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Historia en un burdel - por ELVI

Había que guardar las normas: seria con apariencia de estable. Recta, con visión de águila y mirada de gacela. Recelosa como un pan a la espera de ser mordido.
Diez mujeres en el campamento instruidas tristemente por la vida a fuerza de sinsabores y lágrimas. Nuestra edad rondaba entre los veinte y los cuarenta años.
Al oscurecer iniciábamos nuestro trabajo corriendo de un sitio para otro de puntillas, con nuestros pies descalzos hasta alcanzar el alto de un tacón, entonces nuestras redondeces llegaban a la denominación de sublimes curvas, cambiando nuestro nombre de pila por alguno ingles o afrancesado.
Al estallar la noche, los perfumes comenzaban a alearse con las bebidas simulando cócteles, el carmín con las medias de redecilla, por donde algún viejo verde metía su dedo sintiéndose hombre, abismo entre el amor y el engaño.
En las lunas llenas nuestro interior aullaba como un lobo rabioso harto de reprimir tanto, repleto de ansias de libertad, queriendo pisar todos los fuegos y las hogueras de la tierra para aliviar nuestros dolor. Ese día nos abrazábamos, muestra del único amor puro jamás recibido, de una mujer a otra, según los condicionantes de mala vida.
Mi lugar preferido a la hora de trabajar estaba en la barra, ella me imponía la disciplina en la mente. En lo más alto, los sueños se apoderaban de mi haciéndome volar a la vez que lo hacía el pañuelo largo prendido de mi vestido. Al unísono un reguero de letras, palabras silenciosas se escapaban de mi boca, creando al caer versos y oraciones, haciéndome sentir el mejor de los poetas:
“Mujeres de carnes blancas, puras, sin importar el color de vuestra raza.
Nadando sobre un mar de manos sucias.
Madres, hermanas, hijas, incluso amigas.
Paridas con dolor, para el dolor.
¿A cuanto el kilo? “
Entonces caigo en el centro de una alfombra con un pose estudiado, las luces iluminan mi cuerpo brillante untado de aceite, mientras que me transformo en deseo. Todos los hombres meten billetes entre mi ropa… me tambaleo. En el más rígido de los silencios les llamo estúpidos mientras fingidamente sonrío, dejado a veces la pintura de mis labios sobre sus caras, idiotizando más aún sus egos.
Mis compañeras jaleándome me rodean, formando parte del espectáculo. Alcoholes fuertes mezclados con espumosos en un fin de fiesta, comienzan a derramarse por el suelo que antes habíamos fregado cuidadosamente. Mientras los hombres las atrapan como presas, llevándolas a los habitáculos, más tarde habitaciones donde ellas dormitaban su soledad.
A mi el dueño del campamento me respetaba, hace tiempo un cliente me reventó por dentro, dejando mis vísceras internas dañadas. A partir de entonces nadie más me poseyó y comenzaron a llamarme “la protegida mimada”. Con el paso del tiempo llegó el olvido, todos me anhelaban y deseaban, creándose una leyenda alrededor de lo acontecido, viniendo gente de lejos a conocerme. Por tanto, no ocasioné perdidas al negocio, solo beneficios
A las cinco de la madrugada toque de queda y recuento, los coches dejaban las explanadas desiertas y en la oscuridad, el verde con las gotas de rocío, se hacia escurridizo y frio.
Si faltaba alguien echaban a los perros y los guardias salían en las motos a buscarnos, a lo lejos se oían gritos lastimeros llenos de dolor junto a disparos de sangre. Ese día nos castigaban a todas metiéndonos en la boca trapos empapados de vinagre, que nos hacían toser y llorar hasta pasada una hora que nos sumergían en agua helada, tirándonos después al barro.
Anhelo conocer la nada sin reparos donde los ángeles salten desnudos sin escrúpulos, apelativos, ni dobleces, ni miedos. Quisiera amanecer viva.
No tengo recuerdos, solo historias oscuras como el sino de mi vida y de aquellas mujeres buenas y hermosas que me acompañaron.

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3 comentarios

  1. 1. Xerchio dice:

    Hola

    Me ha gustado mucho tu relato, lo definiría como intenso, desgarrador y lleno de dolor.
    Desde mi humilde criterio, escribes muy bien y muy profundo, pero creo que al relato también le falta algo de pulido, algunas comas brillan por su ausencia, y estoy seguro que con más repasos quedaría perfecto.

    Escrito el 16 diciembre 2016 a las 23:59
  2. 2. Laura dice:

    Hola Elvi.
    Antes que nada, gracias por dejarme tu comentario.
    Con respecto a tu relato…me puso la piel de gallina desde el inicio y finalicé al borde de las lágrimas.
    Sinceramente, no tengo nada que señalar, tan sólo emociones.
    Que tengas un exitoso 2017

    Escrito el 18 diciembre 2016 a las 16:53
  3. 3. Jorge Luis Acosta Torres dice:

    Hola Elvi, me gusto tu relato de las esclavas sexuales. Aunque veo un poco confuso el escenario el baile erotico de las mujeres ante los clientes franceses ya que ese tipo de espectaculo requiere de un local fijo (lejos de la vista de las autoridades) por lo que es dificil aunque no imposible imaginarlo en el contexto de un campamento.

    Y ojo no digo que no haya esclavas sexuales en los campamentos (por lo menos en los campamentos de terroristas y de refugiados se sabe que las hay), pero que hagan ese espectaculo pues no es muy creible.

    Cambiando de tema, estoy interesado en hacer una novela colectiva sobre la guerra del medio oriente y la tematica de la esclavas sexuales me parece pertinente, ¿te gustaria participar en el proyecto?

    Si te interesa escribeme un comentario en el relato 33.

    Escrito el 18 diciembre 2016 a las 17:24

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