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Un sótano y una vida - por Goya

Miro la escalera, temo bajar al sótano, desconfío de lo que pueda descubrir. Observo el reloj marcando las doce, sé que no debería estar aquí. Escucho un pequeño ruido y me asusto, pero sé que debo acabar con toda la incertidumbre, decidida a bajar la escalera, vuelvo a escuchar algo más fuerte, un estruendo, causado por un pequeño roedor que tira un frasco, salgo corriendo hacia mi habitación. Hoy no es el día para descubrir el secreto que guarda.
La mañana siguiente, veo un regalo en mi mesilla, solo puede ser de mi abuela, con quien vivo. De la cama me levanto desconcertada, no entendía el significado del regalo, solo tenía cabeza para el sótano. Desde que vivo con mi abuela, nunca me ha dejado entrar, al principio obedecía, pero poco a poco la curiosidad me fue ganando. Vi el regalo, alcé la vista, intentado pensar su motivo, con el calendario delante de mí, lo recordé, había olvidado mi propio cumpleaños, todo por el sótano.
Ante mi tenía una cajita cuyo interior conservaba un colgante con un talismán naranja. Siento como si ya lo hubiera visto antes, sé que lo he visto antes. Junto a la caja, hay una carta, explica que tiene que hablar conmigo.
La curiosidad me mataba igual que con el sótano, supongo que me hablara de porque nunca me ha dejado entrar ahí, desde los 8 años me decía que no podía entrar, que lo tenía prohibido y me castigaría, hasta los 14 lo deje pasar, no tenía cabeza para una habitación que seguramente guardaba trastos viejos y sin sentido, pero este año he intentado mil y una vez entrar, pero siempre había algo que me lo impedía.
Llego, baje inmediatamente las escaleras, me esperaba con una gran sonrisa que se movía con el vaivén de la mecedora.
Sorprendida por lo que me había dicho lo único que hice fue ir hacia el sótano, por primera vez en 8 años, me dijo que podía bajar y ver lo que guardaba.
Bajé la escalera, encendí las luces y vi asombrada todas las cosas de mi madre, cuando era niña, adolescente y adulta, esa habitación recogía una vida entera, había juguetes de ella, ropa, cartas, cuadernos, diarios, estaba su cama, todo en perfecta armonía, salvo el frasco que aquella rata tiró y rompió.
Mi abuela me dijo que antes de morir mi madre le indicó que me enseñara todo esto cuando cumpla 16, que entonces ella creía que estaba preparada.
La habitación es como un pequeño mapa del tesoro, hay cajas con mi nombre y un número. En la entrada indica ir en orden, desde la 1o hasta el final. Con indicaciones y ordenes que debía seguir. Ella lo preparo todo, todo esto para mí.
Conservo pocos recuerdos de mi madre, falleció cuando tenía 8 años, solo recuerdo los dos últimos años, la mayoría del tiempo lo pasaba en el hospital y la escuela, no paraba en casa, por esa razón nunca me di cuenta de lo que había preparado. Desde que falleció sentí que me había abandonado, que se había olvidado de mí y simplemente no quería recordarla, me limitaba a no tocar el tema. Mi madre había sido viuda desde hace 8 años, me conto que mi padre falleció antes de nacer yo, y me contaba cosas de él.
En la primera carta explicaba que esto lo hacía por mí, quería que ciertas cosas de ella fueran para mí, una de ellas el talismán, y que, si en algún momento me sentía sola, en esa habitación podía sentir como ella estaba a mi lado.
Había muchas fotos de ella, sobretodo haciendo lo que más le gustaba, bailar. Bailaba desde que era pequeña, le gustaba de todo, se reflejaba en su cara que realmente le apasionaba, tenía fotos bailando de todo, desde hip-hop hasta tango, siempre con la misma persona, un hombre alto, moreno y con ojos verdes, nunca lo había visto hasta esta ocasión, parecía alguien especial. Su físico se me hacía familiar.
Las últimas cartas, las que se había caído del frasco, estaban junto a una alianza y fue ahí cuando todo mi mundo se desmoronó, aquella habitación me dio una gran alegría y a la vez una gran decepción.
Mi padre está vivo y mi madre me había mentido toda mi vida.

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6 comentarios

  1. 1. Maria Jesús dice:

    Bonito y nostálgico relato con un final inesperado, lleno de promesas. Felicidades.

    Escrito el 19 febrero 2017 a las 11:24
  2. 2. guiomar de zahara dice:

    ¿Qué tal Goya? tu relato me ha llevado a mi infancia, cuando en la casa de mis abuelos, nos reuníamos la familia y los nietos -que éramos diez- y, teníamos absolutamente prohibido subir al desván.
    Recuerdos aparte te diré que tu relato se lee con amabilidad, es fluido, aunque alguna palabra está más que repetida y eso hace parar la lectura: escucho… escuchar…pueda descubrir… para descubrir…
    Es fácil de solucionar leyéndolo en alto. Yo peco de lo mismo y trato de no caer, buscando sinónimos.
    ¡Hasta la próxima!

    Escrito el 19 febrero 2017 a las 15:21
  3. 3. Andrea dice:

    Hola Goya!
    Tu relato conmueve, pero al mismo tiempo es un poco descorazonador, el trabajo de preparación de la madre y la abuela guardando el secreto durante tanto tiempo…
    Te diría que prestaras un poco de atención a algunas veces en que mezclas los tiempos verbales y utilizas pasado a pesar de estar narrando en presente (ej. de la cama me levanto, no entendía el significado, tenía en la cabeza…). Sustituiría también algunas comas por puntos, pero eso es una cuestión de estilo que supongo que depende de gustos.
    En resumen: cuento intrigante, el misterio te engancha y te hace leer hasta el final.
    Saludos!

    Escrito el 19 febrero 2017 a las 17:28
  4. 4. Eveluna dice:

    Hola, Goya
    Muy lindo tu relato. Tiene buen ritmo. Logras transmitir desde el principio esas ganas de conocer los secretos que se esconden en el sótano.

    Encuentro que puedes mejorar algunas cosillas:
    Intenta limitar el uso de las comas. Las frases se interrumpen sin necesidad real y se pierde un poco el ritmo. Tampoco temas usar frases cortas.

    Le da más estética a la lectura si colocas ocho, catorce, dieciséis, primero… en lugar de números.
    Cuida las repeticiones. Por ejemplo, se encuentra dos veces “sé que…” en el primer párrafo. Más abajo también está. Y en el penúltimo párrafo repites tres veces “falleció”.
    Hay algunos errores ortográficos, nada grave:
    • …supongo que me hablará…
    • …indicaciones y órdenes…
    • …las que se habían caído…
    • Ella lo preparó todo…
    • Llegó, bajé inmediatamente las escaleras…
    • …me contó que mi padre…

    Hay un par de frases comunes que puedes reemplazar por otras que le den más valor a tu relato:
    • La curiosidad me mataba
    • …mil y una vez…

    Entiendo que no fue la intención, pero me hubiera parecido interesante encontrarme con la conversación con la abuela.

    Por último, no me queda claro cómo llega tan rápido a la conclusión que su padre aún está vivo. Asumo que leyó las cartas del frasco, que pueden ser de él, y con éstas encuentra esa respuesta, pero me gustaría que lo mostraras…

    Escrito el 20 febrero 2017 a las 00:29
  5. 5. Goya dice:

    Muchas gracias por los comentarios, era la primera vez que me atrevía a escribir. Es verdad que tengo algunos fallos como los ortográficos, la repetición de palabras y las comas innecesarias, lo intentaré mejorar para la próxima. Me alegra mucho que os haya gustado y hasta haya hecho recordar vuestra infancia. Muchas gracias y un saludo

    Escrito el 21 febrero 2017 a las 21:14
  6. 6. Laura dice:

    Hola Goya.
    Felicitaciones por iniciarte en este grupo. Creo que a todos nos pasa al inicio y, aunque te resulte algo difícil al principio porque creer que está listo, a partir de los comentarios comienzas a ver nuevas cosas que lo mejorarían.
    Algunas ya te han señalado. Lo que necesitas es pulimento, ya que la historia se presenta muy buena pero en algunos momentos produce confusiones.
    Ten en cuenta que si la protagonista está en la cama, es innecesario que en la oración siguiente indiques que se levantó de la cama. Simplemente con un “se levantó” ya estaba.
    Me quedó una duda con respecto a la única alianza: ¿a partir de ella deduce que su padre está vivo?
    Por lo demás, un relato hermoso, tierno, íntimo desde la protagonista.
    Nos encontramos en las próximas escenas

    Escrito el 26 febrero 2017 a las 11:24

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