final y ese toque de humor que le has dado.
    Que pases unas felices fiestas.
    Un saludo
    Marazul

    Escrito el 17 diciembre 2016 a las 21:25
  2. 2. el chaval dice:

    Hola Jose, Vaya con el protagonista, travieso era un rato
    Bien redactada la impresión de estar dentro de la nevera (has estado alguna vez así? con su marcha del motor y cuando se apaga, aunque no debería haberse parado facílmente al tener el cuerpo caliente del gamberrete.
    La sed y el frío serían inaguantables, no “inagotables”
    Bien resuelto el final feliz.
    si tienes tiempo estoy en el 162 un saludo

    Escrito el 18 diciembre 2016 a las 19:33
  3. 3. Ane dice:

    Hola José:

    Me ha gustado tu relato. Describes muy bien el estado por el que pasa el protagonista haciéndolo muy creíble. El final, inesperado para mí, divertido.

    Te felicito.

    Saludos

    Escrito el 19 diciembre 2016 a las 20:36

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