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En un vagón de metro (borrador) - por Raymond Carr

Se giró al escuchar el grito. Qué raro es el taller de este mes, pensó Cárlos. Parece más apropiado que alguien se gire para que no al escuchar el grito. Me da a mí que esta propuesta tiene gato encerrado, Cárlos seguía dándole vueltas a la cabeza. Siempre había preferido trabajar en el turno de tarde porque al salir a las once o doce de la noche los vagones del metro van prácticamente vacíos. Escribía sus relatos en el trayecto de metro que le transportaba desde su trabajo a su casa. Así podía sacar fácilmente un mínimo de dos horas a la semana para escribir. A Cárlos le fastidiaba enormemente ir a trabajar en metro por la mañana, esos vagones repletos de gente le sacaban de quicio. Había tenido suerte al encontrar ese trabajo de tarde, además, Cárlos sabía que en los trabajos de tarde se trabaja menos, y hay menos jefes controlando.

Sobre sus rodillas había abierto el pequeño portátil azul y se había puesto a hacer una lista. Siempre empezaba los relatos haciendo una lista en el metro. Con él no daban resultado todos esos métodos que recomiendan trabajar en un espacio propio y bien ordenando. En ese tipo de sitios no conseguía escribir tres palabras seguidas, es lógico, siempre encontraba un pretexto para levantarse de la silla. Había oído que hay directivos que preparan las entrevistas de trabajo cuando viajan en avión porque se concentran mejor.

Cárlos buscó definiciones de oír y escuchar en su teléfono móvil.
—Escuchar es un verbo que hace referencia a la acción de poner atención en algo que es captado por el sentido auditivo. La palabra que proviene del latín… Y seguía en otro párrafo: El hecho de escuchar, por lo tanto, está vinculado a la audición y contempla un entramado psíquico y fisiológico que permite que una persona oiga.
—Oír es un termino que se refiere a la facultad sensorial para lograr la percepción de un sonido. El concepto suele asociarse al verbo escuchar, aunque éste menciona el hecho de atender aquello que se ha oído. En el lenguaje coloquial, de todas formas, ambos se emplean como sinónimos.
Ya está, pensó Cárlos. Aquí está la trampa: en el lenguaje coloquial. Vamos que el narrador, por que es evidente que la frase es proferida por un narrador o por un personaje que narra algo, se está expresando en lenguaje coloquial.
Y siguió buscando en el móvil.
—Escuchar. 1. intr. Aplicar el oído para oír. 2… 3… 4. amer. Oír, percibir sonidos.
La cosa está clara. El narrador se expresa en lenguaje coloquial y en una variante lingüística del nuevo mundo. Cárlos estaba seguro de haber encontrado algo pero todavía no sabía qué.
Como todavía no estaba convencido siguió buscando.
—Diferencias entre oír y escuchar. Muchas personas piensan que oír y escuchar tienen el mismo significado… Oír es un fenómeno fisiológico, incluído en el mundo de las sensaciones… En resumen, escuchar es oír más interpretar.
Ahora sí, ahora lo había encontrado. El narrador se expresaba en lenguaje coloquial, en una variante americana y además estaba con la mosca detrás de la oreja, vamos que se olía algo. Ahora ya estoy más tranquilo, pensó Cárlos. Por lo menos tengo el tono del relato.

Al llegar a Príncipe de Vergara, el vagón del metro se llenó de gente y Cárlos decidió bajar la pantalla de su portátil azul. Si se sentaba alguien al lado podría leer lo que estaba escribiendo y eso no le gustaba nada. Una vez se inquietó mucho porque se dio cuenta de que había alguien sentado al lado que miraba lo que escribía. Era una chica joven, iba vestida con el velo de las mujeres norteafricanas. Cuando la miró, la muchacha le sonreía; Cárlos no encajó bien aquella sonrisa, le dio la impresión de que alguien había estado merodeando por su casa en su ausencia.

Un narrador que se expresa en lenguaje coloquial, latino y astuto. Con esto hay que hacer un relato de policías que persiguen a narcotraficantes que en realidad son agentes de la CIA. México, sí, tiene que ser en México, en el DF. El tren estaba llegando a la estación. Sonó una notificación en el móvil, alguien le recordaba que el viernes habían quedado para ir a bailar.

Madre mía, pero si es día quince, tengo veinte minutos para mandar el relato al taller de Literautas.

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8 comentarios

  1. 1. LadyS dice:

    Raymond Carr,
    Tranquilamente podría ser yo la que husmea en tu portátil como la que va escribiendo en el metro 😉
    Entretenido relato, super fácil de leer y divertido.
    Un saludo

    Escrito el 18 enero 2017 a las 18:36
  2. 2. LAMAGA dice:

    Hola Raymon
    Gracias por compartir tu linea de pensamiento y la precisa descripción que haces de ese clásico momento de escaqueo que nos permitimos cuando en verdad tenemos que escribir algo.
    Muy ilustrativo.

    salud y hasta pronto
    Julieta (LAMAGA)

    Escrito el 19 enero 2017 a las 00:52
  3. 3. Raymond Carr dice:

    Gracias LadyS por tu comentario. Me encanta que me digas que te ha parecido fácil de leer. En breve comentaré tu texto, que me ha gustado.
    Hasta pronto.

    Escrito el 19 enero 2017 a las 11:02
  4. 4. Raymond Carr dice:

    Gracias Julieta por tu comentario. No se me ocurría nada y de repente me di cuenta de que yo (cada uno de nosotros que participamos en el taller) podía ser el personaje que estaba buscando. Reconozco que he utilizado un recurso fácil y poco original, ya tendré tiempo para otras acrobacias.
    Hasta pronto.

    Escrito el 19 enero 2017 a las 11:15
  5. 5. Yoli dice:

    Hola, Raymond.
    Gracias por comentar mi relato. El tuyo me ha gustado, no me parece que sea poco original. Has plasmado muy bien lo que muchos sentimos al escribir, con ese darle vueltas a la cabeza hasta encontrar algo que nos guste y ese cierto pudor a que miren nuestros escritos.
    Saludos.

    Escrito el 21 enero 2017 a las 14:13
  6. Hola Raymond.

    Pues qué quieres que te diga… ¡Ole! A mi no se me hubiera ocurrido escribir algo así. Es como urgar en la mente de un escritor y plasmarlo, como si fuese fácil.

    A mi me ha encantado, sobre todo el final. El tiempo vuela en nuestra contra cuando no se nos ocurre nada y queremos participar en el taller.

    Nos seguimos leyendo.

    Te invito a que despellejes el mio a gusto:
    https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-40/6901

    Escrito el 21 enero 2017 a las 22:31
  7. 7. Raymond Carr dice:

    Gracias por comentario Jean Ives Tibauth.

    Me alegro de que te guste. La verdad es que he hecho trampa, en el relato debería de haber quedado claro “quién” se gira; “dónde” se gira; “cuándo” se gira; “por qué” se gira y todos esos interrogantes que se plantean en una narración. Yo me he salido ampliamente por la tangente y me he puesto a contar otras cosas. Si te das cuenta la estructura que he empleado serviría para cualquier otra propuesta.

    Ahora bien, el relato fluye entre dos voces narrativas muy bien definidas, la del narrador omnisciente, y los pensamientos del protagonista, Cárlos (¿quién será?). Juan José Millás tiene decenas de relatos publicados en EL PAÍS con esta estructura, que es muy sencilla y que funciona bastante bien.

    La verdad es que lo he pasado muy bien con el taller de este mes y estoy moderadamente contento; y, por supuesto, me alegro mucho de haber conectado un poco más y mejor.

    Escribo muy poco y leo también muy poco. Me he propuesto terminar dos relatos cada mes y comentar cuatro textos. El segundo relato todavía no lo he terminado; y el cuarto comentario todavía está sin resolver.

    Hasta pronto amigo.

    Escrito el 23 enero 2017 a las 11:36
  8. 8. Raymond Carr dice:

    Gracias por comentario Jean Ives Tibauth.

    Me alegro de que te guste. La verdad es que he hecho trampa, en el relato debería de haber quedado claro “quién” se gira; “dónde” se gira; “cuándo” se gira; “por qué” se gira y todos esos interrogantes que se plantean en una narración. Yo me he salido ampliamente por la tangente y me he puesto a contar otras cosas. Si te das cuenta la estructura que he empleado serviría para cualquier otra propuesta.

    Ahora bien, el relato fluye entre dos voces narrativas muy bien definidas, la del narrador omnisciente, y los pensamientos del protagonista, Cárlos (¿quién será?). Juan José Millás tiene decenas de relatos publicados en EL PAÍS con esta estructura, que es muy sencilla y que funciona bastante bien.

    La verdad es que lo he pasado muy bien con el taller de este mes y estoy moderadamente contento; y, por supuesto, me alegro mucho de haber conectado un poco más y mejor.

    Escribo muy poco y leo también muy poco. Me he propuesto terminar dos relatos cada mes y comentar cuatro textos. El segundo relato todavía no lo he terminado; y el cuarto comentario todavía está sin resolver.

    Hasta pronto amigo.

    Escrito el 23 enero 2017 a las 11:36

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