The Unforgiven - por Jellybangster

Se giró al escuchar el grito de una mujer, un aullido tan agudo y profundo que habría de recordarlo por el resto de su vida.
Bajó las escaleras a toda prisa sólo para encontrarse con su madre en pedazos en el suelo del comedor pero lo que más la consternó fue la figura amorfa que trataba de ocultarse en un rincón. Ella se acercó lenta y sigilosamente hasta estar a centímetros de aquella bestia ensangrentada. Al principio se sintió algo confundida y aturdida, pero en cuanto ambos cruzaron miradas todo tuvo sentido.
-¿Leo?- preguntó ella emocionada ignorando su ahora terrorífico aspecto.
-Aléjate- dijo él con un gruñido
-Pero… Leo déjame abrazarte hace tanto que no te veo.- insistió aproximándose cada vez más.
-¡Apártate!- rugió de nuevo, incorporándose y mostrando su ahora enorme y extraño cuerpo recubierto de escamas negras.- ¿Acaso no ves que acabo de asesinar a tu madre? He asesinado a miles mucho más grandes y fuertes que tú; te partiría en dos con facilidad.- Amenazó tomándola por el cuello y levantándola del suelo con sus grandes garras.
-¡No!… Jamás volveré a apartarme de ti. Sé que jamás podrías lastimarme.- exclamó ella con dificultad. Pasó su mano por la mejilla de aquel monstruo sin ningún rastro de miedo o repulsión.
El impulso de matarla era cada vez más grande pero por alguna razón el contacto de la tersa piel de Anika con las escamas que recubrían su cuerpo le hacía más fácil contenerse. Ambos se perdieron en la mirada del otro por unos segundos hasta que él fue capaz de soltarla.
-Siempre lo supe Leo – de nuevo acarició su mejilla y esta vez él le respondió tomando su mano- Siempre supe que eras diferente y eso me hacía amarte más. No sabes cuánto te he esperado y cuanto me arrepiento de haberte dejado ir.
Él de inmediato se acerco a ella y la besó. Fue un beso tan apasionado que no podría haber terminado de otra forma.
El rose de la piel áspera y escamosa de Leo sobre el cuerpo desnudo de Anika no hacía más que encenderla más, sus besos y mordidas, a pesar de sus colmillos filosos le provocaban el más grande placer. De pronto comenzó a sentir algo ardiendo dentro de ella que le recorría de un extremo a otro y en un segundo la luz mas brillante y resplandeciente comenzó a salir de sus ojos que ahora se tornaban en un azul intenso y su cabello se tiñó de un gris azulado. Poco a poco aquella luz se fue apagando y ella cayó inconsciente por unos segundos.
-¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué mi cabello es gris?- preguntó asustada al recobrar la conciencia pero Leo estaba tanto o más sorprendido que ella. Sólo resolvieron echarse a reír y tirarse en el suelo abrazados hasta que un estrepitoso golpe les interrumpió.
Varios militares se introdujeron en la casa y en cuanto los encontraron les apuntaron con armas; ella al verlos se aferró aún más a él.
– Soy el Coronel Morgan del batallón 53 y venimos por el responsable de múltiples asesinatos.- Dijo uno de los militares.
El hombre se detuvo al observar a aquellos monstruos y el salón completamente destruido- ¿Pero qué demonios son ustedes?- preguntó con repulsión.
-¡Lárguense!- gritó ella furiosa.
-No sé qué clase de mutaciones asquerosas sean ustedes pero no permitiremos que sigan causando más caos- Dijo el Coronel sujetando a Anika de las muñecas. Leo respondió con un fuerte rugido y de un solo zarpazo degolló a aquel hombre.
-Abran fuego- gritó asustado uno de los militares- maten a ese maldito monstruo- pero ninguna bala fue capaz de tocar a ninguno de los dos ya que delante de ellos había una capa invisible que los protegía.
-No permitiré que le hagan daño – rugió ferozmente ella. Y con un solo movimiento de sus manos hizo estallar en mil pedazos a todos los militares.
-Es que acaso tú también eres un monstruo- preguntó Leo un poco confundido
-Creo que si- respondió Anika mirando incrédula sus manos.
Ambos se miraron atónitos, no sabían cuál sería su destino ni como sobrevivirían; lo único que sabían era que se protegerían el uno al otro hasta el final.