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Árbol de lichi - por Camelia

Árbol de lichi

Se giró al escuchar el grito de su exmujer. Alcanzó a verla y también el hielo que tenía en los ojos, el que empezaba a licuarse de tristeza. Era muy tarde, él ya había decidido su destino. Cuando caía se encendieron lucecitas alrededor, eran los vidrios rotos de la ventana que lo acompañaban en su descenso. La Luna se había hecho trizas en los pequeños fragmentos y emitía raras luces que poco a poco se fueron extinguiendo.

Sin más sonido que los latidos de su corazón, pensó en ella, en lo triste que estaba desde que lo descubrió con su mejor amiga. Desde entonces no pudo perdonarlo. Lo había amado tanto y creía conocerlo bien, por eso su desconsuelo fue tan grande porque la confianza que le había tenido era ciega. ¿Cómo es que el hombre que le daba seguridad la traicionaría? Entonces en quién iba a creer de ahora en adelante. Al descubrir la infidelidad de Mateo, Laura se hundió en un abismo del que no deseaba salir. Se fue a vivir sola en su cuarto de soltera que felizmente no había logrado alquilarlo, se solazó de no tener hijos con él. Todo el amor que ella le había prodigado se rompió, como cuando un espejo cae y se hace trizas. No hay forma de unir los pedazos.

Él la llamó, cuando se vieron comenzaron a insultarse. Mateo deseaba abrazarla, pero el pequeño orgullo metido en el centro de su corazón se lo impedía. Siempre había sido el hombre perfecto, íntegro y aún no se acostumbraba a ser el infeliz engendro que había puesto a su esposa en una situación tan humillante. Laura tenía razón en zaherirlo, él era el malo, el despreciable, el inútil, el incapaz de amar, el soberbio, el estúpido.

No hubo forma de que lo perdonase. Ella salió dando un portazo y él pensó que la había perdido para siempre. Entonces lo decidió, caminó apenas dos pasos y saltó hacia la inmensidad de la noche rompiendo los vidrios de la ventana de su apartamento del cuarto piso. Sin embargo, ella volvió, cuando abrió la puerta lo vio y lanzó el grito, pero Mateo estaba en la línea de partida camino a conseguir la absolución en el otro mundo. Después de sentir el aire fresco, casi helado de la noche, percibió un viento suave alrededor, tibio, agradable, «¡qué raro!», pensó. Siempre había escuchado que el frío precedía a la muerte. Entonces se convirtió en un bólido de fuego, veloz. «En cinco segundos se me acaba la desdicha, solo cinco segundos para olvidar en lo que me convertí», pensó. Y ya no quiso regalarle más pensamientos a ella, no más recursos de lo que quizás pudo haber sido si se quedaba un segundo más en el apartamento. Trató de recordar las clases de yoga, de cuando hacía ejercicios de meditación con… Laura, Laura, Laura, otra vez ella. Seguía en su descenso. Un segundo más y ya, todo acabaría. Iba a perder la conciencia, lo sabía. ¡Pum!

Chocó con el techo de lona de la bodega del primer piso que lo elevó un poco y alcanzó a sentir las ramas del árbol del lado, abrió los brazos para decir adiós al viento y fundirse en él. Pero logró quedar colgado del frondoso árbol de lichi o ciruela china que el bodeguero trajo hace más de veinte años de su tierra natal. Quedó allí mirando el cielo oscuro, sin estrellas esperando a su ex. Quería ver los ojos de Laura anegados en lágrimas, pero lo que sintió fue la lluvia que empezaba a mojar su rostro, su cuerpo y, se abandonó a su suerte.

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3 comentarios

  1. 1. Diego Ramirez Hoyos dice:

    narrando el instante presente saltando al pasado, logra la emoción de la caída. Me pareció interesante el final abierto.

    Escrito el 18 enero 2017 a las 14:13
  2. 2. Bea dice:

    Hola Camelia:

    Interesante relato. Me ha gustado mucho lo triste de la historia, como no retrotraes a ese pasado lleno de errores, pena y reproches y como llevas con fluidez la historia hasta ese final en el que el personaje del marido decide acabar con esa pena tirándose por la ventana.
    Me ha gustado mucho la construcción de los personajes y como describes sus emociones, me parece que les aporta una profundidad y una humanidad tremendas.
    El único pero qie le encontraría, a parte de algún que otro error gramatical sin importancia, es que al principio creo que metes demasiados espejos rotos. Primero en los que el marido produce al caer y luego creo que es una comparación. Puede que sea más gusto mío.
    En todo caso me ha gustado mucho tu relato y te felicito por el trabajo que has hecho este mes.

    Si te apetece pasarte yo estoy en el 242.

    ¡Nos leemos!

    Escrito el 18 enero 2017 a las 22:03
  3. 3. Luis Ponce dice:

    Hola Camelia:
    Toda la vida en la caída.Hay datos que salen sobrando como el hecho de no haber alquilado su cuarto de soltera.
    La intención es la que cuenta, está bien narrado, el suspenso es el necesario coordinado con el tiempo de la caída.
    Me ha gustado.
    Te felicito.

    Escrito el 24 enero 2017 a las 03:42

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