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Instantes - por Gastón Paredes

Imbécil, la nieve se veía más suave por acá, era obvio, debí dar el rodeo y volver exactamente por donde vine, ¿qué perdía? ¿diez minutos? Ya lo dijo ese viejo: “El Huayna Potosí no es para los confiados, a esos, les tiene gusto”. Viejo imbécil.

Ya no puedo mover la pierna, el plan tendrá que ser esperar acá, no vaya a ser que sangre; ya los del campamento saldrán a buscarme más tarde, y si siguen la senda, podré gritar cuando estén cerca. Al menos es temprano y no hace mucho frío.

Y es que ya no estoy joven, no para estas estupideces, debí hacerlo a mis veinticinco. Y ahora que lo pienso, de no haber sido por ella lo habría hecho, pero no… no le gustaba que “me arriesgara”. Nunca entendió que cada día es un riesgo, y el más grande siempre es, no hacer nada.

Serán como diez años ya, tantos que no debe recordar ni mi nombre, mientras yo acá tirado hasta me acuerdo de su número, patético. Recuerdo su rostro cuando se enojaba, memorias sesgadas, todas siempre retocadas bajo el olvido y negación de mis errores, recordando culpables, a aquellos que inculpé ¿y es que eso no es natural? ¿qué no lo hacen todos?

El tiempo es constante en su caminar, sin prisa, apabulla indiferente, susurra cada día a todas horas, transcurre. Uno no piensa en él, no lo siente ni vive, solo de cuando en cuando, en un resquicio notamos su ausencia, que ya no es el mismo, que ha pasado, que no somos los mismos. Tonto, no solo tú, sino todos. Estúpidos aferrados al mañana, ebrios de confianza, seguros.

Y así te dejé, cobarde y sin darme cuenta. No tengo excusa, no tuvo qué ser así, debí abrazar y luchar por un aliento de existencia presente, y más aún porque lo supe, sabía que era el momento correcto, el único y último qué tendría.

No es fácil decir lo que uno siente, piensa, teme; no es fácil y no debe serlo, ser consiente, sospechar, intuir lo que se mueve en nuestro interior. Uno no quiere ver, vivimos con miedo a lo desconocido, preferimos llenarnos con evasivas de un entorno ligero y vacío, rutina, ¿y es que no es tan humano?. Sin embargo, a pesar de todos nuestros esfuerzos, a veces, solo a veces, nos damos cuenta de que eso no es todo, por instante intuimos que podemos romper nuestra burbuja, que podemos tener coraje y dejar de callar.

Lo había pensado mucho, mil borradores, planeando todo con semanas de anticipación a la Navidad, era una última oportunidad, un grito desesperado, explicarte todo, a pesar de no entender nada, abriéndome paso entre palabras petulantes, escribiendo cual poeta en delirio, juglar desquiciado, imbécil a tus pies.

Elegí un librito popular, amigable, casi cursi. Con cuidado hice los pliegues de mi carta desfogada, desaforada, y la oculté en la contratapa. Con papel regalo sobrio mas no frío, vestí mi alma por una vez libre de mentiras. Llegado el veintidós, lo mandaría por correo.

Los instantes son preciados mientras son, cuando pasan, se convierten en recuerdos amargos de lo que pudo ser. He dejado tanto en la vida, pero más que nada he callado, me he mordido la lengua todos los días ¿y es que no somos todos así? Silencio de culpa, sigilo de vergüenza, sosiego de cobardía.

El veintidós no salí de casa, tampoco el día siguiente, ni el siguiente.

Hay murmullos a lo lejos, parece que al fin alguien se acordó de mi; solo tendré que gritar, no es nada complicado; quizás levantarme un poco para que me vean, es sencillo; quizás agitar la mano, fácil.

Quise. Quizás.

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4 comentarios

  1. 1. Marazul dice:

    Hola Gastón: Todo tu relato son las reflexiones de una persona que se encuentra atrapada en la nieve. La idea es muy buena, ya que puede dar lugar a infinidad de razonamientos. Aprovechas esa situación de desesperación para presentarnos al protagonista. Éste no sólo está enfadado consigo mismo (en varias ocasiones se llama a si mismo “imbécil, cobarde…), si no que, a través de sus reflexiones, se nos presenta indignado, fastidiado. Echa las culpas a “ella”, como un viejo cascarrabias de su situación.
    No es un personaje que resulte simpático al lector, pero si puede ser muy real.
    Utilizas un lenguaje culto y fluido. El hecho de vestir el alma con papel de regalo libre de mentiras es una frase sobresaliente. Alguna falta propia del descuido también hay: ” no tuvo qué ser así”, el que no lleva acento porque no es interrogativo.
    Es un relato interesante, Gastón, aunque al terminar de leerlo he creído que se me escapaba algo. Puede que no haya entendido la totalidad de su significado.
    Un saludo y ¡Feliz Navidad!

    Escrito el 17 diciembre 2016 a las 21:56
  2. 2. el chaval dice:

    Hola Gastón Paredes, me he tenido que tomar una tila para rebajar la tensión que me ha producido tu personaje, tan amargado de la vida que a todos nos juzga por igual. Eres poseedor de muchas palabras y bien juntadas. El estar solo en la nieve le hace recordar que estaba amargado por su mujer, se separan y escribe una carta que nunca llegó a su destino, porque dentro de todo no quería saber nada de ella, enhorabuena, no es fácil escribir sentimientos. si tienes tiempo estoy en el 162

    Escrito el 18 diciembre 2016 a las 20:03
  3. 3. José dice:

    Hola Gastón, me gustó mucho la forma que tienes de relatar y también la historia y la amargura de este hombre desesperado.
    Feliz Navidad

    Escrito el 19 diciembre 2016 a las 13:02
  4. 4. el chaval dice:

    Hola Gastón Paredes, Gracias por opinar sobre mi texto. Creo que tienes razón. Quedará mucho mejor si los personajes algunas veces es conveniente que tengan la boca cerrada, y que sea su mente la que explique al lector sus pensamientos. Buenas fiestas y que los dioses nos sean propicios

    Escrito el 20 diciembre 2016 a las 23:21

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